Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Revisión del 17:22 25 abr 2013

W6 vc strigoi

"Por ahora nos limitamos a dormir y a soñar. Pero algún día nos alzaremos y haremos realidad nuestros sueños otra vez".

Urzen el Despiadado

Los Vampiros de los demás clanes juegan a ser mortales y visten atuendos de nobles, caballeros y príncipes, pero bajo toda esa fachada no son más que bestias. Luego están los que se dejan llevar tanto por esta farsa que acaban olvidando esta verdad fundamental. El clan Strigoi no lo ha olvidado, y de hecho ni siquiera finge. Ellos aceptan su bestia interior y toman toda la fuerza y la furia que este animal puede proporcionarles, una fuerza terrible y una furia sin fin.

Historia

Toda sociedad necesita un cabeza de turco. Neferata y su hermandad no tuvieron bastante con ser los señores de la gran ciudad de Lahmia. No se contentaron con haber bebido el Elixir de la Vida y haber alcanzado la inmortalidad. Todavía tenían que hallar nuevas formas para sentirse superiores a los demás, para excluir a sus iguales de su pequeña secta. Esta frivolidad de la reina la movió a impedir que su hermano menor, el príncipe Ushoran, el Señor de las Máscaras, Celebraciones y Festejos, bebiera el Elixir y se uniera a los Primogénitos; sentía la mezquina necesidad de excluir a alguien de su élite. Para enseñarle una lección y reclamar lo que le pertenecía por derecho, Ushoran robo su preciado Elixir y alcanzó el mismo estado de no-vida sin su ayuda.

Por supuesto, la reina montó en cólera ante semejante afrenta, y pasó los siglos posteriores rumiando su venganza. Con el tiempo se le presentaría la oportunidad, pero no hasta mucho después de que los vampiros hubieran traicionado a Nagash y se hubieran dispersado a los cuatro vientos.

Archivo:Mourkain tomb concept.jpg

A Ushoran no sólo le traía sin cuidado la exclusividad del culto vampírico; tampoco compartía su miedo a Nagash. Mientras los demás Primogénitos huían hacia el norte tan lejos como les fue posible, el osado Ushoran buscó un lugar en el que construir un nuevo reino y restaurar la ciudad de Lahmia, pero en aquella ocasión estaría desprovista de disputas mezquinas e imprudencias políticas. Sus sueños se hicieron realidad cuando encontró el valle de Strigos y su capital, Mourkain, en la que Kadon ya gobernaba como rey sacerdote y había instruido al pueblo a adorar a Nagash como a un dios. Tan sólo era cuestión de usurpar el puesto de Kadon y sustituir el culto a Nagash por la veneración de su propia estirpe vampírica. Los humanos lo veneraban como una divinidad de un modo que guardaba ciertas reminiscencias con el Ancestral Culto de la Sangre en Lahmia. A unos pocos hombres, elegidos entre la nobleza, se les concedió la vida eterna como vampiros y formaron el grupo de los ministros más próximos a Ushoran y los sumos sacerdotes de su culto. Kadon había sido un monarca cruel e irresoluto; Ushoran llevó orden y prosperidad al pueblo, y por ello fue bien recibido. Incluso volvió a instaurar el principio de Abhorash según el cual los vampiros sólo podían alimentarse de criminales, esclavos y prisioneros enemigo, para que una vez más el pueblo no tuviera nada que temer de sus inmortales amos.

El reino de Strigos no tardó en crecer y prosperar. Ushoran envió mensajeros a sus otros cuatro congéneres, invitándolos a su nueva nación vampírica, en la que serían libres para alimentarse y vivir tan suntuosamente como antaño en Nehekhara, libres del yugo de Nagash. Neferata se tomó la invitación como un nuevo insulto. Su advenedizo hermano osaba presumir de un imperio mayor que el suyo propio (aunque ciertamente lo era), e incluso se atrevía a sugerirle que fuera su vasalla. La reina aprovechó la ocasión para cobrarse venganza: asesinó al mensajero de Ushoran al tiempo que propagaba entre los demás clanes vampíricos el rumor de que el rey de Strigos pretendía esclavizarlos a todos, o aún peor, entregárselos al renacido Nagash. Después de vivir doscientos años con el sentimiento de culpa por haber abandonado a su maestro y con miedo a su venganza, los vampiros se habían vuelto rencorosos y recelosos. Cada uno de los clanes culpaba a los demás de la traición y posterior fuga, pero la prohibición que pesaba sobre ellos les impedía emprender acciones contra ellos. Cuando Neferata les dio un objetivo y un motivo para romper este pacto, los clanes vampíricos desataron su largamente contenida cólera y estallaron en una orgía de violencia. Enviaron ejércitos mortales y asesinos vampiros a Strigos para que destruyeran al usurpador de una vez por todas.

Los ejércitos humanos enviados contra el reino de Ushoran eran vulgar escoria, pero llegaron por todos los flancos y con una firme determinación alimentada por la progenie de Neferata. Strigos fue asediado, y mientras trataba de rechazar la invasión, su príncipe se distrajo en un momento crucial, permitiendo así que su reino fuese arrasado por una inmensa oleada de pieles verdes que sin duda también habían sido espoleados por los agentes de Neferata. El príncipe regresó a toda prisa para defender la capital, y ambos bandos libraron una feroz batalla a sus puertas durante días. Parecía que Strigos estaba empezando a invertir las tornas, pero entonces el chamán orco logró atravesar las defensas de Ushoran y destruyó al gran príncipe con un terrible proyectil mágico.

Pero ni siquiera aquella gran pérdida habría significado el fin de Strigos, pues el sacrificio de su príncipe los había proporcionado la victoria, y los leales agentes de Ushoran habían sobrevivido. Sin embargo, sus tropas estaban debilitadas y sus fronteras se habían venido abajo, y cuando apelaron a sus hermanos vampíricos en busca de ayuda, estos cayeron sobre ellos como chacales. Los demás Primogénitos tenían sed de sangre y seguían necesitando desesperadamente un chivo expiatorio.

El clan Dragón Sangriento los acusó de deshonrosos y los persiguió corno a animales. El clan Lahmia continuó volviendo a los ejércitos humanos contra ellos, y rieron al verlos ocultarse como meros mortales. Muchos de los neonatos de Ushoran supervivientes huyeron, siendo perseguidos hasta llegar al gélido norte, donde buscaron a Vashanesh, el hermano predilecto de su sire. Pero el vampiro declaró que no perdería el tiempo con cobardes o débiles, y les arrancó la garganta. Otros recurrieron a los huraños Necrarcas, con la esperanza de que los solitarios vampiros compartiesen con ellos sus guaridas, pero ellos también los rechazaron, pues temían sufrir la misma persecución por parte de los demás clanes. Los Strigoi sentían tanto pánico a ser expuestos y exterminados que se vieron obligados a vivir en lugares oscuros y secretos, lejos de los humanos y la civilización, alimentándose exclusivamente de indigentes y ermitaños, leprosos y necrófagos, o más frecuentemente de alimañas y cadáveres. En cuestión de un siglo el grandioso reino de Strigos desapareció, y sus ilustres príncipes se convirtieron en perros lloriqueantes que se ocultaban en las sombras y robaban las migajas.

Cuatrocientos años después, Vorag Diente Ensangrentado (posteriormente conocido como el Rey Necrófago) fue incapaz de seguir tolerando la vergüenza y reunió un ejército de necrófagos con intención de reconstruir el reino perdido. Llegó a fundar una capital en la Llanura de los Huesos, pero luego desató su ira contra los pieles verdes en lugar de los demás vampiros. Una vez más, la lucha contra las furiosas e interminables hordas goblinoides acabó tanto con él como con sus sueños, y su imperio cayó como ya hiciera Strigos en el pasado.

Pero los esfuerzos de Vorag el Rey Necrófago siguen sirviendo de inspiración para el clan Strigoi en la actualidad. Todavía sueñan con reconstruir su gran imperio vampírico, y han aprendido mucho de los errores de Vorag. También anhelan vengarse de sus hermanos por los siglos de humillaciones y la traición que lo originó todo. Los demás linajes vampíricos cometen el error de pensar que los Strigoi son una estirpe extinta porque todos están ocultos o en letargo. Pero en las sombras la ambición arde con mucha más intensidad, y el sueño les da renovadas fuerzas. Los clanes han bajado la guardia, y no podrán defenderse si los Strigoi vuelvan a alzarse; y es muy posible que lo hagan algún día.

Sociedad y Actitudes

W6 vc strigos01

Debido a la naturaleza dispersa de su clan, los Strigoi carecen de sociedad formal, pero todos sus miembros recuerdan la era y las costumbres de Mourkain, y su sentido de la tradición y la historia unifica sus prácticas. Los Strigoi no han olvidado lo que es ser reyes y amos, y todavía se comportan como tales aun cuando se hallan entre reinados.

Sus cortes invisibles y su actitud regia se ven influenciadas por el estado social y físico en el que se hallan: transmutados en parodias grotescas y a menudo patéticas de lo que fueron antaño. Sus cortesanos y sirvientes son tumularios descerebrados y espíritus enloquecidos; sus palacios son criptas subterráneas o cementerios pantanosos. Su pueblo está formado por poco más que necrófagos inmundos y bestiales. Pero, con todo, se toman muy en serio su reinado: exigen a sus súbditos lealtad absoluta y la correspondiente deferencia, y a cambio les ofrecen su diligente liderazgo como protectores y defensores de la ley, castigando sin demora a todo el que irrumpe en sus tierras sin ser invitado. Aunque claro, algunos son más laxos en sus deberes que otros.

Al igual que las costumbres de los Strigoi están arraigadas en el pasado, también lo están sus mentes y recuerdos. Muchos vampiros de este clan han perdido la voluntad de seguir luchando por recuperar su poder, y en su lugar sueñan despiertos con su pasada gloria. Reviven antiguas batallas y celebraciones, ostentan sus viejos títulos y contemplan códigos nobiliarios olvidados hace mucho. Algunos se han vuelto completamente locos de desesperación, y ya ni siquiera distinguen entre el presente y el pasado: visten telas de arpillera y creen que son sus túnicas de gala, o bien conversan con amigos fallecidos hace siglos. Para otros la única huida posible son los sueños, y duermen casi constantemente para soñar con tiempos mejores o con los que aún están por llegar.

Y luego están aquellos cuya locura se manifiesta de modos más directos y peligrosos. Yudas el Rey Sombra se convirtió en el terror de Wissenland cuando creyó ver el rostro de su infiel esposa en cada muchacha. Unzen el Despiadado todavía sueña con sus días de gloria marcial, y todas las noches instruye a su ejército de zombis y necrófagos para que sepan cómo desfilar, pese al hecho de que las estúpidas criaturas no pueden hacer más que obedecer todas sus órdenes. Pero no todos los Strigoi se contentan con soñar despiertos: algunos utilizan el recuerdo de lo que una vez tuvieron y su sed de venganza para incentivar sus grandes planes. Para otros, su hambre se convierte en una fría y espantosa determinación, endurecida por el transcurso de los siglos hasta convertirse en una voluntad sin parangón entre las demás criaturas.

Y sea cual sea su estado mental, todos los Strigoi son peligrosos. Como todos los vampiros, se consideran con derecho a devorar y dominar a todos los seres inferiores, y todo lo que perturbe este orden natural les ofende tanto como al resto de sus hermanos. Un Strigoi que lleve un siglo dormido parecería un blanco fácil para un saqueador de tumbas o un cazavampiros, pero podría despertar en un instante su cólera al descubrir la intromisión sería terrible. Aunque carecen de los numerosos ejércitos de los von Carstein o de la destreza marcial de los Dragones Sangrientos, no por ello son menos temibles.

Ushoran no poseía las dotes de liderazgo de Vashanesh ni la habilidad de Abhorash, pero gozaba una gran fuerza aun siendo mortal. A través de su sangre, los Strigoi neonatos han heredado esta potencia y la han añadido a su propia naturaleza vampírica, por lo que todos ellos tienen músculos de acero y una fuerza sobrenatural. Incluso un Dragón Sangriento sabe que ha de temer la fuerza de los Strigoi; si cometieran un error y dejaran que sus poderosas manos se cerrasen en torno a sus cuellos, serían destruidos al instante. Los Strigoi se enorgullecen de su increíble fuerza y la consideran una señal del verdadero lugar que deberían ocupar entre los vampiros: los más fuertes deberían estar sobre todos los demás. Y no es éste el único don excepcional que poseen los miembros de este clan, aunque los demás conllevan un terrible precio.

Strigoi by DaveAllsop

El estilo de no-vida que les obliga a habitar en los rincones más oscuros del mundo también ha hecho que se hundan cada vez más en su tenebrosa naturaleza. Cuanto más moran en las tinieblas y las entrañas de la tierra, más parecido guardan con sombras y bestias. Todo rastro de su humanidad se ha desvanecido, dejando can sólo el hambre del vampiro y la esencia pura del depredador, que han moldeado su carne hasta perfeccionar sus habilidades para cazar, matar y alimentarse. Sus cuerpos se doblan e inclinan, sus garras se vuelven más duras y afiladas que el acero, sus colmillos crecen más largos y mucho Más letales. Los más involucionados acaban a cuatro patas, con las piernas y el espinazo deformes, y una hilera de pinchos en el lomo. Sus orejas acaban en punta como las de un murciélago, y sus bocas se estiran como las de un lobo demoníaco. Conforme pasa el tiempo, dejan de parecer ni remotamente humanos, transformándose en criaturas salidas de las más retorcidas pesadillas.

Su mente también acaba siguiendo el ejemplo del cuerpo, alejándose paulatinamente de sus delirios aristocráticos hasta que lo único que queda es el vago recuerdo del poder absoluto y la rabia infinita que les produce el haberlo perdido. Pero no son bestias del todo descerebradas; todos los vampiros son criaturas regias, y eso no cambia por mucho que degeneren sus cuerpos. Aunque desvaríen, echen espumarajos y aúllen, siguen gobernando sus cortes (a su demencial forma) y no han perdido su orgullo de nobles (a su retorcida forma). En definitiva, un Strigoi no es nada si no conserva su dignidad señorial.

Alimentación y Engendramiento

Todos los demás vampiros desprecian al clan Strigoi, y el clan Lahmia posee agentes en casi todos los pueblos y ciudades. Los humanos no son buenos guardando secretos, en especial cuando han sido elegidos para saciar la sed de un vampiro, y los cadáveres exangües llaman rápidamente la atención de los cazadores de brujas. Por ello, los Strigoi tienen grandes dificultades para alimentarse de los vivos o incluso vivir entre ellos durante algún tiempo. La única excepción a esto es el pueblo nómada de la antigua Strigos. Al quedarse sin reino, los últimos súbditos de Ushoran vagaron por el Viejo Mundo, odiados y temidos por todos los demás a consecuencia de su relación con los vampiros en el pasado. Aislados y rechazados de las comunidades humanas, los ataques de los vampiros del clan Strigoi sobre este colectivo itinerante pasan desapercibidos, y desde luego hay muchos entre ellos que no dudan en recibir con los brazos abiertos a sus antiguos y futuros reyes. Sin embargo, un vampiro prudente no pasa demasiado tiempo con ellos, ya que tienden a atraer a los cazadores de brujas y a los agentes de otros vampiros, pues saben que la siniestra reputación que tienen los striganos suele estar bien fundada.

Strigoi artwork

En general, los Strigoi suelen alimentarse de los muertos en vez de los vivos, hábito que no hace sino propugnar su descenso a la locura y su apariencia bestial. A diferencia de los vivos, los muertos no llaman la atención si son perturbados, y si han fallecido menos de un año atrás, la sangre que contienen sus cuerpos puede proporcionar al vampiro el sustento necesario para sobrevivir. No obstante, su sabor es frío y amargo, por lo que los Strigoi se alimentan lo menos posible y sin deleitarse. Las ratas y otras alimañas añaden variedad, pero tan sólo les permiten elegir entre lo amargo y lo insípido. Los más afortunados han descubierto cómo controlar su sed de sangre mediante el letargo, la actividad mental o algún tipo de poder oscuro.

A diferencia de los demás clanes vampíricos, los Strigoi no son criaturas sociales. Únicamente por razones de seguridad es mejor que no se reúnan ni se comuniquen con ningún otro miembro de su estirpe. La mayoría encuentran demasiado dolorosos los recuerdos que ello les trae a la memoria. Además, los Strigoi no conceden el Beso de Sangre a cualquiera, salvo en los casos más excepcionales. De nuevo, el riesgo de exposición es mucho mayor tras semejante acto, y la idea de maldecir a alguien a llevar la misma no-vida que ellos va incluso más allá de la inmensa crueldad de sus tenebrosas almas. Pero no es sólo piedad lo que les lleva a no engendrar, sino también vanidad; cuando la gloria de Strigos sea restaurada de nuevo, sólo heredarán el reino los que sean dignos de él, es decir, aquellos a quienes les fue cruelmente arrebatado hace ya tantos años. Alguien que ni siquiera recuerde aquel suceso no podría unirse a sus filas más que mostrando una increíble entrega y deferencia al linaje de Strigos.

Designios y Estratagemas

Los Strigoi no esperan ociosos a que las glorias pasadas regresen a ellos. Incluso los que se limitan a soñar despiertos o son presa de la locura anhelan volver a ejercer el poder y la dominación de antaño. La fugaz satisfacción de dominar a necrófagos descerebrados o a striganos aterrorizados no puede compararse a la auténtica soberanía, como tampoco el agua es buena sustituta del vino. ¿Pero cómo restaurar el grandioso reino de Strigos en su actual estado de desesperación y rechazo? La respuesta se halla en el ejemplo de Vorag el Rey Necrófago. Él fue el primer vampiro del clan que intentó alzarse tras la masacre y trató de recuperar lo que les perteneció en el pasado. Aunque su plan fracasó, sus métodos fueron sensatos: aprovechó la fuerza concedida por los poderes de los Strigoi y la ejerció lejos de los reinos de los demás vampiros, en el corazón de las Tierras Yermas. Los demás clanes se aferran a su dominio sobre los humanos con la misma intensidad que los Strigoi, pero no les interesan las zonas a los que los humanos no pueden o no quieren ir. Así, los Strigoi han sobrevivido en cementerios, ruinas y bosques sombríos, y por eso la iniciativa de Vorag en el sur pasó desapercibida y no fue impedida. Si han de recuperar su antiguo reino deberán hacerlo en lugares perdidos u olvidados.

Cualquier castillo en ruinas o camposanto abandonado puede ser un baluarte Strigoi. Cualquier ciénaga infecta o páramo desolado puede ser su territorio. Donde la tierra esté oculta bajo la bruma, en densos bosques o tras altas montañas, allí se asientan los Strigoi y comienzan una vez más a construir sus ejércitos y soñar con el día en que recuperarán sus tronos. Sin embargo, sería necesario fundar toda una nación lejos del alcance del Imperio y sus agentes humanos. Actualmente su mejor opción son las Tierras Yermas, tan desprovistas de humanos como de vampiros y sólo levemente amenazadas por pieles verdes u ogros. El hecho de que antaño fuese la tierra de Strigos tampoco pasa desapercibido a ojos de los reyes Strigoi. Más al norte y casi tan escasamente poblados se hallan los Reinos Fronterizos, tierras solitarias y anárquicas que también son suelo fértil para los ambiciosos Strigoi.

Vorag también demostró el poder que puede alcanzarse al frente de un ejército de necrófagos, y estas criaturas conforman siempre el cuerpo de infantería y la servidumbre de los Strigoi. La inanición es una amenaza constante en codo el Viejo Mundo; una mala cosecha, desastre natural o caravana de comercio perdida pueden dejar a toda una aldea sin nada que comer salvo la hierba y las hojas que les rodean. Soldados y marineros también suelen perderse a varios kilómetros de los suministros más cercanos y rodeados por cadáveres. Comer la carne de los hombres para sobrevivir es mucho más común de lo que cabría imaginar, pero una vez que se hace, el pecado corrompe el alma para siempre, transformando al humano en un monstruo horrible y brutal. Los Strigoi se ven reflejados en esto, por lo que muchos se muestran protectores y compasivos con sus espantosos sirvientes. Otros no los consideran más que una fuerza de la naturaleza, como las ratas, murciélagos y cucarachas que suelen acompañar a estas criaturas descompuestas: útiles, pero sin mayor interés que cualquier otra bestia.

Sea cual sea la actitud de sus amos, la naturaleza de los necrófagos parece impulsarles a venerar a los Strigoi fervientemente y sin titubeos; algunos recorren docenas de kilómetros en busca de sus amos, registrando los parajes más ocultos, o incluso sienten un llamamiento en la sangre que les conduce infaliblemente hasta su objetivo. Raro es el vampiro Strigoi que no tiene necrófagos en su corte, y todos acogen con los brazos abiertos a tales seguidores, pues les proporcionan el mayor de todos los dones: una oportunidad para alimentarse de los vivos y renunciar a la sangre amarga y seca de los muertos. La sangre de necrófago es amarga en comparación con la de un humano ordinario, pero supone una gran mejora respecto a la sangre de los cadáveres.

Se podría tachar a los Reyes Necrófagos de amos locos respaldados por secuaces igualmente desquiciados, pero estas criaturas proporcionan a los Strigoi un suministro constante de sangre fresca y un ejército estable. Y lo que es más, los necrófagos combaten con la furia de los matatrolls, aterrorizan a sus adversarios más aún que los zombis y son inmunes a todas las debilidades propias de la nigromancia, ya que sus corazones aún laten, Allí donde falle la magia de un Strigoi, sus lacayos necrófagos continuarán luchando.

Pero también hay muchas otras criaturas al servicio de los Strigoi. Como todos los vampiros, son nigromantes naturales, y las criptas están llenas de cadáveres que pueden ser reanimados para defender sus hogares. Sienten una predilección especial por los aparecidos, pues también ven reflejada en ellos la insaciable sed de venganza que los impulsa. Los tumularios también les resultan de gran utilidad; los Strigoi valoran el sentido de la historia y la propiedad que tienen estos seres, así como la inquebrantable determinación con la que sirven a sus amos.

Sin embargo, el arma más poderosa de los Strigoi son, sencillamente, ellos mismos. No tienen necesidad de magia, dotes de esgrima, ejércitos ni subterfugios políticos. Ellos solos se bastan para aplastar a todo el que osa desafiarles. Son monstruos gigantescos y musculosos, su carne se ha podrido hasta el punto de volverse casi imposible de atravesar o destruir, y sus brazos son lo bastante fuertes como para partir en dos a un ogro. Ya pesar de su tamaño, se mueven tan rápido que el ojo no alcanza a verlos, trepan por cualquier superficie a velocidades increíbles y emplean sus formas de murciélago o rata para superar todas las defensas, Y en su interior arden un odio más puro que cualquier otra cosa conocida y un vibrante deseo de destrucción. Son criaturas de pesadilla, y carecen de apariencia humana que enmascare su horripilante naturaleza. Contemplar a uno de ellos es ver la verdadera imagen de la muerte en toda su terrible gloria. Muy a menudo ni siquiera tienen que recurrir a su fuerza, ya que su mera apariencia ha bastado para detener los corazones de muchos hombres fuertes y valerosos; sobre todo teniendo en cuenta que suelen coger a sus víctimas por sorpresa, ya que duermen durante tanto tiempo que mortales e inmortales por igual acaban olvidándolos o creyendo que ya no son una amenaza. Este es un error que no suelen vivir demasiado para lamentar.

Así son los Strigoi; se han visto obligados a. vivir en las sombras y renunciar a su soberanía sobre los mortales, pero no han perdido su orgullo ni su ferocidad. Toman lo que saben que les pertenece por derecho y aniquilan a todo el que comete el error de creer que son débiles. Y pese a estar siempre ocultos, se niegan a dejarse atemorizar por los demás clanes vampíricos. Que vengan, dicen los Strigoi. Que vengan a las sombras, a nuestro mundo, donde nosotros reinamos. Que vean la fuerza que hemos hallado en las tinieblas. Que descubran que nuestra estirpe, supuestamente moribunda, es lo bastante poderosa como para matarlos a todos.

Y que sepan que, al igual que Ushoran el Primero, somos príncipes, reyes, emperadores y dioses. No somos los chivos expiatorios de nadie.

Individuos Destacados

Archivo:Strigois imagen.jpg

Los siguientes vampiros son los miembros más poderosos y conocidos del clan Strigoi. Tanto Creen como Gashnag han convencido a otros Strigoi de que se unieran a sus ejércitos, pero en general los descendientes de Ushoran permanecen aislados de los demás clanes vampíricos y del resto del mundo, y las acciones organizadas a gran escala por estos dos vampiros son definitivamente la excepción a la regla. Pero hay otros individuos al acecho. Yudas el Rey Sombra lleva siglos alimentándose de muchachas y aterrorizando toda Wissenland con sus implacables cacerías. El vampiro conocido únicamente como la Bestia de las colinas Fárlic reclama como peaje una caravana entera de las que recorren la Vieja Carretera de los Enanos. Y aunque el príncipe Rametep pasa a mayor parte del tiempo durmiendo bajo Miragliano junto a su inmensa colección de valiosos artefactos mágicos, ninguno de los ladrones de tumbas que perturban su descanso regresa jamás.

Miniaturas

Fuentes

Warhammer RPG Amos de la Noche