"Te veo. Veo el odio en tus ojos, bien escondido detrás de tus cortesanas reverencias. Te oigo. Sé la terrible oscuridad que se oculta detrás de tus mentiras ensayadas. Te estoy esperando en la frontera de la locura. Saborea el dolor en tu mente, el deseo de que termine esta farsa. Mi hogar se encuentra en los pozos más profundos de tu alma. Espero mi momento en las sombras. Espero pacientemente a que abras los ojos y te des cuenta de que respiras sólo por mi voluntad. Pues yo soy Tzeentch, y tú tan sólo eres mi marioneta, bailando a mi son."
- —Tzeentch.
El que Cambia las Cosas, el Amo de Fortunas, el Gran Conspirador, el Arquitecto del Destino.
Tzeentch es el Gran Hechicero, el Dios de la Magia y el Señor del mutable flujo del tiempo. Conocido como El Que Cambia las Cosas, dirige el destino del universo y está cubierto de energía. Es el maestro de la magia, pero también de la suerte, del destino, la intriga, la historia y el subterfugio. Como el cambio es inherente a la esencia misma del Caos, Tzeentch exige maximizar el poder sobre todos los que adoran al Caos, ya que sin transformación, un guerrero no puede ascender a la grandeza, los dioses no pueden otorgar sus dones, y los vivos no pueden morir. Tzeentch guía a los inconscientes mortales por aquellos caminos que le ayudarán a aumentar su poder, aunque estos nunca son conscientes de su función en este plan. Concede sus favores a aquellos que utilizan la inteligencia para controlar el mundo, especialmente a los Hechiceros y a las criaturas mágicas. Se deleita con las artimañas y los politiqueos de los mortales, y concede favores a los astutos antes que a los fuertes, a los manipuladores antes que a los violentos.
Esta entidad a la que los hombres adoran tiene un millar de nombres y caras. Conocido como Tchar entre los bárbaros del norte, Chen en el este exótico oriente y Shunch en las calurosas junglas del sur, y en todos esos lugares su nombre siempre es sinónimo de cambio, ya que la única constante que tiene Tzeentch es su inconstancia. Sin embargo, en todas partes se le conoce como un manipulador sutil que posee una sabiduría exhaustiva. Tzeentch conoce cada pizca de odio que hay en el corazón de un hombre, igual que conoce el destino final de cada estrella del cosmos.
Descripción[]
Tzeentch es el Gran Conspirador, el maestro de los complots y de la intriga. Sus planes son siempre rebuscados y de un alcance vastísimo, pues se extiende a través de un número inimaginable de eones, y resultan incomprensibles y contradictorios para toda mente mortal, o contra los propios intereses de Tzeentch. Sólo Tzeentch alcanza a ver las posibilidades de los potenciales futuros que se entretejen como hilos y filamentos multicolores. Los planes de Tzeentch se extienden a lo largo del tiempo y el espacio, y pueden precisar de Incontables siglos para su consecución. Pero, ¿qué suponen unos simples cientos de años para un dios que existía mucho antes del principio de los tiempos y continuará su existencia mucho después de que el mundo haya dejado de existir?.
Él es el Maestro Manipulador, el que mueve los hilos del destino y el que rige la suerte tanto de sus seguidores como de sus enemigos. No manipula la vida de los hombres para que tengan un final determinado, por lo menos no durante mucho tiempo; para Tzeentch, cada acto de manipulación ya es un final en sí.
A parte de ser el señor de flujo, Tzeentch es también maestro de la energía siempre cambiante a la que los mortales llaman magia. Conocido como el Gran Hechicero, Tzeentch regala increíbles poderes mágicos a aquellos que lo honren para que cambien la realidad a su antojo. El insignificante, el desesperado y el ladino le rezan pidiendo ventaja sobre sus rivales y suplicando fortuna. Los chamanes de las tribus del Norte le dirigen todas sus plegarias, le ruegan poder gobernar por encima de los caudillos guerreros y les suplican fortuna en todo lo referente a las actividades mágicas.
A la larga acabarán por recibir el don de la mutación muy por encima de cualquier otra cosa, pues Tzeentch es sinónimo de cambio, y los verdaderos discípulos de la Gran Conspirador aceptarán esta mutación con gran entusiasmo. En el Imperio y en los demás reinos del hombre, los adoradores de Tzeentch se agrupan en sociedades secretas a través de las que cada uno trata de aumentar su rango y su influencia.
Es difícil dilucidar el verdadero objetivo de Tzeentch. Si pretende dominar el mundo, sus métodos son, en el mejor de los casos, indirectos, y al parecer prefiere utilizar a los demás como peones para llevar a cabo sus planes. Tzeentch disfruta corrompiendo a los mortales, para lo cual les bendice concediéndoles poderes que son incapaces de controlar. Los más vulnerables a las promesas del Gran Transformador son los hechiceros, sacerdotes y demás individuos capaces de manipular la magia. A los mortales sin capacidades mágicas, como los estudiosos y demás personas cultas que aspiran a saber más para, en el fondo, obtener más poder, Tzeentch hace promesas seductora de conocimientos secretos y sistemas para acabar con los rivales. El líder de cada una de estas sectas normalmente recibe el nombre de Magister, el hechicero más poderoso de todos los miembros de la secta, los cuales se clasifican en distintos grados de afiliación. Estas organizaciones son tan herméticas y complejas que el único que conoce la identidad de todos los miembros del culto es el propio Magister.
Tzeentch es el amo de la magia, el susurro secreto del poder, el Señor de la Transformación. Regio y terrible, Tzeentch mueve los hilos de la magia y el destino desde su, escrutando el entramado del futuro y el pasado para manipular el mundo a su antojo. Es el más generoso de los dioses del Caos y concede favores a todo el que lo pide, pero el precio ha pagar que pide a cambio de estos favores es extremadamente terrible. Es el maestro de las mentiras y el subterfugio, de los poderes secretos ocultos tras el trono, de pactos oscuros y de negocios que acaban en traición.
Tzeentch es la mayor fuente de Magia del Caos, y muchos de sus seguidores son magister negros o estudiosos de lo oculto. Incluso aquellos que le dan la espalda lo reconocen como origen primario de la magia.
Aspecto[]
Tzeentch es el más extrañamente formado de todos sus hermanos pues no tiene una forma concreta, aunque normalmente se manifiesta como una luz nebulosa que cambia de color constantemente, o como un ser vagamente humanoide de extrañas proporciones y deformado. Cuando toma forma, su piel resulta un flujo constante que cambia de aspecto y de color y que se deforma en rostros grotescos que no paran de lanzar carcajadas y de burlarse de todo el que mire. cuando habla, estos rostros repiten lo que dice con pequeñas, pero importantes y sutiles diferencias, que adoptan cada vez matices nuevos e inquietantes.
En las representaciones, tales como estatuas, ídolos y dibujos suyos le muestran de muy diversas formas, como corresponde al señor de la mutabilidad, aunque lo normal es representarle como una figura humanoide enorme de forma grotesca y extremidades desgarbada. Carece de cabeza y su rostro arrugado y con el ceño fruncido sobresale de la parte superior de su torso, por lo que su cuerpo y su cabeza son la misma cosa. Por encima de sus ojos tiene dos gigantescos “cuernos” de gran longitud que parecen brotar de sus hombros en lugar de por su frente. Estos cuernos serpenteantes y flexibles que acaban en caras horripilantes. Cuando Tzeentch habla, estas dos caras susurran mostrándose al mismo tiempo de acuerdo y en desacuerdo con sus aseveraciones, por lo que se confuso y demencial oírle hablar. Sin embargo, al ser la personificación del cambio, Tzeentch puede adoptar cualquier forma que desee, y quienes reciben visiones suyas tienen dificultades para describir al detalle lo que han visto.
A su alrededor fluye magia siniestra, parecida al humo líquido, que forma desconcertantes siluetas que se entrecruzan. Todo el que lo mira le está ofreciendo su; después de todos, no es nada malo que las mentes mortales puedan ver el infinito, y Tzeentch es el nexo de todos esos posibles futuros.
Reino de Tzeentch[]
Su dominio en el Reino del Caos es fluido y mutable, y el tiempo y el espacio parecen estirarse y cambiar como si fuera cera fundida.
- Ver artículo: Reino de Tzeentch
Relación con Otros Dioses[]
Tzeentch es casi tan poderoso como Khorne, pero su poder tiene una forma diferente. Tzeentch es el señor de la magia y la sutilidad. Es Tzeentch quien mantiene el Reino del Caos fuera del tiempo y el espacio, y es él quien monta guardia sobre el destino del universo material. Sus conspiraciones son intrincadas e interrelacionadas, y es el principal arquitecto de las alianzas secretas entre los Dioses Oscuros.
Con la notable excepción de Nurgle, Tzeentch ve a los demás dioses del Caos como fuerzas de cambio y, por tanto, no tiene reparos en permitirles su existencia sin tapujos. A los ojos de Tzeentch, Nurgle es una fuerza estancada y contraria a los objetivos del Señor de la Transformación. Por este motivo, los seguidores de Tzeentch suelen estar enfrentados a los de Nurgle.
Es imposible decir de un día para otro quiénes serán los amigos y enemigos de un culto concreto de Tzeentch. Sin embargo, su desprecio es completamente universal: rechazan a los seguidores de las religiones establecidas en el Mundo, muestran resentimiento hacia los otros Dioses del Caos y tienen odio hacia los seguidores de Nurgle.
Símbolos[]
Tzeentch tiene varias marcas y símbolos, aunque el más común es su Runa del Caos, una representación de la sinuosa serpiente del cambio, una esfera situada entre dos extraños sellos ondeantes. A veces sus seguidores utilizan el ojo omnisciente, un símbolo apropiado para el Arquitecto del Destino. Los hechiceros reconocen su poder mágico y temen su poder oscuro. Quienes contemplan el símbolo durante un rato afirman que palpita y late ante sus propios ojos, y hacerlo durante demasiado tiempo invita a la locura. El rostro sonriente de Morrslieb también es utilizado como símbolo por sus seguidores.
Los colores de Tzeentch son brillantes y atrevidos, con un énfasis especial en los amarillos vibrantes, los azules relucientes y los dorados. Sus seguidores visten ropajes y armaduras barrocas e intricadas, cubiertas tanto con su símbolo como con otras runas arcanas. A diferencia de la mayoría de los demás seres del Caos, los adoradores de Tzeentch suelen estar sorprendentemente limpios y a menudo brillan con una luz impía, pues la luz del sol se refleja en el metal bruñido y los vivos colores de sus ropas y armaduras.
El nueve es número que los adoradores de Tzeentch consideran sagrado y el más potente de los rituales de invocación solo podrá tener lugar en el interior de nueve círculos unidos por una estrella de nueve puntas. A menudo un chamán o magister que adore a Tzeectch tendrá nueve discípulos.
Los pájaros de todo tipo, especialmente los buitres y cóndores, son sagrados para Tzeentch. Algunas de sus mutaciones predilectas consisten en transformar las cabezas de sus seguidores en las de águilas deformes, proporcionarles alas multicolor o alterar sus manos y pies para convertirlos en espolones nudosos.
Días Sagrados[]
Es casi imposible predecir los días sagrados de Tzeentch. Los adoradores han de memorizar una lista siempre cambiante de números, que representan los intervalos entre un día sagrado y el siguiente. Se cree que hay unos patrones y una regularidad en esta secuencia, pero nadie ha deducido con precisión cuáles son. Lo normal es que el jefe de un grupo concreto anuncie simplemente la siguiente secuencia de números tras haber recibido una visión o alguna clase de mensaje divino.
Carácter[]
Tzeentch es universalmente conocido como el temible dios de la magia. Se le asocia a todos los magos, y también a quienes buscan poder personal para sus propias fines. A Tzeentch le trae sin cuidado quién invoque su nombre, siempre que este dispuesto a hacer un pacto con el diablo para obtener poder e intuición mágicas a cambio de su voluntad y su alma.
Cultos[]
Muy pocos de entre todos los seguidores de Tzeentch consiguen llegar al final del largo camino que conduce a ser nombrado paladín, pero estos pocos se convierten en los paladines más formidables de los Dioses Oscuros. La recompensa que reciben consiste en unas habilidades guerreras excepcionales y en los extraordinarios poderes arcanos del Señor de la Magia. Esta combinación tan mortífera los convierte en enemigos muy peligrosos, lideres muy astutos y guerreros imponentes que dirigen sus ejércitos echando mano de una intuición infalible. ¿Cómo se puede vencer a un adversario que parece adelantarse a todos tus movimientos?
Las legiones de Tzeentch no son tan numerosas como las de encolerizado Khorne, y no poseen la resistencia impía de aquello que pertenecen a su rival Nurgle. Sin embargo, el poder de las huestes adoradas de El Que Cambia las Cosas no se puede medir con simples números. El cielo que cubre una hueste de Tzeentch se retuercen y arden en un torbellino de energía. Sus estandartes están rodeados en rayos que retruenan y rugen hacia los ojos de aquellos que los miran. Las armas y armaduras de los elegidos de Tzeentch brillan por el fuego. Cuando el Gran Conspirador está en auge, sus guerreros reciben la habilidad sobrenatural para percibir y reaccionar a docenas de futuros posibles. Los templetes son un poder más arcano para las filas de creyentes, puesto que los Hechiceros que van en cabeza liberan maldiciones y rayos de fuego mágico que inmolan o mutan a todo lo que tocan .
La visión de una hueste de Tzeentch a menudo conlleva un cambio drástico en la batalla: un gran héroe conquistador se ve reducido a un pueblerino idiota, un refugio seguro se transforma en una trampa mortal, o una valiente y última resistencia se convierte en aniquilación. Estos son los espectáculos que divierten y ocupan al Gran Conspirador. Si los cambios que este contempla tiene que ver con soldados de carne y hueso entonces tanto mejor, ya que la transformación de la vida a la muerte es el más grande de todos los cambios.
Área de Culto[]
Tzeentch es venerado en cualquier lugar del Mundo y de muy diversas maneras. Hay muchos cultos de Tzeentch por todo el Imperio, algunos trabajan juntos y otros luchan por la supremacía, con tanta rivalidad entre ellos como la pueden tener con el culto de un dios rival. Los seguidores de Tzeentch suelen estar situados en altos puestos de la sociedad y se ven envueltos con frecuencia en tramas para adquirir el poder.
Las personas que se ven atraídas por el poder suelen ser atraídas hacia Tzeentch, al que se le llama el Señor de la Intriga y la Fortuna. El Que Cambia las Cosas también es conocido a veces como el Gran Hechicero, y aquellos hechiceros que busquen más poder a cualquier precio encontrarán en Tzeentch o en sus agentes demoníacos unos patronos dispuestos. Aquellos revolucionarios que quieran derribar el orden social también simpatizarán con Tzeentch. Los seguidores de Tzeentch aseguran a veces que en tiempos todo el mundo adoró al Caos, que todos los demás dioses no son más que sombras de los dioses del Caos y que los otros dioses del Caos palidecen ante el Señor del Cambio.
Requisitos del Culto[]
No hay requisitos para los cultos de Tzeentch. Cualquiera puede ser aceptado de una forma u otra. La mayoría de los cultos reclutan entre sus amigos. Algunos de ellos funcionan como sociedades secretas que pueden colaborar con la sociedad; otros se camuflan como negocios legales.
Tribus de Tzeentch[]
Cultos de Tzeentch[]
- Culto a los Espejos.
- Culto de la Iluminación.
- Culto de la Serpiente Enroscada.
- La Mano Púrpura.
- La Cábala.
- La Corona Roja.
- La Rueda de Plata.
- Nueve Ojos.
- Orden del Ojo Inconstante.
- Ordo Terribilis.
- Ordo Septenarius.
Templos[]
Los templos de Tzeentch siempre están escondidos. La mayoría suelen estar bajo tierra: en sótanos de casas privadas, en las alcantarillas, cavernas naturales o en túneles olvidados, o incluso en salas enterradas especialmente construidas con entradas ocultas. Hay un par de templos al aire libre dedicados a Tzeentch en los bosques cercanos a algunas grandes ciudades, aunque están construidos y defendidos por los seguidores más salvajes del dios: hombres bestia y mutantes. Estos templos son siempre toscos y desparramados, sin forma fija y pintados con una mezcla desagradable de colores. No es frecuente que los humanos acudan a uno de estos templos para adorar al dios.
Ejércitos de Tzeentch[]
Mortales[]
Unidades[]
Héroes[]
Demonios[]
Unidades[]
- Aulladores de Tzeentch.
- Carros Flamígeros de Tzeentch.
- Disco de Tzeentch.
- Herederos del Cambio.
- Horrores.
- Incineradores de Tzeentch.
Héroes[]
- Amon'Chakai.
- Azrik el Guardián del Laberinto.
- El Cambiante.
- Escribas Azules de Tzeentch.
- Heraldo de Tzeentch.
- Kairos Tejedestinos.
- My'zra Nomorga.
- Los Escribas Azules de Tzeentch.
- Príncipes Demonio de Tzeentch.
- Sarthorael el Vigilante Eterno.
- Señor de la Transformación.
- Ru'kaab el Negro.
- Señor de la Transformación.
- Tchzen.
- Xuq'ls.
Preceptos[]
Los preceptos de Tzeentch resultan difíciles de comprender, pues son mutables e impredecibles en extremo y varían mucho de un culto a otro. Suelen incluir la obligación de obedecer a sus superiores, mantener el secreto, reclutar nuevos miembros etc... Pese a ello, el dios exige constantemente ciertas cosas a sus seguidores:
- El cambio es la única constante del mundo. Resistirse a él es provocar la cólera de Tzeentch.
- La magia es la mayor fuerza del cambio, y todos deberían estudiar sus técnicas en la medida de lo posible.
- Llevar el Caos a una tierra y a sus habitantes es invocar el cambio. Los cimientos de la ley y el orden han de echarse abajo cuando y donde sea posible.
- En todo momento hay que rechazar y destruir las antiguas costumbres y abrazar las nuevas.
Pruebas[]
Las pruebas de Tzeentch siempre implican el cambio de algo o de alguien. Puede ser un cambio menor (por ejemplo, el reclutamiento de un conocido para el grupo) o mayor (por ejemplo la corrupción o el chantaje a un clérigo o dignatario local para aumentar el poder del culto).
Fuentes[]
- Ejércitos Warhammer: Caos (4ª Edición), pág. 7.
- Ejércitos Warhammer: Reino del Caos (5ª Edición), pág. 14.
- Ejércitos Warhammer: Hordas del Caos (6ª Edición), pág. 17.
- Ejércitos Warhammer: Guerreros del Caos (7ª Edición), pág. 22.
- Ejércitos Warhammer: Guerreros del Caos (8ª Edición), pág. 11.
- Ejércitos Warhammer: Demonios del Caos (7ª Edición), págs. 8-10.
- Ejércitos Warhammer: Demonios del Caos (8ª Edición), págs. 9-11.
- Warhammer Fantasy JdR: Reinos de la Magia - Ars Theorica (1ª Ed. Rol), pág. 123.
- Warhammer Fantasy JdR: Tomo de Corrupción (2ª Ed. Rol), págs. 76 y 199.
- Caos: Guía del Coleccionista, pág. 6.
- Reglamento Warhammer (6ª Edición).