El Hada Hechicera se lleva a todos los niños bretonianos con aptitudes mágicas. Las niñas pueden regresar como Damiselas de la Dama, pero a los niños jamás se les vuelve a ver. Esta práctica tienen un efecto muy profundo en la sociedad bretoniana.
Descripción[]
Normalmente se llevan a los niños siendo aún bebes, antes de que hayan aprendido a hablar. Las hadas pueden actuar en cualquier momento, pero nunca nadie las ve llegar ni marcharse. A veces el niño desaparece de la cama que comparte con su madre, otras veces se desvanecen de la cuna cuando su madre les de la espalda. No importa cuánto intenten reunir ánimos para seguir adelante, esto siempre supone un golpe devastador para los padres.
A los niños no se les pone nombre hasta que pueden hablar, para evitar bautizar a alguien que luego va a ser llevado. En la mayoría de las regiones, los padres esperan a que el niño haya nombrado a ambos, es decir, que haya dicho "mamá" y "papá", pero en algunos no se pone nombre al niño hasta que no ha pronunciado una frase completa. La primera costumbre suele hacer que los bebés desaparezcan antes de recibir un nombre, pero para entonces la mayoría de padres ya desean dar un nombre a sus hijos.
Cómo Proteger a los Niños[]
Algunos padres, desesperados por conservar a sus hijos, intentan ocultarlos de las hadas. Esto es sumamente ilegal. Si se descubre el ardid, el niño es conducido ante las damiselas. Si se posee poder, se lo llevan. Si no, es ejecutado ante los ojos de sus padres. Algunos de los señores feudales más crueles obligan a los padres a hacerlo ellos mismos, so pena de ser ejecutados también tras ver morir a su hijo. Los señores más prácticos han reparado en que con esta medida sólo se consiguen campesinos muertos.
Sin embargo, funciona las suficientes veces como para que los padres no dejen de intentarlo. Las hadas no son omniscientes, y afirmar que el niño ha desaparecido o nacido muerto, para luego ocultarlo en las tierras salvajes, ha llegado a funcionar. Estos niños suelen convertirse en forajidos, ya que no han nacido en el seno de una comunidad bretoniana.
Los padres más acaudalados, en especial los mercaderes con contactos en otros países, disponen un intercambio de bebés, a menudo con familias extranjeras relativamente pobres. Los padres adoptivos cobran por criar bien al niño, mientras que los padres bretonianos crían al bebé prestado como si fuera suyo. Es frecuente que el verdadero hijo sea aceptado como aprendiz, misteriosamente favorecido, al tiempo que el niño señuelo recibe un trato más frío que por parte de sus padres.
Hace siglos, algunos padres comenzaron a fabricar muñecos parecidos a sus hijos, con la esperanza de que las hadas se los llevasen. La costumbre se ha extendido, y ahora todos los bretonianos tienen un ''muñeco hada". Estos muñecos varían, de las simples muñecas de trapo hasta elaboradas representaciones de madera pintada que se parecen enormemente al bebé. Las familias de los hijos desaparecidos suelen disponer un asiento para el muñeco en los festines y reuniones importantes, y pueden llegar a comprarle pequeños regalos de cumpleaños. La gente que no desaparece conserva sus propios muñecos hada, pues se cree que dan suerte.
Otra costumbre, más siniestra, el infanticidio. Las familias campesinas que no pueden permitirse otra boca que alimentar pueden llevar a un recién nacido al bosque y abandonarlo allí, para luego afirmar que se lo llevaron las hadas. Muy pocos padres son capaces de llegar al extremo de matar a sus propios hijos, y algunos de estos bebés son encontrados y criados por bandas de forajidos. Como no hay razón para suponer que al niño no se lo han llevado las hadas, estos casos casi nunca se investigan.
Como no hay hechiceros varones en Bretonia, todo hechicero que visite el país es tratado con gran recelo. Las visitas en fechas próximas a la noche bruja son especialmente peligrosas (a no ser que se quiera desempeñar un papel central en las celebraciones). La mayoría de los bretonianos tienen demasiado sentido común como para arriesgarse a enfurecer a un maestro de las artes místicas, pero muy pocos confiarían en un hechicero, y éste será el principal sospechoso de cualquier suceso misterioso que coincida con su visita. Los hechiceros son extremadamente mal recibidos, más que en el Imperio.
Los Muñecos Robados[]
En los últimos años, algunos de los muñecos de los niños han sido robados. Estos hurtos se han dado en toda Bretonia. A pesar de las meticulosas investigaciones, no se han descubierto a ningún ladrón mundano, por lo que se cree que fueron las hadas quienes se los llevaron. La pregunta es ¿por qué? Los primeros de estos niños están alcanzando ya la edad adulta, y un número considerable de ellos está demostrando ciertos deseos de ir en pos de aventuras.
Las Hadas[]
Las hadas de Bretonia son en realidad los Elfos Silvanos de Athel Loren. Los bretonianos conocen la existencia de los Elfos; algunos Elfos comercian con el país, especialmente en L'Anguille (donde tienen un enclave considerable). Los Elfos Silvanos del Imperio también suelen recorrer el país. Sin embargo, casi nadie los relaciona con el pueblo de las hadas del bosque, los servidores de la Dama.
Es muy probable que los extranjeros que se encuentren con las hadas los reconozcan como Elfos, y los bretonianos con una considerable experiencia personal con los Elfos también podrían llegar a esa conclusión. Sin embargo, la mayoría de los bretonianos con dicha experiencia personal viven en L'Anguille, en el extremo opuesto del país respecto del Bosque de Loren.
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Fuente[]
- Warhammer Fantasy JdR: Caballeros del Grial (2ª Ed. Rol), págs. 41 y 42.