
Al noroeste del Imperio, entre Nordland y las Tierras Desoladas se encuentra el Bosque de Laurelorn que, aunque teóricamente está bajo los dominios del Conde Elector de Nordland, es un reino élfico totalmente independiente gobernado por los misteriosos y herméticos Eonir. No obstante, se les considera aliados del Imperio. Los elfos del Laurelorn están orgullosos de su herencia y se consideran culturalmente distintos a los demás elfos.
Descripción[]
El Laurelorn es la patria de los Eonir. Este bosque septentrional es predominantemente de coníferas y templado mixto. El Laurelorn está menos saturado de magia que Athel Loren, por lo que sus espíritus son menos numerosos, y a menudo son débiles o están hambrientos. Aunque las relaciones entre Elfos y Humanos suelen ser buenas, el corazón del Laurelorn es sagrado para los Eonir. Los humanos se adentran en el Laurelorn por su cuenta y riesgo.
Los límites exteriores del Laurelorn están formados por tres protectorados (Escarcha, Lluvia y Tormenta). Estas áreas eran principados de Tor Lithanel hace mucho tiempo, antes de la Guerra de la Barba. En la actualidad, los protectorados exteriores son reclamados por Nordland y Middenland. Los Eonir no reclaman la propiedad de ninguna tierra forestal, pero tampoco la consideran propiedad del Imperio. Están dispuestos a cohabitar los protectorados exteriores, siempre que se respeten los tratados de explotación forestal. Patrullan los protectorados exteriores contra las invasiones de la región de la capital (protectorado del Sol).
Mapas[]

Protectorados[]
El reino de Laurelorn está dividida en cuatro protectorados:
- Protectorado del Sol.
- Protectorado de la Lluvia.
- Protectorado de la Tormenta.
- Protectorado de la Escarcha.
Origen del Nombre[]
El Laurelorn, desde su primera colonización por los elfos, ha sido un lugar de esperanza, alegría y risas. Los elfos realizaban juegos y celebraciones de verano bajo sus ramas, lo que dio al bosque su nombre. Los colonos lo llamaron Loren Lauroi (‘el bosque dorado’), por la runa mayor Ladroi, que significa ‘estación del sol’ o ‘cúspide de la alegría’. Los colonos se llamaron a sí mismos Eonir por la runa mayor Daroir, que significa recuerdo, memoria y fuerza de las piedras. Los Eonir sienten que sus primos asur ya no recorren el verdadero camino de los elfos del pasado, aquellos que ayudaron a los Ancestrales a crear la red de piedras del camino.
Viajar por el Laurelorn[]
El tráfico a caballo y a pie a través del Laurelorn puede seguir los antiguos caminos de los Altos Elfos, cubiertos de maleza, a una velocidad normal. Sin embargo, los carros no pueden circular por los caminos. El camino del norte hacia Se-Athil está completamente asfixiado por los árboles y sólo se puede recorrer a pie a la mitad de la velocidad habitual.
Historia[]

Tras la derrota de los Altos Elfos en la Guerra de la Barba, abandonaron sus colonias del Viejo Mundo. Al igual que sus parientes de Athel Loren, algunos Elfos que residían en las colonias de lo que posteriormente sería el Imperio decidieron quedarse a defender su amado Bosque de Laurelorn, evitando que se profanase su corazón por la mano de Enanos, Pieles Verdes, Hombres Bestia y cualquier otro potencial enemigo. Incluso los gobernadores humanos de Nordland y Middenland, que reivindican el bosque, han aprendido a base de caras lecciones a pensárselo dos veces antes de ejercer dichas reivindicaciones. Incluso para poder cazar bajo las copas de sus árboles se ha de solicitar permiso a estos maestros exploradores antes de disparar siquiera contra un conejo.
Aunque la mayoría de la gente llamaría a los Eonir ‘Elfos Silvanos’, son muy diferentes de los Asrai de Athel Loren. De hecho, el reino de Laurelorn es más antiguo que Athel Loren y conserva elementos de la cultura Asur de la colonia original de Ulthuan. Los Eonir consideran a los Asur como hipócritas que abandonaron el Viejo Mundo y luego tuvieron la osadía de disputar la independencia de Laurelorn. En cierto modo, los Eonir simpatizan con los Druchii de Naggaroth porque también fueron condenados al ostracismo por los Asur.
A diferencia de sus parientes de Athel Loren, los Elfos Silvanos del Bosque de Laurelorn no llevan políticas aislacionistas tan extremas. Saben que son muy pocos y que necesitan de la protección del Imperio y de su numeroso colectivo de hombres, por lo que algunos Elfos Silvanos han decidido poner fin a su aislamiento y entrar en el Imperio, así como también enviar embajadores para reunirse con algún alto mando imperial para tratar asuntos de comercio, seguridad o colonización.

La mayoría de los ciudadanos del Imperio que viven en la frontera de Laurelorn respetan a los Eonir y temen a los espíritus del bosque. Sin embargo, los humanos no consideran a los Eonir como ‘extranjeros’ del mismo modo que los Asrai son percibidos como hadas en Bretonia. Este entendimiento entre especies ha permitido a Laurelorn establecer vínculos más fuertes con el Imperio que con Ulthuan o Athel Loren. Los exploradores, espías y diplomáticos elfos de Laurelorn se encuentran con frecuencia en Nordland, Middenland y las Tierras Desoladas. La nobleza de Nordland ha negociado múltiples tratados con la reina de Laurelorn, y el Graf Boris de Middenland emplea a dos Eonir en su corte.
Por un acuerdo con los condes de Nordland, los Elfos permiten a los imperiales que colonicen la región entre los ríos Salz y Demst. No obstante este acuerdo limita estrictamente su cantidad, por lo que los Elfos deben aprobar la creación de nuevos asentamientos, y no están muy dispuestos a ello. Igualmente también limitan a los humanos los recursos que pueden recoger del bosque. Estas limitaciones provocan numerosas tensiones entre ambas razas. Muchos humanos han construido asentamientos ilegales y los Elfos los amenazan con eliminarlos por la fuerza si no abandonan las regiones ocupadas. Se llega a temer que esto pueda dar lugar a un conflicto armado entre ambas razas.
Más allá del Demst se encuentra el corazón de Laurelorn, un lugar que los norlandeses llaman el "bosque de la bruja” debido al miedo supersticioso hacia la reina Elfa. Los humanos tienen prohibido el paso bajo pena de muerte. Se desconoce lo que hay en el bosque exactamente, pero algunos libros antiguos mencionan una ciudad de cristal en lo más profundo del bosque, un lugar que brilla con luz propia.
Fuentes[]
- Warhammer Fantasy JdR: Herederos de Sigmar (2ª Ed. Rol), págs. 9, 63-64.
- Warhammer Fantasy JdR: Archivos del Imperio: Volumen 1 (4ª Ed. Rol), págs. 72, 73, 79.