Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Vampiro Necrarca imagen 5ª edición

imagen ilustrativa

Sethep el Cruel fue un vampiro Necrarca infame por su malignidad y carencia de piedad.

Historia

Orígenes

Los orígenes de Sethep están envueltos en un misterio. Los eruditos imperiales creen que se trataba de uno de los discípulos de W'soran, el padre de los vampiros Necrarcas. Sethep fue enemigo de Melkhior el Ancestral y ambos pasaron varios siglos intentando destruirse mutuamente. El nombre de Sethep provocaba miedo en todo el Viejo Mundo. Era un asesino cruel, sin ningún aprecio por la santidad de la vida. Sethep convirtió varios pueblos de Sylvania en pueblos fantasma en sus intentos de crear un mundo de No Muerte. Era un asesino frío y calculador, y tenía una de las mentes más malvadas y retorcidas del Viejo Mundo.

Ningún mortal que se cruzó en su camino vivió para narrar la experiencia, lo que le valió el sobrenombre de Sethep el Cruel.

Destrucción en la Batalla de Essen

Los años posteriores a la muerte de Vlad von Carstein fueron un periodo turbulento para las tierras de Sylvania. Con Vlad muerto, el resto de vampiros se enfrentaron por conseguir el poder en una serie de crueles batallas entre vampiros. Una de las más encarnizadas e impías luchas de aquellos días fue la que tubo lugar en el tranquilo pueblo de Essen. Fundado a orillas de un río que cruzaba los lindes del Bosque de las Sombras, el pueblo de Essen destacaba por su tranquilidad. Después de haber sido el escenario de una de las batallas más violentas libradas por Vlad, había disfrutado de una tranquila paz bajo el control de Konrad von Carstein.

Durante varias décadas un Señor de los Necrarcas, conocido como Sethep el Cruel, había tramado en secreto un plan para derrotar a Vlad y sus ejércitos, pese a saber que, a la hora de la verdad, cualquier intento de derrotarlo sería inútil. Sencillamente, Vlad era un oponente demasiado poderoso. Por fin, Sethep vio la oportunidad que le permitiría iniciar su conquista de la lejana provincia y, después de animar a una pequeña hueste de No Muertos, marchó hacia Essen. Durante el camino atacó muchas de las pequeñas aldeas y villorrios que habían prosperado por el bosque y expandió su ejército con los cadáveres de los muertos. Los sagrarios y cementerios le proporcionaron al Necrarca muchos más muertos para su hueste.

Batalla en Essen

Konrad se prepara para detener el avance de la horda no muerta de Sethep en el vado de Essen

Cuando la terrorífica horda llegó a Essen, su ejército había engrosado considerablemente sus filas y se encontraba sediento: quería la sangre de sus habitantes. Si su legión no muerta hubiera podido asaltar el pueblo sin oposición, pronto hubiera tenido un ejército lo bastante grande como para poner en jaque a Sylvania entera. Sólo un pequeño contingente le cortaba el paso, pero al frente de este contingente estaba Konrad von Carstein. En uno de sus raros momentos de lucidez, Konrad se dio cuenta de que Sethep y su ejército tendrían que atravesar el río Stir. El único punto posible por el que cruzar era un pequeño vado en las afueras del pueblo. Fue allí donde decidió acampar Konrad. Llamó a sus legiones y marchó con su ejército hacia la orilla para llegar antes de que Sethep pudiera cruzar el vado.

Desde el lindero del bosque, Konrad vigiló los primeros signos de movimiento. Demasiado gráciles para hordas de zombis que, con toda seguridad, no tardarían en emerger de la oscuridad, así que supuso que serían necrófagos. En pocos minutos, los patéticos gemidos de los zombis taladrarían los cerebros de los habitantes de Essen. Pronto un zombi lucharía contra otro, ciegamente, en su ansia por encontrar la cálida carne de los vivos. Konrad se rió de aquella ironía.

Hacía escasamente unos meses que Konrad había visitado ese pueblo para alimentarse de sus ciudadanos por la noche. Ahora aguardaba a las afueras de ese mismo pueblo, esta vez para proteger a sus habitantes. No le imporaba lo más minimo la seguridad de sus súbfitos; de hecho si Sethep hubiera tenido solamente la intención de destruir el pueblo, no se hubiera interpuesto en su camino. Pero Konrad sabia que, si Essen caía, toda Sylvania caería en las garras de Sethep y no podía permitirlo: sólo un von Carstein tenía derecho a gobernar Sylvania.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una ligera agitación que tanteó su mente. Había experimentado percepciones similares en otras ocasiones, siempre en presencia de otros de otros Vampiros. El Señor Necrarca se acerba. Konrad desenvainó su gran espada y se colocó en la orilla del vado. Mientras aquella espada siuiera en su mano, nadie iba a cruzar el vado.

El único mortal testigo de la batalla fue un leñador solitario que volvía a casa después de haber pasado la tarde en la taberna. Antes de desaparecer misteriosamente, explicó la siniestra historia de la batalla que se ha convertido en leyenda para la gente de Sylvania. Mientras el ejército del Necrarca cruzaba el río, Konrad lanzó a sus propios secuaces de la muerte. Los esqueletos mutilaban a los Zombis y, a su vez, sus huesos servían de alimento a los Necrófagos. Se dice que llegó un momento en el que los espíritus luchaban contra los espíritus en el planeo etéreo; sus almas malditas condenadas al tormento eterno en la tierra de los muertos.

En el punto más álgido de la batalla y cuando la carnicería se encontraba en su punto culminante, los dos vampiros se encontraron. Intensas explosiones de energía surgieron de las yemas de los dedos de Sethep, estallando al chocar contra el pecho de Konrad. Pero aquel día la habilidad marcial del poderoso linaje de los Von Carstein se impuso. Justo cuando los Zombis de Sethep estaban acabando de cruzar el vado, Konrad decapitó de un tajo al Necrarca. Sin nadie que pudiera oponerse a sus poderes mágicos, invocó una crecida del río para que el agua arrastrara a los peligrosos Zombis.

Aunque Sylvania habría de seguir durante mucho tiempo bajo el reino del terror de Konrad von Carstein, la provincia y tal vez el mundo entero tenían una gran deuda con él por haberlos salvado de la esclavitud eterna de la No Muerte.

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Fuente

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