
"Una noche siniestra, cuando la luna llena de Morrslieb brillaba en el cielo, el cuerpo de Heinrich empezó a sufrir en sus carnes lo que parecía una herida putrefacta, una cicatriz sin cerrar. Todas las bestias de la aldea relincharon y aullaron esa noche, presas del miedo, pero los gritos de Heinrich eran los más altos de todos, y es que las caricias de Morrslieb no son suaves.
Bajo la pálida luz de la luna, su cráneo se resquebrajó y sus ojos se torcieron. Le creció el pelo y la mandíbula le rechinó, las piernas se le hincharon y se le rompieron bruscamente, pulverizándose con un crujido de cartílagos tan fuerte que despertaría un cadáver. De su cuerpo surgieron nuevas articulaciones y músculos, unos cuernos recubiertos de sangre aparecieron en su negra cabeza, los dedos de los pies engordaron y se reforzaron hasta convertirse en unas pezuñas. Una especie de bramido salió de la garganta de Heinrich y en su rostro peludo aparecieron unas enormes fauces, con una hilera de gruesos dientes dispuestos a machacar y agujerear.
La cosa que antaño fuera Heinrich recogió sus espadas negras, se las apoyó contra el pecho y huyó, corriendo sobre sus nuevas patas para adentrarse en la espesura del bosque."
Fuente[]
- Ejércitos Warhammer: Hombres Bestia (7ª Edición).