Maedbh fue una guerrera de los asoborneos y conductora del carro de Freya, además de esposa de Wolfgart, uno de los mejores amigos de Sigmar Heldenhammer.
Descripción[]
Maedbh compartía la tempestuosa belleza de su reina, siendo una mujer alta y de hombros anchos, con diversos tatuajes en el cuerpo, con el cabello de un color rojo intenso. Era una mujer de fuerte y fiera personalidad, lo que la hacia a veces testaruda y sin miedo a decir con brutal franqueza lo que pensaba, pero también era leal y valiente cuando tocaba.
Maedbh era una de las mejores aurigas entre los Asoborneos. Disponía de su propio carro, un vehículo de madera negra lacada y bordes de bronce, siendo experta en combatir con el carro en movimiento, aunque por lo general, como doncella escudera de la Reina Freya, era la encarga de conducir su fabuloso carro, dirigiéndolo con eficacia para atropellar al enemigo mientras su reina los abatía con certeros disparos de su arco y Jabalina.
Historia[]
Doncella Guerrera de Freya[]
Después de convertirse en rey de los Umberógenos, Sigmar inició su deseado proyecto de unificar las tribus en una sola nación mediante la guerra, la diplomacia y al solidaridad. Para ganarse a el Juramento de Espadas de la reina Freya, Sigmar viajó a tierras asoborneas con un convoy cargado de regalos para ella, que incluía armamento forjado por Enanos y los mejores caballos criados por su amigo Wolfgart, que viajaba con él en aquella misión diplomática.
No tardaron en ser interceptados por guerreros asoborneos nada más adentrarse en las llanuras de su territorio. Hombres y mujeres de la tribu surgieron de sus escondrijos y rodearon la caravana. Su líder Maedbh exigió saber los motivos de su presencia, y Sigmar le explicó que quería formar una alianza con Freya y traía agasajos para ello. Maedbh le permitió entrar en las Tres Colinas con la condición de que dejara a la mayor parte de sus guerreros allí y que él y los porteadores de los regalos se dejaban vendar los ojos.
Sigmar aceptó las condiciones, y Maedbh vendó los ojos a Sigmar y Wolfgart y los condujo hasta la reina, quien se mostró complacida con los regalos, y para formalizar la alianza entre ambas tribus, Sigmar tuvo que yacer con ella. Tras una abrumadora noche de pasión, logró el Juramento de Espada de Freya, y Maedbh llevó de regresó a Sigmar y a sus hombres junto al resto de sus guerreros.
Antes de partir, Maedbh preguntó a Sigmar si todos los hombres umberógenos era como él, y Sigmar confirmó que todos eran hombres fuertes. Maedbh asintió con la cabeza y pasó a su lado para situarse ante Wolfgart. Antes de que su hermano de armas pudiera decir nada, Maedbh le puso una mano en la nuca a Wolfgart, la otra entre las piernas y lo acercó para darle un beso largo y apasionado. Sigmar se rio mientras Wolfgart forcejeaba en manos de la temible guerrera. Cuando le soltó, le pidió que regresara en el verano para unir sus manos y tener hijos fuertes.
Meses después, Wolfgart viajaría a tierras Asoborneas y pasaría el invierno con ellos. Cuando regresó a Reikdorf en primavera, lucía con orgullo un tatuaje en el brazo, un símbolo de su compromiso con Maedbh. La mujer asobornea viajó a Reikdorf para casarse con él una vez regresara de una batalla contra los Turingios del rey Otwin. Sigmar se alzó con la victoria, haciendo que los Turingios se uniera a su creciente coalición de tribus.
Wolfgart salió de la batalla con heridas menores, y partió de inmediato por delante del grueso del ejército hacia Reikdorf, donde Maedbh la estaba esperando y, al día siguiente al regreso de Sigmar, ambos recorrieron el camino cubierto de flores hasta la Piedra de Juramentos, donde la sacerdotisa de Rhya les ató las manos con una espiral de muérdago y recibió sus promesas de fe y fertilidad. Sigmar bendijo la unión y Pendrag les hizo entrega de los regalos: un torque de oro de maravillosa factura para Maedbh y una cota de malla con un lobo de plata para Wolfgart. Pese a estar casados, ambos todavía tenían responsabilidades que cumplir con sus respectivos monarcas, y Maedbh, regresó en varias ocasiones a las Tres Colinas para cumplir sus juramentos con Freya.
Ante el aumento de la amenaza de los Orcos y Goblins, Maedbh acompañó a su reina cuando acudió a la reunión de los distintos reyes en el conocido como Consejo de los Once. Posteriormente sería la auriga del carro de combate de Freya durante la batalla del Paso del Fuego Negro. Su destreza en su manejo permitió a su reina acabar con al vida de un buen número de enemigos, y ayudar a muchos otros reyes aliados. El ejercito aliado de Humanos y Enanos derrotaron a la horda de pieles verdes, y marcando el inicio a la fundación del Imperio y que Sigmar fuera proclamado como su emperador.
Familia con Wolfgart[]
Durante el año siguiente que vino a la victoria en el paso del Fuego Negro, las tierras del ahora recién fundado imperio vivieron un período de paz y prosperidad como nunca antes vista. Durante esta época, Maedbh quedó embarazada y fue honrada por su valor en la batalla del Paso del Fuego Negro durante la ceremonia oficial de coronación de Sigmar como emperador.
En la siguiente primavera, Maedbh daría luz a una niña a la que bautizaron con el nombre de Ulrike. Un Wolfgart lleno de júbilo recorrió las calles de la ciudad con su hija en brazos mientras le bajaban lágrimas de asombro por las mejillas y la gente de Reikdorf les lanzaba puñados de cereales, tierra y agua. Wolfgart y Maedbh honraron a Sigmar al pedirle que fuera el guardián de la espada de Ulrike, un papel que tradicionalmente ocupaba el mejor amigo de los padres. Sigmar aceptó la gran responsabilidad y prometió solemnemente proteger a la niña si ellos morían.
Durante los dos siguiente años al nacimiento de su hija, Maedbh tuvo que criar a la niña casi completamente en solitario, ya que Wolfgart había tenido que marchar con Sigmar para atacar la ciudad de Jutonsryk, una campaña que al emperador le llevó su tiempo completar.
Tras el asedio, su marido fue nombrado Capitán de Armas en Reikdorf que vino acompañado de generoso pago mensual. Esto, unido a las riquezas que obtuvo por su participación en la toma de Jutonsryk, sus granjas de cría de caballos, y los mercaderes en los que Maedbh le había convencido para que invirtiera, lo convirtieron en uno de los hombres más ricos de la creciente ciudad.
El revestimiento de la chimenea de su hogar estaba tallado en madera salvaje asobornea y había sido un obsequio de la reina Freya en su última visita a Reikdorf. La factura era exquisita y representaba una multitud de árboles entrelazados con innumerables raíces que se hundían en la tierra antes de unirse. Maedbh le dijo que describía la creencia asobornea de que todos los seres vivos estaban conectados. Wolfgart simplemente pensaba que era bonito.
Tiempo después, Sigmar tuvo que marchar al norte al recibir un mensaje de su amigo Pendrag, pidiendo su ayuda. Wolfgart quería acompañarlo, pero Sigmar le dijo que necesitaba pasar tiempo con su familia, pues su hija Ulrike ya tenia casi cuatro años. Estos fueron momentos felices para el matirmonio, aunque Maedbh y Ulrike podían notar que Wolfgart echaba de menos no estar en el combate.
Desde su hogar en Reikdorf les llegaron noticias del emperador, primero cuando derrotó al nigromante Morath en las Montañas Centrales, y luego cuando inició una campaña contra los Ropsmenn por la muerte del Conde Wolfila de los Udoses. Las referentes estas últimas resultaron particularmente perturbadoras, pues hablaban de las masacres perpetradas por los ejércitos imperiales. Con dura franqueza, Maedbh consideraba que las tribus Ropsmenn se merecían lo que les cayese por traicionar a Sigmar y matar a su amigo, pero Wolfgart estaba preocupado por los actos de Sigmar.
Sus preocupaciones no estaban infundadas pues, tras acabar con Morath, Sigmar se apoderó de una corona mágica que tenía el nigromante, que hizo que se volviera cada vez mas inmisericorde y autoritario, y por poco estuvo a punto de desencadenar una guerra civil. Por fortuna, Wolfgart logró evitar que su amigo fuera totalmente corrompido por la maligna corona, guardándola bajo fuertes protecciones para proteger al mundo de su mal.
Al poco de este incidente, se produjo la invasión del Imperio de un gran ejercito de Guerreros del Caos, que pudo ser derrotado con grandes esfuerzos y sacrificios por parte de los ejércitos imperiales. Tras la victoria, Wolfgart acompañó a Sigmar en su campaña de castigo contr ala tribus del norte, destruyendo numerosos asentamientos nórdicos. Tras un año de incursiones, regresaron al Imperio.
Problemas matrimoniales[]
Wolfgart no volvió a Reikdorf con Sigmar. Había viajado al sur con el emperador hasta el castillo del conde Otwin de los turingios antes de dirigirse al este hacia las tierras de los asoborneos. Maedbh y Ulrike ahora vivían en el asentamiento de las Tres Colinas, la capital de las tierras de la condesa Freya. Su hija había crecido lo suficiente que Maedbh ya había empezado a entrenarla para la guerra, enseñándola a conducir carros y a disparar el arco.
Su matrimonio con Wolfgart no estaba pasaba por su mejor momento. Maedbh le echó en cara sus largas ausencias, y que se debatiese siempre entre su lealtad a Sigmar y su deber para con su familia, lo que le obligaba a viajar constantemente entre Reikdorf y las Tres Colinas. Una cosa que molestó especialmente a Maedbh es cuando su esposo cuestionó que una niña como Ulrike tuviera que ser entrenada para ser guerrera, recordándole que las mujeres asoborneas van a la guerra. Todo esto y otras cosas causaba que Wolfgart y Maedbh tuvieran frecuentes discusiones.
El ambiente en el hogar se había caldeado tanto que decidió marchar por un temporada y regresar a Reikdorf. Mientras preparaba su partida, Wolfgart conoció a Sigulf y Fridleifr, los hijos gemelos de la condesa Freya, ya casi adolescentes, y se quedó pasmado al ver que eran clavados a Sigmar, lo que probaban que eran sus hijos, nacido de la unión carnal que tuvo con Freya hace ya más de una década.
Maedbh le dijo que todos los asoborneos sabían que eran los hijos de Sigmar, y le pidió que no le contara nada a nadie, especialmente a su padre. Wolfgart protestó pues consideraba que su amigo debía saber de ellos, pero Maedbh le advirtió que si le revelaba algo de ellos, nunca volvería a entrar en las Tres Colinas. A regañadientes, Wolfgart aceptó no decirle nada Sigmar, y partió de regreso a Reikdorf. Maedbh se sintió entristecida por su partida pues, a pesar de sus discusiones, todavía amaba a Wolfgart.
Invasión de los No Muertos[]
Maedbh llevó a Ulrike y a otros adolescentes asoborneos a las praderas al sur de las Tres Colinas para entrenarlos en el manejo de los carros. Todo parecía transcurrir sin complicaciones hasta que fueron atacados por una manada de Lobos Espectrales. Aunque las bestias no muertas acabaron con la vida de varios de sus estudiantes, Maedbh consiguió coordinarlos para acabar con ellas, llevándo a los supervivientes de regreso a las Tres Colinas.
Allí fue informada de que el Imperio estaba siendo invadido por un gran ejercito de No Muertos, liderados por el temido nigromante Nagash, quien había venido para recuperar su Corona. Tras arrasar las tierras de los Menogodos y los brigundianos, Nagash ordenó a su lugarteniente Khaled al Muntasir que atacara la tierra de los Asoborneos. La reina Freya reunió a su ejército y marchó sobre los muertos antes de que pudieran atacar Tres Colinas, dejando a Maedbh a cargo del asentamiento y a dos hijos Fridleifr y Sigulf.
Una semana después, llegó al asentamiento asoborneo una expedición enana formada por cien guerreros, liderados el Herrero Rúnico Alaric el Loco. Le informó que viajaban a Reikdorf para recuperar una maquina de guerra Enana que los hombres de Sigmar habían encontrado, pero mientras viajaban, vieron como Freya fue derrotada por Khaled en la Batalla del Río Aver, y la mayoría de sus guerreros fueron asesinados y se alzaron como No-Muertos para servir en las filas enemigas. La propia Freya fue arrastrada fuera de su vehículo destruido antes de que el vampiro desatara el ataque final sobre el ejercito Brigundiano. Ignora que fue de la Reina pero asume que lo mas probable es que también esté muerta.
Al enterarse de la derrota del ejercito de Freya, Maedbh reunió a todos los habitantes que quedaban en las Tres Colinas y abandonaron la capital asobornea para escapar del ejercito No Muerto, llevando a los refugiados a Reikdorf. Alaric y sus guerreros decidieron acompañarlos. Caminaron durante días, sin apenas pararse a descansar, ya que estaban siendo perseguidos por las fuerzas de Khaled al Muntasir, que cada vez estaban más cerca.
Con el ejercito No Muerto a pocas horas de distancia, Alaric le comentó a Maedbh que estaba en deuda con Wolfgart por haberle salvado la vida durante el asedio de Middenheim, y se comprometió a llevarla a salvo hasta Reikdorf para saldarla, pero esa deuda era solo aplicable a ella, no al resto de refugiados, así que instó a abandonar a los que no pudieran seguir el ritmo. Maedbh no solo se negó a abandonar a ninguno de los suyos, si no que organizó a los refugiados para presentar una última resistencia ante el inclemente enemigo. Haciendo honor a su deuda de sangre con, Wolfgart, Alaric y sus guerreros, decidieron permanecer a su lado y luchar juntos hasta el final.
Afortunadamente, una gran fuerza militar liderada por Sigmar y Wolfgart llegó hasta ellos, y las fuerzas combinadas derrotaron a los No Muertos, obligando a Khaled a huir. Con el enemigo derrotado, Wolfgart se reunió entre sollozos de alegría con su esposa e hija. El Emperador llevó los supervivientes a Reikdorf, y durante días estuvo preparando las defensas de la ciudad mientras el ejercito de Nagash se aproximaba.
Los primeros en llegar fue la reina Freya, liderando un harapiento grupo de un centenar de guerreros. Habían logrado sobrevivir tras su derrota en la Batalla del Río Aver, abriéndose paso por las tierras salvajes infestadas de muertos hasta llegar a la ciudad de Sigmar. La noticia de su supervivencia fue recibida con dicha por lo refugiados en Reikdorf, y Maedbh se alegró de ver a su soberana con vida. Pocas horas después llegarían las fuerzas de Nagash, con sus emisarios exigiendo la devolución de su corona, dándole a Sigmar y su pueblo un día para que pensaran su oferta. Maedbh aprovechó esa tregua para estar en todo momento junto a su marido Wolfgart y su hija Ulrike.
En la batalla del Río Reik el ejército de vivos de Sigmar se enfrentó la hueste No Muerta de Nagash. Maedbh decidió acompañar a su reina, volviendo a ser la auriga de su carro. Sus respectivos, Ulrike por parte de Maedbh, y Sigulf y Fridleifr por parte de Freya, los acompañaron junto a los restantes guerreros Asoborneos. Su misión en la batalla era la de proteger uno de los flancos de las fuerzas de Sigmar, evitando que los No Muertos los flanquearan.
Durante la batalla, un enorme lobo espectral destruyó el carro de la Reina, arrojándola y dejándola inconsciente. Los guerreros asoborneos fueron de inmediato en su ayuda, protegiéndola hasta que pudo volver al combate. Las tornas se torcieron con la aparición de Siggurd, anterior conde de los brigundianos ahora transformado en vampiro y sirviente de Nagash, causando una matanza entre los Asoborneos. Maedbh, Ulrike, y Sigulf y Fridleifr apoyaron a Freya durante el combate contra el conde caído, y aunque consiguieron herirlo en varias ocasiones, este se mostró superior a todos.
Ulrike consiguió clavarle flechas bendecidas, que le causaron un gran daño pero también encendieron la ira de Siggurd. Cuando se dispuso a rematarla en represalia, Maedbh le suplicó que no lo hiciera, pero el cruel vampiro decidió ejecutar a su hija delante de sus ojos. Por fortuna, no pudo cumplir su sentencia, pues se vio repentinamente fue abrumado por una gran turba de fanáticos flagelantes, demasiados como para que pudiera derrotarlos él solo, viéndose obligado a huir.
Mientra los dementes continuaban con su carga suicida, Maedbh y los supervivientes se retiraron a Reikdorf para tratarse las heridas, especialmente las de su hijo Sigulf, quien estaba gravemente herido. En otro lado de la batalla, Sigmar se enfrentaría al propio Nagash, y tras un intenso duelo, lograría derrotarlo con el poder de Ghal Maraz. Con el Gran Nigromante destruido, el poder que ejercía sobre todos los No Muertos del Imperio se desvaneció, dándole la victoria a los vivos.
Rehaciendo la vida[]
Varias días mas tarde, asegurando que aún le dolían las heridas que había sufrido a manos de Siggurd, Freya y sus hijos heridos regresaron a Tres Colinas para reconstruir lo que los muertos habían destruido. Wolfgart y Maedbh permanecieron en Reikdorf con Ulrike aunque decidieron que dividirían su tiempo entre la ciudad de Sigmar y Tres Colinas. Nunca más dejarían que la ira les ganase la batalla y nunca más se permitirían separarse con palabras duras entre ellos.
A los pocos días. Maedbh les anunció a Wolfgart y Ulrike que estaba encinta y la celebración que acompañó la noticia fue escandalosa. Posteriormente, las ancianas que sabían de esas cosas le habían dicho a Maedbh que llevaba dentro un varón, y Wolfgart no podría estar más contento con la noticia.
Wolfgart fue nombrado nuevo Mariscal del Reik, y tuvo que darse en Reikdorf cuando Sigmar marchó a dar caza a uno d ellos lugartenientes de Nagash que habia escapado de la batalla. Wolfgart quería acompañar a su amigo a aquella misión, pero la expresión en los ojos de Maedbh y su vientre hinchado lo habían convencido de que marcharse de Reikdorf habría sido un error, e hizo prometer a Sigmar que regresaría para el nacimiento de su hijo.
Tras varias semanas de ausencia, una vez cumplida aquella misión, Sigmar pudo regresar a tiempo para conocer al hijo recién nacido hijo de Wolfgart y Maedbh.
Fuentes[]
- Trilogía La Leyenda de Sigmar: Heldenhammer, por Graham McNeill.
- Cap. 15: Unión.
- Cap. 16: Ser rey.
- Cap. 19: Las espadas de los reyes.
- Cap. 21: El paso del Fuego Negro.
- Trilogía La Leyenda de Sigmar: Imperio, por Graham McNeill.
- Cap. 1: Los últimos días de los reyes.
- Cap. 3: Ajustes de cuentas.
- Cap. 6: Reyes conflictivos.
- Cap. 7: El Namathir.
- Cap. 10: La maldición de los muertos.
- Cap. 14: La justicia de Sigmar.
- Trilogía La Leyenda de Sigmar: El Rey Dios, por Graham McNeill.
- Cap. 5: Regresos.
- Cap. 7: Augurios de muerte.
- Cap. 8: Los primeros en morir.
- Cap. 10: Muerte sigilosa.
- Cap. 13: Los siguientes en morir.
- Cap. 14: Norte, este y oeste.
- Cap. 15: Reuniones.
- Cap. 18: La muerte de Reikdorf.
- Cap. 19: La última noche.
- Cap. 20: La Batalla del río Reik.
- Cap. 21: El fin está próximo.
- Cap. 22: Paladines de la vida y la muerte.
- Epílogo.
- Trilogía La Leyenda de Sigmar: Relato corto Que caiga la gran hacha, por Graham McNeill.
- Trilogía La Leyenda de Sigmar: Relato corto El guardián de la espada, por Graham McNeill.