
De todos cazadores religiosos, la Sagrada Orden de Templarios de Sigmar han hecho más que cualquier otro grupo por fomentar la aterradora y espantosa reputación de la que gozan todos los Cazadores de Brujas. El sombrero de ala ancha, su par de pistolas y la propensión a las quemas en masa tienen todos su "inspiración" en este grupo de fanáticos. Son una organización dedicada a la erradicación de brujos, incluso hechiceros vulgares, brujos oscuros, hechiceros del Caos, adivinadores, nigromantes, adoradores de los dioses oscuros, servidores de demonios, anomalías, mutantes, blasfemos y pecadores en general. De hecho, muy pocos escapan de las sospechas de estos cazadores de brujas (con la posible excepción de otros templarios).
Descripción[]
Los Templarios de Sigmar tienen órdenes del Gran Teogonista de proteger las vidas y las almas del pueblo de Sigmar, para lo que han de perseguir a quienes llaman la atención de las Fuerzas Malignas. Una vez capturados, los herejes son obligados a arrepentirse de sus crímenes antes de que su corrupción sea purgada con fuego. Los Templarios de Sigmar tienen casas capitulares muy bien protegidas en casi todas las ciudades del Imperio. Aunque oficialmente son templarios, y desde luego no están afiliados a sus contrapartidas estatales, son universalmente conocidos y temidos como los cazadores de brujas de Sigmar.
Financiados y apoyados desde hace mucho por el culto de Sigmar, estos templarios cazadores de brujas reciben su poder del culto y del Imperio. El deber sagrado de un templario consiste en proteger el Imperio y a sus ciudadanos de las Fuerzas Infernales, sus aliados y aquellos que los sirven. Muchos cazadores de brujas se especializan en un campo concreto de investigación, y pasan años (o incluso décadas) viajando por el Imperio para encontrar a todos los miembros de una determinada secta o rastrear a un sacerdote específico de un dios oscuro.
Los Templarios de Sigmar tienen una muy mala relación con la Orden de la Llama, a la que consideran excesivamente reservada y sospechosa por naturaleza, especialmente cuando requisan sus recursos o, peor aún, investigan a los miembros de su orden.
Agentes del Emperador[]

Tras la creación de los Colegios de la Magia, Magnus limitó el poder de estos cazadores de brujas por un lado, mientras que por el otro lo ampliaba ostensiblemente. Convirtió a la Sagrada Orden en los inquisidores oficiales del Imperio, autorizados y financiados por el estado imperial. Los cultos de Morr y Ulric también cuentan con sus propios investigadores religiosos, pero están gestionados por los propios cultos, y si bien se toleran, no están autorizados por el estado y carece del número, financiación y adiestramiento de la Sagrada Orden de Templarios. De hecho (al menos, sobre el papel), estas organizaciones deberían responder ante un cazador de brujas autorizado por el estado mientras estén en suelo imperial; esto ha producido enfrentamientos y resentimientos en algunos sectores. Los cazadores de brujas de otras religiones podrían considerarse como una especie de templarios y exorcistas, pero no como cazadores de brujas en el sentido que se les da aquí.
Las reformas realizadas por el Emperador Magnus obligó a los cazadores de brujas a trabajar dentro de la ley; ya no pueden seguir actuando como fiscales, jueces, jurado y verdugos (por lo menos, no con la frecuencia con que solían hacerlo). Tienen poder para arrestar a cualquier ciudadano imperial al que crean culpable de brujería o de comulgar con el Caos y adoración demoníaca, y pueden exigir que esa persona sea juzgada de inmediato convocando un juicio sumario para él (una petición a la que muy pocos ayuntamientos se negarán).
El acusado tiene derecho a un juicio justo, aunque la definición de “justicia” varía según la región. Los templarios siempre actúan como fiscales en estos juicios, y como no hay leyes que les obliguen a ceñirse estrictamente a las pruebas, algunos emplean la oratoria, la implicación, la sospecha, la suspicacia e incluso amenazas veladas para convencer a un señor, juez o magistrado (y jurado, de haber uno) de la culpabilidad del acusado. Si es hallado culpable, la sentencia habitual para el acusado es la muerte en la hoguera (se cree que es la única forma de destruir el cuerpo y purgar su inmundo espíritu al mismo tiempo).
Ningún templario empleará jamás magia arcana en el cumplimiento con sus obligaciones. Se les ha enseñado que la magia es una fuerza del Caos, que emplearla contra aquello que la ha creado sería como intentar apagar un fuego echándole aceite. En parte como resultado de esto, muchos cazadores de brujas creen que todos los practicantes de la magia están corrompidos por el Caos de una u otra forma; incluso aquellos con una licencia imperial simplemente han engañado a los siervos del Emperador al hacerles creer que sus perversas prácticas son seguras.
Para convertirse en templario, una persona debe unirse a una de las casas capitulares de la Sagrada Orden. Existen muchas de ellas en todo el Imperio, pero la autorización para unirse a ellas no se concede fácilmente. Algunos capítulos adiestran cazadores de brujas y los supervisan muy de cerca; otros conceden licencias a todo el que parezca cualificado y motivado. En algunas de las regiones más septentrionales del Imperio, se considera que los cazadores de brujas están descontrolados, pero por otro lado los peligros a los que se enfrenta el Imperio son tales que estos pocos creen que sus acciones están totalmente justificadas.
Ramas[]
Hermanos Encapuchados[]
La misteriosa Hermandad de los Encapuchados es un grupo disidente de los Templarios de Sigmar. En vez de matar y quemar, su cometido es recopilar información y espiar. No tienen ninguna obligación de matar mutantes ni sectarios; tan sólo han de observar.
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Ordo Fidelis[]
Oficialmente, se considera que esta división secreta de los Templarios de Sigmar fue disuelta durante la era de Magnus el Piadoso. En realidad todavía existe.
- Articulo principal: Ordo Fidelis.