
Uno de los destinos más trágicos que puede sufrir un mortal es sucumbir a la influencia Mutante del Caos. Aunque afecta a todas las razas que habitan el mundo, la humanidad ha demostrado ser especialmente susceptible a la distorsionadora influencia del Caos. Puede suceder sin motivo ni razón, e incluso los bebés pueden nacer con Mutaciones evidentes. Otros manifiestan estas Mutaciones al hacerse mayores.
Los Mutantes tienen apariencias extremadamente variadas. Algunos no se diferencian casi de la gente normal, mientras que otros son tan horribles que cuesta creer que en algún momento de su vida lucieran una apariencia completamente humana. Las Mutaciones varían mucho de un Mutante a otro. Algunos no sufren más que una Mutación parcial -su cuerpo puede estar cubierto de plumas, pero no sus miembros por ejemplo. Otros sufren tal grado de Mutación que no queda en su cuerpo el más mínimo rasgo humano.
No importa lo inocentes que pueden ser, todos los Mutantes son una fuente de terror para la gente común, por lo que la mayoría caen en manos de los Dioses Oscuros, abandonados y amargados, o acaban con su propia vida antes de que sea demasiado tarde.
Descripción[]

Cuando se derrumbaron los Portales Polares y el Caos cayó sobre el mundo, corrompió a la humanidad brindándoles un espíritu vibrante y un profundo deseo de cambio y progreso. Aunque la mayoría de esta especie sacó un gran provecho de este aspecto del Caos, algunos fueron corrompidos tanto mental como físicamente. Así fue como nacieron nuevas razas de criaturas como los Hombres Bestia, y otras aún más odiosas incluso. A pesar de todo hay que reconocer que la gran mayoría eran humanos y siguieron prosperando. Estos seres fueron expulsados o muertos y los reinos y naciones se fueron se fue desarrollando. Pero de un modo u otro, la influencia del Caos siempre ha estado presente en la humanidad y cada año aparecen nuevas Mutaciones en el seno de la raza humana. El Viejo Mundo y sobre todo los países circundantes se ven todos afectados por las Puertas del Caos en lo profundo de los Desiertos, y algunos eruditos apoyan la creencia casi herética de que casi todo humano está corrompido por el Caos, aunque sea un poco.
Tanto en ciudades como en pueblos, nacen niños con Mutaciones que los colocan al margen de la humanidad. Algunos muestran aberraciones tan repulsivas que se les quita la vida inmediatamente. Hay muchos padres que carecen de sangre fría o no reúnen la fuerza suficiente para llevar a cabo tales acciones, por lo que en lugar de eso esconden a sus hijos o simplemente abandonan a su progenie en los bosques. Estos últimos se convierten en presas de animales salvajes o de Hombres Bestia, pero no es éste el único destino de estos niños. Algunos Hombres bestia reconocen en estos jóvenes Mutantes las marcas del Caos y los educan ellos mismos. A su vez, estos niños recogen a otros muchos en el bosque y los esconden en campamentos secretos. Los bosques están ampliamente poblados por bandas de Mutantes. Llevan una existencia bestial, compitiendo continuamente con los animales y demás monstruos que comparten los bosques con ellos. El objetivo de la mayoría de estos Mutantes consiste en sobrevivir, y ocasionalmente en vengarse de la sociedad.

La corrupción del Caos no siempre es visible desde la infancia. A menudo va brotando poco a poco, y sólo se vuelve aparente en la adolescencia o incluso más tarde, quizás porque siempre llevaron la corrupción con ellos, quizás porque se expusieron a la Piedra de Disformidad o alguna otra fuente de energía caótica. Muchos humanos crecen maldiciendo al Caos, descubriendo más tarde que ellos mismos lucen sus marcas. A los que han sido víctimas tardías de las Mutaciones, se les puede hacer muy difícil asumir este hecho; su vida normal ha sido destrozada por el cambio que han sufrido. Como consecuencia, algunos Mutantes están completamente locos y actúan de una manera extraña e imprevisible. La locura también se ha cegado sobre algunos parientes mientras trataban de esconder de los Cazadores de Brujas a su hermano o a su hermana.
Si son capaces de ocultar sus Mutaciones, sin duda lo harán, permitiéndoles actuar casi como fueran miembros normales de la sociedad. Los que tengan cambios físicos obvios y no mueran de inmediato acabarán escondiéndose en los bosques, uniéndose en la mayoría de los casos a otros grupos de Mutantes o a veces a una partida de guerra de indulgentes Hombres bestia. Allí, un Mutante fuerte e inteligente puede imponer su supremacía sobre los demás e incluso sobre algunos Hombres Bestia. También los hay que se unen a los Guerreros del Caos, infestando el corazón de los bosques del Imperio, y preparándose para arrasar en una orgía de violencia y llamas.

De esos Mutantes que siguen siendo una parte normal de la vida del Viejo Mundo, escondiendo su verdadera naturaleza de sus amigos, familia y vecinos por igual, muchos están aterrorizados por lo que son, o por lo que se han convertido. A veces hacen todo lo que pueden para llevar vidas normales, negando la corrupción del Caos, convencidos de que son normales en cualquier otro aspecto que no sea su peculiaridad física, llegando incluso a ocupar cargos importantes y poderosos en el interior de los reinos de los mortales.
Otros, en cambio, se regocijan en su nuevo estado de Mutante, buscando y uniéndose a Sectas del Caos y luego trabajando desde dentro de su nación para corromperla. El número de Mutantes entre las filas de los principales nobles, jefes de casas de mercaderes y gremios, e incluso sacerdotes de los Dioses aprobados, se desconoce, pero no sería ninguna sorpresa encontrar cultistas del Caos en las mayores cámaras del poder Imperial. Odian a la sociedad que les rodea y hacen todo lo posible por destruirla, ayudando así a las fuerzas del Caos. Estos grupos están muy unidos y esconden a varias generaciones de Mutantes.
La Fuente de la Corrupción[]

En la alto del mundo se encuentran los Desiertos del Caos, un lugar de paisajes cambiantes y trastornados donde la realidad y los reinos de los demoníacos dioses del Caos se mezclan entre sí. El poder del Caos es transformador y allí donde se cruza con el mundo mundano, deforma las cosas en formas extrañas con propósitos inescrutables.
Aquellos que adoran al Caos celebran tal cambio. Muchos de ellos viajan al lejano norte para poner a prueba sus habilidades. Los seguidores del Caos esperan atraer la aprobación de los poderes ruinosos a través de competiciones de destreza marcial o magia destructiva. Desean lo que ven como la máxima recompensa, la transformación de sus carcasas mortales en demonios poderosos e inmortales.

Parte de este proceso es la alteración de sus cuerpos y mentes. Estos cambios se conocen como Mutaciones y hay una gran variedad de formas en las que pueden ocurrir. No hay dos Mutaciones iguales. Un seguidor del Caos puede desarrollar un par de astas, altas y anchas como las de un alce, brotando de su frente. Otro puede ver como su piel se vuelve verde brillante y verrugosa. Los seguidores del Caos consideran que todas las Mutaciones son el resultado de haber ganado la atención de los dioses. Aquellos que las portan son contemplados con cierta reverencia, incluso si los cambios que se han producido en ellos los han vuelto bestiales.
Sin embargo, las personas inocentes e intachables también son víctimas del poder corruptor del Caos. Cuando los portales se hicieron añicos, la catástrofe resultante cubrió el Viejo Mundo con fragmentos de piedra de disformidad, una roca con propiedades maravillosas y funestas que se crea a partir de la materia solidificada del Caos.
La piedra de disformidad es de un color negro intenso o verde oscuro, tan oscuro que parece envuelto en sombras incluso bajo la luz solar directa. El contacto con la piedra de disformidad o la proximidad prolongada a ella puede provocar una Mutación. Incluso el sacerdote más piadoso, o la doncella mas virtuosa, incluso los inocentes no natos, pueden comprobar que su carne se transforma bajo su maligna influencia. Los afectados son conocidos por muchos nombres, aunque a menudo se les llama "alterados" o "Mutantes".
Mutantes en el Imperio[]

El Imperio está lejos de los Desiertos del Caos. La mayoría de sus ciudadanos no soñarían con arriesgar sus almas a través de la adoración de los Dioses del Caos. Sin embargo, ocasionalmente nacen niños Mutantes, y algunos adultos se ven alterados en la vida posterior, incluso en centros de civilización como Altdorf.
Los eruditos proporcionan una serie de posibles razones para estos sucesos. Se dice que Morrslieb, la más pequeña de las dos lunas del mundo, está compuesta totalmente de Piedra Bruja. Se dice que la luz de la luna provoca Mutaciones en aquellos que se pasan demasiado tiempo debajo de ella. El polvo de piedra de disformidad a veces es arrastrado por los fuertes vientos del norte y fragmentos del oscuro satélite caen del cielo nocturno en forma de meteoritos. La gente dice que los Hechiceros que lanzan hechizos de forma demasiado imprudente se arriesgan a la Mutación, y que el trato con demonios o muertos vivientes es un camino seguro hacia la Mutación. Muchos creen que la Mutación es el resultado de un comportamiento pecaminoso y deseos impíos.
Las autoridades del Imperio adoptan una línea dura con los Mutantes. Los antiguos edictos los consideran contaminados por el Caos y, por lo tanto, enemigos que deben ser destruidos, sin importar cuán racional o benigno pueda parecer un Mutante en particular.

Los Cazadores de Brujas autorizados por el Imperio y los miembros de las Órdenes de Caballería persiguen y matan a los Mutantes con el mismo celo despiadado que muestran hacia los brujos y demonios. Los nobles y los ayuntamientos ponen recompensas sobre las cabezas de los Mutantes con tanta agresividad como hacia los forajidos y los Goblins.
La gente del Imperio considera a los Mutantes como físicamente repugnantes y moralmente aborrecibles. Cada vez que se expone a un Mutante entre ellos, muchas personas se reúnen en masa para presenciar su ejecución. La forma preferida de matar a un Mutante es quemarlo en la hoguera, un espectáculo que seguramente deleitará a la multitud. Se sabe que los Cazadores de Brujas que descubren una serie de Mutantes en un área los mantienen prisioneros durante semanas antes de su ejecución. La noticia de una quema masiva de este tipo puede atraer multitudes de kilómetros a la redonda y funciona de maravilla para la reputación de un Cazador de Brujas.
Sobreviviendo como Mutantes[]

Aquellos que se sufren Mutaciones no caen inmediatamente en la adoración del Caos, a pesar de las proclamas de nobles y sacerdotes. Desarrollar una Mutación es un hecho increíblemente angustiante, no solo para el desafortunado Mutante, que ve su propia carne rebelándose, sino que sus vecinos lo verán con horror y lo denunciarán a las autoridades, asumiendo que no lo maten ellos mismos.
Hay quienes les resulta difícil entregar a los Mutantes. Algunos padres de bebés Mutantes no tienen el estómago para permitir la ejecución de su descendencia. En las zonas rurales es común que los padres dejen a estos bebés en el bosque. Los niños Mutantes más afortunados son descubiertos por manadas errantes de Hombres Bestia, que los crían como si fueran suyos.
Es una creencia generalizada que cuando el cuerpo de un Mutante se transforma, su mente también se deforma. Ciertamente, los sacerdotes de Sigmar enseñan que la Mutación y la maldad van de la mano, y que las deformidades que llevan los Mutantes son una marca de la maldad en sus almas. La mayoría de las demás autoridades religiosas del Imperio están de acuerdo. Incluso los más relativamente tolerantes expertos en la materia de la Mutación afirman que convertirse en Mutante marca el comienzo de una degradación moral ineludible.

Algunos miembros de los cultos de Shallya y Verena desafían los puntos de vista convencionales sobre la Mutación. Estos radicales son cuidadosos al expresar sus creencias, ya que sus superiores invariablemente apoyan a las autoridades en el asunto, pero en privado afirman que juzgar a las personas en función de las apariencias está mal. Persisten los rumores de ciertos templos-hospicios remotos de Shallya que ofrecen refugio a los Mutantes, incluso tratamiento. Los miembros mayores del culto se apresuran a silenciar esos rumores.
Algunos Mutantes buscan la ayuda de profesionales médicos. Este es un negocio arriesgado, ya que muchos galenos alertarían a las autoridades antes que intentar tratar a un Mutante. Dicho esto, una minoría de ellos tiene la mente abierta (o son lo suficientemente sobornables) como para intentar la extirpación quirúrgica de partes del cuerpo Mutadas. Incluso si un Mutante tiene la suerte de encontrar un médico comprensivo, sus problemas no han terminado, pues someterse a una cirugía en el Imperio es peligroso en el mejor de los casos.
La mayoría de los Mutantes son demasiado pobres para pagar un cirujano competente y no tienen las conexiones para encontrar refugio entre los Shallyanos radicales. Intentan pasar desapercibidos entre las filas de pobres que habitan los suburbios urbanos. Algunos de ellos pueden ocultar sus aflicciones indefinidamente, aunque la mayoría serán expuestos como Mutantes y ejecutados, o se unirán a las filas de las sectas del Caos, donde se convierten en peones útiles.
Cuentos y Rumores Sobre los Mutantes[]
Muchos eruditos de Altdorf son conscientes del triste destino del dramaturgo bretoniano Bruno Malvoisin, del que se dice que su obra “Las Funestas Lujurias de Diogo Briesach” que era tan lasciva que deleitó al propio Slaanesh. Bruno supuestamente se convirtió en un Mutante poco después del estreno de la obra, y desarrolló tentáculos por todo su cuello y otras deformidades. Desapareció antes de que los Cazadores de Brujas lo encontraran, pero su destino sigue siendo una advertencia para todos aquellos que se burlan de los dioses.
Es típico que se cuenten este tipo de historias moralizantes a los niños pequeños que se portan mal o pronuncian en vano los nombres de los dioses. Se desconoce qué fue lo que tanto complació al Príncipe Oscuro del Caos, ya que la obra fue prohibida posteriormente y todas las copias conocidas del primer folio fueron arrojadas a una hoguera en la Konigplatz de Altdorf.

Es común que las madres adviertan a sus hijos de ciertos hábitos antisociales diciéndoles que les transformarán en un Mutante. Algunas personas ingenuas todavía creen en tal regañina incluso en la edad adulta, por lo que la superstición común en el Viejo Mundo sostiene que la Mutación puede ser el resultado de hurgarse la nariz, onanismo, hacer muecas, negarse a lavarse detrás de las orejas, faltar el respeto a los mayores, etc.
Algunos optimistas creen que las Mutaciones se pueden curar. Hablan de un joven noble del sur que fue capturado por un campeón de los dioses oscuros y llevado a los Desiertos del Caos. Desaparecido pero no olvidado, los miembros de su familia organizaron una expedición para rescatarlo, ignorando la qué clase de bestia en la que se había convertido, una criatura descomunal con cabeza y garras de lobo que prefería luchar con sus garras y colmillos en lugar de con su arco y estoque como hacia ante.
Cuando se enfrentaron al Mutante, un criado de la familia dio su vida para salvar al hombre que ahora era un monstruo. Este acto de autosacrificio redimió a la bestia alterada, quien volvió a ser el joven aristócrata que había sido antes de su terrible experiencia. Pocos relatos sobre Mutaciones terminan tan felizmente, y los guardianes de la moral del Imperio niegan que tal historia sea cierta, o incluso que sea remotamente posible.
Sociedad de los Mutantes[]
Aunque no hay una 'sociedad de los Mutantes' en el Viejo Mundo, casi todos ellos viven de una de estas tres maneras: en la sombra entre la población, al servicio de una secta de los Poderes Ruinosos o en los parajes salvajes y olvidados del Viejo Mundo. Cada forma de vida tiene sus propios retos.
Mutantes en la sombra[]
Unos pocos afortunados tienen Mutaciones que no son obvias a simple vista o que se pueden ocultar. Parecen gente normal, y llevan casi la misma vida que llevaban antes de su aflicción. Sin embargo, su experiencia de vida es radicalmente diferente. El miedo a que los descubra los acecha a cada momento, y algunos se vuelven tan paranoicos, o tan cuidadosos en apariencia y comportamiento, que levantan sospechas.
Muchos Mutantes en la sombra, al verse incapaces de soportar el escrutinio que acompaña a una vida normal, se esconden a plena vista entre la gente invisible del Imperio. Es fácil perderse entre los mendigos y otros miembros apenas visibles de las clases bajas urbanas. Un mantón de trapos vagamente humano acurrucado bajo un puente no invita a un mayor examen, y los mendigos no acostumbran a sospechar de sus semejantes.
La decisión más difícil que cualquier Mutante en la sombra tendrá que tomar es si dejar que amigos y parientes sepan de su condición. Una familia solidaria puede ayudar y esconder a un Mutante, incluso a uno con Mutaciones obvias, y difundir historias sobre un viaje a algún lugar lejano para desviar las investigaciones. Por otra parte, es posible que algunos familiares decidan entregar a un pariente corrupto a las autoridades, a cambio de una recompensa, por temor a que la mancha se extienda al resto de la familia, o porque temen por la reputación de ésta.
Los Mutantes en la sombra se suelen encontrar en los pueblos y ciudades más grandes, donde la población es lo bastante grande para que una persona se vuelva anónima y pase desapercibida. A los pocos que continúan viviendo en pueblos, aldeas y granjas aisladas casi siempre los esconden las familias. A menudo se toman medidas drásticas, hasta el asesinato si es necesario, para asegurarse de que este secreto tan vergonzoso (y peligroso) nunca se descubra.
Mutantes sectarios[]
Algunos Mutantes declaran la guerra a la sociedad, conscientes de que el mundo está contra ellos, o porque han declarado lealtad a un Poder Ruinoso. Es habitual que éstos ya fueran sectarios antes de la transformación y continúan sirviendo después, pues creen que la Mutación es un regalo de su caótico patrón. Algunos incluso buscan más señales del indescriptible favor de éste.
Los Mutantes que pueden pasar por normales siguen activos en la vida cotidiana, incluso cuando realizan rituales en secreto y llevan a cabo planes para socavar el Imperio y al Viejo Mundo. Los que ya no pueden mostrar la cara suelen vivir en templos ocultos de las sectas, actuando como guardianes y cuidadores, confiando en los compañeros sectarios para la comida y otras necesidades.
Mutantes bandidos y asilvestrados[]

Para muchos Mutantes desafortunados, sobre todo de las zonas rurales, la única esperanza de supervivencia es perderse en los bosques tan pronto como se manifiestan los primeros signos de Mutación. Los que viven lo suficiente, a menudo se encuentran con otros Mutantes y sobreviven a través de una mezcla de bandidaje y recolección. Se estima que hasta tres cuartas partes de los 'ataques de hombres bestia' que se producen en las carreteras del Imperio y alrededor de las aldeas y granjas remotas son en realidad obra de Mutantes. La verdad es imposible de dilucidar.
En algunos lugares, la existencia de un grupo cercano de Mutantes es un secreto compartido por una familia o un pueblo. Se dejan alimentos y otras cosas imprescindibles en un lugar preestablecido, tanto para mantener a los miembros Mutantes de la familia como para darles menos razones para hacer una incursión. La razón de tales ofrendas se oculta con cuidado a los forasteros.
Los Mutantes y los Hombres Bestia[]
Es posible que los Mutantes más fuertes y violentos sobrevivan a un encuentro con un grupo de Hombres Bestia, y éstos les dejen unirse a ellos. Los tolerarán mientras sean útiles y lo bastante fuertes para sobrevivir a la violencia rutinaria de la sociedad de los Hombres Bestia. Aun así, se les considera inferiores a los ungors y se les trata en consecuencia.
A veces, un Hombre Bestia errante se convierte en líder de un grupo de Mutantes salvajes. Cuando una banda de Mutantes relativamente pacífica y solitaria se vuelve de repente agresiva y destructiva, ésa suele ser la razón.
Imágenes[]
Fuentes[]
- Warhammer Fantasy JdR: El Enemigo Interior I - Sombras sobre Bögenhafen (1ª Ed. Rol), pág. 38.
- Warhammer Fantasy JdR 2ª Edición, pág. 230.
- Warhammer Fantasy JdR: Bestiario del Viejo Mundo (2ª Ed. Rol), págs. 11-12, 106.
- Warhammer Fantasy JdR: Liber Mutatis (3ª Ed. Rol), págs. 13-15.
- Warhammer Fantasy JdR 4ª Edición, pág. 334.
- Warhammer Fantasy JdR: El Enemigo en las Sombras Compendio (4ª Ed. Rol), págs. 64-65.