
Rutgar fue noble del Imperio que estableció su propio feudo en los Reinos Fronterizos frente a la amenaza de los Orcos y Goblins.
Descripción[]
Rutgar es joven, pero valiente y astuto, y se ha rodeado de compañeros leales que le aconsejan sabiamente. Es un guerrero del Imperio como los de antaño. No le gusta la afectación y la adulación de una corte decadente, sino que prefiere una simple tienda y la compañía de los soldados que triunfan en la batalla.
Rutgar está decidido a expulsar de sus nuevas tierras a las traicioneras bandas de Orcos y Goblins que todavía merodean por ellas. Sin embargo, no ha tenido en cuenta la influencia maligna de los ídolos que los Orcos han dejado detrás de sí.
Objeto mágico[]
- Lanza Estelar - Rutgar es famoso por los numerosos torneos en que ha salido vencedor. No sólo ha conseguido grandes honores a lo largo y ancho del Imperio, sino también en Bretonia. En uno de estos torneos fue recompensado por desmontar a un Caballero Bretoniano ¡una gran hazaña!. El premio fue una Lanza Estelar, que se dice posee una punta de lanza de mithril forjada hace mucho tiempo por los Elfos. Actualmente empuña orgullosamente esta arma en el combate.
Historia[]
Rutgar era el hijo menor del Conde Wilhelm de Wissenland, uno de los Ducados del Imperio. Rutgar fue consciente desde muy temprana edad de que su hermano mayor sucedería a su padre y gobernaría Wissenland. Esto no le preocupaba. Después de todo, por haber nacido de noble cuna, había sido educado para respetar el derecho y el orden. No era susceptible de organizar una rebelión por celos, aunque hubiera albergado esos sentimientos no lo hizo. En vez de intentar conseguir el poder por su propia cuenta, Rutgar decidió seguir el camino del deber y el honor, conformándose con ser la mano derecha de su hermano cuando éste sucediera a su padre. Mientras tanto, se dedicó a practicar el arte de la guerra y obtener un gran poder por medio de gestas nobles, honrando así su noble linaje.
Oferta para un reino propio[]
La nobleza y justicia de Rutgar tuvo que ser reconocida por el dios Sigmar, pues un día se le ofreció una increíble oportunidad. Una oportunidad que, de aceptarla, le otorgaría un lugar entre los guerreros más valientes y nobles del Imperio. Como caído del cielo, llegó un emisario a la corte de Wissenland. En cuanto hubo escuchado las noticias que el emisario traía de más allá de las montañas, de los distantes y peligrosos Reinos Fronterizos, el viejo Conde llamó a su presencia a Rutgar, y le comunicó los grandes acontecimientos que habían tenido lugar.
Un viejo camarada del Conde, el Margrave Frederik, había estado combatiendo a los Orcos, y finalmente había conseguido la victoria. Había conquistado un territorio muy extenso, y ahora estaba buscando guerreros poderosos de probada habilidad para ayudarle a consolidar su victoria. Las implicaciones eran evidentes: era una oportunidad magnífica para que Rutgar obtuviera su propio feudo, y se convirtiera así en Rey Fronterizo por derecho propio.
Rutgar era valiente y un aventurero, por lo que no perdió ni un instante en considerar si debía aceptar la oportunidad que el destino, o el gran dios Sigmar, tan gentilmente le había concedido. El joven noble supo que había de aprovechar la ocasión, tanto si se la habían concedido los dioses, como si no. Al conocer la decisión de Rutgar de aceptar esta oportunidad, el satisfecho Conde permitió a su hijo elegir personalmente las tropas que debían acompañarle en el peligroso viaje hasta su nuevo dominio.
En el momento de elegir las tropas, el joven noble encontró entre las tropas y los ciudadanos de Wissenland numerosos voluntarios deseosos de acompañarle, todos ellos muy hábiles con las armas. Pronto consiguió organizar varios regimientos de tropas para su ejército. Rutgar también consiguió que le acompañaran algunos maestros albañiles para construir su castillo. Además, muchos ciudadanos, mercaderes y campesinos pobres se unieron a la expedición, dispuestos a convertir una tierra salvaje en campos de cultivo y construir pueblos prósperos en el nuevo y lejano reino de Rutgar.
En menos de un mes, al frente de una gran expedición, Rutgar partió para atravesar el Paso del Fuego Negro y adentrarse en la región conocida como los Reinos Fronterizos. Allí tenía que encontrarse con su benefactor, el Margrave Frederick, que le otorgaría su nuevo reino. Rutgar se permitió observar por última vez el lugar que había sido su hogar desde su nacimiento. Saludó lealmente a su orgulloso padre, y a continuación hizo girar a su caballo para dirigirse hacia el camino que debía conducirle a una nueva vida.
El sol brillaba en el horizonte, y las multitudes se agolpaban en las calles para despedir a la columna que lentamente desaparecía de su vista.
Guerra contra Grotfang[]
La misión de Rutgar y sus tropas era establecerse y construir un castillo, mientras él y sus tropas defendían a los colonos de los Orcos. Cuando la población estuviera adecuadamente fortificada, los campesinos podrían convertir esas tierras desoladas en fértiles tierras de cultivo. Finalmente se detuvo en la ladera de unas colinas.
En uno de los cerros, los trabajadores encontraron las ruinas abandonadas de una fortaleza orca, rodeada por los restos de una batalla. Era donde el Margrave Frederik asedió y derrotó a los Orcos de la tribu Garra de Hierro. Comprobando su importancia como posición defensiva en una zona de llanuras abiertas y vulnerables, se dispuso a reconstruir las ruinas. En las semanas posteriores al descubrimiento, se levantaron los cimientos del castillo sobre el mismo punto donde anteriormente se encontraba la fortaleza orca, y a su alrededor los asentamientos de una nueva población. Los humanos terminarían llamado a su nuevo hogar Rutgarburg, en honor a su comandante.
Sin embargo no todo resultó fácil para Rutgar ya que tuvo que vérselas con Grotfang Skab, Señor de la Guerra de los Garra de Hierro, que trataban de reclamar sus antiguos territorios que les habían sido arrebatados por el Margrave Frederick.
El primer contratiempo aconteció cuando algunos de sus trabajadores trataron de derribar los ídolos de los Dioses Pieles Verdes para usar la piedra para la construcción del castillo. Uno de los grotescos monolitos cayó encima de los trabajadores, y se temió que aquel incidente fuera un maligno portento de la deforme divinidad Orca. Rutgar tomó el control de la situación y ordenó que, de momento, nadie tocara los ídolos. La profunda fe en Sigmar de Rutgar se rebelaba ante la posibilidad de que esos malignos ídolos Orcos permanecieran allí, corrompiendo a su gente con su presencia. Envió mensajeros a Altdorf en busca de alguien que pudiera purificar sus tierras de la magia piel verde antes de volver a intentar destruir los monolitos.
Por otro lado, no dejaron de producirse escaramuzas entre sus hombres y los Garra de Hierro, ya sea sufriendo ataques sorpresa y emboscadas por parte de los Orcos y Goblins, así como realizando incursiones contra campamentos de Pieles Verdes nada mas eran detectados dentro de su nuevo feudo. Las fuerzas de Rutgar lograron salir vencedoras en varios de estos encuentros pero en otras fueron derrotadas, haciendo que Rutgar perdió a algunos de sus mejores oficiales y confidentes más leales.
Estos no fueron mas que los antecedentes de la corta pero sangrienta guerra entre los habitantes de Rutgarburg y los Garra de Hierro a lo largo del año 2390 del Calendario Imperial. Finalmente, Grotfang Skab logró reunir los suficientes orcos y goblins, formando una horda lo suficientemente grande para abalanzarse sobre el asentamiento humano antes de que pudieran completar sus defensas. Al ver la amenaza, Rutgar reunió rápidamente a sus tropas mientras la horda Piel Verde avanzaba inexorablemente hacia Rutgarburg.
Los que vino a continuación fue la Batalla de Rutgarburg. Fue la mas dura de todas las batallas luchadas hasta entonces. A pesar de las bajas sufridas, el ejercito de Rutgar logró imponerse al enemigo, logrando acabar con tres cuartas partes de la tribu de los Garra de Hierro y poniendo en fuga al resto, entre los que se encontraba el propio Grotfang Skab. Con esta victoria, la Tribu Garra de Hierro se vio obligada a emigrar al sur, y Rutgar pudo consolidar sus dominios y su gobierno sobre los salvajes territorios de los Reinos fronterizos.
Miniatura[]
Fuentes[]
- Campaña: Ídolo de Gorko, págs. 5, 6, 7, 8, 11, 14, 16, 18, 21, 22, 23, 34.
- Hoja de Escenario IV - La Batalla de Rutgarburg (Imperio).
- White Dwarf 28, pág. 66.