
Las Puertas Polares, también conocidas como "las Puertas Estelares", "las Heridas de la Realidad", "las Puertas del Cielo" y, a veces, simplemente como "las Puertas del Caos", eran portales enormes diseñados por los Ancestrales sobre los polos norte y sur del mundo. Los bárbaros humanos del norte del mundo conocen la puerta septentrional como "el Ojo del Norte", la morada de los dioses, un lugar temido y adorado por igual por los seguidores de los Dioses Oscuros.
En los extremos polares del mundo, más allá de los límites de la cordura y las leyes de la naturaleza, se encuentran las destrozadas puertas de los Ancestrales, que rezuman oscuridad y arrojan energías mágicas terribles: las mutantes y disformes energías del Caos. Son como una herida supurante, un desgarro en el tejido de la realidad, una puerta de entrada a otra dimensión.
Estas destrozadas puertas aparecen como fragmentos de inmensos anillos de piedra, capaces de empequeñecer las montañas a su alrededor en comparación. Estos fragmentos están cubiertos de runas de un poder inimaginable, capaces de brillar en la oscuridad en la que se encuentran, y con unas formas danzantes que alteran la realidad constantemente a su alrededor. Y en el centro de estos fragmentos, se encuentra un desgarro en la realidad, una puerta de entrada a los Reinos del Caos desde donde se derraman los Vientos de la Magia en el mundo, y terribles nubes de polvo de piedra de disformidad: energía mágica transmutada en estado sólido.
Historia de los Portales[]
Los Portales y los Ancestrales[]
Hace muchos miles de años, antes de la Era del Caos, el mundo fue visitado por la raza de los Ancestrales. Venían de más allá de las estrellas, de un lugar en el que regían un imperio cósmico que se extendía no solo por el espacio, sino incluso por el tiempo. Para ellos, la astronomía, la astrología, la ciencia y la magia eran una única disciplina, un todo. El poder tecnológico y mágico que tenían estaba a niveles divinos, hasta el punto que les permitían alterar el mismo tejido de la realidad a su antojo. Cada mundo de su imperio estelar estaba conectado a los demás mediante un portal. Algunos de esos portales eran pequeños, y por ellos un individuo podía viajar hasta lugares inconcebiblemente lejanos con un solo paso y en un solo instante. Otros portales, a menudo situados en el frío vacío del espacio, eran tan grandes que permitían pasar a naves del tamaño de lunas.
Durante los viajes de los Ancestrales a lo largo y ancho del universo, un mundo en concreto les llamó la atención. Un mundo en el que vieron un potencial único e ilimitado. Los Ancestrales decretaron que ese lugar tuviese un papel central en sus inescrutables planes, y a tal efecto crearon puertas estelares en ambos polos para facilitar un acceso fácil a esa nueva colonia.
Pasaron las eras y durante milenios los Ancestrales usaron los portales incansablemente para moverse por el universo y la realidad misma. Sin embargo, estos artefactos no eran perfectos y las energías que manejaban eran peligrosas. En torno a los Portales Polares habían empezado a manifestarse signos preocupantes. Después de todo, dichos portales daban a otra dimensión, y fue desde allí desde donde llegaron los problemas para el resto del mundo. En la locura sin fin de aquel reino sobrenatural que había al otro lado, multitud de criaturas infernales empezaron a agitarse, inteligencias malignas que acumulaban resentimiento por las constantes transgresiones de los Ancestrales.
La Ruptura de los Portales[]
El desastre llegó de manera súbita. Ya fuera debido a los ataques de sus enemigos o a un fallo estructural, los portales polares de los Ancestrales colapsaron. La maquinaria embrujada que los mantenía operativos fue destruida, y cayó sobre la tierra en una ardiente lluvia de metal estelar. De manera simultánea, los polos del planeta implosionaron, abriendo una brecha a la fantasmagórica dimensión que había más allá, y permitiendo que el Caos brotara desde ella. Meteoros de magia coagulada, una sustancia conocida como "Piedra Bruja", empezaron a caer dejando tras de sí extrañas estelas que incendiaban los cielos. El planeta tembló bajo los atronadores impactos de los aerolitos, algunos de los cuales abrieron túneles que se hundían en las entrañas de la tierra. Una capa de Piedra Bruja quedó flotando en el aire, provocando incontables atrocidades debido a sus propiedades mutantes. Los mares hirvieron y los bosques se estremecieron violentamente experimentando un grotesco crecimiento. Allí donde una vez había estado el portal del norte, palpitaba ahora una segunda luna, un satélite verde hecho de pura Piedra Bruja. Incontables criaturas retorcidas y deformes nacieron en un instante, elevando sus llantos de agonía hacia aquel enfermizo orbe.

Con el colapso de sus portales los Ancestrales desaparecieron, sin que se sepa que les ocurrió; y el desastre podría haber sido completo si los Slann, los principales ayudantes de los Ancestrales, no lo hubiesen evitado sellando buena parte de la brecha abierta en la realidad. Aún así, el desgaste producido por aquel esfuerzo fue tan grande que la mitad de los Slann murieron ayudando a sus maestros, sus cerebros terminaron fundidos por las energías del Caos. Además, pese a tal sacrificio solo fueron capaces de reducir la brecha, no de cerrarla ni de detener la marea de energía mágica que barría el planeta. Así fue como se esfumaron los Ancestrales, y tanto los Hombres Lagarto como las razas más jóvenes quedaron abandonadas para hacer frente por sí solas a un nuevo y diabólico enemigo.
Fue entonces cuando los Slann fueron capaces de percibir que había otra de las razas en el mundo que trataba de detener la marea de energías del Caos; eran los Elfos en la isla-continente de Ulthuan. Trataban de canalizar las inmensas energías corruptoras del Caos y drenarlas de nuevo fuera de la realidad, mediante un Gran Vórtice de magia vinculado a su propia isla. Los Slann intervinieron secretamente con el ritual; revitalizaron las energías mágicas de los hechiceros, estabilizaron el vórtice y reforzaron los encantamientos protectores ideados por los elfos. De esta forma, en un esfuerzo conjunto, la marea del Caos fue contenida en el mundo.
Las Puertas Polares y los Desiertos del Caos[]

Si bien es cierto que las energías del Caos en su forma más destructiva fueron contenidas, no desapareció la amenaza, ya que todavía existían las dos grietas en la realidad en los polos. Grietas que existen en la actualidad, milenios después de suceder la ruptura de los portales.
La grieta del sur, pudo ser relativamente contenida y la destrucción de su portal no tuvo un resultado tan catastrófico como su contraparte septentrional; aunque todavía activa, la amenaza que suponía se redujo al continente austral del mundo, a los llamados Desiertos del Caos del Sur. La grieta del sur es pequeña, pero las energías oscuras que ha ido derramando poco a poco con el transcurso de las eras ha terminado envenenando el continente más austral del planeta.
La grieta del norte, por otro lado, supone una amenaza creciente para el resto del mundo. Ubicada en los Desiertos del Caos del Norte (o comúnmente llamados solo como los Desiertos del Caos) la influencia de su poder es tremendamente inestable, y sufre de ciclos de expansión y decrecimiento fluctuantes que han ido a peor con el paso del tiempo. La destrucción del portal septentrional tuvo un resultado cataclísmico, no solo por la creación de Morrslieb por el exceso de masivas cantidades de las energías del Caos, sino también porque la grieta del norte permanece abierta de una forma que es en la práctica una enorme puerta hacia los Reinos del Caos, una herida en la realidad que amenaza con engullir el mundo entero.
A los Slann que todavía intentan contener las energías del Caos que se derraman por el mundo, cada vez les cuesta más tener bajo control a la grieta del norte, y el Gran Vórtice de los Altos Elfos cada vez drena más energías del Caos por ello, volviéndose más inestable en el proceso.