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Tronos de Sangre de Khorne de John Blanche

Ruidosos Rompehuesos, Torres de Sangre, Tótems de Cráneos Horrendos

El Trono de Sangre es un espantoso remedo del asiento majestuoso del propio Khorne. Es un aterrador Ingenio demoníaco cubierto de bronce que va a la batalla sobre ruedas de hierro que aplastan y trituran todo lo que hallan a su paso. La sofocante nube negra de humo acre de las almas que mana de los tubos de escape del artefacto casi oculta la matanza que queda tras él, y el ruido machacón de la maquinaria, el chirrido de los engranajes, el repiqueteo de los pistones y el rugido de la fragua Demoníaca casi ahogan los gritos de sus víctimas. 

El Trono de Sangre es un símbolo de estatus, la manifestación física del favor de Khorne. El Heraldo de Khorne que hay sobre él no descansa, como lo haría cualquiera en esa posición, sino que merodea incansablemente mientras su carro avanza, agitando sus ojos y su lengua, expectante por su siguiente presa. No es tampoco una plataforma de mando, como podría ser un trono así en un contingente de mortales; el Heraldo no necesita dirigir a los Desangradores que luchan en torno a él. Incluso si en el aire no flota el intenso aroma de la sangre, los Demonios de Khorne están totalmente entregados a su búsqueda de cráneos y muertes. Cuando comienza la batalla, la sed de sangre maníaca de Desangradores y Heraldos les convierte en bestias enloquecidas, sin ninguna consideración por los finos detalles de la estrategia. 

Si el Heraldo llegase a gozar del favor de Khorne hasta el punto de convertirse en un foco del poder del Dios de la Sangre, sus bendiciones se propagarían desde el trono. De ese modo, una parte de la ira desenfrenada de Khorne llegaría a los Demonios cercanos, haciendo sus golpes más fieros y llevándolos a una furia enloquecida. 

Sobre su macabro trono, el Heraldo busca a los enemigos cuyos cráneos serán las ofrendas más audaces. Cuando ve a tal oponente, espolea al Trono de Sangre y, aullando con un júbilo indescriptible, prepara su Espada Infernal para asestar el golpe mortal. A Khorne no le importa de donde fluye la sangre, la muerte de un guerrero desgraciado supone una alabanza tan grande para él como la de un héroe honorable. No obstante, aunque toda la sangre satisfaga a Khorne por igual, los cráneos de los caídos son algo diferente. Los de los cobardes se arrojan a la maquinaria del Trono de Sangre, y el fuego los consumirá para dar vigor al Ingenio demoníaco. Los cráneos de los realmente valientes son recogidos por el Heraldo y fusionados con el mismo trono, donde permanecerán eternamente como monumentos despiadados que recuerdan la futilidad de oponerse a Khorne. 

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Ilustraciones

Fuente

  • Libro de Ejército de Octava Edición, Demonios del Caos.
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