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Escena de Montaña por JG O'Donoghue

Las Montañas Centrales, que se hayan al norte, conforman la única cadena montañosa que se encuentra por completo dentro del Imperio. Aunque son más pequeñas que las montañas que lo rodean, son aun así escarpadas y peligrosas para los viajeros. Situadas dentro de la nación, las Montañas Centrales se encuentran entre las provincias de Ostland, Hochland, y Middenland. Middenheim, la Ciudad del Lobo Blanco, está situada en la falda sur de estas montañas. Ostland se encuentra al otro lado y es, por tanto, la provincia del Imperio que queda más al norte, y su capital, Wolfenburgo, se encuentra en las estribaciones sudorientales.

La turbulenta historia de las Montañas Centrales y sus limitados yacimientos minerales han hecho que estén escasamente pobladas, acechadas por monstruos y otros peligros.

Historia[]

Las Montañas Centrales tienen una larga historia, que se remonta a mucho antes que la del Imperio que ahora las reclama. Antes de que Sigmar caminara por el Viejo Mundo, los Enanos construyeron allí sus hogares en las altas e implacables cumbres.

Karaz Ghumzul[]

Los primeros relatos sobre las Montañas Centrales provienen de los Enanos que se asentaron allí durante la expansión de la Edad de Oro. Llamaron a este reino Karaz Ghumzul, y aquellos Enanos declararon su independencia del corazón enano de Karaz Ankor durante la Guerra de la Barba (-2000 a -1600 CI). Las razones para ello son discutidas: algunos estudiosos (principalmente elfos y humanos) afirman que los Enanos de Karaz Ghumzul eran incómodamente conscientes de su posición aislada y de su proximidad a la comunidad de elfos silvanos de Laurelorn. Los propios Enanos sostienen que tenían preocupaciones mayores que una disputa entre dos reyes distantes, pues sus prospectores habían descubierto una puerta del Caos bajo las montañas, y el reino necesitaba toda su fuerza para contenerla.

Además de estos peligros, las montañas no proporcionaban la riqueza mineral esperada. Cuando comenzó la Era de la Aflicción (-1500 a -108 CI) y los Pieles Verdes y los Skavens cayeron sobre Karaz Ghumzul, los Enanos abandonaron sus ciudadelas y huyeron de las Montañas Centrales para regresar a Karaz Ankor. Sellaron las puertas, las enterraron bajo la roca y destruyeron los caminos que conducían a ellas.

Hasta el día de hoy, los Enanos no dirán qué fue lo que llevó a su pueblo a abandonar Karaz Ghumzul, pero cuando abandonaron las montañas cerca de donde ahora se encuentra el castillo Lenkster, los sacerdotes Enanos lanzaron una maldición sobre las montañas y todo lo que había en ellas. Desde entonces, muchos buscadores y aventureros han buscado las minas enanas perdidas, pero ninguno ha tenido éxito. Cuando Karaz Ghumzul fue abandonada, los hermanos de Grimnir fueron los únicos Enanos que se quedaron. Estos monjes-matadores Enanos se convirtieron en los guardianes de la Fortaleza del Primer Matador, honrando su antiguo juramento de custodiar la puerta del Caos que hay debajo.

Asentamiento Humano[]

Siglos más tarde, los humanos en expansión no tuvieron más éxito en el asentamiento de las montañas, tratándolas en cambio como una barrera que dividía las tierras de varias tribus tempranas. Irónicamente, aquel terreno peligroso y acosado por los monstruos proporcionó a las primeras comunidades humanas una medida de protección entre sí, ya que las partidas de guerra no podían cruzar las montañas con seguridad. Esto significaba que algunos de los asentamientos humanos cercanos podían florecer y crecer, siendo los más notables Middenheim, Wolfenburgo y Bergsburgo. Si bien es cierto que los monstruos bajaban de las montañas de vez en cuando, los resistentes habitantes de la región eran capaces de enfrentarse a ellos. Con el paso de los siglos y el nacimiento del Imperio, las fortalezas estratégicamente situadas en Roezfels, el castillo Lenkster y el Torreón de Oropel protegieron las tierras bajas asentadas, dando paso a una era de paz y prosperidad para las provincias circundantes.

La incursión del caos[]

Esa paz llegó a su fin de forma abrupta en el año 2302 CI, cuando las fuerzas del Caos invadieron Kislev y se adentraron en las provincias del norte del Imperio. La amenaza del Caos fue finalmente derrotada más de sesenta años después, pero aún sobreviven focos aislados de Hombres Bestia y guerreros del Caos en las zonas más remotas del Imperio, a pesar de todos los esfuerzos por erradicarlos. El Torreón de Oropel es uno de esos lugares. Cayó en manos del Caos en los primeros días de la incursión y nunca ha sido reconquistado. Las fuerzas de Middenheim, Middenland y Ostland se combinaron para construir una gran fortificación circular conocida como ‘el Piquete’, que sirve para mantener contenidos a los defensores de este, y actúa como base desde la que pueden partir expediciones privadas para intentar reconquistarlo.

La fiebre del oro del 2497[]

A pesar de la reputación de esterilidad de las Montañas Centrales, y del hecho de que ni siquiera los Enanos habían logrado encontrar ninguna riqueza mineral allí en más de mil años de búsqueda, hubo una breve fiebre del oro en el 2497 CI.

Miles de esperanzados se adentraron en las montañas, la mayoría de ellas lamentablemente mal equipados y todos carentes de habilidades de supervivencia al aire libre o de búsqueda de oro. Cientos de ellos murieron a causa de accidentes, inclemencias del clima y ataques de monstruos: los que regresaron volvieron a casa más pobres que cuando partieron.

El nacimiento de la histeria del oro se atribuyó más tarde al panfletero de Middenheim Oda Fortune, recién llegado de una estancia en la colonia minera, que había estado vendiendo mapas falsos a 1 co cada uno. Las autoridades encontraron su casa en llamas con una multitud enfurecida fuera, pero nunca se encontró rastro del malhechor. Se dice que partió hacia Marienburgo al día siguiente de la venta del último panfleto falso.

La Tormenta del Caos[]

El trasfondo que puedes leer en esta sección o artículo se basa en la campaña mundial de La Tormenta del Caos, que ha sido sustituida por la de El Fin de los Tiempos.

A pesar de encontrarse en el Imperio, el control imperial sobre estas montañas es tenue en el mejor de los casos, ya que los bandidos y adoradores de los dioses oscuros ven en estas montañas un refugio seguro. En el pasado, los gobernadores de Middenheim tenían una colonia penal minera en ellas, pero fue invadida y supuestamente destruida por las fuerzas de Archaón. Muy pocos han viajado a las Montañas Centrales desde la guerra pues la mayor parte de las fuerzas del caos se retiraron a las Montañas tras ser derrotadas en Middenheim. Allí aguarda la hora propicia, reagrupando sus ejércitos y planeando dónde volverá a atacar. Las Montañas Centrales se encuentra rodeadas de puestos fronterizos imperiales para vigilarlas y mantenerlas a raya. El Graf Boris Todbringer, Conde de Middenheim, ha organizado varias expediciones armadas para limpiar de enemigos y alimañas sus dominios, pero la mayoría de ellas han fracasado, y son pocos los guerreros que han logrado regresar de ellas con vida.

A todos los efectos, las Montañas Centrales son territorio enemigo.

Terreno[]

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Las imponentes cumbres grises de las Montañas Centrales se elevan abruptamente desde los bosques circundantes, formando una barrera que sólo puede ser cruzada por un puñado de pasos. Es un entorno duro e implacable, acechado por monstruos de todo tipo, incluyendo, según algunos, una pequeña pero obstinada comunidad de Pieles Verdes cuyos antepasados no fueron totalmente eliminados por los Enanos de Karaz Ghumzul.

Aunque el terreno natural de las Montañas Centrales es suficientemente duro, hay puntos aquí y allá (especialmente la zona que rodea al Torreón de Oropel) que han sido aún más deformados por la larga presencia del Caos en la región.

Estas tierras no son tan extrañamente retorcidas como las del Norte, pero, aun así, pueden ser mortales. Algunos creen que el terreno conoce el momento en que un recién llegado pone el pie en la tierra. Los visitantes no deseados serán recibidos con condiciones meteorológicas extrañas y feroces: por ejemplo, fuertes tormentas de granizo persiguen a los viajeros, golpeándolos con trozos de hielo del tamaño de una cabeza humana. Los arroyos de las montañas saltan de sus cauces como grandes serpientes constrictoras, que se esfuerzan por arrastrar a los transeúntes hacia su muerte. Los caminos rocosos están plagados de piedras afiladas como cuchillas, cuyas heridas se infectan y a veces se deforman en asquerosas mutaciones.

Sin embargo, en su mayor parte, el terreno es duro pero natural. El hielo y la nieve cubren los picos, las crestas afiladas dividen el valle de un precipicio de otro, y los caminos de montaña se desvanecen con el mal tiempo, convirtiéndose en traicioneros deslizamientos de roca suelta y barro que pueden lanzar a los viajeros incautos a su perdición en rocas dentadas muy por debajo.

Esta cadena montañosa está rodeada por bosques sombríos e impenetrables, temidos y odiados por todos los habitantes del Imperio por tratarse del hogar de bandidos, indeseables criaturas peligrosas y monstruos. En estas montañas no hay grandes asentamientos Enanos, solo roca desnuda que nadie en su sano juicio intentaría explorar. Las montañas son el hogar de varias tribus de Goblins Silvanos y Hombres Bestia.

La corrupción del Caos se ha extendido por estas tierras hasta tal punto, que algunas laderas montañosas han cobrado vida místicamente, devorando con dientes del tamaño de estalagmitas a cualquiera que se atreva a cruzar por ellas. Las Mantícoras y Quimeras de alas membranosas sobrevuelan estos peñascos rocosos, y sus monstruosos rugidos resuenan sobre el aullido de los vientos. Tambien hay presencia Skavens pues las energias caóticas de la zona propician la aparición de Piedra Bruja por las Montañas Centrales y aunque no tenga madrigueras muy pobladas ni importantes, se les puede ver buscando su valiosa Piedra de Disformidad.

Lugares de Interés[]

A pesar de ser áridas, las Montañas Centrales no están totalmente desprovistas de asentamientos. Unos pocos granjeros excepcionalmente resistentes se ganan la vida en las estribaciones, y hay un puñado de otros lugares dignos de mención.

Listado[]

Otros restos de Karaz Ghumzul[]

Selladas bajo pesados desprendimientos de roca, sus grandes puertas cerradas con llave y los caminos que conducen a ellas destruidos, las ciudadelas perdidas de Karaz Ghumzul han fascinado por igual durante mucho tiempo a los estudiosos humanos y Enanos. Aunque las crónicas enanas de la época dejan muy claro que todo lo de valor fue empaquetado y retirado cuando fueron abandonadas, siguen ejerciendo una poderosa fascinación para los historiadores y los buscadores de tesoros.

Sin duda, parte de este atractivo es el hecho de que todos los mapas y registros de Karaz Ghumzul (incluso sus Libros de los Agravios) fueron destruidos deliberadamente como parte de la maldición que los sacerdotes Enanos lanzaron sobre su antiguo reino cuando abandonaron sus fortalezas. De todos los que regresaron a Karaz Ankor en la Era de la Aflicción, ninguno pronunció el nombre de su ciudadela, ni habló de su historia o de sus habitantes, ni dijo por qué el reino fue abandonado. Para una raza tan meticulosa con los registros como la de los Enanos, este intento deliberado de borrar la historia de todo un reino no tiene precedentes, y sigue siendo contrario a todos los valores y normas sociales enanas.

Ningún enano que viva hoy en día admitirá saber nada sobre Karaz Ghumzul, más allá del hecho de que existió una vez, pero fue abandonada. Los eruditos Enanos que estudian las fortalezas perdidas lo hacen en secreto, al amparo de alguna otra investigación que los lleva a las Montañas Centrales.

Tras una serie de sucesos relacionados con los Skavens, esta conspiración de silencio ya no puede sostenerse. La fortaleza perdida de Karak Skygg ha sido encontrada, y no sólo por cualquier enano que ayudara a derrotar el complot de los Skaven, sino también por un gran número de humanos. Sea cual sea la vergüenza o el trauma que ha estado motivando a los Enanos a tratar de olvidar que el reino existió, el momento de fingir ha terminado, y deben enfrentarse a unas cuantas verdades incómodas.

Bestiario de la Montaña[]

Los habitantes de Middenland afirman que en algún lugar de las Montañas Centrales es posible encontrar todos los tipos de monstruos de los que se tiene constancia en el Imperio. Algunos extienden la afirmación hasta incluir todas las criaturas antinaturales y peligrosas de todo el Mundo Conocido. Aunque esta afirmación puede ser exagerada, lo cierto es que la población monstruosa de las Montañas Centrales rivaliza incluso con los habitantes del temible Drakwald.

Además de las bestias del Caos y la pequeña banda ocasional de pieles verdes, muchos tipos de bestias monstruosas tienen sus guaridas entre las cumbres, alimentándose unas de otras y de los ocasionales viajeros tontos, y no son molestados en gran medida, excepto por el ocasional noble humano en una expedición de caza de trofeos. Las montañas son el hogar de todo tipo de criaturas peligrosas, más hambrientas y agresivas por el entorno árido y las severas condiciones climáticas.

Criaturas Comunes[]

Los osos cazan y rebuscan en las remotas montañas, se alimentan de cabras montesas y rebaños de montaña en verano e hibernan en cuevas durante el invierno. En primavera, la mitad de los encuentros con osos serán con una madre y dos o tres cachorros: la madre reaccionará con extrema violencia ante cualquier acercamiento o amenaza percibida.

Las Arañas Gigantes de todos los tamaños hacen sus guaridas en pequeñas cuevas y montones de rocas, aventurándose a cazar. Una especie en particular, la Araña de Acantilado está muy especializada en este entorno.

Se pueden encontrar serpientes de todos los tamaños en las montañas, especialmente en los cálidos meses de verano, cuando están tomando el sol en las rocas calentadas. La Serpiente de Piedra es especialmente peligrosa, con su mortal técnica de emboscada.

Los lobos son tan comunes en las montañas como en cualquier otro lugar salvaje. Suelen ser más pequeños que sus parientes más prósperos que viven en el bosque, pero no son menos agresivos. Muchos son lo suficientemente inteligentes como para utilizar el terreno remoto en su beneficio, conduciendo a sus presas a cuevas o cañones sin salida.

Los basiliscos son extremadamente raros, pero pueden encontrarse en las partes más remotas de las montañas, especialmente en lugares que han sido fuerte y recientemente afectados por el Caos, como, por ejemplo, el área dentro del Piquete.

No se han visto Garrapatos Cavernícolas en las Montañas Centrales, donde sus amos goblins no han logrado establecer una presencia duradera. Sin embargo, en otras zonas montañosas, como el sur de las Montañas del Fin del Mundo, son una amenaza constante.

Tampoco se han avistado dragones en las Montañas Centrales, aunque siempre existe la posibilidad de que una de estas grandes y poderosas bestias haya llegado recientemente y se haya instalado en una gran y cómoda cueva. Sin embargo, si ese es el caso, las depredaciones de la criatura difícilmente pueden haber pasado desapercibidas a los granjeros y pastores locales, y los aventureros pueden estar ya en la zona buscando su guarida.

Es poco probable que se encuentren gigantes, a menos que uno haya decidido, por razones desconocidas, unirse a los guerreros del Caos en el Torreón de Oropel. Raros en el mejor de los casos, es mucho más probable que los gigantes se encuentren en lo más profundo de las Montañas del Fin del Mundo, donde los monstruos de todo tipo son más comunes.

Los grifos e hipogrifos son comparativamente raros en ese lugar, aunque se han hecho allí esfuerzos para establecer programas de cría salvaje. Los alguaciles y cazadores que trabajan para los electores locales han establecido una serie de cotos de caza, poblándolos con cabras y otras presas, y mejorando artificialmente los posibles lugares de anidación con la esperanza de que las criaturas se reproduzcan. A todos los electores les gustaría tener un grifo como montura, o formar un cuerpo de caballeros montados en hipogrifo. Ambas especies son notoriamente reacias a criar en cautividad.

Los pegasos son más comunes en las Montañas Grises, que cuentan con una mayor extensión de pastos en las tierras altas que muchas otras cordilleras. También se dice (sobre todo por parte de los bretonianos) que las criaturas se sienten atraídas por su nación más caballeresca.

Las serpientes aladas son raras, pero no desconocidas en las Montañas Centrales, y más comunes en las cordilleras más salvajes y sin ley del este y el sur. Cobardes y oportunistas, son más peligrosas para los pastores solitarios y sus rebaños, y evitarán un grupo de aventureros, a menos que puedan emboscarlo y llevarse a un rezagado.

Hombres Bestia[]

Los rebaños que recorren las faldas boscosas de las Montañas Centrales son muy diferentes a aquellos que moran en los bosques de más al sur. Además de acoger a millares de tribus de Hombres Bestia, las faldas de las montañas son el hogar de un gran número de nómadas Centigors. Estas criaturas con cuerpos de centauro son demasiado toscas, torpes y descoordinadas como para vivir confortablemente en las zonas con mayor densidad de árboles, y se sienten más cómodas en los bosques ralos de las onduladas laderas montañosas. Los Centigors descienden desde estas regiones para unirse al rebaño cuando va a la guerra, o para negociar trueques a cambio de cerveza y armas, dos productos que ellos son incapaces de manufacturar.

Las tribus de Hombres Bestia de las Montañas Centrales son conocidas por ir a la guerra acompañadas de enormes y deformadas bestias del Caos, ya que las montañas albergan a un número prácticamente incontable de estas criaturas. Algunas de ellas, como el espantoso Escuerzo Alado, son tan salvajes e impredecibles que sólo la magia negra de un chamán es capaz de guiarlas a la guerra.

El mayor rebaño que nunca haya dominado la región en torno a las Montañas Centrales fue el del Señor de las Bestias Gorthor. Este poderoso líder estaba llamado a librar una de las más devastadoras guerras contra el Imperio en la que jamás se hayan visto envueltos los Hombres Bestia, una guerra que tuvo un coste de varios millones de vidas y asoló dos provincias enteras. Se decía que Gorthor había sido "tocado" por los dioses de la Corrupción, y sus poderes eran tales que incluso las bestias del cielo o las que vivían bajo tierra se unían de manera espontánea a su horda. Gorthor y su rebaño marcharon a la guerra montados en carros tirados por los más grandes y agresivos Tuskgors y Garragors, para asegurar que las tropas de élite de su masivo ejército fuesen las primeras en trabar contacto con el enemigo. Incluso a día de hoy, los descendientes del rebaño de Gorthor siguen yendo a la guerra casi de forma exclusiva montados en sus veloces y destartalados carros.

Fuentes[]

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