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Hechicero Brillante por Dave Gallagher

Cada ocho años, representantes de los Colegios de la Magia en Altdorf se reúnen para decidir cuál de ellos reinará como Patriarca Supremo. Por este motivo, se celebra una competición feroz de magia en la que los hechiceros gladiadores se enfrentan para derrotar a sus rivales. Durante una de estas competiciones, las rivalidades entre los Colegios de la Magia se deterioraron hasta alcanzar el punto de violencia abierta, y una tormenta de magia se desató sobre Altdorf llevándolo al borde de la aniquilación.

En 2415 CI, el actual Patriarca Supremo Alric se preparó para defender su posición en el duelo del octenario. El resentimiento y la desconfianza que existía entre los diferentes Colegios de la Magia los llevó al borde de la ruptura. De hecho, el Emperador de la época, el incompetente Dieter IV, avivó intencionadamente el fuego de la paranoia y los celos entre las Órdenes, ya que encontraba las pequeñas rencillas entre los Hechiceros un pasatiempo la mar de divertido. Cuando el concurso octanual de magia comenzó, cientos de Hechiceros levantaron sus báculos para ajustar cuentas con aquellos que creían que los habían insultado. Con tantos rivales, las pruebas no se limitaron únicamente a la Sala de Duelos.

El Salón de Duelos en la Torre de Volans estaba abarrotado, y los hechiceros atestaban las calles, y, a medida que los ánimos se caldeaban, muchos hechiceros de batalla trataron de aprovechar la ventaja luchando desde Fulcros de poder situados dentro de sus Colegios. Para colmo, la batalla arcana no se limitó a los duelos entre las diferentes Órdenes. De hecho, gracias a un astuto golpe de estado, el Patriarca de la Orden de la Luz, Cornelius Quintscher, fue raptado y encarcelado en un laberinto de cristal por el Gran Luminarca Horx, más tarde conocido con el apodo del "Aspirante Blanco", que asumió el título de Patriarca. Borracho de poder, Horx solo buscaba los medios para desafiar al Patriarca Supremo Alric y, desesperado, irrumpió en las bóvedas situadas bajo la Sala de Duelos y abrió el Libro de Volans para extraer los secretos de la magia pura. En un instante, su cordura se hizo añicos y una furiosa tormenta de magia se desencadenó sobre Altdorf.

Los hechizos se precipitaron desde el cielo. Los rayos mágicos de poder abrieron brechas en todo Altdorf y las columnas de fuego líquido causaron estragos en los Colegios de la Magia. Creyendo que estaban sufriendo el ataque de sus rivales, las Órdenes de Magia respondieron con todo el conocimiento de los Saberes que tenían a su disposición. Hechizos, artefactos y máquinas de guerra que no se habían usado durante una generación se pusieron en funcionamiento y, en cuestión de segundos, el cielo se iluminó con bolas de fuego, rayos y destellos de luz multicolor. Ya no se trataba de una prueba de habilidad, sino de una auténtica guerra de magia. Barrios enteros de Altdorf ardieron mientras los Hechiceros Brillantes arrojaban llamas y los Luminarcas de Hysh lanzaban rayos de luz abrasadora a través de la ciudad. Como si se rebelase contra de la conflagración, el Colegio Jade pareció cobrar vida y los árboles trataron de estrangular a todos los hechiceros rivales que acaban a acercarse. Los Hechiceros Ámbar se precipitaron a lomos de Grifos sobre las imponentes torres del Colegio Celestial y, gracias a los vínculos que tenían con la tierra, sometieron bajo su voluntad a las criaturas encadenados traídas de las profundidades del Drakwald y asaltaron las Puertas Celestes desde abajo. Los Astromantes se defendieron del ataque con la furia de los cielos, golpeando a bestias, monstruos y Hechiceros por igual con toda la de las tempestades enfurecidas y los meteoritos arrojados.

Mientras la noche avanzaba, la situación de los Colegios era cada vez más desesperada. Los Hechiceros Dorados transmutaban calles enteras en plata, usando piedras doradas para sobornar a los mercenarios y bandidos para que luchasen por ellos. Los Caballeros del juicio, que debían juramento de fidelidad al Colegio Gris, cabalgaron a instancias de su patriarca, y los sellos arcanos grabados en sus armaduras los transformaron en avatares de humo y sombra. Albrecht Hauptman de la Orden Amatista, incluso invocó a espectros No Muertos para que luchasen contra sus enemigos, pero muchos dentro de su Orden lo tildaron de Nigromante y el Colegio se vio envuelto en luchas intentas, mientras espectros y fantasmas inundaban las calles para alimentarse de las almas de la población acobardada de Altdorf.

Viktor Helmgart, el Gran Teogonista, sabía que a menos que esta locura se detuviese pronto, no quedaría nada que salvar en Altdorf. Tomando cartas en el asunto, reunió a todos los soldados y cazadores de brujas capacitados que pudo y se dirigió con ellos a la Sala de Duelos. Helmgart rompió las grandes puertas arcanos de la sala de un solo golpe de su martillo de guerra y, cuando el Teogonista y sus guerreros irrumpieron en la sala vieron a Horx, farfullando insensateces mientras los ocho Vientos de la Magia bailaban en la punta de sus dedos. Los primeros soldados en avanzar para detener a Horx se vieron envueltos en una corona de magia mientras el Hechicero Blanco desataba todo el espectro de la magia contra ellos. Cada segundo que pasaba dejaba a una veintena de soldados muertos y solo cuando Helmgart se situó ante el hechicero y pronunció una sola palabra de justicia en nombre de Sigmar que se detuvo la embestida mágica de Horx. El Aspirante Blanco se vio sorprendido durante una décima de segundo, y en esa pausa un fuerte crujido resonó en todo el Salón de Duelos y seguidamente Horx se desplomó en el suelo cuando una bala hechizada de un Cazador de Brujas le impactó en la parte posterior de la cabeza.

Una columna enorme de magia emergió del cadáver de Horx y atravesó el techo de la Sala de Duelos antes de separarse y acabar decorada por los Fulcros de poder en los que se mantenían erguidos durante el duelo los Patriarcas. La mayoría cayeron muertos allí mismo, con sus cuerpos destrozados por la potencia del vórtice. Solo Alric y el encarcelado Patriarca del Colegio de la Luz Cornelius Quintscher sobrevivieron al impacto mágico, y bajo la mirada escrupulosa del Gran Teogonista se dedicaron a la reconstrucción de los Colegios de la Magia, introduciendo salvaguardas para evitar que eventos cataclísmicos como el de la Noche de los Mil Duelos Arcanos volvieran a ocurrir. El Culto de Sigmar convenció a Dieter IV de cerrar los Colegios de Magia. No se reabrirían hasta el 2430 CI.

Fuentes[]