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Vigilante 4ª edición

"Mantienes la paz y mantienes a raya al populacho para que tu población no caiga en la anarquía."

Descripción de la profesión.

"¡Alto! ¿Quién va?"

Lo que suelen gritar los vigilantes cuando ven algo sospechoso.

Todas las ciudades y pueblos del Viejo Mundo utilizan Vigilantes y Guardias para que hagan las funciones de policía. Su trabajo es patrullar las calles y estar al tanto en caso de que surjan problemas.

Los Vigilantes suelen estar al servicio de las autoridades locales para patrullar las calles de todo el Imperio, y sus poderes varían de un lugar a otro, son los encargados de preservar la ley y el orden, y también se ocupan de las emergencias, tienen autoridad para realizar arrestos. También hacen doblete como "bomberos" en pueblos pequeños.

Descripción[]

Vigilante

"Así que me fui a Middenheim, la tierra del propio Ulric y, ¿qué te crees que vi? ¡Te juro que más de la mitad de la guardia eran mujeres! Si hubiera podido, me hubiera quedado allí el resto de mi carrera."

Jana Tennisohn, inspectora jefa (retirada) de la Guardia de la ciudad de Nuln.

La ley y el orden se ganan con dificultad en los asentamientos del Viejo Mundo. El crimen y la corrupción son endémicos en todo el Imperio, y en las ciudades, los incendios se producen regularmente como resultado de accidentes o actos de mala intención. En la naturaleza, bandas de forajidos o bandas de guerreros Goblins asaltan cualquier objetivo que parezca vulnerable y rentable. Para protegerse contra tales amenazas, los electores y los nobles locales levantan fuerzas de guardias para patrullar las calles o fortalecer las fortificaciones. Incluso las aldeas más pequeñas disponen un destacamento de guardias para vigilar las puertas, y también se emplean vigilantes para proteger edificios aislados, como posadas, mansiones de campo y granjas. Estos guardias también responden a los gritos de angustia, disuelven peleas y disturbios, arrestan a los criminales, repelen a los invasores y, cuando se produce un incendio, organizan cadenas de cubos para extinguir las llamas.

Por lo general, se ocupan de los delitos menores imponiendo multas puntuales, administrando palizas punitivas o colocando a los infractores en la picota por un tiempo. Si los vigilantes arrestan a alguien sospechoso de un delito más grave, por lo general lo confinarán en las celdas de una estación de vigilancia cercana hasta que un oficial, como un noble local, un miembro del Culto de Verena o los temidos jueces imperiales puedan tomar una decisión.

Vigilante 3ª edición

Sólo unas pocas poblaciones y ciudades tienen vigilantes profesionales a quienes se paga para entender y hacer cumplir la ley; en su lugar, la Paz del Emperador la suele mantener el Ejército Estatal local, que defiende los muros, protege las puertas y patrulla por las calles de acuerdo con las instrucciones de sus superiores. En principio, las ciudades y pueblos eran los responsables de reclutar y mantener sus propias organizaciones de vigilancia, por lo que se solía reclutar entre la escoria para combatir a la escoria, y solían ser muy impopulares entre los habitantes de las ciudades y pueblos, ya que a veces tenían un poder casi absoluto, sobre todo cuando tratan con los pobres e indefensos, sólo unos pocos eran verdaderos profesionales, los cuales irónicamente solían abandonar su puesto.

Esa corrupción se extendió tanto que el Emperador asignó este trabajo al ejército. Actualmente, ciertos regimientos que se encuentran en régimen de guarnición deben ocuparse de la vigilancia local. Así se ha reducido considerablemente la corrupción, aunque el ejército tampoco es inmune a ella. Para algunos soldados, el servicio de vigilancia es una asignación temporal; para otros, se convierte en una profesión de por vida.

En general, la mayoría hace poco más que mantener la paz y pocos de ellos conocen las leyes por cuyo cumplimiento se supone que deben velar. La corrupción impera y muchos vigilantes se alistan meramente para disponer de autoridad con la que hacer daño a la gente o para apoyar a bandas criminales locales. Algunos pueden triplicar su salario simplemente haciendo la vista gorda.

No todos los vigilantes son deshonestos, pero los que tienen moral pronto ceden a la corrupción inherente al sistema. Algunos centinelas se desilusionan por la corrupción en sus propias filas. Otros se cansan de los peligros del trabajo o de la falta de apoyo que reciben de los nobles y concejales. Estos vigilantes a veces emprenden una vida de aventuras, proporcionando grupos de aventureros con fuertes armas de espada y un conocimiento útil de las leyes del país. Uniéndose a grupos de aventureros, los vigilantes con principios pueden respaldar la justicia en sus propios términos. La experiencia en las calles hace que los vigilantes sean combatientes efectivos en un grupo pequeño, y su presencia puede dar legitimidad a un grupo ambulante de inútiles.

La mayoría de los vigilantes llevan una linterna en un poste y un poco de aceite para lámparas. Llevan una chaqueta de cuero para protegerse y un par de esposas para inmovilizar a los prisioneros. Todos los vigilantes visten uniforme y en Reikland reciben una placa de cobre estampada con un número de identificación. Algunas ciudades pagan para que los centinelas estén equipados con alabardas y corazas de armadura de placas.

Un Día en su Vida[]

Vigilante Guardia dibujo

"Lo siento, señor, tengo un asesino halfling, una red de contrabandistas de raízextraña, una guerra de bandas y un noble que amenaza con hacerme detener por mis propios guardias. Su gato desaparecido tendrá que esperar a mañana."

Sargento Harri Makkenpieser, de la Guardia de la ciudad de Altdorf.

Las obligaciones de un vigilante dependen de donde trabaje y viva. Los asentamientos pequeños sólo emplean a unos cuantos guardias, de los que se espera que respondan a una alarma en cualquier momento. Mientras tanto, en las ciudades una fuerza organizada trabaja en turnos y patrulla por las calles en grupos. En Middenheim, por ejemplo, los vigilantes trabajan diez horas al día, una semana en las patrullas diurnas seguidas por una semana en las nocturnas. Los Festags alternos son días libres (con la consecuencia de que la actividad criminal tiende a aumentar en Festags).

Si los vigilantes ven que se está produciendo un crimen, o localizan a un criminal buscado, iniciarán la persecución. Si consiguen aprehender al delincuente, decidirán su castigo.

Los vigilantes de ciudades y pueblos más grandes del Imperio son técnicamente parte de las fuerzas armadas. Se entrenan regularmente en técnicas de combate y pueden consultar a sacerdotes de los cultos de Sigmar, Ulric, Myrmidia y Verena sobre la mejor manera de defenderse mientras dispensan la justicia. También se les dará instrucciones sobre qué hacer en casos de emergencia, como incendios o accidentes de carro.

Métodos de Castigo[]

Equipo vigilante

Cuando un criminal es atrapado, el vigilante toma una decisión sobre cómo proceder. En áreas donde el crimen es endémico, muchos guardias lo ven como una oportunidad práctica para administrar palizas punitivas por delitos menores. También pueden imponer multas puntuales por ofensas menores. El pago de tales multas está destinado a ser añadido a la tesorería de la ciudad, pero a menudo terminan por complementar los salarios del vigilante. Los delincuentes también pueden ser colocados en una picota, invitando a la población local a someterlo a humillaciones abusivas y a verduras podridas.

En casos de delitos graves, los sospechosos son llevados al edificio de la guardia local y encarcelados allí hasta que un funcionario como un juez o un miembro del Culto de Verena pueda echar un vistazo al caso. No es tarea de la guardia decidir si los delincuentes deben ser multados, enviados a prisión, desterrados o ejecutados, aunque serán consultados sobre las pruebas que puedan tener.

Imágenes[]

Curiosidades[]

  • En la primera edición, de Warhammer Fantasía el Juego de Rol, esta carrera (en ingles Watchman) fue traducida como Guardia.

Fuentes[]