Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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'''Tor Annan''' era una pequeña, y provincial ciudad en el valle bajo el Monte Antorec en Yvresse, gobernada por Lord Eanith. El asentamiento Asur fue arrasado hasta los cimientos por el Guardián de los Secretos N'Kari en el XI 10, después de que el demonio conjurara una tormenta para destruir el ya ruinoso Monolito Fronterizo sobre Antorec, desvinculandolo de esta forma del Gran Vórtice. Buscando venganza contra la Sangre de Aenarion, el sirviente de Slaanesh puso el asentamiento bajo sitio. Una aullante, horda demoniaca corrió hacia las paredes, algunos cayendo por los puntas de flecha de los elfos, aunque los demonios eran inmunes a todas las flechas que no hubieran sido encantadas por los magos Asur.
 
'''Tor Annan''' era una pequeña, y provincial ciudad en el valle bajo el Monte Antorec en Yvresse, gobernada por Lord Eanith. El asentamiento Asur fue arrasado hasta los cimientos por el Guardián de los Secretos N'Kari en el XI 10, después de que el demonio conjurara una tormenta para destruir el ya ruinoso Monolito Fronterizo sobre Antorec, desvinculandolo de esta forma del Gran Vórtice. Buscando venganza contra la Sangre de Aenarion, el sirviente de Slaanesh puso el asentamiento bajo sitio. Una aullante, horda demoniaca corrió hacia las paredes, algunos cayendo por los puntas de flecha de los elfos, aunque los demonios eran inmunes a todas las flechas que no hubieran sido encantadas por los magos Asur.
   
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Junto con la guardia de su casa, Eanith formó un muro de lanzas contra el embite de los demonios, solo para que las lanzas se astillasen contra la piel de los demonios. Rompiendo la espada de Eanith bajo las pinzas de una de sus masivas garras, N'Kari empujó su puño en el pecho del elfo. Cerrando sus dedos en torno al corazón de Eanith, el demonio arrancó el órgano todavía latiendo del cuerpo del noble. N'Kari blandió el corazón brevemente ante los ojos moribundos del elfo, bramando por su triunfo y tragándoselo entero. Lanzando el cuerpo tambaleante a un lado, el Guardián de los Secretos regresó a las ruinas de Tor Annan y buscó a su próxima víctima.
Junto con la guardia de su casa Eanith formó un muro de lanzas contra el embite de los demonios, astillándose estas contra la piel de los demonios.
 
   
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Seres alados batieron las alas desde el cielo y atacaron primero a las máquinas de asedio, y depués a los arqueros. La muerte estaba demasiado cerca del Príncipe Sardriane durante los momentos iniciales de la batalla. Las furias aladas habían derribado a los elfos a ambos lados del Príncipe. Los demonios habían derribado las puertas y escalado hasta los muros, matando a todos los que se encontraban. Uno se había cernido sobre el Príncipe, apunto de golpearle cuando en el último segundo, ante las órdenes bramadas por N'Kari, derribó a Alfrik en su lugar. Cultistas locos entraron como un emjambre a través de las puertas de entrada, aullando y salmodiando estasiadamente mientras mataban.
Alongside his household guard, Eanith formed a wall of spears
 
against the Daemon's onslaught, only to have their weapons splinter on
 
his hide. Snapping Eanith's sword beneath the pincers of one massive
 
claw, N'Kari thrust his fist into the Elf's chest. Closing his fingers
 
about Eanith's heart, the Daemon tore the still pulsating organ from the
 
<nowiki> </nowiki>noble’s body. N'Kari brandished the heart briefly before the Elf's
 
dying eyes, bellowed in triumph and swallowed it whole. Casting the limp
 
<nowiki> </nowiki>corpse aside, the Keeper of Secrets turned his back on the ruins of Tor
 
<nowiki> </nowiki>Annan, and sought out his next victim.<sup>[2a]</sup>
 
   
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Al principio los Asur de Tor Annan lucharon con bravura. Los arqueros morían en sus puestos, todavía disparando sus flechas contra objetivos que les ignoraban. Los guerreros habían tratado de detener a los demonios monstruosos de piel roja. Pero mientras la lucha transcurría, se hizo evidente que no podrían superar a sus enemigos. Algunos huyeron, otros trataron de rendirse, y algunos, viendo al líder demoniaco de sus enemigos, sucumbieron a una extraña locura y empezaron a arrojarse a sus pies, postrándose en comunión extática.
Winged things flapped down from the sky and attacked first the siege machines, and then the archers. Death had come so close to Prince Sardriane in the opening moments of the battle. The winged Furies
 
<nowiki> </nowiki>had struck down the elves on either side of him. Daemons had smashed
 
through the gates and clambered onto the walls, killing everybody they
 
encountered. One had loomed over the prince, about to strike when at the
 
<nowiki> </nowiki>last second, at the shouted command of N'Kari, instead struck down Alfrik instead. Mad cultists came to swarm through the gateway, howling and chanting ecstatically as they slew.<sup>[1a]</sup>
 
   
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El Príncipe Sardriane estaba estaba entre aquellos que huyeron, corriendo a través de las calles a la casa ancestral que compartía con su madre, y unos pocos siervos envejecidos. Les dijo que atrancara la puerta y se prepararan para soportar un asedio. Algunos de ellos, pensando que la muerte era preferible a caer en manos de sus enemigos, se habían quitado la vida usando venenos que preservaban para tal propósito. El Príncipe instó a su madre a hacer los mismo, temiendo lo que podría pasar si caía en las afiladas garras de los sitiadores. Ella se negó, diciendo que mientras el viviera, ella también. Ambos tenían el mismo orgullo. Después de todo, la misma "Sangre" corría por sus venas.
At first, the asur of Tor Annan fought bravely. Archers had died
 
where they stood, still unleashing arrows at targets that ignored them.
 
Warriors had tried to halt the monstrous red-skinned daemons. But as the
 
<nowiki> </nowiki>fight went on it became obvious that they could not overcome their
 
foes. Some had fled. Some had tried to surrender. And some, seeing the
 
daemonic leader of their enemies, had been overcome by a strange madness
 
<nowiki> </nowiki>and had started throwing themselves at its feet and grovelling in
 
ecstatic communion.<sup>[1a]</sup>
 
   
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Por un momento, se acurrucaron en sus aposentos mientras la ciudad ardía a su alrededor y los gritos resonaban en las calles. Para ellos, sonaba como si un horrible carnaval de tortura y maldad estuviese teniendo lugar fuera. Sardriane rogó para que si esperaban lo suficiente pudiesen irse desapercibidos por sus enemigos y escapar con sus vidas. El Príncipe se odiaba a su mismo por su cobardía, se odiaba por huir, sintiendo todo esto indigno de su orgullosa ascedencia. La única defensa que podía ofrecer era que todavía era joven y no quería morir. Cuando al fin los gritos cesaron, y se atrevió a mirar a través de sus ventanas cerradas, vio filas sobre filas de rostros silenciosos mirando el edificio. Algunos eran demonios de piel carmesí y cuernos de bronce. Otros eran cultistas. Mientras otros eran personas que antaño habían sido sus vecinos y que ahora observaban su casa con rasgos aturdidos y adormecidos y sutilmente alterados.
Prince Sardriane had been among the ones who had fled, racing
 
through the streets to the ancestral home he shared with his mother and a
 
<nowiki> </nowiki>few ageing retainers. He told them to bar the door and make ready to
 
withstand a siege. Some of them, feeling that death was preferable to
 
falling into the hands of the enemy, had taken their own lives using poisons
 
<nowiki> </nowiki>preserved for that purpose. The prince urged his mother to do the same,
 
<nowiki> </nowiki>fearing what might happen if she were to fall into the taloned claws of
 
<nowiki> </nowiki>the besiegers. But she refused, saying that while he lived, she would.
 
She had as much pride as she. After all, she too was of the Blood.<sup>[1a]</sup>
 
   
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Como si contemplarlos rompiera algún hechizo malvado, todos gritaron y se lanzaron hacia delante, atravesando las puertas, y disfrutando y destrozando maliciosamente a través, de las salas de la casa de Sardriane, destrozando antiguo mobiliario, quemando los tapices de antaño, mutilando y matando a los siervos, aullando con una sed de sangre insaciables, y algo más, un primitivo y profundo placer que era incluso más desagradable que su deseo de hacer daño.
For a while, they huddled in their chambers while the town burned
 
<nowiki> </nowiki>around them and screams echoed down the streets. To them, it sounded as
 
<nowiki> </nowiki>if some hideous carnival of torture and wickedness were taking place
 
outside. Sardriane prayed that if they waited long enough, they would go
 
<nowiki> </nowiki>unnoticed by their enemies and escape with their lives. The prince
 
hated himself for his cowardice, hated himself for running, feeling all
 
of it unworthy of his proud ancestry. The only defence he could offer up
 
<nowiki> </nowiki>being that he was young and he did not want to die. When at last the
 
screaming had stopped, and he dared to peek out through his shuttered
 
windows, he saw lines upon lines of silent faces watching the building.
 
Some of them belonged to brazen horned, crimson-skinned daemons. Some of
 
<nowiki> </nowiki>them belonged to cultists. Some of them belonged to people who had once
 
<nowiki> </nowiki>been his neighbors and who now gazed at his house with features dazed
 
and numbed and subtly altered.<sup>[1a]</sup>
 
   
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La horda redujo a madre y a hijo, llevándolos fuera hasta N'Kari, cuyo contorno brillaba y cambiaba constantemente, algunas veces pareciendose a una cosa demoniaca descomunal con garras de cangrejo, otras la más hermosa mujer que Sardriane hubiera imaginado jamás, y algunas otras el más noble rey. Cuando Sardriane se arrojó contra el monstruo, tratando de atacarle con una daga que tomó de la vaina de uno de sus verdugos, el príncipe quedó inconsciente tras recibir un golpe en la cabeza.
As if looking upon them broke some evil spell, they all shouted
 
and rushed forwards, smashing in through the doors and revelling through
 
<nowiki> </nowiki>the halls of Sardriane's home, smashing ancient furnishings, burning
 
the ancient tapestries, maiming and killing the retainers, howling with
 
insatiable bloodlust and something else, a primitive deep-throated
 
pleasure that was even more disgusting than their desire to do harm.<sup>[1a]</sup>
 
   
  +
Después del saqueo, se descubrió que al menos un mago Asur había sobrevivido, lanzando un "Mensaje Mágico", para advertir de la caída de Tor Annan. Junto con el informe del explorador Takalen, esto probaría la veracidad de las afirmaciones de que Ulthuan estaba sufriendo una invasión demoníaca.
The horde overwhelmed both mother and son, carrying them back to
 
N'Kari, whose outline shimmered and shifted constantly sometimes
 
suggesting a crab-clawed hulking daemonic thing, sometimes the most
 
beautiful woman Sardriane had ever imagined, and sometimes the most
 
noble king. When Sardriane threw himself at the monster, trying to
 
strike it with a dagger he seized from the scabbard of one of his
 
tormentors, the prince was struck unconscious by a blow to the head.<sup>[1a]</sup>
 
   
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== Fuentes ==
After the sacking, it was discovered that at least one Asur mage survived, casting a Sending to warn of Tor Annan's fall. Along with the report of the ranger, Takalen, this would prove the veracity of claims that Ulthuan was under daemonic invasion.<sup>[1b]</sup>
 
  +
* La Sangre de Aenarion, por William King.
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* Codex Demonios del Caos 8ª Edición.

Revisión del 04:06 25 ene 2020

Tor Annan era una pequeña, y provincial ciudad en el valle bajo el Monte Antorec en Yvresse, gobernada por Lord Eanith. El asentamiento Asur fue arrasado hasta los cimientos por el Guardián de los Secretos N'Kari en el XI 10, después de que el demonio conjurara una tormenta para destruir el ya ruinoso Monolito Fronterizo sobre Antorec, desvinculandolo de esta forma del Gran Vórtice. Buscando venganza contra la Sangre de Aenarion, el sirviente de Slaanesh puso el asentamiento bajo sitio. Una aullante, horda demoniaca corrió hacia las paredes, algunos cayendo por los puntas de flecha de los elfos, aunque los demonios eran inmunes a todas las flechas que no hubieran sido encantadas por los magos Asur.

Junto con la guardia de su casa, Eanith formó un muro de lanzas contra el embite de los demonios, solo para que las lanzas se astillasen contra la piel de los demonios. Rompiendo la espada de Eanith bajo las pinzas de una de sus masivas garras, N'Kari empujó su puño en el pecho del elfo. Cerrando sus dedos en torno al corazón de Eanith, el demonio arrancó el órgano todavía latiendo del cuerpo del noble. N'Kari blandió el corazón brevemente ante los ojos moribundos del elfo, bramando por su triunfo y tragándoselo entero. Lanzando el cuerpo tambaleante a un lado, el Guardián de los Secretos regresó a las ruinas de Tor Annan y buscó a su próxima víctima.

Seres alados batieron las alas desde el cielo y atacaron primero a las máquinas de asedio, y depués a los arqueros. La muerte estaba demasiado cerca del Príncipe Sardriane durante los momentos iniciales de la batalla. Las furias aladas habían derribado a los elfos a ambos lados del Príncipe. Los demonios habían derribado las puertas y escalado hasta los muros, matando a todos los que se encontraban. Uno se había cernido sobre el Príncipe, apunto de golpearle cuando en el último segundo, ante las órdenes bramadas por N'Kari, derribó a Alfrik en su lugar. Cultistas locos entraron como un emjambre a través de las puertas de entrada, aullando y salmodiando estasiadamente mientras mataban.

Al principio los Asur de Tor Annan lucharon con bravura. Los arqueros morían en sus puestos, todavía disparando sus flechas contra objetivos que les ignoraban. Los guerreros habían tratado de detener a los demonios monstruosos de piel roja. Pero mientras la lucha transcurría, se hizo evidente que no podrían superar a sus enemigos. Algunos huyeron, otros trataron de rendirse, y algunos, viendo al líder demoniaco de sus enemigos, sucumbieron a una extraña locura y empezaron a arrojarse a sus pies, postrándose en comunión extática.

El Príncipe Sardriane estaba estaba entre aquellos que huyeron, corriendo a través de las calles a la casa ancestral que compartía con su madre, y unos pocos siervos envejecidos. Les dijo que atrancara la puerta y se prepararan para soportar un asedio. Algunos de ellos, pensando que la muerte era preferible a caer en manos de sus enemigos, se habían quitado la vida usando venenos que preservaban para tal propósito. El Príncipe instó a su madre a hacer los mismo, temiendo lo que podría pasar si caía en las afiladas garras de los sitiadores. Ella se negó, diciendo que mientras el viviera, ella también. Ambos tenían el mismo orgullo. Después de todo, la misma "Sangre" corría por sus venas.

Por un momento, se acurrucaron en sus aposentos mientras la ciudad ardía a su alrededor y los gritos resonaban en las calles. Para ellos, sonaba como si un horrible carnaval de tortura y maldad estuviese teniendo lugar fuera. Sardriane rogó para que si esperaban lo suficiente pudiesen irse desapercibidos por sus enemigos y escapar con sus vidas. El Príncipe se odiaba a su mismo por su cobardía, se odiaba por huir, sintiendo todo esto indigno de su orgullosa ascedencia. La única defensa que podía ofrecer era que todavía era joven y no quería morir. Cuando al fin los gritos cesaron, y se atrevió a mirar a través de sus ventanas cerradas, vio filas sobre filas de rostros silenciosos mirando el edificio. Algunos eran demonios de piel carmesí y cuernos de bronce. Otros eran cultistas. Mientras otros eran personas que antaño habían sido sus vecinos y que ahora observaban su casa con rasgos aturdidos y adormecidos y sutilmente alterados.

Como si contemplarlos rompiera algún hechizo malvado, todos gritaron y se lanzaron hacia delante, atravesando las puertas, y disfrutando y destrozando maliciosamente a través, de las salas de la casa de Sardriane, destrozando antiguo mobiliario, quemando los tapices de antaño, mutilando y matando a los siervos, aullando con una sed de sangre insaciables, y algo más, un primitivo y profundo placer que era incluso más desagradable que su deseo de hacer daño.

La horda redujo a madre y a hijo, llevándolos fuera hasta N'Kari, cuyo contorno brillaba y cambiaba constantemente, algunas veces pareciendose a una cosa demoniaca descomunal con garras de cangrejo, otras la más hermosa mujer que Sardriane hubiera imaginado jamás, y algunas otras el más noble rey. Cuando Sardriane se arrojó contra el monstruo, tratando de atacarle con una daga que tomó de la vaina de uno de sus verdugos, el príncipe quedó inconsciente tras recibir un golpe en la cabeza.

Después del saqueo, se descubrió que al menos un mago Asur había sobrevivido, lanzando un "Mensaje Mágico", para advertir de la caída de Tor Annan. Junto con el informe del explorador Takalen, esto probaría la veracidad de las afirmaciones de que Ulthuan estaba sufriendo una invasión demoníaca.

Fuentes

  • La Sangre de Aenarion, por William King.
  • Codex Demonios del Caos 8ª Edición.