
Uno de los lugares más antiguos de Mordheim es la Plaza del Verdugo, que recibió su nombre por razones obvias. Las ejecuciones diarias atraían a la multitud, lo que hacía que el área estuviera ocupada y que los negocios de los alrededores tuvieran éxito. Ahora las horcas y los bloques de ejecución están desiertos entre los escombros.
Descripción[]
En los días finales antes de la destrucción de Mordheim, las cárceles estaban tan repletas de criminales que estos no cabían en el interior de sus muros. Los oficiales de la ciudad decidieron emprender una medida drástica y decretaron por ley que cualquier delito sería castigado con la pena de muerte. Por razones obvias, la medida supuso un aumento de las ejecuciones.
Se dice que "la miseria y la pena de la mano vienen" y los depravados ciudadanos de Mordheim disfrutaban viendo el sufrimiento de otros. Por esta razón, se congregaban en gran número para presenciar las ejecuciones públicas. Los oficiales, viendo la oportunidad de ingresar unas cuantas monedas en sus ya abultadas arcas, comenzaron a cobrar entrada al público que quería presenciar estas macabras manifestaciones públicas. Para mantener el interés de la multitud y su afluencia a la plaza, inventaban espantosas formas de despachar a los criminales.
Cuando sucedió el desastre, una ingente multitud se había reunido en la plaza para presenciar la ejecución de Gunther Griswald. Este ladrón insignificante iba a ser devorado vivo por gusanos. Al hallarse en plena calle, pocos espectadores sobrevivieron al desastre, y la mayor parte del barrio fue devastado.
Desde la caída de la ciudad, las numerosas víctimas de la Plaza del Verdugo, tanto culpables como inocentes, han regresado como espíritus inquietos ansiosos por descargar su eterna ira contra cualquiera que deambule por la plaza o cerca de ella. Se manifiestan como ráfagas de viento concentradas y violentas, cuyos aullidos son sus gritos de rabia.
Fuentes[]
- Antigua pagina web de Games Workshop.
- White Dwarf 315 (Edición inglesa), pág. 67.