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Pocos de los que han visitado Mousillon podrían creerlo, pero hay un lugar en Mousillon que está realmente consagrado a la Dama. El Santuario de Frenegrande se construyó hace cientos de años por las previsoras Damiselas del Grial que vieron que se aproximaba una época de oscuridad a Mousillon, y deseaban garantizar que un lugar permaneciera en contacto con la Dama aún cuando el resto del ducado estuviera perdido. Estaba al mando de la propia Hada Hechicera, que construyó el Santuario. Desde entonces, el Santuario fue siempre el hogar de una única Damisela del Grial, y de vez en cuando un Caballero Andante venía al Santuario y recibía allí la bendición de la Dama, siempre que jurara no revelar la ubicación del Santuario.
La ubicación del Santuario se mantuvo en secreto para evitar que fuera explotado, saqueado o controlado por los más despiadados tipos de nobles que el Hada Hechicera vio salir a la palestra en Mousillon. Está en la parte norte del ducado, ubicado entre algunas pequeñas colinas rocosas, rodeado de terreno pedregoso donde no cultivan los campesinos. El Santuario es pequeño y está bien construido, sin ninguna de la ostentación que caracteriza el Santuario de Maldred en la ciudad. Su interior consiste en una pequeña nave con diversos bancos de piedra orientados hacia el altar de la Dama, una diminuta y escasa habitación donde vivió la Damisela del Grial del Santuario, y a una corta escalera de piedra que conduce a una cripta donde están enterrados en ataúdes de piedra los cuerpos de las anteriores Damiselas del Grial.
La historia del Santuario, como la del propio Mousillon, es triste. Cuando Maldred y Malfreur encarcelaron el Hada Hechicera durante el Asunto del Falso Grial, la Hechicera lanzó un desesperado hechizo con la esperanza de contactar con sus Damiselas del Grial. Trágicamente, solo una de las Damiselas escuchó el grito de ayuda –Frenegrande, la Damisela del Grial del Santuario oculto de Mousillon . Desgraciadamente Malfleur también lo escuchó, e hiló su tela de hechicería oscura para adivinar la localización de Frenegrande y del Santuario oculto. Ella envió al caballero más despiadado de Maldred, Sir Garin el Severo, para matar a la “traidora” que se atrevió a ayudar el Hada Hechicera a desafiar la voluntad del Grial.
Sir Garin llegó al Santuario a toda prisa, y Frenegrande (que era una mujer vieja y frágil) sabía que estaba condenada cuando lo vio cabalgando sobre la colina hacia ella. Ella se negó entrar en el Santuario y rezó día y noche a la Dama, sabiendo que no recibiría ninguna ayuda de otros lugares del ducado y esperó a morir. Sir Garin, aunque hombre violento y brutal conocido por su eficiencia en reprimir campesinos rebeldes, era un hombre de honor inquebrantable y había hecho un juramento a su señor Maldred de no abandonar el Santuario hasta que la Damisela del Grial estuviera muerta. Así que mientras la damisela rezaba él esperaba, sabiendo que sin comida ni agua la Damisela moriría. El pedregoso y pobre terreno alrededor del Santuario no proporcionó nada para que Garin sobreviviera, y tanto el caballero como la Damisela murieron de hambre y sed al cabo de un día uno del otro.
Nadie, salvo quizás la propia Hada Hechicera, sabe como murieron Garin y Frenegrande. El Santuario permaneció oculto durante los siguientes doscientos años y a veces llama a los Caballeros Andantes que deciden buscar su destino en Mousillon. Allí, el fantasma de Frenegrande podría otorgar la bendición de la Dama a un devoto caballero lo suficientemente dedicado la búsqueda del Santuario, o bien mandarle a corregir alguno de los muchos males de Mousillon y así hacer el trabajo de la Dama incluso cuando se dice que su luz nunca brilla. Incluso es posible que Frenegrande pudiera convertirse en la mecenas de un grupo de aventureros disolutos o incluso extranjeros, ya que la situación de Mousillon es tan desesperada que incluso los de sangre plebeya o extranjera podrían ser llamados a combatir la maldición que impregna todo el ducado.
En cuanto a Sir Garin, probablemente sus huesos se convirtieron en polvo hace mucho tiempo, y está debidamente olvidado. Sin embargo, de vez en cuando, un campesino pródigo o vendedor de hierba contará un cuento sobre un caballero esquelético que cabalga sobre las colinas del norte, quizás animado por la maldad de sus actos en vida o tratando de arrepentirse desde ultratumba. Pero pocos, incluso en Mousillon, creen esos cuentos.


