
Numas, la Ciudad de los Escarabajos, es una ciudad de la antigua Nehekhara edificada en el noroeste del reino, cerca de las fronteras de las Tierras Yermas habitadas por los pieles verdes. Es parte del imperio de los Reyes Funerarios y ha tenido una historia accidentada.
Historia[]
La ciudad fue construida antes de la llegada de Settra, cientos de años atrás, por el rey Khesek, lo que la hace una de las primeras ciudades humanas construidas. Se encuentra cerca de Khemri, un poco al norte del Gran Río Mortis. Fue fundada debido a su proximidad a lo que anteriormente se denominaban las Tierras Fértiles, un vasto territorio situado entre el Gran Río Vitae (ahora el Mortis) y el Río de Oro (actual Río de Ceniza). Esta ubicación alentó su fundación y su gente tuvo alimentos en abundancia, y durante siglos, Numas fue la principal productora de comida en Nehekhara, suministrando grano a la mayor parte de las ciudades, lo que le reportó gran influencia.
Sin embargo Numas era una ciudad norteña; las ciudades norteñas de la antigua Nehekhara tenían un carácter más militarista que el resto al tener que enfrentarse constantemente a la amenaza de invasiones por parte de los pieles verdes y tribus del norte. Numas estaba rodeada de impresionantes murallas, era la ciudad más grande del norte y se dice que todos sus ciudadanos tenían que servir en el ejército del rey. Existen documentos que certifican la presencia de ciudades más al norte, pero nadie puede asegurar qué fue de esos reinos tras la caída de Nehekhara.
Durante su reinado, Settra conquistó Numas y obligó a sus gobernantes a pagarle tributo. Tras su muerte, se rebeló contra el gobierno de su antiguo señor y tuvo éxito en la obtención de su independencia. En los siglos subsiguientes, Khemri y Numas estuvieron en guerra constante, tratando de conquistarse la una a la otra. Numas fue conquistada en varias ocasiones, solo para rebelarse poco después.

Durante este periodo, muchos fueron los reyes y príncipes destacados en Numas. Uno de ellos era el rey Rahmohtep, conocido como el Rey Escarabajo, que luchó contra Rakaph III y después contra la reina Rasut, de la Segunda Dinastía de Khemri, hasta ser asesinado por un familiar. Otro fue el acaudalado rey Ahken, que tuvo la desgracia de enterrar a su hijo Tutankhanut, muerto en una cacería. Otro más detestado es el Príncipe Apophas, quien en el año -1563 CI, en su deseo por hacerse con el trono de Numas, asesinó a toda su familia, acabando con el linaje real. El pueblo se rebeló contra él y le ejecutó, no sin antes maldecirlo por toda la eternidad.
Cuando Nagash se hizo con el control de Khemri, las ciudades de Numas, Lahmia, Zandri, Mahrak, Lybaras y Rasetra se aliaron para liberar a la tierra de su tiranía. Después de que Nagash fuera derrotado y la ciudad de Khemri saqueada, esta alianza se fracturó y las ciudades volvieron a luchar unas contra otras. Más tarde, en la Sexta Dinastía, bajo el reinado de Alkhazzar I, Numas fue conquistada por Khemri de nuevo. A partir de entonces, sería una parte del reino de Khemri para siempre.
Después del despertar, los Reyes Funerarios de Numas lucharon entre ellos para hacerse con el poder. Ninguno podía superar a otro hasta que Settra despertó y asumió el control, enviando a todos los reyes menores de vuelta a sus tumbas a la espera de su llamada.
Actualidad[]
Actualmente la ciudad está gobernada por el Príncipe Tutankhanut y bajo su gobierno, Numas ha vuelto a la vida y los cultivos prosperan alrededor de los muros de la ciudad. Es un lugar maravilloso y, después de varios siglos, las pirámides han recuperado su antigua magnificencia y actualmente está habitada por vivos de nuevo. Los Escitanos son una tribu nómada del desierto que llegó a Numas para adorar a su dios. Piensan que el príncipe de Numas es una manifestación de su dios y por eso dedican la vida a su servicio. Cada día se dirigen a las necrópolis para proteger las tumbas de todo aquel que pretenda profanarlas.
El príncipe gobierna tanto a los vivos como a los muertos y ambos grupos viven en armonía. Estos nómadas patrullan por el desierto y advierten al Príncipe Tutankhanut de cualquier intrusión en su reino. A cambio, los nómadas pueden habitar esta ciudad protegidos por soldados que nunca duermen. Cuando el Príncipe va a la guerra, sus carros son tirados por caballos escitanos de pura sangre, y vivos y muertos luchan codo con codo. Se dice que, cuando muere un nómada escitano, su cadáver se abandona en el desierto para que los carroñeros den buena cuenta de él. Cuando han transcurrido cuarenta días, su esqueleto se lleva a Numas para que sea preparado para el despertar y pueda servir al Príncipe como lo hizo en vida.