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Fortaleza Tilea

Imágen Ilustrativa

La Fortaleza del Monte Castello está construida sobre las colosales ruinas de una de las antiguas ciudades más orientales de los Elfos; la cual fue capturada y ocupada por los Enanos, que reconstruyeron sus cimientos hasta hacerlos aún más grandes. Muchos siglos después, el gran General Mercenario Ferrante "el Fiero" construyó una fortaleza sobre estas ruinas para guardar las vías de acceso orientales a Luccini desde el mar.

Descripción[]

Monte Castello continúa siendo el puesto más oriental de Tilea. Más allá se hallan las desoladas tierras de los Reinos Fronterizos, que se extienden por las laderas orientales de los Montes Apuccini. Estas tierras todavía han de ser arrebatadas a los Orcos y Goblins que las habitan. La fortaleza fue construida originalmente para repeler las incursiones de tribus de Orcos y Goblins desde el este y también para impedir que los enemigos crucen la Bahía Negra y ocupen una posición firme en la península de Tilea. La fortaleza se alza sobre un peñasco de roca natural que domina el estrecho que lleva a la larga bahía conocida como Ensenada de las Lágrimas.

La fortaleza es inmensamente poderosa y sus fortificaciones han sido reconstruidas y mejoradas muchas veces por algunos de los mejores jefes mercenarios. El Castello ha estado guarnecido tradicionalmente por tropas procedentes de toda Tilea y pagadas por todas las ciudades, ya que todas ellas se benefician de la seguridad que proporciona a toda la región. Sólo las mejores tropas y Generales Mercenarios son reclutados para defenderla.

Historia[]

El Castello ha sufrido numerosos asedios y jamás ha sido tomado. El asedio más famoso duró todo un año. La guarnición, reducida a sólo quinientos tileanos, se encontró de repente rodeada por más de cien mil Orcos y Goblins bajo el mando de un tal Unguth el Vil, que estaba decidido a capturarlo como preludio a la invasión de la propia Tilea. La guarnición del Castello, rechazando incontables asaltos y, resistiendo duras tácticas de asedio durante interminables semanas, se veía reducida cada día en unos pocos hombres; mientras que la horda de Orcos era constantemente reforzada con numerosos contingentes de refresco deseosos de unirse al poderoso ejército pielverde.

Aislado por tierra, el Castello recibió suministros por mar hasta que esa ruta fue malignamente cortada por las naves de un enemigo desconocido deseoso de que la fortaleza cayera de una vez por todas. Hasta hoy en día, nadie sabe con seguridad quién atacó las galeras de suministros. Los tileanos, a menudo, acusan a los Corsarios de Arabia o a los piratas, pero el rumor más ominoso mantiene que las naves fueron arrasadas por una invasión de ratas como parte de uno de los malignos planes de los Skavens.

Famélica y desesperada, la guarnición resistió hasta que el comandante mercenario, el viejo y decidido Galeazzo, fue mortalmente herido mientras se repelía otro asalto Orco. Fue bajado de las murallas hasta el puesto de mando. En ese momento, residía en el Castello la formidable y valiente hija del general, Monna Lissa. A pesar de los esfuerzos por detener sus hemorragias, el viejo Galeazzo sucumbió a sus heridas. Monna Lissa, temiendo que la guarnición se descorazonara, se puso la armadura de su padre y, fingiendo ser Galeazzo en persona, dirigió a la guarnición en la defensa de tres asaltos más en los días siguientes. Después del tercer ataque, Monna Lissa perdió el yelmo y las tropas pudieron ver sus largas trenzas ondulantes. Exigieron saber qué le había pasado a su comandante. Cuando descubrieron que estaba muerto, los mercenarios se desanimaron por completo y decidieron jugárselo todo a una sola salida, abandonando el Castello en un desesperado intento de escapar de regreso a Tilea.

Monna Lissa les imploró que no se lanzasen a una muerte segura y dejasen, por tanto, que el Castello cayera en manos del enemigo; pero ni la persuasión, ni siquiera las promesas de enormes recompensas en oro, les hizo cambiar de idea. Entonces, Monna Lissa les recordó que si los Orcos tomaban el Castello, era seguro que destruirían la obra maestra de Tintoverdi, "Las Cinco Estaciones", que adornaba el salón de banquetes del puesto de mando y era considerado el fresco más bello no sólo de toda Tilea, sino del mundo entero. Suplicó a todos aquellos que estuviesen dispuestos a quedarse y defender ese tesoro que dieran un paso al frente y el resto podrían marcharse si lo deseaban.

Uno por uno, los soldados dieron un paso adelante, con lagrimas en los ojos, diciendo: "¡Prefiero morir antes de que los Orcos destruyan el Tintoverdi!" y "¡Ningún Orco posará sus ojos en la imagen de la Primavera!" y cosas similares. Al final, toda la compañía decidió quedarse hasta el amargo final. El asedio continuó durante otros tres meses y el Castello no cayó. Monna Lissa fue mortalmente herida por la flecha de un Goblin el mismo día que el asedio al Castello era levantado por un enorme ejército procedente de Luccini. La fuerza de ayuda derrotó y dispersó a la horda de Orcos. En el Castello sólo encontraron con vida a veinticinco piqueros. Alrededor de los muros había tantos cadáveres de Pieles Verdes que el foso estaba lleno ¡y era lo bastante firme como para soportar el peso de las torres de asedio de los Orcos!

A raíz del gran asedio de Monte Castello, Monna Lissa se ha convertido en un símbolo de buena suerte y victoria. Tanto es así que es una tradición que en los estandartes de batalla de los mercenarios aparezca la diosa de la guerra de Tilea, Myrmidia, con los rasgos de Monna Lissa tal y como aparece en el famoso retrato que de ella pintó Cellibotti.

Fuentes[]