El trasfondo de esta sección o artículo se basa en la campaña de El Fin de los Tiempos, que ha sustituido la línea argumental de La Tormenta del Caos.
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"Saludos, Elegido".
El tono del demonio de dos cabezas estaba cargado de burla, con su pronunciación tan tensa y ondulada como su reverencia. Kairos Tejedestinos imitaba las maneras de un suplicante, pero Archaón sabía que el demonio se creía el amo.
Las placas blindadas chirriaron sobre el hueso mientras el señor de la guerra se movía de la contemplación y fijaba su mirada sobre el intruso. El trono de Archaón estaba construido sobre la ruina destrozada del altar mayor de Ulric, y estaba formado con los huesos de sus sacerdotes.
La cámara de granito yacía pesadamente en sombras, pero no tanto para que Archaón no pudiera distinguir las formas de sus caballeros de pie como público silencioso. Las armaduras negras de las Espadas del Caos bebían de la luz, dejando trozos de oscuridad más profundos que los temores más íntimos de un hombre. Nada que Archaón hubiera temido durante varias vidas de hombres menores.
Una vez, la cámara había recibido calidez y luz por el fuego sagrado de Ulric. Aquella joven llama no había sido más divina que las acres antorchas que rodeaban el perímetro de la cámara. Ulric era una mentira, así como Sigmar era una mentira. Al apoderarse de Middenheim, Archaón había probado lo primero. Cuando el Imperio no fuera más que cenizas, probaría lo último.
El demonio llevó su forma desgarbada hacia el trono arrastrando los pies, sin prestar atención a los guerreros que estaban de guardia, y cuidando que sus alas emplumadas no tocaran el charco de sangre abierto en el centro de la cámara.
La sangre salpicaba y burbujeaba como si estuviera siendo calentada por debajo - lo que no era así - y el vapor de sangre se arremolinaba y fluía a centímetros por encima de la superficie. Encima, colgados de vigas antiguas como aves de corral en la choza de un cazador furtivo, había decenas de cadáveres ennegrecidos, cuya sangre se había derramado hacía tiempo en la piscina de debajo. Cada uno de los cuerpos estaba sin cabeza, y sus cráneos desnudos habían sido añadidos al trono del Elegido.
"¿Qué asunto tienes aquí, demonio?" retumbó Archaón mientras Tejedestinos se acercaba.
La criatura cacareó. "Mi amo desea saber por qué el Señor del Fin de los Tiempos se lo toma con tranquilidad cuando la victoria está tan cerca".
Archaón se puso de pie. No apresuradamente, porque eso habría sido un sutil indicio de debilidad, sino con una firmeza regia y ominosa. "¿Cuestionas mi compromiso?" preguntó sombríamente.
Las cabezas del demonio se contrajeron brevemente de un lado a otro antes de contestar. "Yo no. Es mi amo El que Cambia las Cosas, el Arquitecto del Destino el que pregunta. Percibe todos los arremolinados colores de tus pensamientos más íntimos. No luchas por los dioses, sino para vengar el orgullo herido".
"¿Y esto le ofende?"
"Mi amo está contento con esperar. Te inclinarás ante él, pronto. Lo he visto".
"Y tus profecías nunca están equivocadas".
"Esto no es una profecía. Es agua ya fluyendo. El río del destino no se altera simplemente porque no hayas sentido sus ondulaciones. ¿Quieres que te revele cómo terminan tus batallas?" continuó Tejedestinos con astucia. "Todavía hay muchas por llegar, y no todas se desarrollarán según tus deseos".
"Ese es el destino de todos los guerreros. Lo acepto. Pero no has respondido en verdad a mi pregunta: ¿está tu amo ofendido por mi forma de actuar?"
"Él está contento, aunque no puedo hablar por sus hermanos". El tono del demonio se hizo callado, conspirador. "Sin embargo, un hombre sabio se esforzaría para mantenerlos entretenidos".
"Entonces tendrán entretenimiento", dijo Archaón. "La hora del engaño ha pasado. Ahora es el momento de matar".
Archaón soltó un grito poderoso, arrancando Matarreyes de su vaina mientras lo hacía. El Elegido obtuvo satisfacción de la confusión momentánea en los ojos de Tejedestinos, oyó el asustado graznido de alarma.
El reborde serrado de Matarreyes se hundió profundamente en uno de los cráneos gemelos del demonio. Densa sangre enfermiza salpicó de la herida, y Tejedestinos gritó de dolor. El chillido se convirtió en un grito de ira, y una destellante luz comenzó a formarse alrededor de las manos del demonio mientras preparaba un hechizo.
La respuesta fue demasiado lenta, como Archaón sabía que sería. Su golpe de retorno cortó la cabeza restante del demonio. Rebotó una vez sobre las losas resbaladizas de sangre y cayó en la piscina de detrás. De inmediato, la sangre empezó a echar espuma y a hervir.
Archaón sonrió bajo su yelmo de tres ojos y plantó la suela de su bota blindada contra el cuerpo sin cabeza que se tambaleaba delante de él. Luego, con un poderoso empujón, pateó los restos de Kairos Tejedestinos a la piscina de sangre. El fluido espumoso se elevó para encontrarse con el cadáver, silbando y escupiendo como una vil caldera. El cuerpo de Tejedestinos desapareció y un espeso vapor se elevó del líquido burbujeante. Una sombra, negra contra el color escarlata, se formó bajo la superficie de la piscina. Se levantó rápidamente, con la sangre fluyendo de sus vastas alas coriáceas y de su piel llena de músculos.
El Bebedor de Sangre salió de la piscina, con las antorchas de la cámara parpadeando mientras desplegaba sus poderosos atributos. Archaón sintió el viento caliente y enojado de la respiración de la criatura mientras se alzaba sobre él, sintió el innegable aura de poder que exudaba. Sí, pensó, éste lo haría bien.
"El Señor de los Cráneos está complacido por tu sacrificio", gruñó el demonio con una voz como un trueno. "Ka'Bandha del tercer ejército te sirve, ¿a quién asesinamos?"
Archaón no respondió al principio, saboreando su dominio sobre el Bebedor de Sangre. Ésta era su hora. No se vería apresurado por algún sirviente de los dioses.
"A todo el mundo", dijo por fin. "Los mataremos a todos..."
Fuente[]
- The End Times V - Archaón