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Shallya Manicomio

En el Viejo Mundo la Locura se ve con repulsa, suspicacia y miedo. La creencia común es que la locura está causada por el Caos, pues al igual que puede mutar el cuerpo, también puede deformar la mente y el espíritu. Por tanto, muchos consideran que la locura es una mutación del interior. Sin embargo, hay una elocuente y peligrosa minoría de fanáticos que cree que la causa de la locura es en realidad la posesión demoníaca.

Trastornos[]

En comunidades pequeñas se puede tolerar a los lunáticos si su trastorno no se manifiesta de forma malévola, y si su condición inspira humor o piedad. La gente suele tratar bien a estos "tontos del pueblo" (o al menos no los persigue activa mente). Pero los locos de remate y demás individuos con trastornos extravagantes o agresivos son apedreados y expulsados de pueblos y ciudades por atemorizadas turbas; y si les matan durante la persecución, mejor que mejor. Pero nadie quiere acercarse demasiado a ellos, pues muchos creen que la locura es contagiosa.

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Los cazadores de brujas y demás fanáticos no toleran a los individuos con trastornos mentales, lo cual es irónico, ya que la mayoría sufren delirios paranoides. Estos fanáticos creen firmemente que un demonio del Caos se ha instalado permanentemente en el cuerpo del individuo afectado, y ha destruido el espíritu del anterior anfitrión. Estas sucias burlas deben ser totalmente aniquiladas a base de espada, fuego y ahogamiento. Un puñado de cazadores de brujas se aferran a la esperanza de que una vez purgado el demonio, el espíritu del poseído regresan, pero la mayoría lo consideran una noción estúpida y sentimental.

Sin embargo, no todo está perdido para los desequilibrados. Los clérigos de Shallya tienen un fuerte y discrepante punto de vista sobre la locura. Aunque no tienen muy claro su origen, los clérigos de Shallya creen que su diosa contempla la locura como otro tipo de enfermedad, que sus seguidores tienen el deber de curar. Pues aunque la locura resiste todos los tratamientos seculares, hay casos registrados en los que la magia divina ha sido capaz de eliminar el trastorno de un individuo. Por supuesto, para algunos este pensamiento es sinónimo de herejía.

Hay también un grupo muy reducido y disperso de galenos que, ya sea por curiosidad o por ambición, se niegan a aceptar las supersticiones presentes sobre la locura. Estos doctores sueñan sus propias ideas sobre las causas de la locura y sus posibles remedios, pero tienden a ocultar sus experimentos y a mantener su investigación en secreto. La mayoría de los tratamientos de estos galenos son ultrajantes, peligrosos y extraños, como por ejemplo ingerir venenos o taladrar agujeros en el cráneo.

Pirados

La idea de que un individuo pueda ser adicto al alcohol o a las drogas no se conoce en el Viejo Mundo. Hay unos pocos sacerdotes abanderados que despotrican contra los efectos perjudiciales del alcohol, pero siempre culpan al licor y no al borracho. Muy pocos se toman en serio las funestas divagaciones de estos sacerdotes. En cuanto a las drogas, su consumo se lleva a cabo en privado y en clandestinidad. Hay drogadictos de todas las clases sociales en el Viejo Mundo, y además las drogas se usan con frecuencia en ceremonias religiosas y en el campo de batalla. Pero las propiedades adictivas de las drogas aún no se han comprendido del todo, ni siquiera entre los galenos, y los beneficios curativos de mucha drogas parecen compensar sus posibles efectos secundados. Las drogas tampoco son tan fácilmente asequibles para el público como lo es el alcohol, y sólo unos cuantos eruditos iluminados han relacionado su consumo con el crimen, la pobreza o la locura.

Los seguidores del Caos también se interesan por los locos. Ellos también creen que la locura la provoca el Caos, pero consideran los trastornos mentales una especie de bendición más que una mutación. Piensan que los locos tienen una gran intuición, poderes de precognición y tal vez incluso la capacidad de hablar directamente con los dioses del Caos. A los adoradores de Tzeentch en concreto les gustan bastante los locos, pues creen que la distorsión de sus mentes es un don concedido directamente por su dios. Estos sectarios secuestran a los lunáticos para estudiarlos, experimentar con ellos y realizar ritos impíos. Muy pocos sobreviven a la adoración.

Listado de Trastornos[]

Tratamientos[]

La locura no suele tratarse en el Viejo Mundo, pues si ya la ciencia de la medicina está en su infancia, la psicoterapia es todavía más primitiva. Hay algunas técnicas y opciones de tratamiento que pueden servir de ayuda para una persona afectada de locura, aunque ninguna de ellas está disponible fácilmente, estando severamente limitadas, y muchas suelen ser dolorosas e implicar gran peligro. De ellas, sólo la magia puede curar las locuras que se deben en realidad a posesiones demoníacas.

  • Manicomios: La reacción común a las personas de cordura cuestionable es dejarles vagar por las calles en compañía de los mendigos y otros desechos de la sociedad, o encerrarlos en un manicomio. Dado que los propietarios de manicomios suelen cobrar por sus servicios, esta última opción es casi exclusiva para las clases más acomodadas, que pagan generosamente por evitar la vergüenza de tener a un miembro de la familia vagando por ahí como un conocido lunático. Los manicomios del Viejo Mundo apenas son mejores que unas mazmorras, donde los dementes encerrados acaban condenados a una desesperada vida de privaciones y brutalidad. Los pacientes no reciben tratamiento, y suelen ser víctimas de abusos por parte del personal y de otros internos. La estancia en un manicomio puede deteriorar todavía más la condición del paciente, pues su propósito es tener encerrados a los locos, más que curarles.
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  • Cirugía: Una aproximación quirúrgica al problema puede producir resultados de vez en cuando, pero normalmente es peor el remedio que la enfermedad, dado que suele consistir en un burdo proceso experimental, bastante peligroso para el paciente. Los tratamientos quirúrgicos generalmente aceptados para los trastornos de la personalidad son extirpar una porción del cráneo para aliviar la presión sobre el cerebro y la aplicación de hierros al rojo en la cabeza. Por lo general, un cirujano accederá a practicar alguna de estas operaciones, con la condición de recibir un pago por adelantado, y de que el paciente o su responsable legal firme un documento exonerándole de toda responsabilidad si el tratamiento no da buen resultado.
  • Drogas: Básicamente, un físico, herbolario o boticario suministrará drogas al afectado en tandas de varias dosis semanales. Los brebajes químicos y de hierbas no pueden curar del todo la locura. Como mucho, la contienen un corto espacio de tiempo. Las drogas que afectan a la mente son, en el mejor de los casos, palos de ciego. Cada una de ellas debe elaborarse específicamente para el receptor, para que contrarreste adecuadamente su locura. Ésta suele ser la opción menos dolorosa, pero por supuesto no está exento de eventualidades. Para empezar no resulta infrecuente que el paciente acabe adquiriendo adicción a la droga que consume para tratar su mal. Igualmente, siempre existe el riesgo de que la mezcla salga mal y sea no solo ineficaz, si no que también potencialmente peligrosa, aunque el fabricante de la droga crea haberla elaborado bien.
  • Magia: Existen varios hechizos que pueden ayudar a los locos, siendo los más destacados el hechizo shallyano Curar Locura. El hechizo del Saber del Metal La Transmutación de la Mente Inestable también puede ayudar (¡o no!). La principal dificultad de las curas mágicas no estriba en sus efectos secundarios, sino en encontrar a personas lo suficientemente poderosas como para lanzar esos hechizos. En todo el Imperio sólo hay un puñado de sacerdotes y hechiceros lo bastante poderosos para utilizar este tipo de magia. Encontrarles y convencerles para que ayuden supondría toda una aventura por sí misma.

Fuentes[]