Marbad fue rey de la tribu de los Endalos antes de la formación del Imperio.
Descripción[]
Cuando era joven, Marbad fue un guerrero poderoso, pero cuando Sigmar le conoció por primera vez, el rey de los Endalos ya era un hombre canoso de avanzada edad y con un rostro curtido y surcado de arrugas. Tenía un cuerpo delgado y enjuto, aunque solía llevar una armadura de bronce que había sido moldeada para parecerse al físico musculoso de su juventud. Llevaba un yelmo alto con emplumadas alas negras que se alzaban desde las amplias placas de las mejillas, y una larga capa oscura. Marbad fue un hombre con el que resultaba fácil simpatizar, y siempre se mantuvo leal a sus aliados.
Marbad tuvo tres hijos, su primogénito Aldred, quien lo sucedería en el trono, su segundo hijo Egil, y su única hija Marika.
Equipamiento[]
Historia[]
Primeros Años[]
Marbad era originario de la tribu de los Endalos, cuando estos habitaban un promontorio rocoso en la costa conocido como Namathir, que era una palabra de origen élfico. Por aquella época, a Marbad le encantaba excavar en lugares oscuros en busca del pasado y fue durante una de sus numerosas expediciones al interior de la roca situada debajo del Salón del Cuervo cuando encontró una cámara secreta. Estaba bien escondida, pero los encantamientos que la ocultaban debían haberse debilitado a lo largo de los siglos, y Marbad logró entrar.
Allí encontró una espada de excelente manufactura y de origen élfico, desenvainada y clavada en el suelo de roca, rodeada por unos huesos antiguos de lo que en su día debía haber sido un enano, que vestía una extraña armadura que se convirtió en polvo en cuanto Marbad sacó el arma del suelo.
Además de la espada mágica, a la que bautizó como Ulfihard, también encontró algunas monedas de oro, algo de ropa y unos cuantos libros. No pudo leerlos, pero pasó todo su tiempo libre intentando traducirlos. No llegó muy lejos, ya que la lengua élfica era muy complicada y tenía muchas diferencias sutiles de significado que dependían de la pronunciación para aclararlas, pero logró entender unas cuantas palabras. Dedujo que Namathir significaba «gema de estrellas», y que formó parte de un nombre más largo que no sobrevivió al paso del tiempo.
Unos años más tarde, los Endalos fueron expulsado de su tierra natal por el rey Marius de los Jutones cuando los teutógenos de Artur les quitaron a ellos sus tierras. Marbad y su tribu fueron obligados a asentarse en las extensas marismas de la desembocadura del río Reik, fundando la ciudad de Marburgo. Aunque lograron asentarse y prosperar, la vida era muy dura, ya que los pantanos eran lugares peligrosos, llenos de ciénagas succionadoras, fuegos fatuos, y estaban habitados por criaturas malignas como los Fimir.
Marbad y Björn[]
Por estos tiempos, Marbad incrementó sus relaciones con la tribu de los Umberógenos, gobernados por el rey Björn, padre de Sigmar. Ambos reyes lucharon juntos en numerosas ocasiones. En un momento dado, Björn solicitó ayuda al rey de los Endalos para hacer frente a la tribu de orcos de las Fauces Sangrientas cuando cruzaron las Montañas Grises. Marbad le salvó la vida en la batalla, así que Björn tenía una deuda de sangre con él.
Aproximadamente unos 10 años después del nacimiento de Sigmar, fue Marbad quien le pidió ayuda al rey de los Umberógenos para hacerle frente a los Fimirs que amenazaban a su pueblo. El ejército umberógeno partió hacia Marburgo, donde se unieron a las fuerzas de Marbad, y se adentraron en los nebulosos pantanos. Lo que siguió fue una batalla contra los Fimir donde sufrieron numerosas bajas. Muchos hombres fueron arrastrados al fondo de las ciénagas y devueltos como seres no muertos para luchar contra sus antiguos hermanos. Una de esas víctimas era Torphin, hermano de armas y un leal amigo de Björn.
Armado con Ulfihard, Marbad lideró la retirada abriendo una senda a través de la niebla y acabando con cualquier enemigo que se acercara a ellos. Gracias a eso, los supervivientes lograron escapar de las marismas. Cuando Björn vio a Torphin transformado en un muerto viviente, Marbad le ofreció su espada mágica, y Björn acabó con el ser antinatural en el que se había transformado su amigo, rezándole a Ulric para permitir que el alma de su amigo entrara en su salones.
Pese a las penurias sufridas, Marbad y Björn se dieron mutuamente su Juramento de Espadas, convirtiendo a los Endalos y Umberógenos en aliados incondicionales, y comprometiéndose a ayudarse mutuamente cuando sus respectivos pueblos estuvieran en peligro.
La Promesa Sagrada[]
Poco tiempo después de esto, Marbad recibió la visita inesperada de la hechicera del Brackenwalsch, quien entró en sus propios aposentos mientras dormía. El rey Endalo conocía la siniestra fama de la hechicera y que los hombres solían solicitar su ayuda cuando estaban desesperados. Sin embargo, en esta ocasión era la propia hechicera quien precisaba algo de él, una promesa sagrada: cuando viera la mano de plata alzar el estandarte carmesí, debía cabalgar con todas sus fuerzas al lado de Sigmar y otorgarle su posesión más preciada.
Marbad no comprendió tan críptico mensaje, ni tampoco que tenia que ver el hijo de Björn con todo ello, y preguntó por que debería prometerle nada. La hechicera le respondió que si no lo hacía, la raza de los hombres moriría y el mundo terminará en un baño de sangre, pero si le daba su promesa el mundo perduraría un poco más y habrá cambiado el curso de la historia, ganando gloria con ello, pero igualmente estaría eligiendo la senda que le llevará a la muerte.
Marbad quedó preocupado al oír esto, pero tras reflexionar un poco, consideró que la muerte le parecía un precio muy pequeño a cambio de la gloria y la oportunidad de salvar el mundo, así aceptó darle su promesa sagrada a la hechicera del Brackenwalsch. A la mañana siguiente despertó descansado y con sólo un recuerdo fugaz del encuentro con la hechicera. Durante los siguientes años, siempre guardó en lo más profundo de su ser el temor de la llegara del día profetizado.
Aliado de Sigmar[]
Cuando Sigmar tenía quince años, el rey Marbad viajó a la ciudad de Reikdorf, escoltado por una veintena de Yelmos de Cuervo, para hacerle una visita a su amigo Björn, y oír los relatos de la gran victoria de su hijo Sigmar contra un ejercito de 2000 Pieles Verdes. Al príncipe umberógeno le cayó bien el rey de los Endalos desde el primer momento, y le contó sus hazañas en la batalla de Astofen. También le habló de su visión de unificar a todas las tribus en una sola nación unificada.
Al escuchar esto último, Marbad reconoció el valor y la audacia del joven Sigmar, pero le recordó que se toparía con numerosas dificultades y obstáculos, ya que las tribus habían estado en guerras unas contra otras durante generaciones, y existía una fuerte animadversión entre varias de ellas. Pese a todo, no descartó la posibilidad de que Sigmar lograra tan elevado objetivo. Durante varias semanas Marbad y su séquito disfrutaron de la hospitalidad del rey Björn y su gente y correspondiendo a ésta con historias del oeste y sus enfrentamientos con los jutones y los bretones. Llegado el momento, Marbad regresó a Marburgo.
En el año -8, Björn murió tras derrotar a una hueste norse en una gran batalla. Marbad viajó nuevamente a Reikdorf para asistir a los funerales de su amigo y a la coronación de Sigmar. Llegó acompañado de sus Yelmos de Cuervo y portando un estandarte mojado en sangre en homenaje al caído Björn.
Cuando Sigmar fue nombrado nuevo rey de los Umberogenos, dio inicio a su tan deseada unificación de las tribus, siendo Marbad uno de sus aliados más cercanos. Aunque fue un proceso largo y complejo, no exento de complicaciones, Sigmar logró que los reyes de la mayoría de tribus le dieran su juramento de espadas, justo a tiempo para enfrentarse a la mayor amenaza a la que se habían enfrentado jamás.
El Paso del Fuego Negro[]
En el año -1, Sigmar fue informado de que una gran horda de orcos y goblins se estaba formando al otro lado del Paso del Fuego Negro, y que no tardarían en atravesarlo para invadir las tierras de los hombres y arrasarlas hasta que no quedase nada. Ante esto, el rey Sigmar hizo un llamamiento a las armas a todos sus hermanos reyes para reunirse en la ciudad de Siggurdheim y formar un gran ejercito con el marchar a la batalla junto a sus aliados Enanos.
Marbad fue el primero en llegar a la reunión, acompañado por su hijo mayor, Aldred. Marbad saludó a Sigmar pero palideció al ver la persona que lo acompañaba. Se trataba de Pendrag, amigo y hermano de armas de Sigmar y encargado de portar su estandarte en la batalla, pero lo que lo caracterizaba es que tenía una mano protésica después de perder varios dedos en una batalla años atrás. La mano artificial estaba hecha enteramente de plata, y al verla recordó la profecía que le había contado la hechicera del Brackenwalsch hacóa veinte años. Y supo que el momento de su muerte estaba cerca.
En la reunión de reyes de todas las tribus aliadas de Sigmar, Marbad fue de los soberanos que mas fuerte apoyó la decisión de otorgarle a Sigmar el mando del ejercito humano en la inminente batalla contra los Pieles Verdes, recordándole a los demás que hasta el hijo de Björn los unificó, habían estado enfrentados uno contra otros, y que de no ser por él, no tendrían la oportunidad de sobrevivir al ejercito que les aguardaba. Por ello declaró con orgullo cederle el mando de sus tropas a Sigmar. Tras esto, no hubo ningún rey que objetara en darle a Sigmar el mando de sus guerreros.
En la batalla del Paso del Fuego Negro, el rey Marbad, su hijo Aldred y ochocientos Yelmos de Cuervo lucharon valientemente contra los pieles verde. En medio de la confrontación aparecieron las señales que indicaban su muerte. En medio de la refriega, Sigmar luchaba desesperadamente contra un monstruoso troll, pero pese a sus ataques la bestia no tardaría en derrotarlo.
Entonces en ese momento Marbad vio a Pendrag alzando el estandarte de Sigmar con su mano protésica. Aquello correspondía a la mano de plata y el estandarte carmesí de la profecía, y como indicaba esta, cabalgó con todas sus fuerzas para tratar de ayudarlo. A pesar de las protestas de su hijo, cabalgó con sus mejores guerreros hasta donde Sigmar estaba luchando, abriéndose camino a través de las filas de orcos con su espada Ulfihard, comprendiendo a que se refería la profecía con lo de otorgarle su posesión más preciada.
El rey de los endalos lanzó a Ulfihard en dirección a Sigmar y la reluciente espada élfica giró con elegancia natural hacia él. Sigmar cogió el arma al vuelo y giró sobre los talones. La maravillosa hoja se deslizó por la garganta del troll atravesándole el cuello de lado a lado con una virulenta explosión de poder. La cabeza del monstruo salió volando de sus hombros y su cuerpo cayó al suelo con un gran estrépito.
Sigmar se apartó del cadáver del troll y corrió para reincorporarse a sus guerreros mientras Pendrag los guiaba a través de los orcos hacia los Yelmos de Cuervo. Un grito de rabia que escapó de muchísimas gargantas lo hizo levantar la mirada, y él también gritó al ver cómo derribaban al caballo de Marbad y el viejo rey caía entre los orcos. Pese a matar pieles verdes en su carrera hacia su aliado, Sigmar ya sabía que llegaría demasiado tarde para salvarlo.
Sigmar llegó hasta el anciano rey de los endalos y se arrodilló a su lado; la angustia le desgarró el corazón al ver la espantosa herida que Marbad tenía en el pecho. La sangre formaba un charco bajo el rey y Sigmar supo que no habría modo de salvarlo. Una lanza se le había hundido en la parte baja de la espalda, desgarrándolo en ángulo ascendente hasta los pulmones, y la hoja de una espada rota le sobresalía del costado. Un círculo de guerreros formó a su alrededor, tanto Yelmos de Cuervo como umberógenos.
Sigmar no pudo contener el llanto al ver al moribundo Marbad, pero el anciano guerrero no lamentaba lo que había hecho. Siempre había temido el día de su muerte, pero ahora que había llegado no se arrepentía de nada. Con estas palabras, el rey de los endalos abandonó el reino de los hombres.
Su doliente hijo Aldred llego hasta ellos, y despues de que Sigamr le devolviera la espada de su padre, ordenó a cuatro Yelmos de Cuervo que levantasen el cuerpo sin vida de Marbad sobre los escudos, y lo llevaran fuera del campo de batalla. El odio que Sigmar sentía hacia los Pieles Verdes ardió con más intensidad que nunca, y no tenia la más mínima intención de desperdiciar el sacrificio de su hermano rey. Siguió combatiendo sin descanso hasta que mató en combate al Kaudillo Orco que los lideraba. Con su muerte, los pieles verdes se desmoralizaron y salieron huyendo, siendo perseguidos por los vengativos humanos y enanos, que los mataron a cientos mientras huían.
Tras la victoria, se honraron a todos los guerreros muertos en batalla. Los reyes de las tribus marcharon en solemne procesión portando el cuerpo del rey Marbad sobre andas de escudos dorados a su último lugar de descanso. Transportaron al rey de los endalos Otwin de los turingios, Krugar de los taleutenos, Aloysis de los querusenos, Siggurd de los brigundianos, Freya de los asoborneos y el hijo de Marbad, Aldred. Sigmar fue detrás del rey caído con Wolfila de los udoses, Henroth de los merógenos, Adelhard de los ostagodos y Markus de los menogodos. Cada uno de estos reyes llevó un escudo dorado, y nadie habló mientras seguían al cuerpo de su hermano rey hasta su última morada.
Tras los funerales, su hijo Aldred sucedió a su padre como soberano de su pueblo, convirtiéndose en el primer conde de los Endalos cuando Sigmar fue proclamado Emperador del recién fundado Imperio
Contradicciones[]
- En la novela Heldenhammer establece que el rey Marbad fue incinerado tras su muerte, pero según la campaña de La Corona Nemesis fue enterrado en un tumba en Middenland.
- En la novela Heldenhammer, Marbad no tuvo reparos en ceder el liderazgo de sus tropas a Sigmar, siendo de los primeros en hacerlo. En el libro de trasfondo La Vida de Sigmar, por el contrario, fue uno de los que más se opuso a ello.
- En el libro de trasfondo The Empire at War, Marbad murió de un flechazo en el cuello mientras ayudaba a Sigmar en el combate.
- En el libro de Rol Herederos de Sigmar, Marbad encontró la espada Ulfihard cuando fundó el asentamiento de Marburgo.
Fuentes[]
- Trilogía La Leyenda de Sigmar: Heldenhammer, por Graham McNeill.
- Cap. 3: La cuota de Morr.
- Cap. 5: Los sueños de los reyes.
- Cap. 6: Despedidas y encuentros.
- Cap. 13: Una reunión de reyes.
- Cap. 19: Las espadas de los reyes.
- Cap. 21: El paso del Fuego Negro.
- Cap. 22: La muerte de los héroes.
- Cap. 23: El nacimiento de un imperio.
- Glosario.
- Trilogía La Leyenda de Sigmar: Imperio, por Graham McNeill.
- Cap. 3: Ajustes de cuentas.
- Cap. 7: El Namathir.