Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Miembro a cargo: Adeptus Hispanus Fecha de inicio: 16/4/16 Estado: Esperando revisión


Archivo:Sueltafuegos.jpg

"¡BUM! Jua, jua, jua..."

Sueltafuegos feliz

Los Sueltafuegos (término Ogro que se utiliza tanto para referirse a las armas como a la unidad que las lleva) son una de las últimas incorporaciones a los ejércitos de los Reinos Ogros. Durante mucho tiempo, a los Ogros les tocó sufrir el fuego de artillería enemigo, y aprendieron a respetar y admirar su tremendo poder de aniquilación. De hecho, estas armas tienen todo lo que cualquier Ogro admira: son grandes, ruidosas y muestran una gran facilidad para aplastar cosas. Sin embargo, la creación de cualquier tipo de cañón va más allá de lo que puede dar de sí la inteligencia de un Ogro, así que durante años tuvieron que apañárselas saqueando los restos de artillería enemiga que encontraban tras una batalla. Existen muchas leyendas Ogras ensalzando a estos pioneros en el arte de la artillería, entre las que destacan la de la tribu Dientesflojos y el ejército de Nuln, y la del ataque de los Pisahierros contra Karak-Unfirth.

Antaño, las unidades de Ogros que portaban estos cañones saqueados eran bastante poco fiables, pero de vez en cuando lograban obtener resultados lo suficientemente espectaculares como para que los Déspotas estuvieran siempre dispuestos a hacerse con más y más piezas de artillería. Sin embargo, no fue hasta que los Reinos Ogros no empezaron a comerciar regularmente con los Enanos del Caos, que pudieron por fin disfrutar de un suministro más o menos constante de cañones, forjados expresamente para ellos. Actualmente es raro ver a una tribu que no tenga al menos una unidad de "Sueltafuegos". Su tremendo potencial destructivo (que no se limita solamente al objetivo que quisiera el propio Ogro), así como el alegre ruido de sus descargas, son dos factores demasiado buenos como para que la mayoría de tribus Ogras los pasen por alto.

Los Sueltafuegos son fáciles de divisar en el campo de batalla, ya que sus cuerpos están cubiertos de quemaduras graves, placas de metal martilleadas en los rostros, orejas amputadas y marcas chamuscadas por todo el cuerpo. Todas estas señales son el legado de una serie de detonaciones a quemarropa que les afectan constantemente, ya que demuestran una ignorancia absoluta hacia todo lo relacionado con el uso seguro de la pólvora (muchos incluso llevan parches en un ojo, debido a algún accidente al disparar que les ha dejado tuertos). No obstante, en opinión de todo Sueltafuegos que se precie, merece la pena perder un par de dedos o un ojo si con ello se consigue desplegar toda la potencia destructiva de sus devastadoras piezas de artillería, capaz de arrasar a cualquier enemigo. De hecho, todo Sueltafuegos sin quemaduras o desfiguraciones será considerado un novato por el resto de su unidad, hasta que consiga tener algún trozo de carne visiblemente desgarrada o quemada. Estas tropas de élite exhiben sus desfiguraciones con orgullo igual que otros Ogros muestran las cicatrices producto de las cacerías o una herida favorita de batalla.

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El Ogro sujeta el cañón sueltafuegos sobre un brazo con bandas de cuero. Muchos Sueltafuegos van a la batalla con palos ardientes atravesados en la piel del cuero cabelludo o entre los dientes. Otros llevan Gnoblars prendedores chamuscados, asustados y totalmente sordos, que van sentados sobre el hombro de su maestro durante el combate. Pequeños grupos de Sueltafuegos rugirán en el campo de batalla hasta que una jugosa unidad enemiga se ponga a su alcance e introducirán los trozos de metal que atraviesan su piel en el agujero del cañón para lanzar una salva de metralla incandescente y ensordecedora. Si todo va bien, la infernal potencia de estos disparos triturará a filas enteras de tropas enemigas. Por el contrario, si algo sale mal la andanada apenas estorbará al enemigo con una ráfaga de aire caliente, mientras una nube de humo oculta momentáneamente a los Ogros, y diversos fragmentos metálicos de pequeño tamaño vuelan en todas direcciones.

Tras el disparo, normalmente los Sueltafuegos volverán a cargar rápidamente más munición, pero si el enemigo ya está muy cerca, aquellos que lograron sobrevivir a la descarga de artillería mortífera apenas tienen tiempo para orientarse antes de que un grupo de Ogros desquiciados y rugientes atraviese la humareda hacia ellos, balanceando sus ingentes cañones en sus ataduras del mismo modo que un humano blandiría un mangual o utilizando los cañones como enormes garrotes para combatir cuerpo a cuerpo. Fue esta táctica la que tuvieron que utilizar los Sueltafuegos de la tribu Grangarrote (famosos por su nefasta puntería), para abatir a una gigantesca bestia de guerra mutada que los Skavens de la Montaña Jorobada soltaron contra ellos. Aunque los Sueltafuegos sostienen que la mayoría del daño lo causaron mediante disparos, lo cierto es que todos los allí presentes se quedaron patidifusos al contemplar la prodigiosa habilidad de aquellos Ogros para golpear con sus cañones en combate cuerpo a cuerpo.

Miniaturas

Fuentes

  • Libro de Ejército: Reinos Ogros (6ª Edición).
  • Libro de Ejército: Reinos Ogros (8ª Edición).
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