Los miembros de esta orden (la mayor de todas las órdenes marciales de Verena) se ven a sí mismos como agentes de la ley. El deber más habitual de esta orden es proteger los templos y dignatarios de Verena. Sus miembros suelen emplearse para custodiar prisioneros antes de un juicio, o para proporcionar seguridad adicional en un tribunal durante procesos especialmente delicados.
Pero los miembros de esta orden no son sólo meros guardias, y pueden ser llamados para empuñar activamente la espada de la justicia. En este papel ayudan a cumplir las sentencias de los sacerdotes vereneanos, haciendo justicia a golpe de espada o luchando contra los agentes de la tiranía. En tiempos de guerra o cruzadas, marchan junto a las demás órdenes de caballería.