Wiki La Biblioteca del Viejo Mundo
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Compañía del Leopardo de Leopold

En las tierras atrasadas por la guerra de Tilea, los soldados blanden lanzas largas y pesadas, casi el doble de largas que una lanza normal, más largas incluso que una lanza de caballería, llamadas Picas. Una de las armas preferidas de los regimientos mercenarios, ideales para combatir contra la caballería pesada, los soldados clavan la pica en el suelo y esperan a que el enemigo que carga se empale en la afilada punta.

Las picas de Tilea sobrepasan casi todas las armas de combate cuerpo a cuerpo, ya que pueden hacer ataques cuerpo a cuerpo pero sólo contra oponentes a 6 metros de distancia. Contra oponentes que estén más cerca, las picas son inútiles y los piqueros suelen soltarlas para usar armas de mano cuando luchan de cerca.

Descripción[]

La pica no es una arma elegante ni resulta fácil de usar, pero su simplicidad y funcionalidad habían merecido el respeto de generales y filósofos por igual; estos últimos la elogian por su honradez y ausencia de malicia, y afirmaban que, junto con la espada corta, eran las únicas armas adecuadas para que las usara un gentilhombre. Los primeros la apreciaban porque comprendían su potencial estratégico y por el hecho de que las hileras de piqueros podían mantenerse firmes contra casi cualquier otra fuerza en el campo de batalla.

Legión Perdidos

Para ser un arma tan simple, su desarrollo e historia eran largos. Tenía su origen en Tilea, donde los ejércitos de las ciudades-estado habían usado lanzas e instrumentos de asta larga como armas principales desde los tiempos de los Remanos. No obstante, fueron los mercenarios de los Reinos Fronterizos quienes reconocieron el auténtico potencial de la pica, la adoptaron y la hicieron temida a todo lo ancho del Viejo Mundo. Eso había sucedido varios siglos antes, en unos tiempos en que la caballería pesadamente acorazada conformaba la parte más poderosa y respetada de cualquier fuerza militar, y sus miembros eran los señores indiscutidos de cualquier campo de batalla. Después de que los mercenarios demostraran que una formación en cuadro de piqueros no sólo podía resistir la carga de todo un destacamento de caballeros montados, sino que, de hecho, podía desbaratarla, la forma de los ejércitos del Imperio y el talante de sus guerras cambiaron para siempre.

La simplicidad del diseño de la pica es engañosa. Se trata de un asta de madera de fresno de entre cuatro metros y medio y seis de largo, y menos de cinco centímetros de grosor. Un extremo era romo, y el otro estaba rematado con acero; éste constituía la pica propiamente dicha, con forma de hoja de daga y de hasta cuarenta y cinco centímetros de largo, de punta aguda y ambos filos amolados con el fin de que pudiera ser usada tanto para cortar como para estocar.

En el campo de batalla, debido a la gran longitud de la pica, esta puede pasar por encima de tres filas de soldados (los hombres que están detrás pasan las picas por encima, o entre los soldados que están en la parte frontal), aunque si la unidad es la que carga su efectividad se ve reducida, ya que las filas posteriores deben levantar las picas para poder avanzar. Cuando se enfrentan contra caballería, los Piqueros cierran filas y forman un impenetrable muro de de puntas afiladas, por lo que los caballos son muy reluctantes a acercarse a estos puercoespines de acero, y son mantenidos a distancia.

The Alcatani

Con todo, es un arma engorrosa, y no sólo en el combate. Si se la llevaba en posición horizontal, vibraba de modo incómodo en la mano, al ritmo de los pasos del portador, y golpeaba los muslos de cualquiera que caminara cerca de ella; si se la llevaba en posición vertical, chocaba con las ramas de los árboles. Es demasiado larga para que pudiera ser arrojada con la más leve precisión, o para que se usara como lanza corta o arma de lucha cuerpo a cuerpo por cualquiera que no fuera un experto, aunque éstos existían.

La pica es una gran igualadora. Convertía a un campesino en el igual de un noble montado y acorazado. La clave para usarla era la disciplina: un piquero solitario que tuviera algo de destreza y un poco de suerte podía derribar a un jinete; pero cuando formaba con varios centenares de sus compañeros un cuadro de cuatro hileras, y todos bajaban las picas para crear un bosque de astas rematadas de acero para proteger filas de arqueros o artilleros situados detrás, ese hombre, antes solitario, podía resistir casi cualquier cosa. La longitud de las picas hacía que varias hileras de hombres pudieran bajar sus armas a un tiempo. Apoyando el extremo romo en la tierra, con las primeras hileras de hombres arrodillados y sujetando las astas de las picas en un ángulo de alrededor de veinte grados, presentaban al enemigo una masa impenetrable de feroces hojas de acero, todas apuntando a su garganta.

Había que estar mucho más que loco para cargar frontalmente contra una formación en cuadro de piqueros, ya fuera a pie o a lomos de un caballo: había que ser un suicida. Las espadas a dos manos y las pesadas armas romas como los martillos de guerra podían partir algunas de las astas, pero no las suficientes, y la mayoría de los piqueros llevan espadas cortas para herir a los pocos que penetraban la barrera de picas. Cualquier atacante cargado con una armadura lo bastante pesada como para protegerlo de las hojas de acero resultaba lento y se convertía en blanco fácil para los arcos largos, las ballestas o las pistolas que a menudo protegen los extremos de la formación de piqueros.

Compañía del Leopardo 02 por Kenson Low

Además, la pica no es un arma enteramente defensiva. Con entrenamiento, disciplina y oficiales que supieran lo que hacían, una fuerza de piqueros bien organizada podía ejecutar cargas propias contra grupos de soldados que avanzaran lentamente. Incluso pese a los avances bélicos que había visto el Imperio, como los tanques de vapor, las máquinas de los enanos, la magia de los elfos y los extraños artilugios de los skavens, había una verdad que permanecía inalterable: casi la única cosa que podía ponerse a la altura de una formación en cuadro de piqueros en el campo de batalla era otra formación en cuadro de piqueros.

También había desventajas en el uso de la pica. Sus portadores necesitan espacio para maniobrar y tiempo para entrar en formación. Algo tan insignificante como un terreno irregular podía desbaratar la formación de piqueros y hacerlos vulnerables, y si sus flancos no estaban adecuadamente defendidos, quedaban expuestos a los ataques laterales. Si les tendían una emboscada, los sorprendían o eran un grupo pequeño, resultaban inútiles. Las picas dependían de la cantidad y la densidad para ser eficaces, y no reaccionaban con rapidez al flujo de cargas de una batalla ni a los ataques procedentes de varias direcciones. Mientras que las picas podían desbaratar una carga, se veían en problemas si eran objeto de un ataque concertado; una vez que en el cuadro se abría una brecha, éste se deshacía y caía hacia fuera alrededor de la brecha, como se desploma un acantilado ante la acometida del mar embravecido.

Fuentes[]

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