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Como muchas de las provincias del Imperio situadas lejos de las grandes ciudades-estado como Altdorf y Middenheim, Stirland es rural y atrasada. Los habitantes de Stirland son granjeros, cazadores furtivos, sabios y otras profesiones relacionadas con la tierra. También hay una gran comunidad de halflings, debido a la proximidad de Stirland al territorio de la Asamblea.

Stirland es una tierra pobre, un hecho indiscutible que exaspera e irrita a sus orgullosos habitantes, sobre todo siendo vecinos de Talabecland y Averland. En Stirland no hay muchas ciudades que quepa mencionar, siendo Wurtbad la de mayor relevancia. Estas circunstancias favorecen que los stirlandeses sean tan temerarios, con una impaciencia por demostrar su valía frente a sus homólogos más ricos.

La Región[]

Stirland es una provincia escarpada con fama de ser un extraño remanso rural, a pesar de su proximidad a los centros de poder del Imperio, en gran parte porque alberga las temibles tierras de Sylvania.

Limitada al este por las Montañas del Fin del Mundo y al norte, oeste y sur por los ríos Stir, Aver y Reik, Stirland es una escarpada provincia de tierras altas y mixtas. Su fama de lugar atrasado y rural es en gran parte inmerecida, pues tiene varios pueblos de considerable tamaño y comercia activamente con los Enanos de Zhufbar. A pesar de ello es un lugar alejado de los centros de poder, y la presencia del temible territorio de Sylvania hace que la gente piense lo peor de Stirland.

La zona septentrional junto a las orillas del Stir está cubierta por los últimos confines del Gran Bosque. Hacia el este, más allá de Siegfriedhof, el bosque clarea y se disuelve en arboledas diferentes, los temidos bosques Hambriento y Siniestro , lugares de terrible reputación. Pasando el Bosque Lúgubre, las sombrías aldeas señalan el principio del Pantano de Hel Fenn, en el que las fuerzas imperiales destruyeron al ejército no muerto de Mannfred von Carstein, uno de los Condes Vampiro de Sylvania.

Las colinas de Stirhügel ocupan el oeste, una región montañosa que fue el primer hogar de la tribu Asobornea. Atravesadas por la Vieja Carretera Enana y la de Nuln, albergan sobre todo pueblos de pastores de ovejas. Sin embargo, entre sus nebulosos valles se encuentran las tumbas de los antiguos jefes de los asoborneos, que los lugareños consideran malditas.

Uno de los pocos tesoros de Stirland es el gran río Stir que recorre su frontera. Además de proporcionar una defensa natural frente a los enemigos del norte en Talabecland, es un importante paso para los transbordadores. Los ríos Aver y Stir tienen afluentes que conducen a la provincia y que pueden vadearse por algunos primitivos puentes. A lo largo del río Stir pueden encontrarse firmes torres de vigilancia, con guarniciones de la patrulla del río, la única fuerza militar de la zona.

Las tierras de Stirland son llanas, silvestres y rurales. Hay algunas colinas de poca altura y muchos asentamientos modestos, pequeñas aldeas, pueblos de aspecto desaliñado y casuchas aisladas. También hay muchos edificios en ruinas. Entre ellos cabe mencionar a las Torres Ruinosas, un lugar célebre por sus historias oscuras, pero de cuya leyenda hablaremos en otro capítulo. Como sus habitantes son pobres, suelen sucumbir a la plaga o alguna otra enfermedad y suelen ser enterrados lejos de las ciudades y aldeas, para evitar que su corrupción regrese y por esta razón el campo está poblado de montones de toscas piedras.

El ejército estatal de Stirland está formado por las comitivas feudales de los grandes barones, en su mayoría de caballería, y las levas locales de infantería y de milicia de los pueblos y ciudades. En tiempos de gran crisis, los condes electores pueden convocar a los ejércitos de Sylvania, aunque eso no ha ocurrido desde hace siglos. Cómo responderían los condes vampiro a una nueva convocatoria preocupa enormemente a los grandes de Stirland.

Condado de Sylvania[]

Sin embargo, es el Este de Stirland se encuentra el temido Condado de Sylvania, que tiene paralizada de terror al resto de la provincia, pues allí es donde se encuentra el hogar histórico de los Condes Vampiro de la casa Von Carstein. Desde el lúgubre pueblo de Templehof, en el que no ha habido clérigo local de Morr desde hace más de ochocientos años, hasta las estribaciones de las Montañas del Fin del Mundo situadas entre el Aver Negro y el Stir, la mayor parte de Sylvania es una tierra sombría, terrorífica y siniestra. La parte oriental es la más lúgubre, donde los castillos de los antiguos señores vampiro se asientan en sus escarpados picos, acechando a los temerosos pueblos a su sombra. La mayoría trata de olvidar que Sylvania existe.

Se dice que los fantasmas deambulan libremente de noche por las Colinas Embrujadas, y que la espesa niebla de los bosques sylvanianos puede llegar a atrapar almas y obligarlas a vagar sin rumbo para siempre. El extremo oriental de la provincia es el más desapacible, con antiguos y oscuros castillos que descansan sobre los escarpados picos como negros buitres mirando fijamente hacia los pueblos que hay más abajo. Sylvania es un lugar del que la mayoría de los stirlandeses prefieren olvidarse, y los recaudadores de impuestos del Conde Elector sólo se atreven a entrar en ella acompañados de una numerosa guardia armada. Hasta los Enanos de Zhufbar evitan Sylvania, y prefieren tomar el camino del sur a Schramleben y luego atravesar la Asamblea para llegar a Wurtbad, o hacia el norte a través de Ostermark.

En la época de los Tres Emperadores, Sylvania era todavía un estado por derecho propio y disponía de un poderoso pretendiente al trono. Persistían los rumores de que en el interior de sus fronteras se producían actos oscuros y vivían criaturas horribles que sembraban el miedo y la sospecha entre los habitantes de Stirland. Sus habitantes temían a las criaturas que cruzaban la frontera por la noche, unos hombres diabólicos que se ocultaban bajo la capa de las sombras, eludiendo la vigilancia de la patrulla del río para atacar sus pueblos y ciudades. Al parecer muchos hombres han enloquecido sin razón alguna, existen cultos oscuros de carácter diabólico en parajes salvajes y oscuros. Han desaparecido niños de sus camas y nunca se les ha vuelto a ver. Debido a esta reputación, los sirvientes de Sigmar se acercan como polillas atraídas a una llama y las tierras rurales de Stirland son a menudo visitadas por cazadores de brujas y sacerdotes guerreros.

El representante de Sylvania tiene una finca, la ‘Casa Negra’, en la capital de la provincia, Wurtbad. El representante oriental rara vez acude a la corte, y muchos susurran que la maldición del vampirismo asola la finca.

Mapa[]

Lista de Condes Electores de Stirland Conocidos[]

Nombre Cronología Datos
Freya. Poco claro, alrededor del 1 C.I. Reina de los asobornios.
Martin Holseher. Poco claro, alrededor del 1460. Escribió el Liber Maleficus.
Demitri Jaeger. Poco claro, alrededor del 1999.
Martin. Poco claro, alrededor del 2145. Derrotó a Mannfred von Carstein y se anexionó Sylvania.
Ewald. Poco claro, alrededor del 2293.
Leopold. Poco claro, alrededor del 2369. Emperador, abuelo de Dieter IV.
Dieter IV. Poco claro, alrededor del 2429. Emperador, cayó en desgracia y fue depuesto del cargo por los Electores.
Alberich Haupt-Anderssen. ¿? - Presente. Actual Conde Elector.

La Gente[]

Los habitantes de Stirland descienden de la antigua tribu de los asoborneos; son un pueblo de complexión baja y fornida, muy parecidos a sus vecinos ostermarkenses. De cabellos oscuros, ojos castaños, piel bronceada y recelosos de los forasteros, su línea de sangre es una de las menos diluidas de todo el Imperio. Algunos afirman que esto se debe a que son campesinos endógamos, pero como señala la nobleza de Stirland, hasta el más vulgar puede trazar su linaje muchas generaciones atrás.

Son un pueblo famoso por su superstición y los habitantes de las zonas más cosmopolitas del Imperio, especialmente los reiklandeses y los nulneses, los consideran unos patanes. Los stirlandeses son muy prudentes. Como tienen fama de campestres y atrasados, el resto del Imperio suele burlarse de la parsimonia de su ritmo de vida y de su lenguaje. Por su parte, los habitantes de Stirland están muy orgullosos de su conservación de las viejas costumbres, y de su "perspectiva a la larga" de la vida. Sus mejores cualidades son su tranquilidad, su reflexión y su paciencia a la hora de hacer las cosas.

Les gustan las historias largas y picantes; por eso la taberna local suele ser el núcleo de toda comunidad stirlandesa. La gente se reúne en ellas para oír sus historias favoritas, los cotilleos locales, y de vez en cuando alguna noticia sobre el mundo exterior. Las carreras también son una actividad predilecta en Stirland, aunque no al estilo tradicional como el resto del Imperio; nada de carreras a pie ni a caballo. Como la mayoría de las comunidades se centran en tierras de labranza, normalmente las carreras que se organizan a nivel local son de gansos, vacas, cerdos y perros cazarratas. Por lo general se celebran en día de mercado o en alguna festividad, y a menudo el animal que gana se premia con "galones e indulto" (lo cual significa que nunca acabará en la mesa).

Los habitantes de Stirland también son conocidos por dos obsesiones: su ascendencia y su cerveza. Son famosos por su esnobismo cervecero, ya que afirman que nadie más elabora cerveza de verdad y guardan celosamente sus recetas. La mayor parte del Imperio les considera unos salvajes simplemente por su costumbre de beber la cerveza caliente. En todas las tabernas de Stirland hay un atizador de hierro colocado junto a la chimenea. Los viajeros helados y los viejos borrachos meten el atizador entre las brasas mientras esperan que les sirvan la bebida, y luego lo introducen en sus picheles, calentando la bebida y produciendo una nube de vapor de alcohol.

Son casi igual de fanáticos respecto a sus antepasados: un stirlandés tendrá memorizado su árbol genealógico desde hace al menos siete generaciones, conocerá todas las conexiones con otras familias y podrá hablar de genealogía hasta extenuarte. Los visitantes de Stirland tienen más éxito cuando pueden encontrar alguna conexión familiar con los lugareños, por lejana que sea.

Los peores defectos de los stirlandeses son su hermetismo, su desconfianza y su estrecha de miras hacia forasteros, Elfos y costumbres modernas. Sin embargo, los stirlandeses consideran que simplemente están conservando la tradición: "si funciona desde el pasado, no tiene sentido cambiarla ahora", como les gusta decir a ellos. Les resulta difícil hacer amigos (a menudo tardan varios años en aceptar a un recién llegado a su comunidad).

Tienen muchas otras costumbres extravagantes, como por ejemplo que cuando se acercan forasteros a una aldea de Stirhügel los niños les arrojan cagarrutas de cerdo, pues se cree que así se expulsa a los malos espíritus. Creen que si una persona es alcanzada con uno de estos "proyectiles" de excremento quedará especialmente protegido. En las aldeas próximas a Sylvania, las casas y ventanas están cubiertas por ristras de ajo local de una variedad especialmente acre como protección contra lo que eufemísticamente denominan "los hombres del Conde". Cuando desaparece alguien, los lugareños echan la culpa a una ristra de ajos demasiado viejos, y no a que la creencia popular sea errónea.

Los stirlandeses que viven en la parte central de la provincia son famosos por su aversión a los halflings, pues todavía están ofendidos por la decisión de hace mil quinientos años que les privó de sus mejores tierras de cultivo para entregárselas a "los bajitos" y formar La Asamblea, y no les gusta que los demás bromeen con que su amor por la cerveza y la genealogía significa que deben ser en parte halflings. Aunque este resentimiento casi nunca desemboca en violencia, la creencia de que los halflings son todos ladrones por naturaleza es más fuerte aquí que en ninguna otra parte del Imperio. En Wörden existe la tradición de, al celebrar el cumpleaños de un niño, fabricar un hombre de paja del tamaño de un halfling y rellenarlos con dulces y caramelos que ha "robado" a los niños. Luego se cuelga de una rama y los niños, con vendas en los ojos, lo golpean con varas hasta que lo revientan y "les devuelve" los caramelos. Los lugareños niegan que alguna vez los borrachos hayan colgado a un halfling de verdad.

La gente de Sylvania es bastante seria, casi nunca se ríe y no le gusta hablar con forasteros. El cerrojo de las puertas está siempre echado y cada vez que sucede algo inquietante la gente hace signos para protegerse contra el mal de ojo. También son fatalistas y creen que la vida les depara un destino lúgubre. Tan resignados están a su "destino" que muy pocos sylvanianos salen de su provincia (para alivio de sus vecinos).

En lo que respecta a la religión formal, el taalismo ha sido durante mucho tiempo el culto dominante en Stirland, pero en las últimas décadas han aumentado los seguidores de Sigmar, sobre todo en los pueblos y ciudades, gracias a los esfuerzos de los sacerdotes itinerantes enviados desde Reikland para difundir la palabra. Aunque no ha habido una hostilidad abierta, todavía, muchos habitantes de Stirland no ven la conveniencia de abandonar sus antiguas lealtades a Taal.

Los visitantes suelen tener problemas para entender el rústico acento y el ritmo tan lento con que hablan los stirlandeses, pues repiten las preguntas a menudo y suelen meditar largo tiempo antes de responder. Los actores suelen utilizar una variante del acento stirlandés para representar a un personaje lerdo o campestre en sus obras.

Expresiones de Stirland[]

  • "Es una ronada": es algo malo.
  • "El camino a Drakenhof está oscuro": está a punto de suceder algo malo.
  • "Si te acuestas con ratas parirás a un halfling": si frecuentas malas compañías te pasarán cosas malas.
  • "Donde hay estiércol hay halflings": las cosas sospechosas suelen tener un fundamento.

Lugares de Interés[]

Uniforme y Heráldica[]

Stirland es una provincia pobre con rústicas costumbres que a menudo son objeto de chanzas por parte de los extranjeros. La mayor parte de sus soldados suelen estar equipados con armas (sobre todo con arcos largos) y armaduras baratas y sencillas, y sus uniformes (si es que se los puede llamar así) son rústicos. Muchos de sus regimientos visten los colores verde y amarillo, a menudo testimonialmente, ya que sus ropajes suelen estar muy rotos y remendados. En otros casos algunos nobles de Stirland se exceden en sus esfuerzos para compensar, y equipan a sus tropas con el mismo lujo que cualquier ciudad-Estado.

El estandarte de Stirland muestra a un esqueleto tocando el cuerno de caza, representando una llamada a las armas. Este esqueleto es un símbolo habitual en estas tierras, tanto como expresión gráfica del grito de batalla de Stirland "Victoria o Muerte", como por ser un siniestro recordatorio de las tierras de Sylvania: un territorio destacado de Stirland, pero que en realidad se revela como un lugar peligroso y semidesierto donde los muertos jamás descansan.

Otro símbolo es el de la doncella guerrera que puede verse en el estandarte de muchos regimientos de Stirland, cuya figura se remonta a la fundación del Imperio. La tribu que controlaba las tierras junto al Stir en la época de Sigmar no estaba gobernada por un caudillo, sino por una reina guerrera muy feroz cuyo nombre hace mucho tiempo que se perdió en el olvido. Aunque murió en el Paso del Fuego Negro y fue su hijo quien adoptó el título de Conde Elector cuando se fundó el Imperio, sigue recordándose a esta aguerrida líder en las canciones antiguas y en los estandartes de la provincia.

Fuentes[]