
"Son matones. Más grandes y feos que el resto de nosotros. Si te cruzas con ellos, te patearán los colmillos, te partirán la cabeza y se comerán tu mejor Gnoblar solo para poder contárselo a sus compañeros"
- —Ogro anónimo.
Después del Déspota, los Matones son los Ogros más imponentes de una tribu en términos de tamaño y fuerza, y a menudo están emparentados con dicho gobernante de un modo u otro.
Historia[]
Los Matones suelen actuar como vigilantes y ejecutores de la ley de la tribu a las órdenes del Déspota, y pasan buena parte de su tiempo repartiendo garrotazos y mamporros en nombre de su líder. Como pago por emplearse a fondo en estas labores, los Matones disfrutan de numerosos privilegios en el seno de la tribu. Entre ellos destaca la "licencia para dar una buena tunda" a cualquier Ogro que no se atenga a las órdenes recibidas, que no muestre suficiente entusiasmo a la hora de comer, o que pase demasiado tiempo jugando con sus Gnoblars. Esta tendencia de los Matones a practicar el abuso no los ha hecho precisamente personajes demasiado populares entre el resto de la tribu, si bien la mayoría de Ogros saben que es mejor mantener la boca cerrada al respecto (al menos mientras haya un Matón lo bastante cerca como para oír sus quejas). Ocasionalmente surgirá algún Ogro que se atreva a hacer frente a un Matón, y en el improbable caso de que le venza en combate se le permitirá ocupar su puesto. Este derecho de desafío sirve para mantener a los Matones bajo control, asegurando que no intenten sacar demasiada ventaja de su posición de privilegio.
Los Matones son comparables a los caudillos de una tribu Ogra, ya que son ellos los encargados de mantener el orden y la disciplina en las filas Ogras cuando el Déspota está ocupado en otros asuntos. Su apariencia física es impresionante y, por lo general, son los campeones de los concursos Ogros que tanta importancia tiene en su organización social.
En batalla, son los Matones quienes mantienen la disciplina entre las filas de los Ogros cuando el Déspota resulta estar entretenido con otras cosas. Al ser físicamente tan imponentes, muchos Matones tratan de aumentar su reputación a base de protagonizar salvajes matanzas y espectaculares hazañas en el campo de batalla. Nada le gusta más a un Matón que poder jactarse de haber sido él quien personalmente ha logrado cambiar el curso de una batalla a favor de su bando, gracias a alguna heroicidad tal como detener un carro enemigo con la panza, romper una formación entera por sí solo, o aniquilar con sus manos al más temible campeón rival. Con la excepción del Déspota de la tribu, los Matones son quienes suelen gozar del mejor botín (incluyendo todo tipo de objetos exóticos de tierras lejanas), y quienes van equipados con las mejores armas y armaduras.
Ocasionalmente un Matón puede atreverse a desafiar a su actual Déspota, pero lo más común es que los Matones se muestren más que contentos con el puesto que ocupan, ya que les permite ejercer la violencia y el abuso de poder sin los dolores de cabeza que conlleva tener que tomar decisiones que no estén directamente relacionadas con mantener llena su panza. Algunos Déspotas seguramente preferirían emplear únicamente a Matones que fuesen meros sacos de músculos sin la menor ambición, y con el mismo nivel de inteligencia que un Rinobuey; pero no todos los Matones son brutos sin mente, ni mucho menos: muchos son veteranos que han luchado en docenas de campañas y han viajado por todo el Viejo Mundo (y más allá), aprendiendo de primera mano qué métodos pueden funcionar y cuáles no en un campo de batalla. Se trata de luchadores aguerridos, que han visto de todo y se sienten satisfechos de poder ejercer como leales consejeros y guardias personales de un Déspota. A su vez, el Déspota agradece poder contar con al menos uno o dos seguidores en los que confiar para que hagan lo que haya que hacer en el momento preciso. Los Matones con más pericia en combate acaban a menudo como capitanes de las bandas de mercenarios Ogros. Estos individuos demuestran tener la suficiente experiencia y astucia para negociar un buen trato, y a la vez la fuerza bruta necesaria para asegurar que el resto de su unidad hará exactamente lo que le ordenen.
A veces a los Matones se les confía la labor de portar el estandarte de la tribu, una gran enseña de la que cuelgan numerosos trofeos, pieles, cráneos y demás objetos que representan las sangrientas victorias y hazañas de la tribu. Estos estandartes despiertan profundos sentimientos de orgullo y agresividad entre los Ogros, y además suelen ser tan robustos que se pueden utilizar como arma contundente (que un Matón te pegue un mamporro en la cabeza con un tronco de madera forrado de metal siempre será doloroso, cuelgue lo que cuelgue de él). Cuando una partida de guerra no incluye a un Déspota entre sus tropas, un Matón asumirá esta responsabilidad simplemente por su habilidad para apalear los que no están de acuerdo con su plan de acción (que normalmente se trata de efectuar una carga y poco más).