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El Señor de las Máscaras
Ushoran fue uno de los Vampiros Primogénitos, siendo el fundador del clan vampírico Strigoi. En el distante pasado, el clan Strigoi llegó a ser el más poderoso y prospero de todos, llegando a fundar un renombrado reino en lo que hoy se conoce como las Tierras Yermas. Sin embargo, tras la destrucción del reino de Mourkain y la muerte de Ushoran a manos de una horda pielverde, el clan Strigoi cayó en desgracia y en la actualidad sus miembros son poco más que bestias degeneradas que sueñan con su gloria perdida.
En vida, Ushoran era conocido por su pomposidad, arrogancia, y enorme ambición que le llevaba en ocasiones en despreciar a los otros vampiros, lo que le ocasionaba no pocos problemas. Pero también poseía tenía un talento inigualable para la diplomacia, y era un manipulador e intrigante talentoso que sabía como aprovecharse de los que le rodeaban.
Igualmente, aunque Ushoran no poseía las dotes de liderazgo de Vashanesh ni la habilidad de combate de Abhorash, era un buen guerrero que suplía su falta de destreza con la espada mediante una inmensa fuerza muscular y una mente hábil para la estrategia. Cuando aún era mortal gozaba de una fuerza física muy superior a la media, característica que se potenció enormemente cuando adquirió el don del vampirismo. A través de su sangre, los Strigoi neonatos han heredado esta potencia y la han añadido a su propia naturaleza vampírica, por lo que todos ellos tienen músculos de acero y una fuerza sobrenatural.
Historia[]
Hace muchos siglos, Ushoran era un noble adinerado y poderoso de la antigua ciudad de Lahmia, en el ahora desaparecido reino de Nehekhara. Era el hermano menor de Neferata, reina de Lahmia, pero aún así, esta no sentía gran aprecio por su hermano.
Después de que Nagash el detestado fuera derrotado, y aparentemente destruido, por una coalición de las distintas ciudades-estado de Nehekhara, estos llevaron a cabo una enorme purga para asesinar a los aliados del Gran Nigromante y destruir todas sus viles obras. Sin embargo, sin que muchos lo supieran, la reina Neferata logra hacerse en secreto con algunos de los infames libros de Nagash, y fascinada por sus oscuros conocimientos, los estudió en secreto llegando a desarrollar una versión corrupta del Elixir de la Vida del nigromante, lo que le permitió convertirse en la primera de los Vampiros. Teniendo en cuenta que necesitaba aliados, permitió que varios miembros de la corte y nobles de la ciudad bebieran del elixir fundando una élite vampírica. Sin embargo, su frivolidad y mezquindad la movían a impedir que su hermano Ushoran se uniera a su corte. Para enseñarle una lección y reclamar lo que él consideraba que le pertenecía por derecho, Ushoran robó su preciado Elixir y alcanzó el mismo estado de no-vida sin su ayuda.
Cuando la reina descubrió esto, montó en cólera y quiso destruir a su hermano, sin embargo, el código de conducta establecido hacía poco por Abhorash prohibía que ningún Primogénito pudiera matar a otro, por lo que la reina no pudo castigarle, y en su lugar permitió, muy a su pesar, que Ushoran, se uniera a su Corte Inmortal, aunque nunca olvidaría esta afrenta, y pasaría los siglos posteriores rumiando su venganza contra su hermano.
El código de Abhorash también establecía una pautas de alimentación en las cuales los vampiros solo podía alimentarse de unas determinadas victimas para evitar que se destara el miedo entre sus habitantes de su ciudad y poniendo en riesgo a que los Reyes Sacerdotes de las restantes ciudades de Nehekhara, descubrieran su terrible secreto. Para sus desgracia, muchos de los señores vampiros de Lahmia se burlaron de su estatuto y lo ignoraron, al considerarse de que estaban por encima de la ley impuesta. En este sentido el pomposo Ushoran fue el peor de todos, ganándose el desprecio eterno de Abhorash.
Como temía, los restantes gobernantes de las ciudades de Nehekhara terminaron por descubrir su naturaleza antinatural. Comandados por Alcadizaar el conquistador, formaron una alianza y le declararon la guerra a la ciudad de Lahmia y a sus gobernantes Vampiros. El asedio duró meses, y aunque sufrieron un importante número de bajas, finalmente la alianza de reyes logró derrotar a los ejércitos de Lahmia, saqueando y arrasando posteriormente la ciudad hasta no dejar nada más que ruinas. La mayoría de los vampiros murieron en el asalto final pero unos algunos de ellos, sobre todo los más antiguos lograron, escapar de la destrucción y huyeron hacia el norte. Uhsoran, el señor de las máscaras, se encontraba entre ellos.
La mayoría de los vampiros supervivientes viajaron hasta Nagashizzar, donde Nagash el destestado había huido tras su derrota hace siglos, fundando un reino propio y organizando una gran fuerza con la que invadir Nehekhara y vengarse de sus habitantes, con los vampiros como comandantes. Sin embargo, nuevamente bajo el liderazgo de Alcadizaar, los Nehekharianos lucharon valientemente y derrotaron a los ejércitos de Nagash, obligando al Gran Nigromante y a los vampiros a retroceder. Cuando Nagash huyó de nuevo hacia el Norte, las primeras semillas de la discordia ya habían germinado. Los vampiros se culpaban los unos a los otros de la derrota y cada uno tenía sus propios planes: algunos querían huir de Nagash mientras que otros preferían seguir a su lado. Ushoran, por su parte, quería rebelarse contra Nagash y tomar el mando de lo poco que quedaba de su ejercito.
Sin darle apenas importancia a estas rencillas, el Gran Nigromante envenenó las aguas del Río Vitae desató un poderoso conjuro que acabó con toda criatura vida en Nehekhara, salvo el rey Alcadizzar, al que Nagash permitió que sobreviviera para capturarlo y poder torturarlo en venganza. Sin embargo, el último rey de Nehekhara logró escapar y asesinar a Nagash. Con la muerte del Nigromante, los vampiros decidieron huir y disgregarse por el mundo.
En un principio, Uhsoran trató de unificar a los vampiros supervivientes bajo su gobierno. Se trataba del más poderoso y orgulloso de todos, así que al poco tiempo desafió al resto de los vampiros por la supremacía. Sin embargo, estos se resistieron, y decidieron que ninguno de ellos volvería a gobernar sobre los demás de nuevo. Prefirieron dirigirse al norte y entonces dividirse, libres para elegir cada uno su propio camino. Uhsoran enfureció. Con un rencor profundo los rechazó, los maldijo y después partió. A Ushoran no sólo le traía sin cuidado la exclusividad del culto vampírico, sino que tampoco compartía su miedo a Nagash. Mientras los demás Primogénitos huían tan lejos como les fue posible, el osado Ushoran buscó un lugar en el que construir un nuevo reino y restaurar la ciudad de Lahmia, pero en aquella ocasión estaría desprovista de disputas mezquinas e imprudencias políticas.
Ushoran se puso al frente de unos pocos seguidores y se dirigió al oeste, hacia un pequeño reino humano. Strigos era el nombre de este reino situado al pie de las colinas más occidentales de las Montañas del Fin del Mundo, allí donde el río Ciego desemboca en las llanuras. En el valle de Strigos se alzaba la capital de este reino, la gran ciudad amurallada conocida como Mourkain (que aparece en algunos mapas imperiales con el nombre de Morgheim). La ciudad había sido fundada y era gobernada por Kadon, quien había instruido al pueblo a adorar a Nagash como a un dios.
Fue solo cuestión de tiempo en que Ushoran usurpara el puesto de Kadon y sustituyera el culto a Nagash por la veneración de su propia estirpe vampírica. Tras unas pocas décadas, fue capaz de crear una pequeña cohorte de Vampiros Neonatos y situarlos a todos entre la nobleza de la ciudad. Cuando sintió que su posición era lo bastante fuerte, dio el paso definitivo y, con el apoyo de sus vástagos, se declaró gobernante de aquel reino. Los humanos lo veneraban como una divinidad de un modo que guardaba ciertas reminiscencias con el Ancestral Culto de la Sangre en Lahmia. A unos pocos hombres, elegidos entre la nobleza, se les concedió la vida eterna como vampiros y formaron el grupo de los ministros más próximos a Ushoran y los sumos sacerdotes de su culto.
Kadon había sido un monarca cruel e irresoluto; Ushoran llevó orden y prosperidad al pueblo, y por ello fue bien recibido. Habíendo aprendido de sus errores de la corte de Lahmia, Ushoran instauró el principio de Abhorash según el cual los vampiros sólo podían alimentarse de criminales, esclavos y prisioneros enemigos, para que una vez más el pueblo no tuviera nada que temer de sus inmortales amos. Con un líder tan fuerte, los dominios de Ushoran prosperaron y el reino de Strigos se convirtió en el reino humano más poderoso de aquella época.
Pero gobernar en paz no era el destino de este clan vampírico.
Ushoran, ebrio de orgullo, envió a varios de sus Vampiros Neonatos a buscar al resto de los Primeros Nacidos para pedirles que se dirigieran a su reino, donde, bajo su mando, podrían fundar una nueva dinastía inmortal. La primera que rehusó la invitación fue Neferata, la hermana de Ushoran. Neferata se tomó la invitación como un nuevo insulto. Su advenedizo hermano osaba presumir de un imperio mayor que el suyo propio (aunque ciertamente lo era), e incluso se atrevía a sugerirle que fuera su vasalla. Hizo encarcelar al mensajero neonato y le envió a Ushoran los colmillos todavía chorreantes de sangre que ella misma había arrancado de su boca como respuesta. No contenta con ello, la reina aprovechó la ocasión para cobrarse venganza largo tiempo esperada contra su hermano.
Neferata había construido una red de vampiros entre numerosas tribus humanas de más al norte. Aprovechando esto, avisó a los reyes y jefes tribales de aquellas tierras del terrible poder de Ushoran. Juntos, levantaron un ejército y marcharon hacia el sur contra Ushoran. Al tiempo que propagaba entre los demás clanes vampíricos el rumor de que el rey de Strigos pretendía esclavizarlos a todos, o aún peor, entregárselos al renacido Nagash, lo que también provocó que muchos azuzasen a más tribus humanas contra el Reino de Strigos.
Si los humanos hubiesen sabido a qué se iban a enfrentar se lo habrían pensado dos veces, pero el subterfugio de las hermanas Lahmias de Neferata era sutil. Formaban una fuerza disciplinada de guerreros fuertes y hábiles. Ushoran reunió a sus tropas y marchó hacia el Norte para interceptar a los ejércitos de los hombres. Aunque los ejércitos humanos apenas suponían una gran amenaza para las fuerzas de Strigos, lideradas por el propio Ushoran y varios de sus vampiros neonatos, llegaban por todos los flancos y con una firme determinación alimentada por la progenie de Neferata.
Por desgracia para Ushoran, la cosa no terminaba aquí. Cuando los ejércitos de Strigos libraron una batalla en el norte del reino, en la que rechazaron a la coalición armada de los reinos humanos vecinos, sobrevino el desastre. Desde más allá de las Montañas del Fin del Mundo surgió una ingente horda de pieles verdes. Varios años atrás, Abhorash y sus discípulos recorriendo los territorios pieles verdes, provocando una gran muerte y destrucción entre varias tribus. Los Orcos y los Goblins consiguieron sobreponerse al miedo de las terribles bestias con colmillos y, al más puro estilo orco, buscaban pelear contra estos monstruos. Montados en fantásticas serpientes aladas, el Kaudillo Orco Garsnag Dientepartido y su Chamán Fuzzgig dirigieron un gran ¡Waaagh! hacia el Norte para vengarse por los Orcos masacrados por Abhorash y sus vampiros.
La fuerza de Ushoran prácticamente había aplastado la confederación de tribus humanas. Sus Vampiros Neonatos no habían tenido piedad en el campo de batalla y habían aniquilado a miles con su furia impía. El ejército de Ushoran podría haber derrotado con facilidad a los hombres de las tierras del norte; pero, durante la larga campaña, se extendió el rumor del avance del poderoso ¡Waaagh! de Dientepartido. Los orcos invasores arrasaron las llanuras de Strigos, aniquilaron las patrullas fronterizas y, poco después, asediaron Mourkain. Cuando Uhsoran, que se encontraba al frente de su ejército en las tierras del norte, tuvo noticias del ataque, se dirigió inmediatamente a defender su ciudad. Ushoran sabía que había dejado sin defensas la capital de su reino, por lo que tuvo que regresar retrocediendo apresuradamente hacia el sur con su ejército. Fueron perseguidos por los humanos, que acabaron con gran parte de su ejército cuando la retaguardia no pudo contenerlos.
Finalmente, cuando alcanzaron las llanuras de polvo, a corta distancia de la capital, Ushoran contempló la auténtica fuerza de la horda Orca. Incontables pielesverdes se apiñaban ante él listos para barrer su esquilmado y exhausto ejército. Aullando salvajes gritos guturales, golpeaban sus toscas armas contra sus escudos desafiando al ejército de los vampiros. Ushoran sabía que estaba en inferioridad numérica, pero no tenía otra opción que luchar contra la horda. En la batalla de la llanura de la Ceniza, un reducido ejército de Stríganos se enfrentó contra una innumerable horda orca bajo las murallas de la ciudad. Tras una larga y cruenta lucha, los Stríganos fueron derrotados y tuvieron que replegarse desesperadamente hacia el interior de la ciudad.
Cuando el poderoso chamán orco que estaba al frente de la horda vio que las puertas de la ciudad se abrían para que entrasen los restos del ejército, aprovechó la ocasión y lanzó un ataque general contra las defensas de la puerta. El Kaudillo orco y el chamán, montados en serpientes aladas, cayeron sobre los humanos asediados en la entrada de la ciudad. En esas puertas se decidió el destino de Mourkain, ya que fue allí donde tuvo lugar el último intento de resistencia de Ushoran.
Dientepartido se abalanzó sobre Ushoran. El duelo entre el Kaudillo Orco y el señor de los vampiros fue épico, pero los Orcos subestimado el poder de un vampiro y, Ushoran segó la vida de Dientepartido y se dice que lo hizo arrancándole la cabeza con las manos desnudas. Nadie se atrevió a plantar cara al vampiro y parecía que Strigos estaba empezando a invertir las tornas. El ataque orco hubiera fracasado de no ser por el Chamán Orco Fuzzgig, que invocó los prodigiosos poderes de la magia del ¡Waaagh! y logró atravesar las defensas de Ushoran y destruyó al gran príncipe con un terrible proyectil mágico, engulléndolo en una explosión de energía verde.
Cuando los Strigos supervivientes vieron la destrucción de su maestro, huyeron de la batalla, pues sabían que la ciudad estaba perdida. Los Pieles Verdes se abalanzaron sobre la capital y destruyeron todo lo que se encontraba a su paso, matando o esclavizando a la población. Lo que una vez había sido un poderoso reino, acababa de ser barrido de la historia. Se dice que el grito agonizante de Ushoran todavía resuena por las noches en las siniestras ruinas de la ciudad de Mourkain.
Los Vampiros Strigoi supervivientes trataron de buscar ayuda entre los restantes clanes vampiricos, pero esto se volvieron contra ellos y los persiguieron con la intención de destruirlos. Finalmente, los que lograron escapar se vieron obligados a esconderse en oscuras criptas y ruinosas catacumbas donde se alimentaron de cadáveres para no atraer la atención de cazadores humanos y a los otros vampiros. Con el tiempo, acabaron transformándose en brutos degeneradas, una horrenda parodia de su antaño gloriosa apariencia, y muchos terminaron por enloquecer.
Por su parte, los pocos supervivientes humanos que pudieron escapar a la devastación orca se han convertido en un grupo disperso de nómadas conocidos como Striganos, que viajan por los reinos humanos del Viejo Mundo en caravanas, malviviendo como como pueden, y siendo despreciados por su antigua relación con los vampiros. Sus mitos y leyendas todavía recuerdan la edad dorada en la que "el rey no muerto" gobernaba la rica y próspera tierra de Strigos, y profetizan la llegada del día en que vuelva y guíe a su gente para reclamar su ancestral tierra y reconstruirla en todo su esplendor.
Fuentes[]
- Ejércitos Warhammer: Condes Vampiro (6ª Edición), págs. 20-21.
- Warhammer Fantasy JdR: Amos de la Noche (2ª Ed. Rol), págs. 66-69.
- White Dwarf 73, págs. 18-20.
- White Dwarf 74, págs. 27-29.