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Mas allá de las ciudades crecientes del Imperio, se encuentra la provincia de Ostermark. Situada en la frontera más al este del Imperio, Ostermark está tan alejada geográficamente del epicentro urbano del Imperio como lo está mentalmente. Se trata de una de las mayores provincias imperiales y es una tierra en la que predominan los campos ondulados y las llanuras baldías, el paradigma de las llanuras salvajes donde el espíritu de la ciudad es un alienígena y un intruso inesperado. Es una tierra rural y sus habitantes poseen un modo de pensar bastante solitario e independiente. Ostermark está llena de comunidades muy extendidas, principalmente compuestas de granjas aisladas y pequeñas aldeas cerradas, por lo que no comparte la cultura cosmopolita de muchas de las provincias vecinas.

Ostermark es un estado rural cuya economía se basa casi exclusivamente en la agricultura. Las demás provincias se burlan de los ostermarkeses por su modo de vida primitivo en comparación con el suyo, pero, pese a ello, los habitantes de la región son guerreros hábiles y valerosos. Ostermark es una tierra lúgubre e inhóspita que alberga el Bosque del Grifo, las Marismas Sombras y el tres veces maldito Bosque de los Muertos hacia el sur. Las ruinas malditas de Mordheim se alzan cerca de ese bosque y todo el que tiene dos dedos de frente evita acercarse a esa zona. Entre el Bosque de los Muertos, Hel Fenn y la Hondonada de la Muerte se alza la ciudad de Essen, que tiene la reputación de ser la población más embrujada del Imperio.

Ostermark limita al norte con Kislev y las tropas de Ostermark viajan regularmente hacia el Norte para ayudar a sus vecinos, con lo que son las que tienen más experiencia en la lucha contra el Caos de todo el Imperio. Ante las incursiones de los No Muertos y del Caos, los habitantes de Ostermark se han hecho firmes y decididos. Sus blasones incluyen imágenes de grandes victorias y poder militar, símbolos del espíritu humano conquistando a los adversarios más maléficos.

La Región[]

Ostermark está en el extremo oriental del Imperio, donde termina la autoridad del Emperador en las fronteras de la salvaje Kislev y los reinos enanos de las Montañas del Fin del Mundo. Es una tierra sombría y siniestra de vastos páramos situada entre dos de los brazos del Gran Bosque. En invierno las nevadas la cubren con un manto blanco, mientras que el deshielo primaveral convierte la mayor parte de sus caminos en sucios lodazales. Incluso en verano el sol aparece débil y vacilante, como si no estuviera seguro de estar donde debe.

Ostermark es una tierra vasta y extensa aunque esencialmente llana, dominada por campos y zonas de pasto, ocasionalmente interrumpidas al Este por alguna colina de poca altura u afloramiento rocoso, meros precursores de las enormes montañas que se levantan más allá. Estos campos suelen estar delimitados por arbustos naturales y muros de piedra que sirven para delimitar el alcance de las tierras de un granjero y el comienzo de las siguientes. Los bordes de sus campos los marcan los Grandes Bosques, que forman una barrera natural entre Ostermark y Talabecland, su principal estado vecino, donde se encuentra la ciudad de Talabheim. Este paisaje bajo y árido es el ideal para el asentamiento de comunidades granjeras. Sus tierras son fértiles y gozan de frecuentes lluvias y veranos calurosos. El suelo de Ostermark es adecuado para la agricultura (la principal actividad comercial) y los miles de granjeros que habitan en estas tierras comercian con el excedente de sus cosechas en las dos ciudades principales de Ostermark: Bechafen y Badenhof. Las carreteras de Ostermark son construcciones rudimentarias, a menudo llenas de sucias vías que sirven de paso a las carretas de los granjeros, carros y viajeros a pie. Son caminos marcados por las pisadas distinguibles a kilómetros si hace buen día y normalmente no suele haber un alma en ellos dada la naturaleza aislada de la población de Ostermark.

Ostermark está dividida en cuatro regiones principales. Al norte está el brazo del Gran Bosque conocido localmente como el “bosque del Grifo, que corre paralelo al Talabec Superior y en el que se encuentra la capital, Bechafen. Al sur, a lo largo de las orillas del Stir, todo el tramo del Gran Bosque próximo a Essen recibe el nombre de Bosque Muerto, pues en él se halla la ciudad muerta de Mordheim. Entre estos dos brazos pero al sur del río Brunwasser están los páramos centrales, una vasta extensión de lomas bajas, ciénagas y lagos poco profundos. escasamente habitada a excepción de los rebaños de ovejas y de algunas aldeas dispersas. Al norte del Brunwasser, entre las Montañas del Fin del Mundo y el margen del bosque del Grifo, hay grandes trechos de praderas ondulantes. Estas tierras son muy apropiadas para la cría de caballos, y a menudo han sido motivo de disputas entre los ostenmarkenses y sus vecinos kislevitas.

El bosque del Grifo que rodea Bechafen es desde hace mucho tiempo el núcleo de la vida política y económica de Ostermark, especialmente desde que la vieja capital de Mordheim fuera destruida en el año 1999 CI. Las principales exportaciones de la región son madera y botes fluviales; estos últimos se construyen a menudo en el mismo sitio donde se han talado los árboles en esa temporada.

Los troncos flotan río abajo hasta Bechafen procedentes de lugares tan alejados como Fortenhaf y Remen en la capital. Los constructores de barcas experimentados fabrican naves que están consideradas las mejores de todo el Imperio. Al ser menos peligroso que otras zonas forestales, el bosque del Grifo alberga muchas aldeas y parajes aislados, y en sus profundidades hay ruinas de antiguas aldeas y hasta pueblos pequeños. Desde el estallido de la guerra, el extremo oriental del bosque del Grifo por debajo de Fortenhaf se ha convertido en el hogar de refugiados kislevitas que han huido de la devastación de sus tierras. Los forajidos y los piratas de río son un problema aquí, y el gobierno de Bechafen se está planteando la posibilidad de enviar fuerzas en ayuda del margrave Röntgen para restaurar el orden.

Los ostermarkenses evitan en gran medida el Bosque Muerto al sur. El tráfico entre Krugenheim (Talabecland) y Essen o Karak Kadrin en las montañas de más allá discurre por el Stir, o bien da un rodeo a través de los Páramos Desolados. El bosque tiene una espantosa reputación desde la destrucción de Mordheim. Está deshabitado, y muy pocos se adentran en él por voluntad propia. Los lugareños juran que por las noches pueden oír gritos procedentes del bosque, y que todo el que entra en él sale loco y mutado (si es que consigue salir).

Algunos lo achacan a la cólera de los dioses, otros a los extraños poderes de la piedra que cayó del cielo aquella noche legendaria; sea cual sea la razón, ahora no vive nada natural en este bosque. A veces se escapa alguna cosa de él y siembra la destrucción en granjas y aldeas, hasta que al fin los aterrados pueblerinos lo rastrean, le dan muerte y luego queman su cadáver en el acto. El año pasado tuvo lugar en Essen un incidente particularmente horrible: una banda de cinco mutantes echó abajo las puertas del pueblo y masacró a una docena de aldeanos antes de ser eliminada. Tras examinarlos, los lugareños los reconocieron como un grupo de aventureros que se habían adentrado en el bosque el año anterior en busca de tesoros, y del que no se había tenido noticia alguna... hasta aquella noche.

Los Páramos Desolados ocupan la zona central de la provincia y comprenden la Hondonada de la Muerte al sur. Ambas zonas están poco pobladas, y los pueblos y aldeas se hallan casi todos junto a los ríos. En los Páramos es común el pastoreo de oveja aunque también hay pequeños rebaños de vacas lecheras. El paisaje está salpicado de granjas y casas aisladas, habitados por los pastores y arrendatarios que prefieren su soledad y que solo visitan el pueblo de vez en cuando, incluso menos de una vez al año. La Hondonada de la Muerte es un caso aparte; físicamente es muy parecida a los Páramos Desolados, pero tiene una reputación mucho más peculiar.

El Pastizal es el nombre que reciben las praderas del nordeste, unas extensas llanuras situadas entre el bosque del Grifo y las Montañas del Fin del Mundo. En ellas los ostermarkenses crían manadas de caballos marcados con los símbolos de sus dueños. Los caballos de Ostermark son famosos por su tamaño y su potencia, y muchos compradores acuden desde muy lejos al mercado de Heffengen para añadirlos a sus establos. La presión de los refugiados kislevitas que pretenden asentarse en el Pastizal ha provocado movimientos para convencer al Canciller Hertwig y el Consejo de Ostermark de enviarlos de regreso a sus propias tierras.

Mapa[]

Lista de Condes Electores de Ostermark Conocidos[]

Nombre Cronología Datos
Adelhard Poco claro, alrededor del 1. C.I Rey de los Ostagodos.
Leopold Steinhardt Poco claro, décadas antes de 1999. Padre de Amadeus, gobernó desde Mordheim.
Amadeus Steinhardt Poco claro, alrededor del 1999. Se recluyó en su palacio en Mordheim durante el desastre, mutando a causa de la Piedra Bruja.
¿? ¿? Aproximadamente hasta 2282. Padre de Stefan Von Kessel, falsamente ejecutado junto a su familia por adoradores del caos por Otto Gruber.
Otto Gruber Poco claro, alrededor de 2282 a 2302. Cultista secreto de Nurgle.
Stefan von Kessel Poco claro, poco después del 2302. Derrota a Otto Gruber tras descubrir que era adorador del caos.
Wolfram Hertwig ? - Presente. Actual Conde Elector.

La Gente[]

Ostermark ha sido desde hace mucho una avenida para las conquistas, ya sea para los invasores que atacan al Imperio o para los ejércitos imperiales que marchan hacia Kislev. Colonizada originalmente por una tribu menor, denominada ostagodos, la región sufría frecuentes ataques por parte de orcos, goblins y trolls antes de los tiempos en que Sigmar fundó el Imperio. Los ostagodos eran firmes defensores de sus hogares y sus aldeas fortificadas, y aprendieron a valorar la colaboración entre clanes al darse cuenta de que eran más fuertes unidos que separados. Esto les hizo más receptivos al llamamiento de Sigmar a la unidad, Y los ostagodos contribuyeron con una poderosa fuerza de soldados con hachas al ejército que combatió con el Paso del Fuego Negro. Una vez concluida la batalla, su líder Adelhard acepto el título de Conde Elector con una carcajada y le comentó a Sigmar que su victoria había sido "vaticinada por las estrellas". Esta broma aún se recuerda en la heráldica de la provincia: una estrella y el "grifo victorioso" con una corona.

De regreso a casa, Adelhard y sus hombres hicieron esposas y amantes de entre las gentes de Averland, Stirland y Talabecland. Estas mujeres fueron las primeras de muchos linajes nuevos que aparecieron en la región ahora conocida como Ostermark, o “marca oriental”, por su presencia en la frontera. A esta mezcla hubo que añadir elementos ungoles durante las invasiones de mediados del siglo XVIII que trajeron una cultura de cría de caballos a la región ostermarkense del Pastizal. Los Kislevitas también cruzaron la frontera, aunque más como colonizadores que como conquistadores, pues huían de la crueldad del zar o de desastres naturales como hambrunas o sequías. Todos estos elementos se combinaron para dar forma a un pueblo que, aunque sigue siendo reconocible como imperial tanto en cultura como en idioma, muestra diferencias respecto a sus parientes occidentales.

Personaje Kislev por zhangji

Los ostermarkenses tienden a ser robustos y fornidos, y su mirada suele revelar la herencia oriental de los ungoles de antaño. Los hombres son dados a lucir bigotes largos y gruesos sin barba, y un gorro de piel de visera alta que sustituye a los elegantes sombreros flexibles del resto del imperio. Las mujeres llevan el pelo suelto si son solteras, o en una larga trenza atada a la parte trasera de la cabeza si están casadas. Debido al frío clima, los ostermarkenses suelen vestir varias capas de ropa con un estilo que parece poco corriente o pasado de moda para los habitantes de otras regiones del Imperio.

Los ostermarkenses son almas vibrantes a las que les encantan la vida, los caballos, el vodka y el baile; ésas son sus mejores cualidades. Sus mujeres en concreto son famosas por su fuerte genio y su naturaleza apasionada. Más de un reiklandés petimetre ha acabado tirado semidesnudo en el Pastizal tras intentar seducir a una doncella de Ostermark (y a menudo a manos de la propia doncella).

Sin embargo, muy pocos imperiales se fijan en este aspecto de la naturaleza ostermarkense. La mayoría sostiene que los oriundos de Ostermark son medio kislevitas, medio campesinos y completamente desabridos. Conocidos por sus largas parrandas alcohólicas, sus elaborados funerales, y combinaciones de ambos, mucha gente teme preguntarle a un ostermarkense cómo le ha ido el día por miedo a tener que escuchar un deprimente monólogo. Sus defectos son que los ostermarkenses muestran una obsesión casi teatral por la muerte y sus entresijos. Las mujeres no suelen volver a casarse tras enviudar, ya que ningún marido ostermarkense permanecería en el reino de Morr sabiendo que hay otro hombre con su mujer. El miedo a los fantasmas hace que los exorcistas y los sacerdotes de Morr sean bienvenidos en toda Ostermark, y los carpinteros tienen trabajo constante fabricando los elaborados ataúdes tan comunes en esta provincia. Para un ostermarkense, esta tradición de amargura extravagante es natural. Al venir de una provincia que es atacada, destruida y saqueada con regularidad, comprenden que la muerte es una parte normal de la vida.

El pueblo de la Liga de Ostermark venera a todos los dioses del Imperio, pero tienen un mayor aprecio a Ulric, Morr, Sigmar, Taal y Rhya. Los círculos de piedra de la Vieja Fe fueron tomados hace mucho por los sacerdotes de Taal, y en Bechafen se halla el templo sigmarita más grande del este ahora que las fuerzas de Archaon han arrasado Wolfenburgo. Fue aquí a donde huyó el lector sigmarita de Wolfenburgo cuando cayó la ciudad, aunque algunos murmuran a sus espaldas que debería haber muerto en su puesto.

Los ostermarkenses tienen buenas relaciones con los enanos de Karak Kadrin, tanto por compartir su aprecio por Sigmar, como por la amenaza mutua de Sylvania a la que ambos se enfrentan, como también por la reciente invasión de Crom, el lugarteniente de Archaón, a través del Paso de los Picos. El Canciller Hertwig ha reunido al ejército de Ostermark en Eisenstal para hacer frente a esta amenaza pero, aunque les han llegado rumores de la derrota del rey Ungrim, aún no hay ni rastro del ejército de Crom.

Como la gente de Ostland, los ostermarkenses tienen toques kislevitas en su lenguaje. Hablan el Reikspiel con un peculiar acento: por ejemplo, redondean mucho las vocales y pronuncian la “d” suave como “d” fuerte, algo que se suele utilizar en muchos chistes para reírse de los ostermarkenses. A diferencia de los ostlandeses, poseen una cualidad musical en su lenguaje. Utilizan frecuentemente palabras arcaicas olvidadas en el resto del Imperio, al igual que préstamos lingüísticos del kislevita. Su acento es fácil de imitar, ya que es muy característico, y los nobles borrachos suelen emplearlo en las fiestas para dar un espectáculo cómico.

Expresiones[]

  • "Le rajé de la cerviz al corvejón" - Casi lo parte por la mitad.
  • "Mujer cuervo" - viuda.
  • "Sobre la bandeja de Morr" - en el campo de batalla.
  • "Se casa de noche” - es viuda (viene de la creencia de que Morr permite a las viudas diligentes reunirse con sus maridos en sueños).
  • “Boyante” - un cadáver encontrado en un río.

Lugares de Interés[]

Uniforme y Heráldica[]

Los colores de Ostermark son el púrpura y el amarillo, y la heráldica estatal es una mantícora coronada. Éste conmemora la famosa leyenda del primer Conde Elector de Ostermark, que derrotó a una de estas bestias cerca de las Montañas del Fin del Mundo.

Ante las incursiones de los No Muertos y del Caos, los habitantes de Ostermark se han hecho firmes y decididos. Sus blasones incluyen imágenes de grandes victorias y poder militar, símbolos del espíritu humano conquistando a los adversarios más maléficos.

Fuentes[]

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