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Velsquee fue el Señor de la Guerra del Clan Abbis, y también fue uno de los Señores Grises del Consejo de los Trece durante la Guerra de Pico Tullido, llegando a liderar personalmente las fuerzas Skavens contra Nagash.

Descripción[]

En los primeros años del conflicto, el Señor Gris Velsquee ya era un Skaven de considerable edad pero que mantenía su vigor por métodos mágicos. Llevaba un magnífico arnés de chapas de bronce grabadas con oro. Resplandecientes prendas de piedra bruja le colgaban del cuello y otra piedra del tamaño de un huevo brillaba con un resplandor siniestro desde el pomo de la espada curva que llevaba a la cadera. Su cabeza delgada y de pelo oscuro mostraba las marcas del campo de batalla: le habían cortado limpiamente una muesca triangular en la oreja derecha y una aterradora y vieja cicatriz le bajaba por la mejilla y le cruzaba la garganta como un pálido e irregular relámpago.

Durante la guerra sufrió terribles heridas aunque logró sobrevivir. A pesar de los mejores elixires y amuletos mágicos que podía comprar, su pelaje se había quedado blanco casi de manera uniforme y su cara estaba surcada de arrugas debido a los años de estrés. El Señor Gris siguió llevando obstinadamente su magnífica armadura y espada curva, aunque ya había dejado muy atrás sus días de lucha. Los cirujanos habían obrado maravillas, pero la cadera destrozada de Velsquee nunca se había encajado correctamente. Tras aquello, necesitó apoyarse con fuerza en un nudoso bastón de ciprés tallado con runas.

Velsquee fue un Skaven que logró vivir más de doscientos años; ya que su vida se había prolongado mediante medios mágicos hasta sobrepasar con mucho la de un skaven normal. En sus ultimos años ya no podía soportar el peso de las armas ni la armadura y, en su lugar, se envolvía en las capas de una gruesa túnica gris. Perdió el pelaje blanco alrededor de las patas y la cara, dejando al descubierto la piel arrugada de debajo, y las orejas le colgaban lánguidas contra el cráneo.

Historia[]

Plantilla Spoiler Cazador de Brujas
Alto, estás caminando por la senda del Hereje. Si continúas, corres riesgo de... perderte.
Este artículo puede contener spoilers de Nagash, el Inmortal.

Siguiendo una visiones donde se les mostraban la existencia del mayor yacimiento de Piedra Bruja debajo de Pico Tullido, los Videntes Grises enviaron una expedición para confirmar tales presagios, la cual regresó con buenas noticias. Como miembro del Consejo de los Trece, el Señor Gris Velsquee tuvo conocimiento de la existencia de aquel descubrimiento gracias a su red de espías, al igual que muchos otros señores de la descomposición. Tras una larga temporada de conspiraciones, conflictos y asesinatos por ver quien tenía más derecho en reclamar la montaña, por consejo e influencia del Señor de la Videncia Qweeqwol, líder de los videntes grises, los miembros del Consejo aceptaron formar la mayor fuerza expedicionaria la cual estaba formada por una elaborada y complicada alianza de clanes bajo el mando de Eekrit Calumniador, líder del clan Rikek,

Aunque los Videntes Grises estaban detrás de esta alianza, el Señor Gris fue el principal defensor de la alianza de clanes entre sus pares en el Consejo. Los videntes habían acudido a Velsquee primero porque era de los que tenía más influencia en el Consejo. Velsquee fue uno de los pocos a los Qweeqwol le contó la existencia de una terrible amenaza en Pico Tullido. Qweeqwol no solo tuvo visiones del filón de Piedra de Disformidad, si no también la presencia del Gran Nigromante Nagash, cuya existencia supondría no solo la muerte de los Skavens, si no de todo el mundo. Aunque Velsquee no le creyó ni una palabra en aquel entonces, acordaron dividir las riquezas de la montaña entre ellos en cuanto el resto de los clanes se hubiera desangrado contra la horda de Nagash.

Después de que el conflicto entre los Skavens y los No Muertos llegase a un punto muerto que se prolongó durante varios años, Velsquee fue enviado con un enorme contingente de tropas de élite a Pico Tullido para poner fin a dicho punto muerto. Oficialmente, no tenía autoridad directa sobre la fuerza expedicionaria, por lo que Eekrit conservó su rango y título; simplemente estaba allí para observar el curso de la campaña y proporcionar consejo y ayuda cuando fuera necesario. Nadie se creía ni una palabra, naturalmente, pero tampoco nadie estaba dispuesto a contradecir al Señor Gris. Velsquee “aconsejó” a Eekrit a que fuera a hostigar a los bárbaros y los necrófagos, mientras él y Qweeqwol discutían la estrategia y dictaban recomendaciones para el ejército desde la comodidad de la propia sala de audiencias de Eekrit.

Durante varios años, Velsquee hostigó a las fuerzas de Nagash hasta que finalmente pudo atraerlo hacia una emboscada en el pozo siete donde esperaba destruir sus hordas No Muertas. Sin embargo, el Gran Nigromante fue más listo que él y liberó una gran nube de gas tóxico que mató a decenas de Skavens, siendo la vanguardia de una gran horda de no muertos. La destrucción total pudo evitarse cuando Eekrit hizo colapsar el por completo el pozo siete. Según todos los rumores, al Señor Gris casi le da un ataque al enterarse del derrumbe del pozo y la consiguiente destrucción que había tenido lugar. Los niveles que rodeaban el pozo número siete se habían convertido en tal laberinto de pasadizos laterales y buhederas que el derrumbe desencadenó una oleada de hundimientos secundarios durante más de una semana después. Las réplicas retumbaron incluso abajo en la mismísima fortaleza subterránea y únicamente los desesperados esfuerzos de los ingenieros del ejército impidieron la pérdida del pozo ocho también.

Nadie dudaba ni por un segundo que Lord Velsquee quería a Eekrit muerto. El Señor Gris hervía de rabia, pues no quería nada más que arrastrarlo ante un juicio sumarísimo y echarles toda la culpa del desastre. El Señor de la Descomposición ansiaba desviar la atención hacia Eekrit y la destrucción del pozo siete y lejos del desastre de su emboscada frustrada a Nagash. La nube de veneno del enemigo había diezmado a las mejores tropas del ejército, incluyendo a los propios guerreros alimaña de Velsquee, y había hecho que el resto emprendiera una retirada cargada de pánico que al propio Señor Gris le había costado detener.

Velsquee había apostado fuerte y había perdido. La casi destrucción de sus tropas de élite y las graves bajas sufridas por muchos de los clanes más poderosos del ejército colocaron al Señor Gris en una situación precaria, y no pasó mucho tiempo antes de que se viera obligado a abandonar la idea de una farsa judicial y concentrarse en las intrigas de las numerosas acciones del ejército. El equilibrio de poder entre los señores skavens cambió muchas veces a lo largo de las semanas subsiguientes. Únicamente después de pactar una apresurada alianza con el clan Morbus —y una campaña de asesinatos particularmente brutal—, el Señor Gris pudo asegurar su posición y restablecer el orden. Con los cofres del clan Morbus, Velsquee pudo contratar a nuevos guerreros de numerosos clanes hasta que el ejercito volvió a tener la fuerza de antaño.

A lo largo de los siguientes años, el ejército skaven se había mantenido completamente a la ofensiva, apoderándose de un pozo tras otro en una serie de batallas brutales, aunque en última instancia victoriosas. La velocidad del avance skaven había sido tan rápida y decisiva que Velsquee y los otros señores de la guerras se habían visto obligados a trasladarse de la fortaleza subterránea a un campamento temporal en el pozo cuatro para coordinar mejor los movimientos de sus remotas compañías. Ahora estaban concentrando una enorme fuerza enfrente del último grupo de barricadas del enemigo y Velsquee aguardaba el momento oportuno para atacar.

Sin embargo, todo ese avance no había sido más que una calculada y prolongada estrategia de Nagash para dar la impresión de que sus huestes apenas eran capaces de contener a los hombres rata. La velocidad de su había obligado a los Skavens a perseguir sus huestes, y para poder coordinar mejor a sus tropas, los líderes skavens tuvieron que abandonar la seguridad de su fortaleza subterránea y trasladarse a varios niveles más arriba, donde las defensas eran menores. Ahora Nagash solo tenía que lanzar una gran ofensiva con los numerosos regimientos de No Muertos que había reservado durante años para la ocasión.

Velsquee había medio previsto la estrategia de Nagash gracias a sus espías y las advertencias de Qweeqwol, y preparó al ejército Skaven adecuadamente para la inevitable confrontación. Las dos fuerzas irían con todo lo que tenían. Quien ganara sería dueño indiscutible de Pico Tullido. La consecuente batalla empequeñeció cualquier enfrentamiento anterior. Decenas de hombres ratas murieron bajo el poder nigromante de Nagash y sus acólitos al tiempo que las hordas no muertas fueron aniquiladas por las infernales máquinas de guerra de los Skavens. El Vidente Gris Qweeqwol se enfrentó a un duelo mágico contra el Gran Nigromante, y aunque terminó pereciendo, dejó a Nagash lo suficientemente tocado como para darle la oportunidad a Velsquee de rematarlo. El señor de la guerra era muy hábil con la espada y el nigromante, en su debilitado estado, se vio en dificultades para medirse con él. Con todo, logró sobreponerse y estuvo a punto de matar al Señor Gris de no ser por la oportuna intervención de Eekrit, que lanzó un proyectil explosivo contra el nigromante.

Nagash se vio obligado a escapar para no terminar muerto, y Velsquee había quedado malherido debido a su enfrentamiento con Nagash, por lo que le cedió el mando de las fuerzas a Eekrit. Aunque el Gran Nigromante no estaba sus fuerzas no muertas continuaron batallando a los Skavens que poco a poco empezaban a verse superados. Sabiendo de que ya no podían ganar, Eekrit ordenó retirada. Los días posteriores a la batalla fallida fueron un espantoso suplicio de caos, confusión y muerte. Casi la mitad del ejército había sido destruido. Aún peor fue la pérdida de material; a todos los efectos, toda la caravana de pertrechos del ejército había sido capturada o destruida. Pasaron semanas antes de que Eekrit pudiera regresar a la fortaleza subterránea, sólo para descubrir que Velsquee se había ido. La explicación oficial era que sus heridas requerían los cuidados de los mejores cirujanos de la Plagaskaven, pero a Eekrit le resultaba obvio que el Señor Gris estaba intentando alejarse lo máximo posible del desastre.

Una vez en Plagaskaven, Velsquee trató de asegurarse de que la culpa de la derrota recayera directamente en Eekrit, quien se defendió asegurándose de que remesas regulares de piedra divina consiguieran llegar a la Gran Ciudad, así como hacer lo indecible para “agradecerle” públicamente a Velsquee sus muchos años de útiles “consejos” durante la larga guerra, además de su continuo apoyo a la fuerza expedicionaria… existiera aún ese apoyo o no. Eekrit incluso llegó a contratar a un orador para que le pronunciara un grandilocuente discurso al Consejo de los Trece para conmemorar el día que el ejército partió de la Gran Ciudad e hizo todo lo posible por ensalzar las virtudes de Velsquee como guerrero y líder. Por último, se aseguró de que el Señor Gris recibiera una asignación regular de piedra divina procedente de las minas y se cercioró de que demás señores del Consejo lo supieran. Velsquee recibió el mensaje. Su fortuna estaba ligada a la gran montaña, lo quisiera o no, por lo que le convenía apoyar a la fuerza expedicionaria todo lo posible.

Durante las siguientes décadas, los no muertos fueron poco a poco reconquistando la montaña, y lo único que podía hacer Eekrit era retrasar lo máximo posible este hecho con las escasas fuerzas que podía contratar. Finalmente lo único que quedó bajo su control era la propia madriguera Skaven. Eekrit aún abrigaba la esperanza de que Velsquee regresase con un nuevo contingente procedente de Plagaskaven que le permitiera cambiar las tornas, pero cuando el Señor Gris finalmente apareció lo hizo con la notificación de que el Consejo de los Treces había desistido de conquistar la montaña y ordenado la disolución de la alianza de clanes. Además le contó a Eekrit las visiones que el fallecido Velsquee había tenido sobre Nagash y la amenaza que suponía para todo lo vivo.

Quiso el destino que ese mismo día Nagash enviara a emisarios a negociar con los Skavens. A pesar de haber recuperado casi todas las minas, carecía de las fuerzas necesarias para expulsar de manera definitiva a los hombres rata por lo que, por mucho que le desagradara, decidió llegar a un trato: les ordenó abandonar la montaña, y a cambio de la entrega de esclavos y otros tributos, el gran Nigromante se comprometía a proporcionarles grandes cantidades de Piedra Bruja. Eekrit no quería aceptar el trato, pero Velsquee, más previsor y más dotado para ver la oportunidad que se le presentaba, aceptó el trato de inmediato.

Cuando Eekrit se lo echó en cara, Velsquee le recordó que ya se estaban preparando para abandonar la montaña del todo. De esta manera, seguirían teniendo acceso a la piedra bruja, y a un coste al que nadie en el Consejo puede oponerse. Y, puesto que la fuerza expedicionaria había sido disuelta oficialmente, ellos dos estarían al cargo de toda la producción, con lo que se volverían obscenamente ricos. Antes de regresar a Plagaskaven, Velsquee ordenó a Eekrit que se quedara allí tanto para supervisar el intercambio de bienes como para espiar a Nagash.

Velsquee no se olvidó de la profecía de Qweeqwol, y Eekrit le envió informes con regularidad sobre los movimientos de Nagash, los cuales se hacia más preocupantes con el paso de los años. El señor gris regresó una vez más a la madriguera de Pico Tullido para entregarle a Eekrit la Espada Cruel, un arma diseñada para matar específicamente a Nagash y que el Consejo de los Trece había ordenado forjar en el mayor de los secretos. Cuando Nagash quedó debilitado tras llevar a cabo un complejo y potente ritual que le permitía controlar a todos los muertos de Nehekhara, los Skavens decidieron que era el momento adecuado para asesinarlo.

El problema era que la Espada Cruel era tan poderosa que también mataría a quien la empuñara, y nadie del Consejo estaba preparado para enfrentarse a una muerte casi segura por el bien de los demás. Velsquee finalmente sugirió un plan astuto y factible que consistía en buscar a alguna criatura que hiciese de "peón” para los propósitos Skavens. Dicho “voluntario” sería un misterioso prisionero que Nagash mantenía languideciendo en las mazmorras de Nagashizzar. Tras liberarlo y hacerle entrega del arma, el prisionero se enfrentó a Nagash y lo mató, huyendo del lugar enloquecido.

Con la muerte del Gran Nigromante, los Skavens finalmente se apoderaron de toda la montaña, aunque Eekrit se las apañó para reclamarla para sí y el clan Rikek.

Fuentes[]

  • Ejércitos Warhammer: Skavens (7ª Edición), págs. 20-21.
  • Novela: Nagash, el Inmortal por Mike Lee.
    • Cap. 3: Punto muerto.
    • Cap. 5: Revés de fortuna.
    • Cap. 7: Conclusiones poco gratas.
    • Cap. 9: Últimos recursos.
    • Cap. 13: El precio de la victoria.
    • Cap. 17: Preparativos de guerra.
    • Epílogo: La Tierra de los Muertos.
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