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Mendigo 4ª Edición

"Con mucha calle a tus espaldas, te ganas la vida gracias a la caridad de los demás utilizando la persuasión y el encanto."

Descripción de la profesión.

"Por favor, frau, le pido humildemente las monedas de cobre suficientes para comprar pan para esta noche. Incluso un pfennig bastaría; Gutbäcker está vendiendo género del día anterior."

Elsie, pedigüeña Halfling.

Los Mendigos son los parias de la sociedad, gente desesperada sin un medio de sustento visible. Acaban en los pueblos y ciudades del Viejo Mundo, pues la única forma de no morirse de hambre es mendigar en las calles. Es un oficio peligroso, pues en la mayoría de las ciudades se permite a la guardia golpear, marcar y arrojar a los vagabundos a los calabozos a capricho.

El mendigo acepta estos riesgos como gajes del oficio, y suele convertirse en un experto en el arte de sacar dinero a los transeúntes; algunos apelan a la piedad, mientras que otros ofrecen bendiciones o amenazan con maldiciones para llenar sus escudillas. En algunas de las ciudades más grandes, los mendigos están organizados en Gremios semilegítimos, que organizan la distribución de los puestos, la distracción de la atención oficial, y la supresión de mendigos aficionados o no afiliados. Es muy normal que el Gremio de Mendigos local colabore estrechamente con el de Ladrones, actuando como servicio de información y/o vigilancia.

Descripción[]

"Perdí la pierna en la Batalla de Bögenwasser. Y las dos manos me las devoró un garrapato cuando los goblins emboscaron a nuestra patrulla cerca de Bögenauer. Todo por proteger a Reikland y a nuestro Emperador."

Klaas, soldado veterano.
Mendigo (John Blanche) por Tony Arckland

Los rumores que corren por el campo de que las calles de Altdorf están ribeteadas de oro son una cruel provocación para sus mendigos. Confían en la generosidad de los extraños y en las migajas recogidas del fango y los detritos de la vida ciudadana, aunque los petimetres amantes de comportarse pretenciosamente se desprenderán alegremente de unos cuantos pfennigs para hacer que se vayan. La ley les proporciona poca protección y la guardia no tiene simpatía alguna por los vagos.

Los pobres a menudo aterrizan en las calles como huérfanos y se pasan toda la vida entrando y saliendo de casas de misericordia. Una vez aprenden las aptitudes básicas de rebuscar y pedir limosna, los mendigos pueden avanzar sus técnicas utilizando disfraces y engaños para provocar la simpatía. Otros pobres no están tan desamparados, sino que simplemente están empleados en algunas de las peores ocupaciones, en el peldaño más bajo de la escala social, como los recogedores de excrementos, los osamenteros y los ropavejeros.

La única dirección posible desde el fondo es hacia arriba. Algunos mendigos están más que dispuestos a dejar las alcantarillas atrás a cambio de oportunidades de aventuras, mientras no se les explote como carne de cañón. Quienes no puedan permitirse un porteador, podrían contratar en su lugar a un mendigo, y la astucia de este podría ser útil cuando uno está sin blanca y hambriento. Y si todo va mal, es fácil volver a la vida de mendigo.

Los pordioseros son una visión común en los pueblos y ciudades del Imperio. Por desgracia, son tan comunes que mucha gente ni siquiera los ve. Esto los hace muy útiles como exploradores y vigías, y muchos tienen dichos cometidos en las organizaciones delictivas locales.

Los mejores lugares para mendigar, llamados 'patios', se custodian celosamente. Se sabe que se han producido peleas violentas cuando un recién llegado trata de apoderarse del patio de un mendigo establecido. Un pordiosero con un patio regular, que no esté muy ido por la bebida y la raíz extraña, puede ser una forma muy asequible y casi indetectable de vigilar un lugar en particular, de día o de noche.

Por supuesto, un mendigo que tenga un arreglo con los bajos fondos u otro interesado, mencionará sin duda a su patrono cualquier acercamiento por parte de otra persona. Esto puede llevar a una visita de varios matones u otros individuos que quieren saber exactamente por qué están interesados en una persona o un lugar en particular.

Niños Mendigos[]

En las zonas más pobres de casi todas las ciudades pueden encontrarse bandas de golfillos jugando en las calles. Abandonarán sus juegos siempre que vean que se aproxima un forastero, sobre todo si éste aparenta llevar dinero encima. Se congregarán a su alrededor, contándole a gritos todos sus infortunios (algunos sostendrán que son huérfanos, otros que sus madres viudas están enfermas o que tienen quince hermanos y hermanas más pequeños que mantener) y aferrándose a sus ropas,

Equuipo mendigo

Sólo existen dos formas de deshacerse de ellos. La primera consiste en arrojar lo más lejos posible un pequeño puñado de monedas y desaparecer mientras los niños se abalanzan sobre ellas. La otra sería recurrir ala violencia física, lo que no suele ser buena idea; pues puede que el más desamparado de los huérfanos resulta que de repente le ha surgido un padre enorme, fuerte y enfadado que saldrá de detrás de cualquier puerta o esquina a la menor muestra de maltrato.

Estos niños pobres pueden resultar ya lo bastante molestos y peligrosos nada más que con su forma de mendigar, pero rara vez se conforman sólo con eso. Cuando una víctima en potencia se encuentra distraída por tantos tirones y voces implorantes, es muy fácil no darse cuenta de esa mano que rápidamente afana el monedero que pendía del cinturón o cualquier otro objeto fácil de desprender. Éste pasará a toda velocidad de mano en mano hasta salir del enjambre de chiquillos y desaparecer, a fin de que nunca se pueda encontrar al ladrón con el objeto robado encima.

Mendigos Profesionales[]

"La semana que viene te dejo estar en la Königplatz; hoy te necesito en la Luipoldtstrasse, que se te oiga bien y no te cortes ni un pelo. ¿Para qué? Mejor no preguntes, todo lo que necesitas saber es que los Cuchillas quieren que la guardia esté bien distraída. Mi negocio consiste en no ofender a los Cuchillas y, si quieres tener una carrera próspera, seguirás mi ejemplo."

El Kaiser’, rey de los mendigos de Altdorf.

Al igual que los ladrones, los mendigos han desarrollado un buen número de técnicas para sobrevivir en las calles.

  • Pintas: Los Pintas son mendigos que fingen padecer enfermedades con el fin de ganarse la simpatía y la limosna del prójimo. Empleando maquillajes rudimentarios y un burdo conocimiento médico, blanquean o enrojecen su piel, se añaden cicatrices, pústulas y manchas, y hacen lo que haga falta para que parezca que sufren alguna enfermedad. Casi todos los Pintas se especializan en una única enfermedad, y pueden llegar a conocer tanto acerca de sus síntomas como el físico medio. Es crucial elegir bien la enfermedad: lo ideal es que sea algo que desfigure pero no demasiado contagioso, lo suficiente para inspirar pena y no asco o miedo.
  • Pirados: Como su propio nombre indica, los pirados fingen estar locos. Sin previo aviso, pueden sufrir arrebatos delirantes, arrojarse al suelo echando espuma por la boca, o hacer gala de cualquier otro tipo de conducta extravagante. Los pirados suelen colaborar en pareja con algún ratero, llamando la atención de la gente y distrayendo a sus víctimas en potencia con sus desvaríos de pacotilla.
  • Postes: Los postes se hacen pasar por sordomudos. Concentrándose, son capaces de ignorar cualquier ruido por inesperado o estruendoso que sea, dando así la impresión de no oír nada cuando en realidad su oído es perfectamente normal. Suelen emplearse como espías y observadores, y a menudo consiguen hacerse con información que más tarde pueden vender.
  • Tullidos: Los tullidos fingen sufrir heridas como la amputación de una extremidad. Muchos sostendrán haberla perdido sirviendo en el ejército, sobre todo si mendigan a un individuo que tenga pintas de militar. Los mejores Tullidos hacen gala de una flexibilidad asombrosa, y son capaces de doblar un brazo, pierna o mano de tal modo que, una vez envuelta en vendajes, tendrá todo el aspecto de un muñón.

Curiosidades[]

Fuentes[]