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Cha1

Tapa de la caja del 1986

Iolair Gilandiril fue un guerrero Alto Elfo que permaneció en Tilea tras la Guerra de la Barba y posteriormente se hizo famoso como mercenario bajo el nombre de Tielindrion.

Historia[]

Iolair Gilandiril fue un guerrero de Ulthuan que durante la Guerra de la Barba  muchos dieron por muerto. Sin embargo, junto a unos pocos de sus guerreros Iolair sobrevivió, oculto en lo que hoy sería Tilea, en una torre medio derruida en un bosque al Norte. La zona de la torre pronto se infestó de Goblins, con lo que Iolair y sus guerreros fueron perfeccionando sus artes de combate.

Pronto entre los Goblins nació una leyenda; que allí habitaba un poderoso héroe élfico que se resistía a abandonar el Viejo Mundo. La leyenda se propagó incluso entre los Hobgoblins que habían empezado a vender sus servicios como mercenarios a algunos pequeños mercaderes tileanos.

Un buen día, los exploradores de Iolair capturaron una pequeña patrulla de seis hombres, que iban buscando a un majestuoso Príncipe. Uno de los guerreros bromeó que el único príncipe era Tielindrion (aportando un nuevo nombre a Iolair). Condujeron a los humanos a un claro del bosque; Iolair apareció poco después. Los humanos le rogaron ayuda a cambio de tesoros. Iolair se sorprendió cuando le llamaron “Alteza”, y más tarde “Príncipe Tielindrion”. Miró a los guerreros que habían escoltado a los humanos, que estaban aguantándose la risa. Tielindrion conocía las ansias de batalla de sus guerreros, así que aceptó.

Tres días después apareció Tielindrion en un enorme (para el estándar élfico) carro tirado por tres corceles y con tres de sus mejores guerreros junto a él. El efecto de ver un “Príncipe” élfico animó a las tropas, puesto que notaron como si la victoria fuera más sencilla. El ejército mercenario recibió con vítores a los cuatro Elfos, que fueron los primeros en lanzarse a la carga. La visión de un carro élfico con tantas tropas detrás corriendo por luchar a su lado excedió las expectativas del General Mercenario. Cuando el Carro cargó a las filas enemigas, la unidad salió huyendo, rompiendo así la línea de batalla y facilitando el trabajo a la caballería que les seguía. El resultado fue tan asombroso que al finalizar la batalla el pagador le preguntó cómo volverían a contactar con él, a lo que respondió que recibiría mensajeros en el Claro.

No pasó mucho tiempo hasta que el siguiente General hiciera acto de presencia. Y, a cada batalla que Tielindrion y sus guerreros luchaban, su reputación y su leyenda crecieron hasta ser lo que son hoy en día.

Miniaturas[]

Fuente[]