Herbert Harzert dirige la tienda Quesos de Calidad Herbert Harzert en la Altstrasse de Übersreik. Está orgulloso de llamarlo "la mejor tienda de quesos de Übersreik", aunque no tiene mucha competencia.
Recientemente se ha diversificado y ha comenzado a servir los quesos "elegantes" bretonianos que cruzan el Paso de la Dama Gris. Harzert prefiere los quesos curados, los quesos del Imperio, pero pretende que le gustan las nuevas y más suaves variedades bretonianas para aumentar las ventas.
Descripción[]
La propiedad es relativamente cara en la Altstrasse porque es una zona muy bulliciosa, y las tiendas pagan impuestos según la anchura de la fachada. Por lo tanto, la de Harzert, como todas las tiendas vecinas, es larga y delgada. La planta baja de la tienda está partida en dos por un amplio mostrador de madera. Por un lado, los clientes hacen cola para que les sirvan y pueden ver y oler toda la variedad de productos. Por otro lado, Harzert y dos o tres ayudantes, sus sobrinas y sobrinos, atienden a los clientes. La oficina de Harzert está situada en la parte posterior de la planta baja. Es un espacio desaliñado, con un par de escritorios y una pequeña caja fuerte para guardar la recaudación durante la noche. Hay montoncitos de correspondencia de proveedores de todo Reikland y Bretonia apilados al azar por todas partes.
Debajo del ajetreado taller se encuentra la fresca y húmeda bodega de Harzert, en la que almacena los quesos que aún no están lo suficientemente curados como para vender. El primer piso es donde vive Harzert, un viudo que perdió a su joven esposa hace un año. Su apartamento consta de un dormitorio, una cocina y un pequeño salón; no es que tenga muchos visitantes: el apestoso queso no es propicio para una conversación educada. Los dos pisos superiores se alquilan a inquilinos que llegan a sus apartamentos a través de una destartalada escalera en el callejón que hay detrás de la tienda. Una familia numerosa, dieciséis en total, vive en el segundo piso. Consta de la formidable Frau Dunschen, una viuda que vive apelotonada con sus once hijos, tres de sus cónyuges y dos nietos. Gustav Klosch, un artista, alquila el piso superior y soporta el ruido y el olor a queso por la calidad de la luz.