El trasfondo de esta sección o artículo se basa en la campaña de El Fin de los Tiempos, que ha sustituido la línea argumental de La Tormenta del Caos.
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Señor Demoníaco de Khorne
Skarr Irasangrienta comenzó a matar en nombre de Khorne desde el momento en que era lo suficientemente fuerte como para portar un hacha, ganando rápidamente una reputación como carnicero sanguinario de la peor clase. Aunque todavía era un simple cachorro a los ojos de sus compañeros Skaramor, mató al jefe de su tribu en una brutal exhibición de violencia. Aunque esto estaba lejos del primer cráneo que Skarr había reclamado para Khorne, fue el que atrajo el enorme y terrible ojo del Dios de la Sangre. De pie sobre el cadáver de un rival del doble de su tamaño, Skarr rugió de agonía mientras la runa de Khorne se marcaba sola sobre su corazón latiente.
Aunque las tribus de los Skaramor no se dignaron a desafiar a los pueblos débiles del sur. Skarr no encontró escasez de enemigos para luchar en honor a Khorne. Los Desiertos del Caos resonaron al son de los gritos de guerra de Skarr, y a medida que pasaban los años, su leyenda crecía. Skarr asesinó a Ungolor de los Tahmaks con una facilidad insultante. Cortó las cabezas del Gran Engendro Wythlych, antes de lanzar la abominación de encima de las Cataratas de Fuegosangriento. Fue Skarr quien luchó durante veinte años en medio del lodazal lleno de demonios de los Pantanos de Sangre, y el que derribó al Guardián de los Secretos T'shy'thnis bajo el Arco Infinito.
Imparable como Skarr era, nadie podía luchar con tan furioso abandono sin ser finalmente asesinado. Sin embargo, la muerte no resultó ser el fin para este campeón de Khorne.
Skarr se encontró con su primera muerte en la guarida del hechicero Vydas el Mentiroso. Skarr mató a cada uno de los novecientos noventa y nueve adoradores del mago de Tzeentch, sólo para ser cortado por la mitad por la espada de cristal de Vydas. Sin embargo, Khorne juzgó el golpe como cobarde, golpeado tras un velo de ilusión hechizante. Así, el Dios de la Sangre dio vida fresca a su campeón ese día.
La forma mortal de Skarr ardió hasta desaparecer, sólo para renacer de la sangre reunida de los seguidores de Vydas. Skarr se elevó del lago ensangrentado, con grandes hachas demoníacas con cadenas de bronce clavadas en sus puños de nudillos blancos. Lanzando sus nuevas armas a través de la cámara sombreada, Skarr hundió ambos filos profundamente en la carne antinatural de Vydas. Arrastrado con horrible inevitabilidad al abrazo de Skarr, Vydas el Mentiroso imploró y se retorció. A modo de respuesta, Skarr arrancó la garganta de su enemigo con los dientes. La sangre resplandeciente roció en un amplio arco, antes de que el campeón de Khorne liberara un hacha y cortara la cabeza del hechicero de sus hombros.
Skarr Irasangrienta ha muerto muchas veces desde ese día, pero Khorne siempre ha devuelto a su campeón a la vida a través de la sangre derramada de sus enemigos. A cambio, Skarr cosecha tal cantidad de cráneos que nadie puede contarlos. Skarr es uno de los más favorecidos de Khorne, salvaje hasta el punto de locura, dedicado a nada mas que la matanza en nombre de su deidad sin piedad. En batalla, las enlazadas cadenas de sus hachas demoníacas giran alrededor de él en un huracán de sangre y muerte. Los que lo siguen deben seguir el ritmo de su sed de asesinatos, o bien caer al borde del camino, con sus cráneos ofrecidos a su vez para gloria de Khorne. Uno por uno, todos mueren. Con el tiempo, sólo queda el impetuoso Skarr, para reunir nuevos seguidores y llevarlos de nuevo a la guerra.
Sin embargo, la incesante resurrección tiene su precio. Con cada sangriento renacimiento, Skarr ha perdido un poco más de sí mismo, con su comprensión de la realidad deslizándose con cada paso hacia el camino a la demonicidad. En estos días, Skarr no necesita sustento salvo combatir. No duerme, y el fuego en sus venas es tal que nunca podría descansar si quisiera. Su furia es interminable, su hambre por la batalla un clamor constante que ahoga toda consideración de estrategia o precaución.
Skarr está tan perdido en la rabia de Khorne que ninguno excepto Archaón el Elegido puede darle órdenes. Incluso entonces, él sólo se arrodilla a instancias de Khorne, con su forma temblando a cada momento con la necesidad apenas suprimida de matar. Para Archaón, Skarr no es más que un instrumento contundente, un arma viva para ser empuñada hacia la destrucción. Skarr, perdido en medio de una neblina roja de sed de sangre, no podría importarle menos. Khorne exige una masacre como nunca antes, y Skarr Irasangrienta la llevará a cabo con mucho gusto.
En cada mano Skarr blande una Hoja Tormenta de Sangre, un hacha tan grande que hasta a un hombre fuerte le costaría levantar una sola. En la cabeza de cada hacha aparece el rostro aullante del demonio atrapado en su interior, que da su impura energía para potenciar la ya de por sí prodigiosa fuerza de Skarr. En el asta de cada hacha hay fijado un largo látigo de cadena rematado por un cráneo. En la batalla, Skarr blande estos flagelos a su alrededor, aporreando a sus enemigos con los pesados remates o acercándolos de un tirón y estrangulándolos con los afilados eslabones.
Batallas del Fin de los Tiempos[]
Batalla de la Última Carga[]
Un arquetípico campeón de Khorne, Skarr Irasangrienta vivía sólo para cosechar cráneos para su maestro. No tenía sentido de la estrategia, ni deseo de nada, excepto sentir el ruido de sus hachas demoníacas en la carne de sus enemigos, y las rociadas de sangre caliente sobre su piel. Skarr había sido asesinado muchas veces antes de Averheim, pero cada vez, Khorne le inspiraba nueva vida antes de que su cadáver se hubiera enfriado. Tal era la desenfrenada furia de batalla de Skarr que ningún señor de la guerra excepto Archaón podía esperar controlarlo. Incluso la mente enajenada por la sangre de Skarr sentía la gloria del Elegido, y se arrodillaba - sin desearlo - a los pies del Rey de Tres Ojos.
Batalla del Abismo[]
Tal fue la matanza en Averheim que Skarr renació a la altura de sus poderes. Sin embargo, como con cada resurrección antes de ésta, volvía al mundo de los vivos siendo poco menos que un hombre, y un poco más una bestia iracunda. La poca perspicacia estratégica que Skarr había poseído había desaparecido hacía tiempo, ahogada bajo el eco de la sed de sangre de su amo. Skarr era consciente de esto vagamente, dándose cuenta de que de alguna manera era menos él de lo que había sido una vez. Sin embargo, no se arrepentía, y se regocijaba de la intensidad de su revivificación.
Miniatura[]
Imágenes[]
Fuentes[]
- White Dwarf Weekly nº 59.
- The End Times V - Archaón.