Sigmar es un dios guerrero, por lo que su clerecía son los Sacerdotes Guerreros. Sigmar, en su divina sabiduría del que todo lo ve, sabe que existen muchos horrores sobrenaturales e invisibles a la vista que azotan a la humanidad y, por ello, encauza su poder divino a través de sus sacerdotes. Las tropas imperiales, confiadas en la fuerza de su fe, son capaces de resistir y hacer huir a cualquier enemigo que las ataque: sólo necesitan oír a los Sacerdotes Guerreros recitando el Deus Sigmar, que los inspira a realizar actos heroicos. Pero corresponde a los Sacerdotes luchar con el enemigo en el plano espiritual y mágico; y así lo hacen, con plegarias e invocaciones, casi igual de potentes que los conjuros de los hechiceros, y con la fuerza de sus determinadas mentes.
Sacerdotes Guerreros[]
Los Sacerdotes Guerreros de Sigmar son celosos seguidores del dios guerrero Sigmar, y miembros leales del Culto de Sigmar. Este Culto exige a sus seguidores que combatan todas las formas de maldad con su habilidad en combate, así como con su fe, razón por la cual muchos de sus sacerdotes acompañan a los ejércitos del Imperio cuando marchan a la guerra. En el campo de batalla actúan como balizas de moral, brindando esperanza, restaurando fe e inspirando a los hombres a combatir frente a cualquier pronóstico.
Es el deber de los Sacerdotes Guerreros cazar a los adoradores del Caos, los practicantes de la brujería maligna y a los No Muertos y sus retorcidos amos. Llevan poderosos Martillos de Guerra para ayudarles en estas tareas y disfrutar de las bendiciones de su patrón Sigmar, que llegan en forma de Magia Divina.
Ataviados con vestiduras ceremoniales y con armaduras adornadas con símbolos de martillos sagrados, cometas de doble cola y otros iconos religiosos. Se afeitan la cabeza en señal de devoción, y llevan todo tipo de fetiches extraños hechos de hierro, madera y hueso. Muchos Sacerdotes Guerreros se adornan también con pergaminos que enumeran juramentos de guerra y otros escritos con la sangre de los mártires.
Los Sacerdotes Guerreros golpean a las criaturas de la oscuridad con furia justiciera. Ellos recurren a su fe para templar los golpes de su arma en combate, para destruir criaturas de la oscuridad o para protegerse del daño. La pena se abate sobre el adversario que tenga que enfrentarse a un ejército que cuenta con tal poder divino.
La plegaria de un Sacerdote Guerrero es una llamada a la guerra, ya que sus himnos celebran el entrechocar de las armas y sus bendiciones son el tormento de los enemigos de Sigmar. Los Sacerdotes Guerreros invocan el poder de sus dioses para llevar a cabo milagros en su nombre. Un Sacerdote Guerrero puede canalizar dicha fe para que el acero de sus golpes destruya criaturas de la oscuridad, o para protegerse del peligro. Estas muestras de poder enardecen los corazones de los hombres, y todos quienes las contemplan redoblan sus esfuerzos para lograr la victoria. Sin duda la desgracia se cierne sobre aquellos enemigos que se enfrenten a un ejército bendecido por tal poder divino.
Los Sacerdotes Guerreros de Sigmar pueden encontrarse habitualmente en los ejércitos del Imperio. A menudo se les ve rezando y profetizando entre las filas de soldados. A veces, el mismísimo Sigmar escoge a alguien para que sea Su mensajero: le habla y le dota, en cierta medida, de Su propia fuerza, poder y autoridad. Esta bendición puede recaer sobre cualquiera, desde un noble hasta un campesino. Así es reclutada la clerecía del culto a Sigmar; y es de entre estos sacerdotes más humildes de donde surgen los más altos dirigentes de la clerecía, pudiendo llegar a alcanzar posiciones tan poderosas como la de Lector o, incluso, la de Gran Teogonista.
Cada ciudad, pueblo y aldea del Imperio posee santuarios a Sigmar y sacerdotes de su culto. Así, siempre hay un Sacerdote Guerrero cerca para inspirar a la población en las pruebas que estén por venir. A estos Sacerdotes se les reconoce por sus túnicas y por la insignia de Sigmar que llevan, concretamente el Martillo Sagrado. Los Sacerdotes Guerreros llevan a cabo su labor en castillos y en el campo; bendiciendo a los soldados, curando a los heridos e inspirando a todos con la palabra de Sigmar. Cuando Sigmar los llama para hablarles, consiguen que soldados cansados y decaídos se levanten con una justa furia inspirada por sus fervientes sermones. Entre los muchos males que azotan al Imperio hay tres herejías que un Sacerdote de Sigmar reconocerá y denunciará instantáneamente la magia negra, la maldición de los no muertos y a los viles adoradores del Caos. ¡Líbrenos el Sagrado Sigmar de todos ellos!
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Imágenes[]
Fuentes[]
- Ejércitos Warhammer: El Imperio (6ª Edición), pág. 16.
- Ejércitos Warhammer: El Imperio (7ª Edición), págs. 53 y 54.
- Ejércitos Warhammer: El Imperio (8ª Edición), pág. 36.