Ulther Martillopétreo es el príncipe heredero en el exilio de Karak-Ungor y el líder de la Compañía Dragón.
Historia[]
Mientras agonizaba en Karaz-a-Karak, el Rey Ulfar Martillopétreo de Karak-Ungor mandó llamar a su hijo, el príncipe Ulther, que lideraba una expedición de castigo en las montañas al norte de Karak-Kadrin. Sabiendo que era voluntad de sus ancestros que no viviese para ver Karak-Ungor liberada de más de 4000 años de ocupación por los odiosos Orcos y Goblins, el Rey Ulfar confió a su hijo la tarea de liberar su fortaleza y masacrar a sus ocupantes hasta el último Snotling. El Rey Ulfar impuso una exigencia adicional sobre el príncipe Ulther: matar a cualquier Enano del Caos que se cruzara en su camino. Ulfar veía a estas abominaciones pieles verdes y a los Enanos corruptos como una mancha en el honor de la raza enana.
Tomando un poste con cabeza de dragón del lecho de muerte de su padre como su estandarte, el príncipe Ulther aceptó las obligaciones vertidas sobre él. Se negó a aceptar el título de Rey hasta que pudiera ser coronado al igual que sus ancestros en el Gran Salón del Karak-Ungor. El Rey Ulfar fue a reunirse con sus antepasados, con la certeza de que su hijo llevaría a cabo la tarea de liberación.
Según los estándares Enanos, Ulther es joven y impetuoso. Él y su Compañía Dragón llevan a cabo una campaña poco ortodoxa, cazando pieles verdes y Enanos del Caos a través de las montañas utilizando tácticas de guerrilla en lugar de las operaciones formales en el campo de batalla de la mayoría de las fuerzas Enanas. Atacando por sorpresa siempre que pueden, las pistolas y las ballestas de la Compañía desencadenan un primer ataque devastador, sembrando el pánico y la confusión en las filas enemigas. Entonces la Compañía Dragón avanza para terminar el trabajo con sus hachas.
Al Príncipe Ulther y su Compañía Dragón suele encontrárseles en las regiones montañosas al norte de Karak-Kadrin, o en las cercanas laderas imperiales y kislevitas. Cualquier individuo que desee ayudar al Príncipe Ulther en su misión es más que bienvenido, especialmente si es Enano. No obstante, el Príncipe no aguanta a los holgazanes ni a los fanfarrones, y arriesga su vida tanto como sus seguidores. Aquellos que no logran seguirle el ritmo son abandonados en las montañas sin provisiones.