
Thoriol el Silencioso fue miembro de la Casa de Tor Caled, la Casa noble Asur que descendía de Caledor Domadragones. Thoriol era hijo de Imladrik, Señor de los Dragones, y Yethanial, Señora del Saber de Cothique. Además era sobrino del Rey Fénix Caledor II.
Thoriol vivió la época en la que los Altos Elfos estaban enfrentado con los Enanos en la Guerra de la Barba, un largo conflicto que llevaría la tragedia no solo a su familia, sino a toda Ulthuan.
Historia[]
Alto, estás caminando por la senda del Hereje. Si continúas, corres riesgo de... perderte.
Este artículo puede contener spoilers de Master of Dragons, The Curse of the Phoenix Crown.
|
Vida en el Reino de Caledor[]
Desde que era joven, su padre Imladrik lo educó en las tradiciones de los Principe Dragón, siendo el siguiente en la línea en montar en estas magnificas bestias. Thoriol tenía el temperamento de su madre en muchas cosas. Había amado los libros que ella le había mostrado cuando era niño, estudiándolos minuciosamente, trazando las runas en pergaminos, memorizando las palabras sagradas. Había imaginado que terminaría siendo un maestro del saber como ella, encerrado en alguna torre aislada estudiando los misterios del aethyr o la poesía de los sabios.
Pero su madre nunca lo había empujado a seguir ese camino, y cuando su padre comenzó a instruirlo en la tradición de los jinetes de dragones, ella lo apoyó. Había estudiado con diligencia, memorizando los ritos de invocación, aprendiendo las disciplinas mentales, pasando horas en las cavernas en un intento de descifrar los temblores y silbidos que delataban el despertar de un dragón debajo. Sin embargo, desde hacía tiempo la mente del joven Thoriol estaba llena de dudas sobre si realmente estaba capacitado para ser un jinete de Dragón como lo era su padre. Algunos días había creído verdaderamente que podía dominarlo. Hubo momentos, no muchos, pero existieron.
Cuando su padre lo consideró adecuado, llevó a Thoriol a las Montañas del Espinazo de Dragón para que despertara a su dragón. Ambos portaban espadas. Imladrik llevaba consigo a Ifulvin, mientras la de Thoriol era una espada sin nombre de la armería. Una vez que se convirtiera en un jinete, sería grabado con runas y nombrado. A pesar del nerviosismo de su hijo, Imladrik estaba seguro que lo conseguiría.
Al llegar a las montañas Thoriol empezó a entonar la Canto de los Dragones, y una dragona Solar llamada Terakhallia apareció ante ellos. Thoriol siguió con el ritual tratando de unir su voluntad con la de la dragona. A pesar de seguir al pie de la letra lo aprendido, el ritual salió mal, y la criatura draconiana reaccionó violentamente antes de regresar a su sueño en las montañas. Thoriol se sentía abatido debido a su fracaso, sin comprender en que había fallado.
Imladrik trató de consolar a su hijo, pero en el fondo también se sintió apesadumbrado. Aunque Thoriol volviera a intentar vincularse con Terakhallia, el alma de la dragona sería aún más salvaje, siendo aún más difícil vincularse con ella. Imladrik sintió que el fracaso lo presionaba. Quizás su hijo necesitaba más tiempo. Quizás él mismo tuvo la culpa por presionar demasiado a su hijo. Trató de no permitirse considerar la posibilidad que ardía en su mente: que Thoriol no tenía el don, y que el dominio de los dragones moriría con él y la Casa de Tor Caled nunca volvería a producir un jinete.
Tratando de huir de la sensación de fracaso e impotencia, Thoriol se fue a una taberna a refugiarse en el alcohol y en estupefacientes. A los tres días se despertó en un barco que se dirigía a Elthin Arvan.
Arquero en la Guerra de la Barba[]
Durante los días que estuvo bajo los efectos del vino y las drogas, sin ser consciente de sus actos, Thoriol se había enrolado en una compañía de arqueros lideradas por el capitán Baelian, rumbo a las lejanas colonias que por aquellos tiempos estaban sufriendo los ataques de los vengativos Enanos, en una guerra desencadenada por la falta de diplomacia y entendimiento de su tío Caledor II, y que se recrudeció cuando mató a Snorri Mediamano, hijo del Gran Rey Gotrek.
Al principio Thoriol estaba horrorizado al comprender en la situación en la que se había metido, pero tras analizar el asunto (y después de que sus jaquecas hubiesen remitidos), su nueva vida como arquero le permitía escapar de una vida de dudas e inseguridades sobre ser jinete del dragón. No le contó a nadie quien era realmente, contestando con evasivas cuando alguien preguntaba de su pasado. Su reticencia le valió el apodo de “el Silencioso”. Aún así ninguno de sus nuevos compañeros lo juzgó, y aceptaron las extrañas lagunas en su historia sin dudarlo, ya que a la mayoría de ellos les faltaban piezas similares de sus propias vidas contadas a medias. Thoriol pronto trabó amistad con los demás arqueros, y se sintió más a gusto en la compañía de lo que hubiera imaginado posible.
Sin embargo el destino no era tan fácil de engañar. La sangre de su linaje parecía gritar por sí misma.
Cuando la compañía de Thoriol llegó a Tor Alessi, su padre ya estaba allí. El Rey Fénix Caledor II había ordenado a su hermano menor a que solucionara la denominada como Guerra de la Barba de una vez. Casi solo entre la nobleza asur, el príncipe Imladrik había tratado de poner fin a aquella guerra entre elfos y Enanos mediante la diplomacia con Morgrim Bargrum, sobrino del Gran Rey y uno de los principales comandantes de los ejércitos Enanos, además de ser alguien con el que tuvo buenas relaciones ante de que se iniciara la guerra. Desafortunadamente, Morgrim y su ejército no se dejarían disuadir. Después de unos días, los Enanos sitiaron la ciudad, produciéndose el Cuarto Asedio de Tor Alessi.
Sin que lo supiera su padre, Thoriol fue uno de los guerreros que defendían las murallas de la colonia. Cuando los Enanos lograron abrirse paso a través de las defensas, Thoriol resultó gravemente herido al tratar de mantener la brecha. De no haber sido por su padre, habría muerto como tantos otros. Mientras él defendía las murallas, su padre Imladrik combatía a lomos del magnifico Draukhain. De repente, el dragón percibió la presencia de Thoriol al oler su sangre, y se lo comunicó a Imladrik.
Al principio el príncipe Elfo estaba confuso por sus palabras, creyendo firmemente que su hijo estaba a salvo en Ulthuan, pero en cuanto reconoció el rostro del herido Thoriol entre los defensores, la ira invadió al Señor de los Dragones y se fue extendiendo a Draukhain y el resto de dragones, lanzándose contra el enemigo con renovado fervor y furia, hasta que finalmente los Enanos fueron obligados a levantar el asedio y retirarse. Fue Imladrik quien ordenó a los mejores curanderos y magos de Tor Alessi que atendieran las heridas de su hijo.
Mientras se recuperaba de sus heridas en la torre, Imladrik habló con él. Padre de hijo discutieron acaloradamente, Thoriol quería regresar con los supervivientes de la compañía de arqueros de la que era miembro, ya que sentía que estaba haciendo algo elogiable con su vida, rechazando la vida de privilegios que le correspondía por sur un príncipe de Ulthuan. Y sobre todo, desde el fracaso con la dragona solar, no se consideraba digno de ser un jinete de dragón.
Su padre trató de consolarlo diciéndole que aún podría lograrlo, y le prohibió que regresara junto a sus compañeros. No soportaba la idea de perderlo y además estaba destinado perpetuar la Casa de Tor Caled, pues consideraba que su hermano Caledor II era un necio y un belicista, y auguraba que no sobrevivirá a la tormenta que había desatado. Terminada la discusión, Imladrik organizó los preparativos para que regresara a Ulthuan, acompañado por su consejero Caradryel.
Aquello fue difícil de escucha para Thoriol, y cuando se reencontró con sus compañeros de escuadrón, le reprocharon que les ocultara sobre quien era realmente, y sintió el aguijón de la vergüenza del trato preferencial que tenia como noble ya que el podría irse de las colonias mientras el resto tendrían que seguir luchando. Lo poco que pudo hacer es desearle buena suerte a sus compañeros.
Mientras Imladrik continuaba el conflicto contra los Enanos, Thoriol permaneció en Tor Alessi junto con su madre Yethanial y Caradryel a la espera de su vuelta, pero cuando lo hizo fue de la manera más trágica. Imladrik murió mientras defendía la colonia de Oeragor, combatiendo contra Morgrim quien se quedó con su espada Ifulvin como trofeo. La princesa Liandra se encargó de devolver el cadaver a lomos de su dragón Draukhain. La muerte de su padre
El deseo de vengar a su padre era un fuego frío en lo profundo del corazón de Thoriol, templado solo por el entendimiento de que no tenía ni las habilidades ni los recursos para llevar a cabo tal ajuste de cuentas. Era el heredero de la casa de Tor Caled, pero eso era todo. No era un gran líder de ejércitos. No era un jinete de dragón. Incluso las habilidades académicas y la agudeza política de su madre, Yethanial, estaban más allá de él.
En la Corte del Fénix[]
La muerte de Imladrik causó una gran consternación y pesar en toda su familia, incluido su hermano Caledor II. En el año 237 de su reinado, el Rey Fénix envió un mensaje convocando a su sobrino Thoriol para que se uniera a su corte. Caradryel le explicó a Thoriol que los verdaderos motivos de esta decisión es que Caledor II tenia la intención de prepararlo como su heredero en el Trono del Fénix. Thoriol estaba enfurecido por la sugerencia, en parte por que su tío era el responsable de la guerra que le arrebató la vida a su padre, y en parte por que, una vez más, era el accidente de la sangre y no la recompensa del logro lo que dictaba su vida. Caradryel le convenció de que aceptara la invitación y que usara toda su influencia con el rey para lograr el objetivo por el que había muerto su padre: Salvar a Ulthuan.
Durante mas de un siglo, Caledor II demostró ser, por turnos, aduladoramente indulgente y obsesivamente posesivo con Thoriol. El rey Caledor se enorgullecía de exhibir a su sobrino en la corte, de vestirlo con las mejores galas, de unirlo a los más bellos cortesanos y cortesanas. Había contratado a los mejores instructores que se encontraban en los diez reinos para enseñar a Thoriol los matices más complejos de las costumbres cortesanas, la danza y la diplomacia. Cuando al rey le parecía que la vida en Lothern se estaba volviendo aburrida para su sobrino, partían rápidamente en una expedición para cazar leones en Cracia o grifos en Cothique. El rey estaba dispuesto a complacer cualquier capricho que expresara Thoriol, siempre que mantuviera a su sobrino cerca de él.
Pero cuando se trataba de educarlo en las artes de la guerra, ahí era cuando su tío se mostraba estricto. Quería que su sobrino fuera un gran guerrero además de regente, e hizo que fuera entrenado y se batiera en duelos contra los mejores duelistas de Ulthuan y miembros de la guardia de Leones Blancos. Cuando los instructores de Thoriol le decían que estaba haciendo algo mal, era para mejorarlo. Cuando su tío lo hizo, lo hacía para enfatizar sus fallas.
Durante su tiempo en la corte, Thoriol estuvo acompañado por Caradryel, llegando a entenderle mejor e incluso había llegado a apreciar las complejidades de cómo operaba el diplomático, su habilidad para desenvolverse entre la política y las intrigas de la corte, y su capacidad para discernir los pensamientos y las intenciones de otras personas mediante preguntas aparentemente inocuas. También tuvo cierta animosidad con Hulviar, senescal y principal consejero de Caledor II, pues su presencia afectaba a su propia influencia en el rey.
Regreso a Elthin Arvan[]
Mientras permanecía en la corte del Fénix, en las colonias la guerra contra los Enanos continuaba. Thoriol solicitó en numerosas ocasiones poder regresar a Elthin Arvan, pero en todas ellas su petición le fue denegada categóricamente por su tío. Los vientos del conflicto no soplaba bien para los Altos Elfos y Caledor II se veía obligado a desviar cada vez mas tropas destinadas a combatir a Malekith y los Elfos Oscuros a defender las colonias de los Enanos.
La situación fue a peor cuando los dragones empezaron a abandonar a los Elfos, al ser testigos de como algunos comandantes Asur empleaban magia para dominar a otras criaturas y usarlas indiferentemente como armas contra los Enanos. Esto causó gran consternación pues los dragones era su principal defensa contra los Enanos.
Debido a ello, en el año 386 del reinado de Caledor II, Thoriol volvió a sugerirle a su tío volver a las colonias. Argumentaba que, aparte del la llegada de nuevas tropas para reforzar las defensas, la presencia del sobrino del rey serviría como símbolo viviente de que los colonos todavía están en los corazones y las mentes de Ulthuan, y que el Rey Fénix no piensa abandonarlos. La sugerencia de Thoriol fue inesperadamente apoyada por Hulviar, por lo que Caledor II accedió a la petición de su sobrino, con la condición de que volviera una vez hubiera restaurado el coraje de los colonos.
Thoriol fuera recibido en Tor Alessi con fanfarrias propias de un héroe conquistador, aunque para él la llegada fue amarga pues le trajo dolorosos recuerdos de cuando combatió allí. Como le había asegurado al Rey Fenix, la colonia se revitalizó con su llegada, desterrando todo el temor y la desesperación causados por la deserción de los dragones cuando desembarcó, pero las verdaderas intenciones de Toriol era volver a enfrentarse a los Enanos.
Durante el tiempo que estuvo allí, Thoriol tuvo conocimiento los planes del señor Ilendril, uno de los lideres de las colonias, había sido el responsable de emplear la más abyecta de las magias para crear objetos mágicos con los que controlar la voluntad de diversas criaturas y monstruos y lanzarlos contra los Enanos, y con la deserción de los Dragones de Ulthuan aliados de los Altos Elfos, dio el siguiente paso y creó los Colmillos Crueles, poderosos talismanes con el que él y varios de sus aliados sometieron a varios Dragones que residían el Elthin Arvan.
Thoriol tenia sentimientos conflictivos con esto. Por un lado, aquello le horrorizaba. Había sido educado por su padre para respetar a los dragones, y que no debían ser tratados meras bestias subordinadas de los elfos sino como orgullosas criaturas aliados de estos. Pero por otro lado, no podía negar que la desesperación de la situación de las colonias requerían de medidas drásticas, y los dragones sometidos de Ilendril causaban grandes destrozos en las huestes Enanas, poniendo freno a su avances y obligándolos a actuar con mucha más cautela. Igualmente, los Colmillos Crueles representaban para Thoriol la oportunidad de ser un jinete de dragón, aunque para ello tuviera que traicionar las enseñanzas de su padre.
El Jinete del Dragón[]
Finalmente, en el año 445 del reinado de Caledor II, con motivo de las noticias de la marcha Gran Rey de los Enanos Gotrek, Thoriol tomó la decisión de viajar a la isla en la que se había asentado Draukhain. Tras la muerte de su padre, el gran dragón se había dedicado a dar caza a los Enanos en venganza, por lo que la isla estaba llena de despojos y cadáveres. Cuando Thoriol llegó, el dragón no se encontraba allí, por lo que se puso a buscar entre las rocas y la carroña de algún diente roto, escamas perdidas, o fragmentos de las garras o cuernos de Draukhain. Podría llevarle lo que encontrase a Ilendril y hacer que use su magia para hacer un talismán con el que someter a Draukhain bajo su mando, y así llevarlo a la batalla contra el Gran Rey Gotrek y su horda.
Finalmente, encontró un fragmento de colmillo incrustado en el peto de lo que una vez había sido un noble Enano. Tras arrancarlo, estuvo el colmillo frente a su rostro, estudiándolo con ojos codiciosos mientras sus mente se llenaban con ensoñaciones de tener bajo el mando del poder primordial de un dragón, con su poder derrotaría a los Enanos y sería elogiado por todos por su proezas, y convirtiéndose en el nuevo Maestro de los Dragones. En ese momento Thoriol comprendió la abominación de lo que pretendía hacer.
Con lágrimas en los ojos, el príncipe arrojó el colmillo a la bahía y lo vio caer al fondo. Ni siquiera para salvar las colonias pudo aceptar un camino que profanaba el legado de Imladrik y traicionaba la antigua alianza entre dragones y Elfos. Ese era el camino de los Druchii y si los Asur no se comportaban mejor que sus oscuros parientes, entonces merecían perecer. Resuelto a su propósito, Thoriol empezó a buscar cualquier otra cosa que Draukhain hubiera descartado para tirarlos al océano, y así evitar que nadie pudiera obligar al dragón a luchar por los Elfos contra su voluntad.
Mientras buscaba, el gran Draukhain apareció. Thoriol quedó aterrado por su presencia pero el Dragón lo calmó, elogiándolo por hacer honor a su padre, y diciéndole que compartían el canto del dragón de Imladrik, la herencia que su padre le dejó. Draukhain le explicó que ellos estaban destinados a ser jinete y montura, y que esa era la razón por la que nadie de su especie lo aceptaba como jinete. Podían oler su destino. De esta manera, Thoriol y Draukhain quedaron vinculados, y juntos como aliados regresaron para llevar la guerra a los Enanos.
Durante las siguientes décadas Thoriol y Draukhain llevaron la guerra a los ejércitos Enanos cada vez que asediaban las colonias. Causaron grandes destrozos entre sus filas, pero años de guerra y amargas experiencias habían hecho que los Enanos desarrollaran numerosas armas y maquinas para hacer frente a los dragones, y fue así como Draukhain encontraría su fin.
En el año 596, los ejércitos de Morgrim Bargrum asediaron una vez más la colonia de Tor Alessi. Thoriol y Draukhain se afanaban por defender las murallas hasta que la criatura draconiana fue alcanzada por un virote rúnico. Jinete y montura cayeron al campo de batalla y pronto fueron rodeados por vengativos Enanos. Ambos lucharon contra hordas de enemigos, y Thoriol acabó enfrentándose al matador Forek Grimbok, irónicamente el antiguo embajador al que su tío había cortado la barba, desencadenando toda aquella guerra.
Thoriol consiguió prevalecer y mató a Forek, pero entonces el propio Morgrim hizo acto de presencia, acusando a Thoriol de haber asesinado a su amigo. Sin apenas fuerzas a causa del cansancio y las heridas, reconoció a la espada Ifulvin en el cinturón de Morgrim, y recriminó al Enano que él había matado a su padre, antes de perder el conocimiento.
Draukhain intervino antes de que Morgrim le hiciera algo al inconsciente Thoriol. El dragón y el señor de los Enanos se enfrentaron en un duelo mortal en el que solo podía salir uno con vida. Al final, dado que su contrincante ya estaba medio muerto, Morgrim consiguió prevalecer tras matar al Draukhain con su hacha rúnica Azdrakghar.
Con el dragón muerto, solo quedaba Thoriol. Sin embargo Morgrim ordenó que le fueran tratadas las heridas y lo enviaran de regreso con su gente junto con la espada de su padre. Aquello fue un gesto para honrar al elfo que una vez había logrado ganarse su respetado y considerarlo un amigo.
El Legado de la Casa de Tor Caled[]
Al enterarse de lo ocurrido, Caledor II partió inmediatamente de Ulthuan al mando de una enorme fuerza. Nada mas llegar a Tor Alessi fue a visitar Thoriol para asegurarse que estaba bien, aliviado de ver que aun estaba vivo, y asegurándole que daría muerte a Morgrim, en venganza por la muerte de su hermano Imladrik y el daño que le había hecho a su sobrino.
Sin embargo, Thoriol comprendía que aquello no serviría para nada, le dijo a su tío ambos bandos estaban tan manchados de sangre que poco podría hacer para terminar aquella guerra. Cualquiera que fuera el resultado, había afectado perniciosamente a ambas razas. Ofuscado, Caledor II le respondió a su sobrino que no estaba dispuesto a abandonar las tierras en las que su padre y muchos otros elfos habían muerto defendiendo, y que no podía legarle un reino con el orgullo abatido y atribulado cuando él le sucediera como Rey Fénix.
Caledor II ordenó que Thoriol regresase a Ulthuan mientras él se disponía a derrotar de manera definitiva a los Enanos, enfrentándose al propio Gran Rey Gotrek, quien asediada una vez mas la colonia. Esta sería la batalla que pondría fin a la Guerra de la Barba, y lo haría cuando el Rey Fénix Caledor II terminó muriendo en duelo personal contra Gotrek Rompestrellas, quien tomó la Corona del Fénix de su cadáver como compensación por los agravios sufridos a su gente, retirándose a su fortaleza en las montañas.
Mientras navegaba de vuelta a Ulthuan, Caradryel informó a Thoriol de que los Elfos Oscuros estaban invadiendo Ulthuan. Con la muerte de su tío, Caradryel esperaba que Thoriol reclamara el trono del Fénix, pero el joven príncipe rechazó aquella posibilidad. El daño y la calamidad que trajo el gobierno de su tío hacia los Elfos era demasiado grande, por lo que no se consideraba que mereciera heredar el título del Rey Fénix. En su opinión, Ulthuan necesitaba otro monarca, uno que supiera dirigir y liderar a su pueblo, y no simplemente uno que pueda ganar batallas.
Su decisión sorprendió a Caradryel, pero no tanto cuando Thoriol le dijo que le recomendaría al Consejo de Príncipes para que fuera elegido como el nuevo Rey Fénix. Caradryel enmudeció ante la perspectiva, asegurando que él no podía ser Rey Fénix, pero Thoriol le dijo que no consideraba a nadie más apto para el puesto, y le aconsejó que forjara una nueva corona y dejara la antigua a los Enanos, para que su pérdida fuera una lección para los Asur de que el orgullo tiene su precio.
Fuentes[]
- Saga de La Guerra de La Venganza: Master of Dragons, por Chris Wraight.
- Capítulo 4.
- Capítulo 7.
- Capítulo 10.
- Capítulo 11.
- Capítulo 12.
- Capítulo 18.
- Capítulo 19.
- Capítulo 20.
- Capítulo 21.
- Capítulo 23.
- Capítulo 27.
- Saga de La Guerra de La Venganza: The Curse of the Phoenix Crown, por C. L. Werner.
- Cap. 2: The Legacy of Princes.
- Cap. 3: Elven Blades.
- Cap. 6: Changes in the Tide.
- Cap. 9: Heir to the Crown.
- Cap. 10: Blood of the Dragon.
- Cap. 11: Dirge for Athel Toralien.
- Cap. 12: The Scouring of Sith Rionnasc.
- Cap. 13: Return of the Phoenix King.
- Cap. 14: The Battle of Three Towers.
- Epílogo.