
Está predicho que está por llegar el fin del tiempo. En el Norte se extiende un poder sin igual. La mano del caos ha lanzado sobre el mundo una sombría inmensa e impenetrable, y no es posible desterrarlo ni derrotarlo.
Esta escrito que pronto las estrellas comenzarán a caer del cielo, y las lunas se volverán rojas como la sangre. Del corazón de la tormenta surgirán los ejércitos de los Dioses Oscuros. Los Patéticos príncipes y señores del mundo mortal reunirán sus insignificantes ejércitos; pero esto no les salvará. Los Señores del Caos caerán sobre ellos y los aniquilarán completamente.
Es la patética vanidad de los Mortales la que les hace creer que sus débiles aullidos y frágiles armas puede detener la llegara de la Noche. Porque ya es demasiado tarde, y hace eones se perdió toda esperanza. Se aproxima el momento de la Gloria Infernal, y no hay nada que pueda hacerse, excepto arrodillarse ante los Dioses del Caos mientras todavía hay tiempo. Pero hay que ser rápido, pues el tiempo hasta la llegada del Caos son unos meros latidos de corazón.
Y con el triunfo final del Caos toda la vida se marchitará, y se convertirá en un masa de aullantes almas perdidas, que soportarán durante toda la eternidad las formas en las que se convertirán por los caprichosos Dioses del Caos.