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Héroe de Altdorf, Von Margur es caballero perteneciente a la Orden de los Caballeros Pantera que acudió al reino de Kislev para ayudar en su defensa contra la amenaza de las hordas del Caos. Sin embargo fue capturado y a lo largo de su reclusión, algo en su interior iría cambiando.

Historia[]

Cautivo de los Kurgan[]

A comienzos del año 2521, antes las señales y presagios que anunciaban una amenaza procedente del norte, Von Margur viajó a Kislev en un escuadrón de treinta Caballeros Pantera. Su destino era la ciudad de Zhedevka, donde se estaban reuniendo numerosas tropas imperiales y kislevitas para formar un ejército con el que frenar a una gran horda de guerreros Kurgans que avanzaba hacia él sur. Desafortunadamente, la amenaza demostró ser mayor y mas astuta de lo esperado, y cayó sobre la ciudad propinándole una desastrosa derrota al ejército aliado. En medio de la batalla, su fiel caballo Schalda fue derribado, y Von Margur se enfrentó un campeón del Caos ataviado por una armadura negra con intrincados dibujos grabados. Poco pudo hacer, su adversario le derrotó, propinándole un potente golpe en la cabeza que lo dejó sin sentido.

Tras la batalla, los guerreros del Caos capturaron a un gran numero de soldados enemigos y toscas jaulas, montando un campamento sobre las ruinas de la ciudad. En los días posteriores, los guerreros bárbaros se dedicaron a decapitar prisioneros para recolectar sus cabezas para sus señores, los Zares, y que estos pudieran levantar monumentos con los cráneos de los enemigos en honor a sus siniestros dioses. Un trío de guerreros Kurgan encontraron al todavía inconsciente Von Margur, y lo prepararon para recolectar su cabeza. Le despojaron de su armadura, cota de mallas e incluso su camisa y calzones, dejándolo completamente desnudo.

Cuando se disponían a darle el golpe letal que le separaría la cabeza de los hombros, apareció el paladín del caos que lo había derrotado en batalla, exigiendo saber que hacían. Los tres guerreros kurgan explicaron al Zar Blayda que su señor, el zar Herfil, quería dos cabezas más para hacer su pila de trofeos. Blayda les ordenó que no podían matar a Von Margur, pues lo quería para él, y acto seguido levantó por el pelo la laxa cabeza del caballero, y le pinchó tres veces la piel del pómulo derecho con una larga púa de hierro, dejándole una distintiva marca que indicaba que ahora era de su propiedad. Los tres guerreros le preguntaron de donde sacarían la cabezas para su amo, y Blayda les indicó una jaula cercana. Los hombres sacaron de allí a dos prisioneros implorantes, a los que ejecutaron sin contemplación y arrojaron al desnudo e inconsciente Caballero Pantera a su interior, marchándose con las cabezas decapitadas de sus victimas.

Vor Margur despertó poco después de esto. Estaba confuso, asustado y desorientado, sin saber donde se encontraba, pues el golpe que le había propinado Blayda lo había dejado ciego. Llamó a alguien para que le ayudara, y fue atendido por otro prisionero, quien le tranquilizó y le explicó la situación, y al ver como el frío atenazaba su cuerpo, le quitó la ropa a un cadáver que había en la jaula y se las entregó para protegerse del clima.

Agradecido, Vor Margur le preguntó quien era. Su compañero de encierro se presentó como Karl Reiner Vollen, corneta de la Segunda Compañía de Lanceros ligeros de Hipparchia. Vor Margur le prometió a Karl que si salían de aquella situación, le recompensaría por su ayuda haciendo que fuera nombrado caballero del Imperio sin importar que no fuera de estirpe noble. Karl entocnes quisó saber quien era él, quedando sorprendido cuando se presentó como Von Margur, un gran héroe de Altdorf. No pudo evitar sentirse verdaderamente honrado al conocerlo y tratarlo con deferencia, aunque su voz no tardó en apagarse al darse cuenta de lo ridículo de la situación en la que se encontraban.

Al cabo de unas horas comenzó a llover, despertando a Von Margur y los prisioneros, incluso algunos que se creían muertos. La niebla rodeaba la jaula, y creyendo que no había nadie alrededor, Karl decidió escapar sin importarle las consecuencias. Von Margur le pidió que se detuviera. El joven corneta le dijo que ahí fuera no había nadie, pero el Caballero Pantera le corrigió asegurando que podía sentir que los Kurgans estaban vigilándolos. Lo dijo con tal convicción que Karl desistió de su precipitado plan de huida, con aire de culpabilidad. La lluvia limpió el aire de humo antes de cesar, dejando a la vista el campamento de los Kurgans y al menos otras veinte jaulas también llenas de prisioneros, y como había dicho Vor Margur, El límpido aire también dejó a la vista guerreros norteños, armados con hachas y lanzas para jabalíes, merodeando en torno del campo de jaulas, vigilándolas.

Al día siguiente, Karl estuvo hablando con otro prisionero, un polvorista de Nuln llamado Ludhor Brezzin. Entonces Von Margur se le acercó y le susurró que el hombre tenía un hijo de más o menos su misma edad, y que había estado llorando de aflicción durante toda la noche, porque no volvería a verlo. El corneta le preguntó si se lo había dicho él, pero el caballero ciego negó con la cabeza.

Karl tenía ganas de preguntarle al caballero cómo podía saber esas cosas, pero el noble estaba pálido y parecía débil. La contusión de la sien se había hecho más grande y morada. Sus ojos se movían como los de una muñeca rota, y ahora el izquierdo, del lado de la contusión, estaba inyectado en sangre. Aunque el golpe que lo había derribado no le había partido la cabeza, Karl tenía la certeza de que le había causado una enorme lesión que le había dejado los ojos descontrolados e inútiles, e indudablemente le había dañado el cerebro. Cuando Von Margur abrió la boca para hablar, los blancos dientes aparecieron delineados con sangre.

Como si le oyera los pensamientos, Von Margur le dijo con tono de conversación que su adversario, el guerrero de la armadura negra, le había golpeado con fuerza. Karl le informo que los Kurgans lo llamaron zar Blayda. El caballero ciego que era un ser cruel que quería ser Zar Supremo y conspiraba para asesinar a Surtha Lenk. Cuando Karl le preguntó a quién se refería, le dijo que no lo sabía, que simplemente las palabras estaban en su boca.

Entonces Von Margur le confesó que tenía miedo, pero de si mismo pues sentía que se le habían metido cosas dentro de su cabeza y que estaban intentando salir. Le hacían ver cosas pese a su ceguera y le transmitían las palabras de las cosas que veía. Repentinamente, Von Margur calló y comenzó a sufrir convulsiones, con la columna vertebral y las extremidades rígidas como astas de lanza. De su garganta salía un horrible estertor burbujeante de saliva, y por los labios torcidos manaba espuma rosada entre sus dientes apretados.

Karl lo aferró y trató de sujetarlo, pidió ayuda, pero el resto de prisioneros que los rodeaban retrocedieron, atemorizados por el caballero al considerarlo que estaba tocado por la maldición. Sólo Brezzin acudió en su ayuda, si bien también compartís la opinión que estaba maldito. Pasado un minuto, el cuerpo del caballero se relajó y lo abandonaron los espasmos. Von Margur se sentó bruscamente, se inclinó hacia adelante y vomitó malsana bilis negra sobre los cuerpos que cubrían el suelo de la jaula. Luego se desplomó, dormido.

Aproximadamente una hora después del ataque sufrido por Von Margur, los kurgan acudieron en masa a las jaulas y sacaron a todos los prisioneros aún quedaban vivos. Con la asistencia de Brezzin, ayudó a Von Margur a caminar. Fueron llevados a un campo donde antes habían ardido grandes hogueras los obligaron recoger cráneos entre las cenizas para el zar Uldin, otros de los líderes del ejercito del Caos. Con ellos, Uldin levantó una pirámide para Tchar, el siniestro dios al que adoraba. Al finalizarla, su chamán le hizo un tajo ritual en una de las mejillas, luciendo cinco en una y tres en la otra.

Finalizada la horrible tarea, los kurgan condujeron a los cautivos de vuelta a sus hediondas jaulas. En la noche que siguió, Von Margur sufrió otro ataque. Al despertar, sujeto en brazos de Brezzin y Karl, dijo algo que sonó como «matadme». Karl le respondió que no podía hacerlo, pero el caballero ciego aclaró que no se refería a eso, si no que él lo mataría, y que también mataría a Uldin, pero no antes de que le hubiera hecho la quinta marca en su mejilla. Luego, se quedó dormido. Karl Vollen deseó que no volviera a despertar.

Obscuramente bendito[]

Días mas tarde, Volvieron a ser sacados de su jaulas. El motivo era la llegada al campamento de Skarkeetah, un personaje muy respetado entre los Kurgan conocido como el señor de esclavos. Skarkeetah gritó instrucciones a su guardia personal y estos cogían a cada prisionero por turno y examinaban su rostro. Luego, dependiendo de lo que veían, apartaban al prisionero de un empujón. Los que eran empujados a la izquierda, que resultó ser la mayoría de prisioneros, eran devueltos a las jaulas, el resto eran empujados hacia la derecha, donde aguardaba Skarkeetah.

Uno de los guardias del Señor de Esclavos llegó hasta Von Margur. Aferró con tal fuerza la mandíbula del caballero ciego que Von Margur profirió un grito de sorpresa. El guerrero volvió la cara del caballero hacia un lado, luego hacia el otro, y por último lo empujó, haciéndolo avanzar a trompicones hacia Skarkeetah. También Karl fue empujado hacia la derecha. Skarkeetah estudió las marcas de cada cautivo. Tras cada examen, gritaba algo a sus subalternos, y estos anotaban a que zar pertenecía el esclavo, el cual era conducido hacia un brasero donde sería engrilletado a una larga cadena.

Cuando examinó al caballero ciego, Skarkeetah quedo satisfecho, y le dijo que ya estaba bajo el poder de Tchar. Von Margur negó tal cosa, asegurando ser un fiel caballero del Imperio que había jurado lealtad a Karl-Franz, pero el Señor de Esclavos le corrigió diciéndole que ahora era una posesión del Zar Blayda, y un recipiente para el cíclope señor de serpientes. Estaba bendito por él y le aguardaban maravillas que escapaban a su imaginación. Con voz queda, Von Margur le acusó de estar mintiendo. Skarkeetah le respondió que eso era la única cosa que nunca hacía, y después ordenó a sus hombres que lo llevaran al brasero para engrilletarlo a la cadena. Karl Reiner Vollen no tardó en unírseles, y según le confesó Skarkeetah, él también estaba bendecido por Tchar, posiblemente más que Von Margur.

Terminado esto, un grupo de kurgans marchó de la ruinas de Zhedevka con los cautivos marcados, los cuales se veían obligados a marchar al paso porque sus tobillos estaban unidos mediante grilletes a las tintineantes cadenas. Caminaron cuatro días, en dirección al sur, hasta que finalmente llegaron a otro asentamiento kislevita conquistado. Los prisioneros fueron alojados en un templo profanado, y Skarkeetah ordenó que les quitaran los grilletes. Tras esto les trajeron ollas con comida caliente y bebidas, y los cautivos se lanzaron a ellos como animales salvajes. Karl ayudó a Von Margur a llegar hasta una de las ollas para que también pudiera comer. Mientras los cautivos devoraban la comida, los hombres del Señor de Esclavos echaron plantasen braseros, llenado la estancia con humos narcóticos que provocaron que los cautivos se pusieran a aullar y llorar de risa, hacer tonterías o quedarse dormidos.

Desde que había sido capturado, Karl había mantenido oculta una daga entre sus ahora harapientas y sucias ropas. Estimulado por los vapores, y no soportando mas aquella situación, se dispuso a buscar la muerte, esperando poder llevarse a al menos uno de los bárbaros consigo. Von Margur le agarró la pierna y le ordenó que no lo hiciera, bufando de risa ante la pomposidad del tono de su voz. Karl le podio que lo soltara, pero Von Margur no quería, pues estaría totalmente desamparo sin él. Luchando contra la euforia, Karl pidió al caballero Pantera que sujetara el cuchillo de manera que pudiera caer sobre él y escapar de aquella situación, pero Von Margur se había quedado dormido, y uno de los hombres de Skarkeetah le confiscó la daga al verla.

Los hombres marcados permanecieron en el templo durante los siete días siguientes, siendo bien alimentados y con regularidad. También tuvieron que soportar las chillonas atenciones de los chamanes, que entraban con el fin de ejecutar rituales sobre ellos. Todos los zares enviaban a sus chamanes al templo para que realizaran ritos sobre sus propiedades, en el caso de Von Margur y los demás cautivos que llevaban la marca del zar Blayda fuerona tendido por su chaman guerrero Ons Olker, que los visitó cinco veces durante su cautiverio.

Igualmente, durante este periodo de tiempo, los cautivos eran obligados a luchar a muerte entre ellos. Se los llevaban en parejas pero solo uno regresaba, totalmente afectado por verse obligado acabar con la vida de su rival. Gradualmente, el número de cautivos se redujo a la mitad, y los hombres marcados que sobrevivían permanecían sentados en desolado silencio, consumidos por sus propios pensamientos. Von Margur era el único que no había sido llamado. Los restantes cautivos no podían entender por qué los Kurgans mantenían esa actitud con el caballero ciego. Karl sabía que cada vez que Von Margur abría la boca, decía cosas que no tenía derecho a saber. Von Margur poseía la visión. Posiblemente como resultado de la grave lesión de su cerebro, era especial y los kurgan lo valoraban por eso.

Todo cambio en la noche del séptimo día, sin embargo Von Margur fue llevado a la plaza donde tenían lugar los combates a muerte, junto a otros tres prisioneros. El caballero gritó asustado a Karl para que lo ayudara, pero este no pudo hacer nada salvo decirle que Sigmar los salvaría, blasfemia que le valió una bofetada de uno de los carceleros. El antiguo corneta no pudo hacer otra cosa que rezar por el alma del caballero.

Von Margur y su rival fueron lanzados a la arena con un par de dagas cada uno. Debido a su ceguera, el caballero ni siquiera sabía hacia dónde apuntar, y no deja de llamar a Karl para que lo ayudara, mientras los Kurgans que presenciaban el combate se mofaban de él. Su rival no quería luchar contra hombre ciego pero no tenía otra opción. Para su sorpresa, Von Margur luchó como si pudiera ver, parando todos los golpes que le lanzaba con una destreza que un hombre que viera que hubiese sido entrenado en la lucha con daga no habría podido superar. Parecía saber todo lo que iba a hacer su contrincante, parando cada puñalada, y durante todo ese tiempo sus ojos estaban extraviados y miraban en la dirección equivocada. Incluso los espectadores kurgan callaron, maravillados ante aquello. Las dagas volaron a toda velocidad y de repente, Von Margur clavó sus dos dagas al mismo tiempo en el corazón de su contrincante, acabando el duelo.

Tras esto, los kurgans llevaron de vuelta a Von Margur al templo. El caballero ciego caminaba sin ayuda por la nave central del templo, y se sentó en el suelo, junto a Karl. Tenía las manos ensangrentadas. Von Margur miró con ojos inexpresivos hacia la nada, diciendo que no había sido fácil verse obligado a matar. Karl le dijo que así era, aunque en su fuero interno se preguntaba como había logrado sobrevivir. El caballero ciego supuso que se haría más fácil y se acurrucó sobre las alfombras y esteras como un niño. Karl quiso preguntarle que le habían obligado a hacer, pero Von Margur se había quedado dormido.

Al poco llegó otro superviviente, un hombre llamado Vinnes, conmocionado por haber tenido que matar a un compatriota. Karl le preguntó si vio el combate de Von Margur, y él le respondió que vio como derrotaba a su adversario con facilidad insultante, como si fuera capaz de ver. Vinnes estaba asustado de Von Margur y no quería acercarse a él, pues solo la magia oscura podía haber guiado al caballero ciego durante el duelo a muerte. Karl desvió los ojos hacia donde yacía Von Margur y vio que sonreía en sueños.

Al amanecer del noveno día, los zares acudieron al templo y separaron a los cautivos supervivientes según las marcas. El zar Blayda, escoltado por su chamán Ons Olker, se llevó a Von Margur y a los restantes cautivos que llevaban su marca. Pasaría mucho tiempo antes de que Karl Reiner Vollen pudiera volver a ver al caballero ciego, y cuando lo hizo ambos serían personas muy diferentes a cuando se conocieron.

Guerrero del Zar Blayda[]

La horda del caos siguió avanzando hacia el sur, invadiendo las tierras del Imperio a través de la provincia de Ostland, y durante los siguientes meses se dedicaron a devastar la región, derrotando en más de una ocasión a los ejércitos del Imperio. Finalmente pusieron bajo a asedio a la ciudad de Wolfenburgo, capital de la provincia, y tras varios meses de prolongado sitio, finalmente lograron tomar la ciudad, arrasándola por completo y obtener numerosos prisioneros. Tras esta victoria, Surtha Lenk, señor del Caos y líder de la horda, lo nombró a Uldin con el título de hetzar, poniéndolo al mando de seis partidas de guerra, entre las que estaba la del zar Blayda, para consternación de este, y lo envió de vuelta al norte ante la noticias de que en Kislev se estaba formando una gran ejercito.

En algún momento de este periodo, Vor Margur ascendió en las filas de la partida de Blayda. El zar vio el favor de Tchar en él y le dio la oportunidad para reanudar sus relaciones con la lealtad y la valentía. Era eso o la muerte, así que Vor Margur. Se volvió más sano y en forma aunque continuaba aparentemente ciego, y pasó a llevar una coraza ennegrecida con alquitrán y adornada con volutas y espirales grabados como la de su zar. Sus brazos quedaron cubiertos de brazaletes, hechos con las espadas de los enemigos a los que fue derrotando. De esta manera, dejó de ser un cautivo para pasar a ser un guerrero que luchaba en nombre de Blayda, pero en el fondo de su ser, el antiguo caballero pantera todavía se consideraba leal al Imperio.

Cuando llegaron a las estepas de Kislev, Uldin recibió la noticia de que el ejército kislecita se había visto obligado a dispersarse. Enfurecido por que se le negara la glorían y con el inclemente invierno kislevita a la vuelta de la esquina, Uldin ordenó a su fuerza a cobijarse en el templo de Chamon Dharek, un lugar sagrado para los kurgans donde podrían pasar los meses de invierno y reanudar la marcha con el deshielo.

Allí, Vor Margur volvió a reencontrarse con Karl Reiner Vollen. Como él, también había sido ascendido a las filas del Zar Uldin y luchaba en su nombre, y tras la victoria en Wolfenburgo le había hecho la marca la quinta marca en su mejilla, tal y como predicho Von Margur meses atrás. El toque de Tchar había sido mayor en él y había cambiado mucho más que el caballero pantera desde la última vez que se vieron.

Ahora era conocido entre los Kurgans como Karl-Azytzeen y se le consideraba el elegido de la oscura deidad a la que adoraban. En una batalla había recibido un disparo en la cara, perdiendo uno de sus ojos mientras que el sano quedó rodeado de cicatrices que parecían serpientes. Un solo ojo azul rodeado de serpientes era uno de los símbolos mas sagrados de Tchar dentro de la horda, y desde entonces los Kurgans con los que se encontraba lo miraban con cierto temor o aprensión, y apartaban la vista siempre que estaba cerca.

Karl se alegró de reencontrar con el caballero ciego después de tantos meses. Von Margur tambien se complació de volver a verlo aunque le pidió que no le hablara como los Kurgans. Eran hombres del Reik, y debían hablar como hombres del Reik. Karl se disculpó por ello, pero el caballero simplemente se rió pues no podía evitar hablar la lengua de los Kurgans como si fuera un nativo. Karl le aseguró que estaba hablando el idioma del Imperio. Von Margur sacudió la cabeza y se echó a reír de nuevo, diciéndole que de los dos era él quien realmente hablaba en reikspiel, mientras que Karl continuaba empleando el dialecto de los kurgan. El antiguo corneta quedó pasmado.

Von Margur le preguntó si había pensado en escapar, pero antes de que recibiera una respuesta ya dedujo que no lo había echo. Tchar había dejado en él una marca demasiado profunda, señalándole su ojo azul. Karl comentó que Tchar también lo había cambiado, algo que el caballero no podía negar. Tras esto se despidieron.

Las semanas pasaron entre festines en Chamon Dharek. En teoría era un territorio neutral y los guerreros de distintas facciones no debían enfrentarse entre si, pero el Zar Blayda no estaba dispuesto a que eso detuviera sus ambiciones. Siempre había deseado convertirse en Zar Supremo, pero Uldin se había convertido en un obstáculo en su camino cuando Surtha Lenk lo nombró como Hetzar, pero si lo desafiaba abiertamente lo único que obtenía era su propia muerte.

Blayda sabía que la verdadera razón de la buena estrella de Uldin se debía la presencia de Karl-Azytzeen entre sus filas. Nadie ponía en duda que estaba bendecido por Tchar, y mientras fuese leal a Uldin, Blayda no podía hacer nada. Si asesinaba a Karl-Azytzeen perjudicaría Uldin en su favor. Blayda contaba con el apoyo de su chamán Ons Olker, quien deseaba vengarse de Karl después de que este le humillara en la batalla de Zhedevka, pero no podían ir directamente contra él. Al igual que el resto de guerreros Kurgan, se sentían intimidados por su semblante, con su ojo azul rodeado de cicatrices con forma de serpientes, por lo que eran incapaces de mirarlo a la cara y, por lo tanto, de atarlo.

Por suerte para Blayda, entre todos los guerreros de Chamon Dharek, había uno que era inmune a esto. Al estar ciego, no podía verse afectado por el aspecto Karl-Azytzeen, por lo tanto Von Margur era el único que podía atacar directamente a Karl.

Von Margur fue a su encuentro cuando Karl fue al santuario principal de Chamon Dharek sin escolta. El antiguo corneta comprendió que había caído en la trampa de Blayda y Ons Olker, y que Von Margur tenía claras intenciones de matarlo. Karl intentó razonar con el caballero ciego de que no tenían por qué luchar, pero este le dijo que si, pues era un ser demasiado peligroso para dejarlo vivir.

Karl le recordó que cuando estaban enjaulados le había dicho que lo mataría, y que por tanto eso ya decidía decide aquella lucha antes de que empezara. Von Margur repuso que también le dijo que le haría la quinta marca de Uldin y que lo mataría, sin embargo estaba vivo, lo que demostraba que lo que mostraba las visiones puede cambiarse, y por lo tanto podía vencerle y arrebatarle la vida. Karl quiso saber el por qué. Von Margur dijo que porque era un caballero armado de una orden sagrada, magistralmente entrenado en el manejo de la espada, y que él no era más que un lancero ligero.

Karl replicó que no se refería a eso. Von Margur le dio como respuesta que era un inconsciente peón del Caos, una abominación para el mundo, y por lo tanto debía cumplir sujuramento como caballero del Imperio, y librar a la humanidad de su existencia. Karl le corrigió diciéndole que ambos eran peones del Caos, sólo que él era mas consciente de ello, así que le pidió no le obligara a hacer que su profecía se cumpliera. Pese a sus palabras, el caballero ciego contra él blandiendo su espada. Se encontraron y sus armas chocaron. Intercambiaron golpes durante un buen rato, con sus espadas echando chispas, y Karl quedó sorprendido al comprobar que Von Margur era mucho más diestro que cualquier maestro de la espada pesada capaz de ver, deteniendo todos y cada uno de sus ataques. Aquel duelo sólo lo decidiría un capricho de Tchar.

Parecía que Von Margur iba a prevalecer, pero entonces Karl-Azytzeen vio su oportunidad. El antiguo caballero Pantera le lanzó un tajo, un golpe con la intención de partirle la cabeza en dos. Pero Karl había retrocedido y alzó la punta de la espada. El arma penetró por una axila de Von Margur y salió por el hombro contrario, con una fuerza tal que la espada del caballero, que en ese momento ejecutaba un retorno, salió volando de sus manos y atravesó la cámara funeraria, antes de caer al suelo. Las dos partes de Von Margur cayeron al suelo de tierra, y un enorme charco de sangre humeante se derramó de ellas. Karl bajó los ojos hacia Von Margur de Altdorf y lo contempló durante largo rato.

Tras esto, pudo ver que Blayda y Ons Olker se encontraban en ocultos el lugar, habiendo asistido en secreto para ver como Karl-Azytzeen caía ante Von Margur, pero con la muerte de su peón y el fracaso de su plan, no tardaron en perder la vida.

Fuentes[]

  • Novela: Los Jinetes de la Muerte, por Dan Abnett.
    • Parte 1: Choika.
      • Capítulo 4.
    • Parte 3: Kurgan.
      • Capítulo 2.
      • Capítulo 4.
      • Capítulo 5.
      • Capítulo 7.
    • Parte 5: Tchar.
      • Capítulo 1.
      • Capítulo 7.
    • Parte 7: Azyteen.
      • Capítulo 2.
      • Capítulo 3.
      • Capítulo 4.
    • Parte 11: Chamon Dharek.
      • Capítulo 12.
      • Capítulo 14.
      • Capítulo 15.