
Algunos Matadores, a pesar de sus esfuerzos por hallar y enfrentarse los enemigos más formidables, no satisfacen su deseo de morir en batalla. A base de lucha constante, estos Matadores singulares tienen cada vez más cicatrices y resultan más peligrosos. Sobrevivir durante tanto tiempo a su terrible sino requiere suerte o una habilidad marcial que han perfeccionado al máximo, o tal vez una mezcla de ambas. Ahora conocidos como Matadragones o Matademonios, estos guerreros angustiados están moralmente obligados por su juramento a continuar su búsqueda de la muerte, contra enemigos cada vez más feroces.
Un Matadragones o un Matademonios suele ir acompañado de un grupo de Enanos más jóvenes pertenecientes al Culto de los Matadores. Se unen a estos expertos asesinos porque saben que, en su búsqueda del destino final, este les llevará hasta enemigos a la altura de su juramento. Esta atracción no es apreciada por los irascibles y lacónicos Matadragones o Matademoníos, pues aunque saben que de este modo la noticia de sus hazañas o de su gran muerte llegará a las fortalezas enanas, son solitarios por naturaleza y les molesta cualquier sustracción. Están comprometidos a morir gloriosamente luchando contra monstruos, no a conducir a otros o a cuidar de los recién llegados. Además, aunque ninguno se atrevería a admitirlo, estos Matadores veteranos no quieren que uno de sus seguidores tenga un golpe de suerte y les arrebate el final glorioso de enfrentarse a una bestia épica cuya muerte sería digna de una canción.