Toda ciudad, pueblo o pueblucho tiene al menos una Taberna. A los habitantes del Viejo Mundo les gusta olvidar sus vidas miserables, la amenaza de la muerte, y su insatisfacción general con los señores y los suyos. Las tabernas ofrecen a hombres y mujeres un lugar para escapar, reír, cantar y contar historias, y un lugar para gastar el cobre duramente adquirido en compañía de los amigos.
La típica taberna del Viejo Mundo suele ser pequeña, estar llena de humo y atiborrada de mesas o bancos, y tiene un fuego sobre el que burbujea un cocido de procedencia cuestionable. Durante las horas punta, es raro que haya sitio para estar de pie, no hablemos de sentarse. Tal cercanía da un aire de camaradería, pero en los lugares menos recomendables, la violencia surge con rapidez.
Las tabernas suelen alquilar una habitación por una cantidad modesta. La mayoría tienen una habitación trasera que sirve corno sala común para los pobres y los que están demasiado borrachos como para ir a casa.
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