Imagen ilustrativa
Lilo Murmelnde es una mujer regordeta y de mejillas caídas con una mata de pelo canoso en su cabeza. Los otros sectarios la conocen como una mumuradora crónica con una actitud mansa pero desconcertante. Se presenta a los demás como una persona patética necesitada de simpatía y ayuda. Una vez que se le ofrece ayuda, se pega a su benefactor con una serie de peticiones que van en aumento, saliendo a la luz su faceta insistente y quejica.
Malusalbus envía de vez en cuando a sus sectarios de más confianza en largas misiones de reclutamiento. Viajan sobre todo por las zonas rurales del Imperio, buscando almas perdidas que llevar al redil. Murmelnde es un ejemplo del tipo de personas reclutadas de esta manera. Natural de Talabecland, era una tía solterona que estaba continuamente yendo de unos familiares a otros, pues ninguno de ellos quería soportar su presencia durante mucho tiempo. Mientras viajaba en diligencia desde casa de unos parientes a la de otros, se encontró con el equipo de reclutamiento de F'thaktoi B'kah. Ellos le prometieron una comunidad donde todo el mundo era igual y donde la frialdad de su familia sería reemplazada por el calor del fervor religioso. Murmelnde se sintió confusa ante las referencias al Caos, pero atraída por las amplias sonrisas y el calor personal de sus nuevos amigos. Se unió a ellos y viajó hasta el retiro de Malusalbus en el Pico Quebrado.
Desde entonces, ha demostrado ser una de las alumnas más problemáticas de Malusalbus. Esto no puede atribuirse a algún recelo que todavía pudiera tener sobre el Caos (Lilo hace tiempo que ha olvidado tales escrúpulos), sino a las demandas emocionales que hace a todos los que la rodean. Mientras que el sectario ideal de F'thaktoi B'kah es insanamente alegre y desprendido, Murmelnde sigue siendo malhumorada y pegajosa. Incluso trata al Gran Maestro como si fuera un sobrino errante que ha dejado de prestarla la atención que se merece. Sus quejas son casi constantes.
Cuando Malusalbus la castiga (lo que ocurre de forma regular), ella se tranquiliza por un tiempo, pero no demasiado antes de que vuelva a sus protestas y gimoteos. Durante algunos meses, Loic Sadique ha estado tratando de persuadir a Malusalbus para que sirva de comida a los hombres bestia delante de los demás. Malusalbus, que ve a Mulmelnde como un desafío personal para sus poderes de persuasión, se ha negado hacerlo. Está totalmente decidido a convertirla en una miembro ejemplar del culto. Aunque Mulmelnde parece odiar las condiciones de la vida del culto, ella prefiere vivir aquí a regresar a su casa.