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El trasfondo que puedes leer en esta sección o artículo se basa en la campaña mundial de La Tormenta del Caos, que ha sido sustituida por la de El Fin de los Tiempos.
Portada La Tormenta del Caos por Alex Boyd

Como en el pasado, se ha alzado un nuevo paladín de los Dioses Oscuros para ponerse al mando de los ejércitos del Caos. En el presente año de 2522, Archaón, el Señor del Fin de los Tiempos, ha reunido un ejército como nunca se ha visto desde la Gran Guerra contra el Caos y se ha abierto paso violenta y rápidamente en dirección al centro del Imperio. Decidido a destruir el Imperio y todo lo que este representa, su ejército se dirige hacia la ciudad de Middenheim, el mayor bastión de todo el Viejo Mundo.

Los primeros elementos de las huestes de Archaón, liderados por Surtha Lenk, asaltaron las heladas tierras de Kislev y continuaron avanzando hacia el Sur hasta llegar al Imperio. En torno a la ciudad de Wolfenburgo se libró una gran batalla, pero, a pesar de la férrea defensa del ejército de Hochland, los sirvientes del Caos lograron la victoria y saquearon la ciudad. El ejército fue finalmente detenido en Mazhorod, pero no sin antes causar grandes pérdidas. Durante un tiempo pareció que se había logrado capear la tormenta. Así fue hasta que llegaron malas noticias procedentes del Norte. Aquella no era la hueste de Archaón, sino tan solo una vanguardia del inmenso contingente que todavía estaba por llegar.

El Imperio no solo se veía acechado por el Norte. Al Este, al otro lado de las Montañas del Fin del Mundo, una horda de guerreros Kurgan se preparaba para lanzar su ataque. Esta horda de bárbaros del Caos liderada por Vardek Crom, conocido como el Conquistador y autoproclamado "Heraldo de Archaón", está preparada para cruzar el Paso de los Picos y caer sobre la gente de Stirland y Averland para incendiar sus hogares y derramar su sangre.

Tal y como estaba escrito, cuatro guerreros se han alzado para actuar como los lugartenientes de Archaón, cada uno de ellos al mando de un poderoso ejército con el que propiciar que el mundo se acerque cada vez más al fin de los tiempos: Haargroth el Carnicero, un poderoso paladín de Khorne que empezó como un joven granjero y que ha alcanzado una posición de elevado privilegio bajo la atenta mirada del Dios de la Sangre; Feytor el Corrompido, paladín de Nurgle cuya aldea recibió el azote de la plaga y, al ser el único no afectado por ella, abrazó el culto de su pestilente salvador; Styrkaar de los Sortsvinaer, predilecto de Slaanesh, el Príncipe Negro, un rey norse cuyo pueblo se rinde a sus pies para adorarlo y glorificarlo; y por último, Melekh el Transmutador, con su vástago mutante Cyspeth, el elegido del gran Tzeentch que eliminó al chamán Aesling de su tribu para conducir a su gente junto a Archaón.

Para reducir Middenheim a cenizas, Archaón ha forjado un pacto secreto con el Caudillo de los Hombres Bestia Khazrak el Tuerto, conocedor de la región. A cambio de la ayuda de Khazrak, Archaón le ha prometido la posibilidad de asesinar al Conde Elector de Middenheim, Boris Todbringer.

El objetivo de Archaón no es tan sólo acabar con el Imperio y con Sigmar, Archaón esta vez tiene un objetivo mayor. Quiere destruir a Ulric, el mismísimo dios de Sigmar, por lo que se dispone a asaltar y arrasar Middenheim. Sigmar fue coronado primer Emperador por el sumo sacerdote de Ulric en el gran templo de Middenheim. Allí arde la eterna Llama de Ulric, que apareció del suelo en el punto donde el dios golpeó la montaña con su enorme puño. Según se dice, esa llama es capaz de distinguir a los fieles de los impuros y, si se apagara algún día, el mundo se vería sometido a un invierno sin fin. Archaón pretende asaltar Middenheim para lograr entrar en el gran templo de Ulric. Desea erguirse sobre la llama eterna y corromperla con su propio cuerpo sabiendo que los Dioses Oscuros lo protegerán de cualquier daño. Así extinguiría la llama y propiciaría el fin de los tiempos, la gran era de guerra y muerte que precedería a la victoria final de los Dioses del Caos.

El Cónclave de la Luz[]

Karl FRanz

Durante la primavera anterior al momento en que la Horda de Archaón cayera sobre Middenheim con todo su peso, poco después de la victoria del Imperio contra Surtha Lenk en Mazhorod, el Emperador Karl Franz convocó una reunión de los gobernantes del Imperio que llegó a conocerse como el Cónclave de la Luz.

Los Condes Electores, los líderes de las iglesias de Sigmar y Ulric y los comandantes de los ejércitos del Imperio discutieron los varios cursos de acción que podían seguir. Hablaron con los emisarios de Kislev y con los de los Enanos. Sin embargo, no podían ponerse de acuerdo en cuál era la mejor forma de hacer frente al peligro del Norte. Se enviaron mensajeros a Bretonia para pedir ayuda y el Cónclave aguardó la opinión del Emperador.

El asunto se zanjó con la llegada de Teclis, el mago Alto Elfo fundador de los Colegios de la Magia. Su consejo fue atacar a la horda del Caos y prometió enviar todo el potencial militar del que los Elfos pudieran permitirse prescindir en la guerra contra sus hermanos Druchii en Ulthuan y enviar al Mar de las Garras a las naves dragón y halcón de la flota de Lothern, al mando del Señor de los Mares Aislinn, a proteger las costas del Norte del Imperio. Los Enanos juraron defender los pasos orientales y los kislevitas regresaron a la corte de la Reina del Hielo tras prometer ayuda militar.

Y así fue como Karl Franz, el mayor hombre de Estado que ha gobernado el Imperio, forjó una gran alianza y puso en marcha el plan con el que reunir el ejército más grande nunca visto en el Viejo Mundo en 200 años.

Un mundo sumido en la guerra[]

Elfos Oscuros[]

No solo el Imperio se encuentra asediado por la última incursión del Caos. Hacia el lejano oeste, al otro lado del Gran Océano, un antiguo poder vuelve a alzarse en Naggaroth. Morathi, la Reina Hechicera de los Elfos Oscuros, ha renovado sus viejos pactos con Slaanesh, el Príncipe del Caos, y su Culto al Placer vuelve a ganar poder.

El Templo de Khaine no puede hacer nada para impedir esta nueva amenaza y Morathi vuelve a atacar las tierras de los Hombres Lagarto en busca de artefactos con los que conseguir que sus seguidores dominen la sociedad de los Elfos Oscuros. Tales ataques resultan desastrosos para los Slann y sus guerreros, cuyos esfuerzos estaban hasta ahora dirigidos a detener la oleada de energía del Caos y a los Demonios que esta creaba.

Skavens[]

Por otro lado, en las profundidades de la fortaleza Skaven del Pozo Infernal y en las cuevas por debajo de Middenheim, otra raza entra en juego. Los hombres rata vuelven a la carga buscando cualquier oportunidad para cumplir sus propios objetivos. Se dice que el Señor de la Muerte Snikch del Clan Eshin ha regresado al Viejo Mundo procedente del Lejano Oriente por orden del Consejo de los Trece. Se desconoce la misión secreta que le ha sido encomendada.

Pieles Verdes[]

Torres de Asedio Gorko y Morko por Adrian Smith

Tras la derrota de Grimgor Piel'ierro en la Batalla del Paso Elevado, Grimgor se había propuesto cumplir un nuevo objetivo para redimirse ante los ojos de Gorko y Morko, y reclamar su título del señor más malo, cruel y duro de cuantos habían existido. Su ejército había sobrevivido a años de batallas constantes contra humanos, Skavens, otras tribus Orcas y, por último, las Hordas del Caos. Aunque no eran tan numerosos como antaño, los supervivientes de las hazañas de Grimgor eran aguerridos veteranos de innumerables batallas. Con estos "machotez", tal y como Grimgor los denominaba, el señor de la guerra regresó al Viejo Mundo para demostrar a Archaón quién era el jefe.

Mientras atravesaba Kislev, el ejército de Grimgor destruyó tanto a cultistas del Caos como a kislevitas arrasando todo lo que encontraba a su paso. Junto a él, sus machotez arrastraban la efigie de Gorko y, mientras el pánico se apoderaba de las gentes ante el avance de Grimgor, la noticia también llegó a las otras tribus Orcas de las Montañas del Fin del Mundo. Al darse cuenta de que invadir el Imperio era ahora pan comido, decenas de miles de pieles verdes salieron de sus guaridas en las montañas y se lanzaron al ataque, algunos de ellos transportando sus propias efigies de sus dioses talladas o toscamente elaboradas.

Grimgor también siguió esta senda de destrucción hasta Middenheim y, al darse cuenta que Archaón iba a atacar la ciudad, decidió que sus machotez también necesitaban algo de acción para que volvieran a ser tomados en serio. Grimgor construyó dos potentes máquinas de guerra contando con la mano de obra conseguida de los esclavos humanos capturados por varias tribus y hordas Orcas que tomaron a Grimgor por un aliado.

Los "diozez", como los denominaban, eran enormes torres de asedio construidas con la forma de Gorko y Morko. De la tripa de Gorko salía un impresionante ariete, mientras que Morko estaba rematado con el lanzapiedroz más grande jamás visto. Los chamanes danzaban sobre las ingentes máquinas de guerra mientras la efigie en roca de Gorko de Grimgor latía con el poder del ¡Waaagh! Grimgor se unió al asalto para probar su valía ante los dioses.

El Regreso de los Von Carstein[]

Al este del Imperio, en las terroríficas tierras de Sylvania, los Condes Vampiro se han contentado durante muchos años con dejar pasar el tiempo para ir recuperando de nuevo toda su fuerza, tal vez para lanzar un nuevo ataque contra la tierra de los vivos. En los silenciosos y fantasmagóricos castillos de aquel oscuro reino, han maquinado y conspirado, seguros de que el Imperio tiene suficientes amenazas para no poder hacer nada contra el regreso de las guerras de los vampiros.

La siniestra calma de los muertos no tardaría en verse interrumpida debido a una causa inesperada. Del Este, a través del Paso de los Picos, los guerreros de Vardek Crom llegaron procedentes de las Tierras Oscuras. A pesar de que la mayor parte de aquella hueste iba a ser detenida por los Enanos de Karak-Kadrin, muchos otros miles de guerreros organizados en pequeñas bandas y contingentes comenzaron a abrirse paso hasta el Imperio por rutas menos obvias aunque más traicioneras. Por ello, no es de extrañar que muchos de estos adoradores del Caos lograran traspasar aquella frontera geográfica hasta llegar a las tierras de los Condes Vampiro.

Los Von Carstein son unos celosos guardianes de sus fronteras y no soportan la presencia de nadie que no les rinda pleitesía. Por esta razón, la presencia de tantos guerreros de los Dioses Oscuros recibió una rápida respuesta. A pesar de estar acostumbrados a la vida dura y a los peligros de los Desiertos del Caos, los bárbaros que habían seguido a Crom por las Tierras Oscuras no estaban del todo preparados para los terrores que les esperaban. Al asaltar antiguas y misteriosas torres, se encontraron con que estaban defendidas por esqueletos vestidos con uniformes imperiales podridos. Por la noche los acechaban unas criaturas etéreas que no cesaban de gemir y cuyos ensordecedores gritos ocupaban sus sueños. Pasaron por pueblos plagados de Zombis sin cerebro y necrófagos caníbales y por campos de cadáveres y cementerios que se ponían en movimiento a su llegada.

Pero todo eso no fue nada comparado con los temibles enemigos a los que tuvieron que enfrentarse cuando los propios Von Carstein en persona surgieron de sus castillos y torreones para combatir contra los invasores. Al contar con una fuerza sacrílega comparable a la de los mayores paladines de los contingentes del Caos y con poderes mágicos tan poderosos como los de los chamanes mejor dotados, los vampiros cayeron sobre los guerreros de Crom con salvaje ferocidad. Destrozaron guerreros acorazados, extremidad a extremidad, solo con sus manos y atravesaron una fila tras otra de bárbaros del Caos con malignas espadas. Del suelo emergieron regimientos enteros de No Muertos armados con ballestas podridas y alabardas, y unos carruajes negros se abalanzaron sobre sus filas conducidos por espectros terroríficos y silenciosos.

Aunque estaban totalmente atemorizados por los enemigos a los que tenían que hacer frente, a los guerreros les aterrorizaba aún más la idea de fallarle al Conquistador y a sus propios Dioses Oscuros, por lo que siguieron adelante a pesar de las bajas mientras los ataques de los vampiros y sus legiones de muertos vivientes se hacían cada vez más frecuentes.

El propio Mannfred von Carstein en persona, despertó de su mortal sopor y decidió aplastar aquella invasión de sus tierras ancestrales. Y tras ello tenía planeado dirigir su atención hacia el Oeste, de nuevo sobre las tierras del Imperio.

Bretonia[]

Tras el Cónclave de la Luz de Karl Franz se enviaron mensajeros hacia el Sur para cruzar las Montañas Grises por Helmgart y llegar a Bretonia por Montfort. Desde allí se dirigieron a toda prisa hacia la capital en Couronne y llegaron por fin a la corte del Rey de Bretonia, Louen Leoncoeur. Al ser un monarca siempre atento a los posibles peligros que puedan acechar su nación, Leoncoueur no se sorprendió al escuchar las alarmantes noticias que le traían los emisarios. Algunos duques y caballeros argumentaron que los peligros del Imperio no les concernían y que lo mejor era dedicarse a fortalecer sus fronteras y defensas por si el Imperio acababa cayendo bajo el poder de Archaón.

Al ser un gran rey guerrero, y el perfecto representante de las tradiciones bretonianas, Leoncoeur amonestó a aquellos consejeros y recordó a todos el hecho de que los drakkars norses se habían vuelto muy osados en los últimos tiempos y se aventuraban hacia el Sur para realizar incursiones en las aldeas costeras de Bretonia. Comprendió que, si el Imperio llegaba a sucumbir ante las hordas del Norte, Bretonia no podía aspirar a hacer frente a la ofensiva que caería sobre su pueblo.

El Hada Hechicera también apoyó aquella decisión afirmando ante la corte que era el deseo de la Dama del Lago que Bretonia tomara las armas y fuera en ayuda de sus vecinos. Su divina señora se había aparecido en sueños las noches anteriores a multitud de Caballeros del Grial, que en aquel preciso instante ya se estaban reuniendo en Montfort para marchar hacia el Norte.

El rey no dudó en declarar una nueva guerra de Caballeros Noveles contra las fuerzas de Archaón y se propuso dirigirse hacia el Norte a la cabeza de sus caballeros y demostrarle al mundo que la fuerza de Bretonia no había disminuido durante su reinado.

Desarrollo de la Contienda[]

Día 0[]

A pesar de que algunos clamaban que los videntes solo estaban siendo alarmistas, nuestros peores miedos se han hecho realidad. Una gran horda está invadiendo nuestras tierras desde el Norte. El Conde Todbringer nos ha asegurado que la ayuda está en camino y que la amenaza, aunque peligrosa, será eliminada.

Nuestros corresponsales en Altdorf han enviado aviso de que el ejército del Emperador está preparado para partir. Algunos incluso han presenciado en persona el joven milagro de Valten, ¡que hay quien asegura que es el mismísimo Sigmar renacido! Aquí en el Colmillo de Ámbar tenemos nuestras dudas, pero le rezamos a Ulric para que sean injustificadas.

Aún estamos esperando informes de Kislev y de nuestros agentes en la ciudad de Erengrado. Cartas tempranas sugerían que la Zarina había retirado las tropas de la ciudad para apoyar la defensa de la capital. Tras los descorazonadores informes que aseguran que se han visto horribles guerreros descendiendo sobre Zundap, me temo que debemos esperar lo peor y aceptar que Erengrado ya ha caído.

Día 1[]

Las temibles legiones del Señor del Fin de los Tiempos han caído sobre las tierras del Imperio sedientas de sangre y destrucción. Contra esta marea de barbarismo, los soldados de Boris Todbringer y sus aliados han empezado bien, manteniéndose firmes contra la primera oleada. En el interior de los resquebrajados muros de Wolfenburgo, los dispersos defensores han desperdigado y destruido las bandas de guerra de Archaón con fiera determinación, y en Ferlangen bandas de cazadores han cobrado un alto precio a las fuerzas del Caos que avanzan hacia la ciudad a través de los densos bosques. Sin embargo, ninguna de las dos fuerzas defensoras es capaz de aguantar por siempre y, según descienden sobre el reino más guerreros del Caos y bárbaros sedientos de sangre, la lucha se volverá aún más desesperada.

En Zundap y Bohsenfels, el combate ha sido sin duda enconado, y los guerreros de los Dioses Oscuros han sido contenidos a duras penas por los esfuerzos supremos de los hombres del Imperio. En Kurst, la presencia del tanque a vapor Von Zeppel, de dudosa fiabilidad pero gran movilidad, ha sido clave para mantener a las hordas del Caos a raya, pero se están extendiendo rápidamente unos perturbadores rumores según los cuales unos monstruosos Cañones Infernales se están acercando al pueblo para combatir contra la bestia mecánica.

Día 4[]

Nordland y Ostland están en llamas de Norte a Sur, pues las fuerzas de Archaón queman y saquean todo lo que encuentran en su camino hacia Middenheim. Decenas de millares de brutales guerreros, bestias deformes y monstruos terroríficos han caído sobre los valientes defensores del Imperio. Bajo esta oleada, las defensas imperiales se debilitan. En Zundap, los soldados del Conde von Raukov han sido obligados a retirarse hacia el Oeste, después de que sus posiciones fortificadas en el viejo molino de vapor hayan sido arrrasadas por poderosos Ogros Dragón y gigantes mutados. Lentamente, los cultistas, bárbaros y guerreros de los Dioses Oscuros están abriéndose camino a través de las ruinas de Wolfenburgo, aunque les están haciendo pagar con sangre cada metro que avanzan.

El bastión de Bohsenfels sigue aguantando. Al haber conservado el control de las catacumbas que se extienden hasta los cimientos del castillo, los defensores se parapetan ahora en las murallas para protegerse de los devastadores asaltos del enemigo. En Ferlangen el éxito inicial de los defensores está empezando a desaparecer en la memoria a medida que los cazadores de Nordland son obligados a retirarse hacia sus hogares, mientras que algunos se han visto obligados a retirarse aún más, hasta pequeños refugios en las montañas. Se espera que el campamento caiga pronto.

Pero aún más importante que todo esto fue una explosión en la caldera del tanque a vapor Von Zeppel, que dejó la máquina de guerra inmóvil, lo que permitió a las fuerzas del Caos que atacaban Kurst lanzarse en incontables hordas, superando a los defensores. Kurst está ahora reducida a restos destrozados y humeantes, pues el peso del ataque del Caos aplastó a los que fueron lo bastante estúpidos como para mantenerse firmes en su camino. Mientras tanto, lejos hacia el Noreste, vagos informes desde Kislev afirman que Garagrim Puñohierro y su hueste de Matadores han cruzado el Lynsk y están luchando duramente contra las bandas de guerra del Caos y las bestias que constantemente descienden hacia el Sur tras el avance de Archaón.

Día 5[]

Una dura lucha sigue teniendo lugar dentro de las resquebrajadas murallas de Wolfenburgo, donde grupos de valientes soldados deambulan por las calles, atacando desde sótanos y edificios en ruinas para luego desaparecer de nuevo. Esta guerra de guerrillas ha retrasado el avance de las fuerzas del Caos considerablemente, ganando un tiempo precioso para los defensores que se encuentran en el Oeste.

En el Castillo de Bohsenfels se respira una extraña tranquilidad, con ataques esporádicos desde los bosques, mientras Melekh el Transmutador reúne sus fuerzas para un ataque arrollador. Los gritos de aquellos que son sacrificados a Tzeentch suenan en los bosques durante la noche mientras el hechicero Melekh reúne más poder mágico con el que asaltar a las desafiantes tropas del castillo. Es poco probable que los defensores puedan resistir un ataque coordinado de las tropas del Caos.

Ferlangen se debilita, y los generales del Imperio deben decidir si enviar tropas frescas para reforzar su defensa, debilitando sus fuerzas en otras áreas, o rendir la ciudad (y muy probablemente Bohsenfels) a los invasores, retirándose para conservar los caminos a las montañas.

El combate en la zona de Zundap no cesa y la ciudad ha cambiado ya de manos tres veces a lo largo de los últimos días. Igual que ocurre con otras zonas en disputa, un esfuerzo coordinado por parte de los seguidores de Styrkaar podría aplastar los últimos vestigios de resistencia.

Día 6[]

Guardia del Bosque Karl Kopinski Elfos Silvanos

Mientras la lucha continúa en el norte del Imperio, las fuerzas del Caos están al borde de la victoria en muchas zonas en conflicto al tiempo que su número aumenta sin parar. En Wolfenburgo cada vez más guerreros se concentran en la ciudad en ruinas, mientras que el Castillo de Bohsenfels ha quedado aislado de cualquier posible ayuda externa. Ya es solo cuestión de tiempo hasta que caiga.

Algo más lejos, los Hombres Bestia que se han desviado hacia el Bosque de Loren se han encontrado con una tormenta de emboscadas y trampas, diezmados por las flechas y filos de los Elfos Silvanos. Se rumorea que Orión está reuniendo a sus seguidores para amasar un ejército con el que aplastar a los invasores y expulsarlos de su reino sagrado de una vez por todas.

Los Reyes Funerarios han hecho grandes avances, con los ejércitos de Settra dirigiéndose desde Numas y Khemri hacia el Norte para reclamar las viejas tumbas alrededor de las Marismas de la Locura y hacia el Mar Agrio. Sin embargo, la resistencia crece mientras avanzan hacia el Norte y el Este. Los Goblins de los alrededores de Karag-Orrud se han enfrentado a los No Muertos en las estribaciones de las Montañas del Fin del Mundo, y los Orcos y las bestias procedentes del interior de las Tierras Yermas se han visto obligados a retirarse ante el terrible avance de las huestes funerarias.

En las oscuras junglas de Lustria, los Elfos Oscuros y sus bárbaros aliados han avanzado hacia el Sur más allá de Tlaxtlan, luchando una guerra de guerrillas contra grupos de eslizones, poderosas bestias reptilianas e incluso la misma jungla. Los Slann están obligándose a sí mismos a despertar ante esta intrusión, y pudiera ser que solo fuera una cuestión de tiempo antes de que los Hombres Lagarto contraatacaran con fuerza. Hasta entonces, cada templo saqueado y cada altar profanado ayuda a la causa de los Elfos Oscuros.

Día 7[]

Después de luchar duramente durante siete días, el Conde von Raukov ha enviado aviso a las valientes bandas de guerreros de Wolfenburgo para que se retiren de la capital de Ostland. Unas pocas almas valerosas se están quedando atrás para continuar acosando a las fuerzas combinadas de Archaón, Feytor y Haargroth, poniendo trampas y tendiendo emboscadas a los más y más deformes seguidores de los Dioses Oscuros que inundan las ruinas de la ciudad. Abrumado por la increíble escala del ataque del Caos, el Conde Elector ha cedido su ciudad para trazar una defensa más estable en el Castillo de Lenkster y el puente que este protege. Al estar ya bien fortificado y reforzado, el tiempo extra que los defensores de Wolfenburgo ganaron para ellos hará que el bastión sea aún más difícil de tomar.

Por desgracia, mantener el Castillo de Lenkster podría no ser suficiente. Si Zundap cayera pronto, entonces las apresuradas defensas de Struhelspan difícilmente podrían resistir la marea de guerreros oscuros durante mucho tiempo, lo que permitiría a las fuerzas del Caos penetrar en el corazón de Middenland y acercarse a la capital de Hochland, Hergig.

Rodeados y asaltados desde el exterior y desde abajo, Bohsenfels podría no aguantar mucho más. La magia arcana liberada por Melekh el Transmutador ha empezado a tener efecto, corrompiendo y mutando a los fieros hombres que guardan los caminos que desde el Norte se acercan a las Montañas Centrales. Sabiendo que tras ellos Ferlangen está igualmente presionado, los soldados de la fortaleza lucharán hasta la muerte, que puede no tardar mucho en llegar.

Día 8[]

La línea de defensa ha aguantado más de una semana, dolorida y magullada, pero firme. Sin embargo, a medida que más y más de los sirvientes de Archaón asaltan las fortalezas del Imperio, las cosas empiezan a tener mala cara. Si esta debilitada línea se rompiera, tal vez en Zundap, entonces las tierras fértiles de Middenland estarían maduras para ser "cosechadas".

Bohsenfels sigue resistiendo mientras los comandantes dudan si retirar sus fuerzas a Ferlangen. Cuanto más duran las discusiones, más posibilidades hay de que los pobres defensores de Ferlangen se vean atrapados por una masiva horda de atacantes.

A estas alturas Zundap es poco más que una ruina destrozada, con los restos cadavéricos del molino de vapor sirviendo de macabro testimonio de la ferocidad del combate. Es milagroso que todavía aguante, cuando Kurst cayó tan rápidamente.

Y ahora el Castillo de Lenkster se alza como el próximo bastión de la esperanza, una roca que ha de romper la embestida de la marea del Caos. Si Lenkster cayera, entonces Breder sería sin duda la próxima víctima, abriendo el camino para que Nordbergbruche pudiera ser atacado desde dos direcciones. A pesar de que Ferlangen y el Castillo de Lenkster están separados por muchas leguas, sus destinos parecen estar entrelazados.

Día 11[]

Llegan oscuras nuevas del Norte. A pesar de que el bastión central sigue estando en manos imperiales, los muros de Bohsenfels han sido duramente probados en los últimos días. Tal ha sido la carnicería que los defensores se cuentan ahora tan solo por docenas. Sin duda ese gran valor ha permitido diezmar a las fuerzas del Caos.

En Zundap, la presión continua de los ataques del Caos está empezando a tener su efecto en los soldados imperiales, una situación que es favorecida por la reciente llegada de Grimgor Piel'ierro y sus Machotez. Probablemente, hay pocas esperanzas de que la impresionante muestra de resistencia del pequeño pueblo pueda aguantar contra esta nueva oleada.

Preparados por su constante retirada de Wolfenburgo, los soldados del Conde von Raukov han soportado los primeros ataques contra el Castillo de Lenkster con pérdidas mínimas. Reconfortados por las noticias de valor sin precedentes que vienen de Bohsenfels, los defensores están preparados para vender caras sus vidas con tal de evitar que Archaón y sus devotos servidores puedan penetrar en Middenland. Solo un asalto a gran escala parece tener alguna posibilidad de hacer caer rápidamente el castillo.

Mientras Bohsenfels permanece firme, los defensores de Ferlangen, que cuentan con menos protección, están ahora sufriendo duras bajas a causa de un asalto inagotable. Si Ferlangen cayera, es posible que el ejército de Melekh pudiera marchar hacia el Sur aunque Bohsenfels aguantara.

Día 12[]

Tras varios días de amarga lucha, las fuerzas del Caos han logrado importantes avances en el Norte y el Sur, aunque a un elevado precio. Al pie de las Montañas Centrales, la ciudad de Ferlangen está ahora en manos de Kordel Shorgaar, portaestandarte del Señor del Fin de los Tiempos. La hueste del Norte ha detenido su avance y espera noticias de Bohsenfels, y los rumores dicen que Archaón está tremendamente descontento con la falta de éxito hasta el momento de Melekh. Existe incluso la posibilidad de que Archaón en persona se dirija al Norte para encargarse él mismo de los problemas de Melekh.

En el Sur, el molino a vapor de Zundap ha sido convertido en un enorme palacio de tortura para placer de Styrkaar, amado de Slaanesh. Mientras las fuerzas imperiales se reagrupan en Struhelspan, el seguidor del Príncipe Oscuro se deleita en sus pasiones contra natura con aquellos capturados en el combate. Sin embargo, no pasará mucho antes de que Archaón exhorte a su lugarteniente a avanzar hacia Middenheim.

Día 13[]

Archaón llegó en las horas del ocaso a las afueras del sitiado castillo de Bohsenfels acompañado por los temidos jinetes de las Espadas del Caos. Hubo un alto en el combate cuando llamó a los soldados de Melekh para que se retiraran de los muros y atendieran a sus palabras. Se escucharon vítores por parte de los defensores, especialmente de los mercenarios a los que inicialmente se había pagado para defender el castillo y que ahora luchaban solo para sobrevivir. Archaón profirió las maldiciones de los dioses sobre los seguidores de Tzeentch por no ser capaces de tomar el castillo y, para servir de ejemplo para los demás, las Espadas del Caos asesinaron a quinientos guerreros. Mientras las cabezas goteantes de los seguidores muertos de Tzeentch eran apiladas en una gran pira, Archaón se enfrentó a Melekh. La Matarreyes chilló de placer a la vez que su metálico y corrupto filo mordía profundamente el cuello del hechicero y cortaba su cabeza de un solo golpe. Un silencio ominoso descendió sobre el lugar mientras Archaón ordenaba al hijo de Melekh, el mutado Cyspeth, que dejara tan solo una pequeña fuerza atrincherada y avanzara a través de Ferlangen hacia el Nordbergbruche. No había necesidad alguna de advertirle del destino que le esperaba al nuevo campeón de Archaón si fallaba como hizo su padre.

Con la caída de Zundap, las fuerzas imperiales se vieron obligadas a retroceder para conservar el extremo oriental del puente de Struhelspan. Los ponzoñosos placeres de los que disfrutaron Styrkaar y su hueste de Slaanesh en las ruinas de Zundap dieron a las fuerzas en retirada el tiempo que necesitaban para unirse a la guarnición de Struhelspan. Cuando los enloquecidos guerreros de Styrkaar cayeron sobre los defensores del puente, vieron su ataque inicial contestado con un devastador fuego de cañones y armas de fuego y no tuvieron más remedio que retroceder a los bosques de momento.

Guerreros del Caos, apoyados por Hombres Bestia de las Montañas Centrales, marcharon a gran velocidad por el paso a través de Ferlangen y hacia el Nordbergbruche. Las relucientes laderas del Nordberg se extendían sobre ellos en silencioso testimonio. Los desperdigados cazadores y soldados imperiales se reunieron rápidamente para rechazar el ataque, pero tan solo lograron retrasar su avance unas pocas horas. En particular, los defensores del Imperio se encontraron flanqueados y emboscados por una fuerza de Skavens. Esta misma fuerza había jugado un papel crucial en la caída de Ferlangen y estaba dirigida por un Vidente Gris llamado Skoll. Con todas estas fuerzas unidas contra los defensores, parecía que el Nordbergbruche podía caer pronto. Y así fue hasta que un contingente de Enanos, reclutado en las pequeñas minas y fortalezas de las Montañas Centrales, se reunió en el mismo puente, sin duda refunfuñando sin parar sobre la deficiente arquitectura élfica mientras lo cruzaban. Estos aliados han ayudado a detener el avance inicial del Caos.

En el Castillo de Lenkster, los valientes esfuerzos de Lord Jared von Strudt lograron detener un asalto que pretendía cruzar el río por encima del castillo. Bajo la cobertura del bombardeo constante del Von Brunel, Lord Jared y los demás lucharon valientemente hasta que una salida por parte de la guarnición del castillo hizo retroceder a los invasores. Viendo su posición reforzada por los soldados del Capitán Kaufman, Lord Jared lideró un contraataque que hizo retroceder a los atacantes, que abandonaron el muro norte del castillo. Von Raukov, Conde de Ostland, sigue al mando del castillo. Por el momento, parece que el puente de Lenkster está a salvo.

En el lejano Sur, más allá incluso del conocimiento del más experimentado soldado imperial, los guerreros No Muertos de Settra continúan haciendo la guerra contra los pieles verdes y las pocas y dispersas comunidades humanas de las Tierras Yermas. A pesar de que en un principio fueron lentos en reaccionar ante la amenaza, tribus de las Montañas Espinazo de Dragón y pequeños ejércitos de Goblins de los Pantanos han empezado a reunirse y a detener el avance de los Reyes Funerarios a través de los desiertos. Sin embargo, Settra continúa avanzando hacia el Norte y hacia el Este, hacia el Mar Amargo. Cuáles son sus planes para esta región es algo que todavía se mantiene incierto.

Día 14[]

En lo más profundo de las Montañas Centrales, en el Nordbergbruche, las fuerzas del Caos han hecho progresos considerables ayudados por sus aliados Skavens, que utilizan sus túneles y caminos ocultos para maniobrar sin conocimiento de los defensores del puente. Sin embargo, alcanzar el puente en sí no será tan difícil como tomar el estrecho paso. Dominado por las posiciones de morteros imperiales y situado junto a un estrecho desfiladero que impedirá al Caos y sus aliados Skavens aprovechar su superioridad numérica, es probable que solo un asalto decidido o una guerra de desgaste pueda traer la victoria para los servidores de Archaón.

Al sur de las montañas, protegiendo la ruta del Sur hacia el Nordbergbruche, los hombres, Elfos y Enanos que se encuentran en el Castillo de Lenkster se ven acosados por ataques continuos del Caos. Tras la ejecución sumarísima del débil Melekh, se dice que Archaón está volviendo a Lenkster para supervisar el asalto personalmente. Dado el ejemplo que dio en Bohsenfels, su llegada sin duda ha de marcar un incremento considerable en la ferocidad y fuerza de los ataques dirigidos contra la fortaleza y las cañoneras de la Escuela de Ingenieros que la protegen.

Mientras tanto, en Struhelspan, el Vidente Gris Colmillo Venenoso ha empezado a poner en marcha su retorcido plan para cavar un túnel bajo el río y asaltar al enemigo desde atrás. Los ataques iniciales a las fortificaciones del puente fueron desorganizados y los hombres de Ostland y Middenland han sido capaces de reforzar sus defensas. Sin embargo, momentáneamente saciado por sus excesos en las ruinas de Zundap, el Campeón de Slaanesh Styrkaar se ha puesto en marcha y su ejército marcha sobre Struhelspan con maliciosas intenciones.

Lejos de las desgracias de Middenland se desarrollan más negros eventos. En las Montañas del Fin del Mundo, en el lejano Este, las fuerzas de Crom el Conquistador se han movido hasta el Paso de los Picos destruyendo dos posiciones defensivas creadas por los Enanos de Karak-Kadrin. En el próximo par de días, la vanguardia de su inmensa hueste de Kurgans probablemente encuentre la línea de batalla preparada por Ungrim Puñohierro para defender la cima del paso. Si la defensa cayera aquí, el Rey Matador bien podría tener que retroceder hasta su fortaleza para reagruparse.

En el Sur, más allá de las Montañas Grises, Athel Loren se ha convertido en un lugar de miedo y terror para los millares de Hombres Bestia que han sido atraídos por el Caos hasta las promesas de este peligroso bosque. Los Elfos Silvanos han respondido a esta invasión con velocidad y fiereza matando docenas de bestias deformes con cada veloz emboscada. Ahora el cuerno de Orión suena entre las ramas de los ancestrales árboles mientras reúne la Cacería Salvaje para barrer definitivamente a los invasores en una oleada de ancestral cólera.

Día 15[]

Las Montañas Centrales resuenan día y noche con los atronadores sonidos de la batalla. Kordel Shorgaar ha dirigido una temprana carga contra el puente que ha amenazado con romper el cordón de tropas imperiales y resistentes guerreros Enanos, pero fue detenido antes de que el portaestandarte de Archaón pudiera poner un pie en el arco del puente. Haciendo retroceder a sus fuerzas, Kordel espera la llegada de Cyspeth y su ejército de Tzeentch mientras los Skavens que han llegado para aprovecharse del peligro que corre el Imperio continúan combatiendo en los valles alrededor del paso.

En Lenkster, la llegada de la fuerza expedicionaria de la Escuela de Ingenieros ha sido la causa de los recientes ataques mientras el Conde von Raukov continúa exhortando a los defensores del castillo a que repelan el asalto. Un descorazonador rumor ha empezado a extenderse en el campamento imperial, según el cual Archaón en persona marcha hacia Lenkster con sus Cañones Infernales. Los muros del Castillo de Lenkster no aguantarán mucho tiempo contra tan devastadoras máquinas arcanas.

Un nuevo fervor se ha apoderado del combate en el Struhelspan con la llegada de Styrkaar, elegido de Slaanesh. Ha hablado a sus guerreros de los pueblos y ciudades que hay más allá del río y les ha prometido libertad de acción para hacer lo que les plazca si pueden romper las líneas enemigas en cinco días. Tales promesas de saqueo y desbocado desenfreno han llevado a los devotos de Slaanesh a un ardiente frenesí.

Más allá del Gran Océano, pasada la isla de Ulthuan, las junglas de Lustria se han convertido en un campo de muerte cubierto de sangre. Los saqueadores aliados a Morathi han llevado a cabo una gran incursión hacia las ruinas de Xhotl, mientras que sus cultistas de Slaanesh siguen enfrascados en los combates que tienen lugar en los templos cercanos a Tlanxla. En los pozos bajo las impresionantes edificaciones Slann emergen nuevos desoves de guerreros Saurios más fuertes y mortíferos. La batalla desesperada continúa...

Día 18[]

136

Por todo Middenland, las Montañas Centrales y Ostland, las fuerzas del Caos están arremolinándose a las puertas de los castillos y pueblos del Imperio como mastines en una cacería. Sin embargo, los defensores de la Ciudad del Lobo Blanco se aferran duramente a sus tierras negándose a ceder ni siquiera un metro de terreno ante los incansables ataques de los invasores. Los ejércitos de Archaón y de sus campeones han sufrido también los ataques de bandas errantes de pieles verdes. Parece que los Orcos y Goblins han descendido de las montañas y han salido de los bosques para desafiar a Archaón, señor de Crom, y apoyar así a su poderoso Señor de la Guerra Grimgor. Se dice que el mismísimo Piel'ierro está abriéndose camino hacia el Castillo de Lenkster a fuego y sangre recogiendo retazos de tribus y partidas de guerra por el camino en su esfuerzo por demostrar que es más poderoso que Archaón y alcanzar Middenheim primero. Lo que su aparición significará para los pieles verdes es un misterio para todos y tal vez ni siquiera ellos mismos sepan lo que harán a continuación.

Tal y como se esperaba, la lucha en Bohsenfels ha degenerado en un conjunto de pequeñas escaramuzas y ataques a las catacumbas por parte de los mercenarios que ocupan los muros. Con Cyspeth centrando la atención de sus partidas de guerra de Tzeentch hacia Nordbergbruche, parece que los pocos supervivientes de las primeras oleadas podrían vivir para ver el fin de la Tormenta del Caos y tal vez una salida decidida del interior de los muros del castillo aún pudiera causar problemas a los que avanzan hacia el Sur para apoyar el ataque a las Montañas Centrales.

Apoyados por grupos desperdigados de Elfos y Enanos, los soldados imperiales de Struhelspan han rechazado numerosos ataques por parte de Styrkaar, el devoto sirviente de Slaanesh. Los depravados guerreros de este parecen estar cansándose de la guerra de desgaste, ya que la batalla constante no logra excitar sus sentidos excepcionalmente desarrollados y les impide dedicarse a otras actividades más placenteras.

¿Pero qué pasa con Feytor? El tres veces bendito por Nurgle no ha sido visto desde la caída de Kurst, a pesar de que muchos de sus guerreros están ahora asaltando el Castillo de Lenkster. ¿Se oculta tal vez alguna macabra sorpresa en las manos del corrupto?

Y en el lejano Norte, en la salvaje tundra de Kislev, los ejércitos de la Zarina combaten contra las hordas de D'Aggorn el Exaltado mientras las fuerzas del Campeón del Caos se acercan lenta pero inexorablemente a la capital. Se han enviado mensajeros a los cuatro puntos cardinales buscando al ejército de Matadores de Garagrim para solicitarle su ayuda, pues las posibilidades de ganarse una muerte honorable contra las deformes y mutadas criaturas que asaltan la ciudad de la Reina del Hielo sin duda atraerán a los pelirrojos buscamuertes a la batalla.

Día 19[]

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El bombardeo del Castillo de Lenkster empezó poco antes del amanecer. El aire mismo fue desgarrado por torturados chillidos mientras los primeros disparos arcanos de los Cañones Infernales aullaban a través del cielo e impactaban en los muros de la fortaleza destrozando piedra y carne por igual. Desde entonces y durante más de medio día, los cañonazos infernales han continuado; partes de la torre oriental yacen en ruinas y el muro norte tiene brechas en varios lugares. Sin embargo, y a pesar de estos daños, Archaón retiene a sus fuerzas esperando tal vez alguna señal, alguna indicación de los dioses que le diga que ha llegado el momento de lanzar el asalto final.

En las profundidades de las Montañas Centrales, hordas de cosas-rata mutantes y de guerreros bárbaros se acercan al abismo del Nordbergbruche. La resistencia desesperada de hombres, Enanos y Elfos por igual les ha impedido alcanzar el puente hasta ahora; pero, sin el apoyo de los morteros de Middenland, a los que se les está acabando la munición y no pueden ser reaprovisionados debido a los infiltradores Skavens, parece que el puente no aguantará más de unos pocos días. Un ataque decidido podría destruir ahora al enemigo, el cual, incapaz de retirar sus tropas del Este, las perdería al intentar retirarse.

En Struhelspan, la lucha se ha calmado un poco al contentarse los defensores con detener la marea de guerreros que avanzan sobre ellos mientras Styrkaar parece pasar indolentemente las horas en otros asuntos, distraído del combate. Sin duda no pasará mucho tiempo antes de que tal comportamiento atraiga la atención del Señor del Fin de los Tiempos.

En Athel Loren, la llamada del cuerno de Orión resuena entre los árboles mientras los Elfos Silvanos siguen la matanza de los apestosos Hombres Bestia que corrompen sus tierras.

Mas allá del Gran Océano, en los húmedos pantanos infestados de moscas de Lustria, los Slann se han despertado de su meditación mientras brutales saqueadores y pálidos Druchii saquean las ruinas de los templos que rodean Tlanxla y Quetza. Apartados los Slann de sus esfuerzos por estas distracciones, el Reino del Caos ha crecido aún más y aumentan las apariciones de intrusiones demoníacas. Esto no pinta bien, pues sin duda el peor de los Demonios cabalga sobre estos Vientos de la Magia: ¡el Señor Oscuro, Be'lakor!

Día 20[]

Empezó tan pronto como cayó la oscuridad. Al principio, no fue más que un tosido húmedo que pudo oírse en la quietud de la noche. Luego se oyó otro y luego otro, por todo el muro, a medida que los soldados caían de rodillas, devastados por espasmos y tosidos, como si se ahogaran. Intentando en vano respirar, sus entrañas se revolvían mientras devolvían el contenido de sus estómagos sobre los muros del castillo. Incluso los duros Enanos que habían alzado sus hachas en defensa del Castillo de Lenkster sufrieron los efectos de esta extraña enfermedad y ni siquiera su legendaria resistencia les sirvió de protección contra este mal antinatural.

A medida que la devastadora enfermedad barrría a los defensores del castillo, los Cañones Infernales empezaron a rugir de nuevo y, a la luz de sus hechiceras explosiones, una marea de asediantes se lanzó hacia el castillo inundando las brechas abiertas en los muros. Solo gracias a los esfuerzos de los ingenieros imperiales y de sus cañoneras logró evitarse que el puente fuera tomado inmediatamente, lo que permitió al Conde von Raukov organizar algo parecido a una retirada y evitar así que las tropas se desperdigaran y fueran aniquiladas. Las valientes palabras que el Elector había pronunciado unos días antes no habían servido de nada, pues se vio obligado a retirarse hacia Breder, en Middenland.

Por delante de esta retirada, una pequeña fuerza de bretonianos fue vista dirigiéndose al Norte, hacia las Montañas Centrales, bajo órdenes de su Dama de defender el Nordbergbruche. Fueron interceptados por los guerreros de Asil Yarp, Señor de la Guerra de Tzeentch, que desbocó todo el horror de un Cañón Infernal sobre ellos por primera vez desperdigando a los valientes caballeros a los cuatro vientos. Tras desbaratar este contraataque, parece inevitable que Cyspeth y sus aliados Skavens logren cruzar el puente en cuestión de horas.

Al Sur, el río bajo Struhelspan se está llenando rápidamente de cadáveres a medida que los seguidores de Styrkaar lanzan una nueva ofensiva. Animados por sus promesas de gloria y debacle, los enloquecidos guerreros de Slaanesh se han lanzado una y otra vez contra los defensores, los cuales se han visto debilitados por las peticiones de tropas de Lenkster. Sin embargo, sus esfuerzos no han servido de nada y el puente todavía resiste.

Día 21[]

Expulsado de sus tierras natales, el Conde von Raukov se ha reagrupado en Breder mientras los middenlandeses y los Lobos Blancos del Conde Todbringer marchaban a reforzar las defensas de Esk. ¿Era tal vez una pequeña cantidad de culpa por el orgullo mostrado en los muros de Lenkster? ¿O quizá era solo la justa furia contra las bestiales criaturas y bárbaros guerreros que asolaban sus tierras lo que impulsaba al Conde? Fuera cual fuera la razón, von Raukov reunió a sus hombres y lanzó un asalto decidido para reclamar el Castillo de Lenkster. A pesar de que era un plan valeroso, era también una locura, pues las fuerzas de Archaón y Feytor habían cruzado el río en grandes cantidades durante la noche y el amanecer les vio avanzar rápidamente hacia Breder. Cogidos desprevenidos, los soldados de Breder tuvieron serios problemas para detener la avalancha de guerreros aullantes y monstruos rugientes que cayó sobre su ciudad. Sintiendo la victoria cercana, Archaón ha exhortado a sus guerreros a que sigan presionando ahora que cuentan con ventaja.

Feytor ha enviado una pequeña fuerza para que se haga fuerte cerca de Esk y los primeros combates ya han empezado a lo largo de los caminos y carreteras que conducen al pueblo. Mientras tanto, al norte de Breder, hay todavía más malas noticias para los decididos defensores del Imperio: ¡el Nordbergbruche ha caído!

Repentinamente asaltados desde la retaguardia por Skavens que habían cavado túneles alrededor de las defensas, los Enanos y hombres que defendían el puente se vieron atrapados en una trampa mortal. La magia de Tzeentch llenaba el valle a medida que Cyspeth y sus aliados hechiceros desataban el terrible poder del cambio sobre sus enemigos atravesándolos con relucientes relámpagos de energía y mutando a hombres y Enanos en deformes y temblorosos despojos. La pura ferocidad y rapidez del ataque barrió toda resistencia y, antes de que pasara una hora, el puente había sido tomado. Sin embargo, las celebraciones de la victoria fueron silenciadas, pues los guerreros de Tzeentch sabían que aún debían hacer mucho más para rehacer su reputación a ojos de su señor y que frente a ellos se alzaba todavía uno de los mayores desafíos. Si Bohsenfels les causó tantos problemas, ¿que destino les aguardaba ante las imponentes murallas del Torreón de Latón?

A pesar de estar poco defendido, el puente de Struhelspan aún resiste, en gran parte gracias a la naturaleza esporádica de los ataques lanzados contra él. Lo que debería haber sido poco más que un retraso menor en el avance de Styrkaar se ha convertido en el último bastión de defensa del Sur a causa de la naturaleza indolente de los ataques del campeón de Slaanesh. Se ha perdido un tiempo valioso, tiempo que será muy necesario en el asalto de las posiciones de Hergig y Fuerte Schippel, mucho más fuertes y mejor defendidas.

Día 22[]

Los Condes Electores Boris Todbringer y Valmir von Raukov han liderado una contraofensiva en toda la provincia para expulsar la hueste del Caos de Esk, Breder y el Torreón de Latón de las Montañas Centrales. El Conde de Middenland ha reunido fuerzas del Oeste y ha cabalgado con un contingente de Lobos Blancos y guardias teutógenos bajo la bendición del Ar-Ulric. En el Torreón de Latón, una salida de los Caballeros Pantera aplastó la vanguardia de Cyspeth mientras marchaba a través de las montañas desde el Nordbergbruche. Dado que las columnas de tropas deben atravesar el harto difícil terreno de las Montañas Centrales por serpenteantes caminos, los refuerzos para la creciente batalla llegan lentamente para ambos bandos.

Styrkaar ha atacado en el Sur. Frustrado por la falta de disciplina mostrada por sus guerreros, Styrkaar ha dirigido personalmente el siguiente ataque en una demostración de su poder y del favor de Slaanesh. El combate fue duro y breve; el letal campeón de Slaanesh abatió a cuantos se enfrentaron a él. Pero incluso este asalto de una furia sin precedentes podría no ser suficiente para mantener el empuje del avance. Más tropas del Imperio se reunían en el extremo occidental del puente cuando el desastre cayó sobre ellas. Una gran parte del suelo bajo ellos cedió precipitando a docenas de soldados a un gran túnel que se abría en el suelo. Allí los defensores imperiales fueron atacados por malvadas bestias que surgían del pozo en una gran marea. Mientras los restos de su máquina tuneladora humeaban bajo el suelo, Colmillo Venenoso observaba con orgullo mientras sus leales guerreros de clan y Alimañas barrían a los últimos hombres del Imperio que intentaban resistírseles. El Struhelspan finalmente ha caído.

En Breder, los asaltos iniciales de Archaón y Haargroth obligaron a las fuerzas de von Raukov a retirarse. Sin el liderazgo del Conde, parecía que la población sería barrida en la primera acometida. Mientras el sol se alzaba en el mediodía, algo relució en el Norte moviéndose hacia Breder. Al principio, los defensores tuvieron miedo pensando que la extraña visión serían más atacantes marchando desde el Nordbergbruche. El miedo pronto se tornó en esperanza, sin embargo, al resultar evidente que la hueste que se aproximaba no eran enemigos, sino una fuerza de Altos Elfos. Liderados por Talaananthes Caídaplateada, los Elfos pronto se lanzaron al ataque y se enfrentaron a una fuerza de guerreros de Khorne. Los defensores recuperaron fuerzas ante la visión de estos refuerzos inesperados y ahora las fuerzas del Caos han sido devueltas de nuevo a las afueras de la población.

Empujadas más y más al Oeste, las fuerzas de Enanos, humanos y Elfos que defienden Middenheim se ven extendidas hasta el punto en que no pueden mantener la línea de defensa. No obstante, su resistencia se endurece de nuevo al acortarse sus propias líneas de suministros y los veteranos de anteriores batallas se unen a aquellos que esperan en la siguiente línea de defensa. Este hecho no es cierto en ningún lugar más que en Esk, un potencial punto débil en el frente. Siendo un pequeño villorrio con un muro apenas defendible, sorprende ver que ahora tiene como guarnición a una fuerza de combate de millares. Más allá de los muros de Esk yacen las suculentas presas que representa la Middenland central y, finalmente, la propia Middenheim. Decididas a reclamar este trofeo para ellas, las viles bestias rata del Caos, en la forma del Clan del Mordisco de la Muerte y bajo el liderazgo del Jefe Skritchskritch, se han unido a los guerreros de los Dioses Oscuros en los ataques iniciales. Combinados con los éxitos de Colmillo Venenoso en Struhelspan, parece que los objetivos retorcidos y posiblemente conflictivos de los Skavens aún podrían tener éxito.

Día 32[]

¡Be'lakor! Un nombre que se ha extendido por todo el norte del Imperio en tiempos recientes, mencionado tan solo en susurros aterrados. Ahora la pesadilla que habían previsto los videntes se ha convertido en realidad. Los Vientos de la Magia han estado aumentando en fuerza durante varios días y los augurios de maldad han estado inundando Middenheim y el área que la rodea. En Krudenwald, una gran Tormenta de Magia rodeó la ciudad durante varias horas y alcanzó su cumbre cuando se partió el cielo y vomitó una marea de bestias demoníacas nacidas de la deformada imaginación de un loco. Al frente de ellas se encontraba el Señor Oscuro, precedido por una palpable ola de terror. Ahora la población está rodeada por tres criaturas decididas a destruirla: Be'lakor, Grimgor Piel'ierro y Haargroth el Carnicero. ¿Cuál será el que demuestre su poderío siendo el primero en conquistarla? Parece que el tiempo se acaba para los desafortunados defensores. Aún queda por ver cómo responderá Archaón a la llegada de su incorpóreo rival. Valmir von Raukov ha enviado mensajes al Rey de Bretonia, Louen Leoncoeur, para solicitar la intervención de los caballeros bretonianos en la desgraciada población.

Sintiendo el cambio en los Vientos de la Magia, los Chamanes del Rebaño de Khazrak le han suplicado al líder que redoble sus esfuerzos por conservar Untergard, previendo que sus dudosos aliados logren llegar hasta él. Los renovados combates han visto al Señor de las Bestias avanzar hacia el puente de la población, a pesar de que la resistencia crece día a día.

El Torreón de Latón aguanta desafiante contra los Skavens y los guerreros de Tzeentch que lo asedian. Siendo la puerta a Middenheim, esta es la más dura prueba de sus defensas hasta la fecha y, pese a todo, resisten firmemente. Los Caballeros Pantera han dirigido la defensa admirablemente, aumentando con su mera presencia la confianza de las tropas estatales guarnicionadas allí. Los Enanos de las Montañas Centrales también han demostrado ser unos aliados sin precio, reparando las barricadas destruidas y erigiendo nuevas y mortales baterías de cañones para mantener a raya a los invasores.

A pesar de que los progresos son lentos, las fuerzas que atacan Fuerte Schippel han hecho ya su asalto final contra los muros. Bajo la cobertura de las recién construidas torres de asedio, despiadados guerreros y deformes mutantes alcanzaron el muro sur y, a pesar de que varios cientos de ellos lograron lanzarse contra el parapeto, fueron rechazados tras un arduo combate. Varias torres de asedio fueron destruidas durante el ataque, pero solo es cuestión de tiempo antes de que aparezcan más.

Mientras tanto la capital de Hochland, Hergig, continúa resistiendo contra los depravados guerreros de Slaanesh. El Conde Elector Aldebrand Ludenhof ha dirigido a los Jaegerkorps en una valiente salida para destruir varias máquinas de guerra que aún estaban en construcción, fuera del alcance de los cañones de la ciudad. Esto ha retrasado a los atacantes, prolongando aún más el asedio y poniendo a prueba la paciencia de Styrkaar hasta su límite.

La lucha en Bohsenfels progresa en cierta medida, pues las incursiones ocasionales a las catacumbas o los contraataques de los defensores derraman más sangre en el suelo ya teñido de carmesí. No está claro si esta lucha influirá en las batallas que se están luchando al Este y al Oeste, pero para aquellos que siguen combatiendo en el castillo se trata de una cuestión de orgullo más que de estrategia.

El humo se alza sobre las copas de los árboles de Athel Loren, con las piras en llamas de Hombres Bestia creciendo cada vez más. Hasta el momento, se ha impedido que la mancha del Caos se extienda hasta el interior del bosque, mientras que Orión sigue recogiendo una sangrienta cosecha de entre los bestiales guerreros que inundan su reino.

Los Hung adoradores de Slaanesh de Morathi han lanzado un contraataque mientras sus guerreros Elfos Oscuros mantenían su posición esperando a los ejércitos de los Hombres Lagarto. Habiendo capeado este asalto, avanzan ahora de nuevo hacia las Ciudades-Templo de Lustria, a pesar de que cuanto más se adentran en la jungla más bajas sin duda sufrirán.

Mientras las legiones de los Guerreros Esqueleto continúan batallando contra los pieles verdes de las Tierras Yermas, un nuevo enemigo ha emergido para detener el avance de Settra y su ejército. En las costas del Mar Amargo, una hueste de No Muertos dirigida por vampiros rodeó al más ilustre de los Reyes Funerarios. Luchando sin cesar en dirección a Nagashizzar, Settra y sus guerreros No Muertos abrieron brecha a espada y fuego entre los desorganizados defensores, pero sus progresos se han enlentecido en tanto que más y más servidores No Muertos del antiguo mal que habita en el Pico Tullido se alzan en su camino.

Día 33[]

Parece que el frustrado intento de asesinato del Conde Ludenhof de Hochland no fue un suceso aislado, sino una parte de un plan mayor. Mientras el Conde marchaba con éxito a destruir los arietes y las torres de asedio que estaban construyendo los guerreros de Styrkaar, una amenaza más siniestra crecía en los bosques. Ahora los viles aliados hombres rata de los adoradores de Slaanesh han desencadenado sus maquinarias arcanas contra los muros de Hergig y han asesinado a muchos de los defensores. Sin embargo, las murallas resisten intactas mientras los soldados combaten desesperadamente contra los enloquecidos y babeantes hombres rata.

Abandonada su intención de reclamar el puente de Untergard, Khazrak el Tuerto ha dirigido a sus fuerzas hacia el Norte, con sus dos poderosos Ogros Dragón Shaggoth al frente de su intento de huida. Tal vez este movimiento fue parte de sus planes desde el principio. Ahora se dirige hacia Immelscheld porque en Krudenwald el asalto masivo de Orcos, Demonios y los seguidores mortales de los Dioses Oscuros amenaza ya con barrer toda resistencia. Mientras Valmir von Raukov defiende la población valientemente, su rival, Boris Todbringer, está inspeccionando las defensas de Immelscheld, anticipándose a la inevitable llegada de Khazrak. Sin embargo, si Krudenwald cae y Khazrak logra huir de Untergard, el Conde de Middenland podría bien verse atrapado entre dos fuerzas en avance, una situación que el Tuerto sin duda aprovechará al máximo.

El Torreón de Latón se ha convertido en una matanza sangrienta a medida que millares de atacantes humanos e inhumanos se lanzan contra sus desafiantes muros con la esperanza de ganar algún punto de entrada. La aparente tranquilidad de los aliados Skavens de Cyspeth podría ser una indicación de algún asalto imprevisto desde algún punto oculto.

A diferencia de los pobres desafortunados que murieron en el Castillo de Lenkster, los defensores de Fuerte Schippel se han visto libres hasta el momento de las enfermedades y plagas antinaturales desatadas por Feytor, protegido de Nurgle. Contando con tres pozos y un almacén de gran tamaño, los defensores aún no han sufrido las verdaderas privaciones que acompañan al asedio de una Inmundicia, y los indecisos ataques de los hombres de Feytor no han causado demasiadas bajas. Si el Campeón de la Putrefacción esperaba que su dios hiciera caer a los defensores, parece haber cometido un terrible error y tal vez debería recordar que los dioses cuidan de los que cuidan de sí mismos.

Lejos en Oriente, otra gran batalla ha tenido lugar. Las fuerzas de Crom el Conquistador han atacado uno de los bastiones exteriores de Karak-Kadrin, a menos de 10 leguas de la fortaleza Enana. Ayudado por los trenes de esclavos de Zharr-Naggrund y las enormes máquinas de guerra que estos han traído, Vardek Crom envió a sus guerreros contra las rotas murallas, pero se encontró con que la tozuda resistencia de los Enanos era demasiado para ellos. Al caer la noche, Crom y su ejército fueron expulsados de vuelta al valle, tras lo cual se retiraron más allá del alcance de los lanzavirotes y cañones del medio derruido bastión. Sin embargo, dado que cada vez más y más armas arcanas orientales están en posición, solo es cuestión de tiempo antes de que Crom lance su nuevo ataque.

Día 34[]

Los muros del Torreón de Latón han sido testigos de un feroz combate cuando los Caballeros Pantera se han visto finalmente obligados a luchar mano a mano contra sus enemigos, que han asaltado las murallas dirigidos por Cyspeth en persona. El puente levadizo oriental fue destruido en el combate, pero el hueco se ha llenado con los cadáveres de los muertos a medida que los guerreros de Tzeentch seguían empujando para intentar conseguir una cabeza de puente en los muros. Sin embargo, al final fueron expulsados por un contraataque decidido, pero más ataques con éxito como estos acabarán rindiendo el castillo.

En Hergig, el combate se ha iniciado a lo largo de los muros, en varios puntos, gracias a una renovada determinación por parte de Styrkaar y sus seguidores tras el éxito del ataque de sus aliados Skavens. Hasta el momento solo han logrado entrar en la ciudad pequeños grupos de guerreros de Slaanesh y hombres rata, pero estos bien podrían ser las primeras gotas que preceden la inundación.

En Krudenwald la aparición del Señor Oscuro ha alterado espectacularmente la situación a favor de los defensores. La aparición de un atormentado Volkmar que aullaba y temblaba sobre la bandera del Príncipe Demonio ha descorazonado a los hombres del Imperio, haciendo vacilar su determinación.

En Fuerte Schippel las cosas están relativamente tranquilas. Tal vez demasiado tranquilas; ya se sabe, ese tipo de calma que siempre precede a algo realmente desagradable...

Khazrak ha saqueado y quemado la mayor parte de Untergard durante su salida, y da la impresión de que aún podría evitar ser capturado. El puente mismo ha sido gravemente dañado durante el combate, lo que reduce el número de refuerzos que puede cruzar desde el Oeste para unirse a la lucha alrededor de Hergig y Fuerte Schippel, cosa que podría resultar fatal para los defensores.

Día 35[]

Aunque la ofensiva de estos últimos días ha sido prometedora para Archaón y sus siervos, parece que este período de masacres organizadas ya ha pasado. Por un tiempo al menos, los valientes defensores de Middenheim han recuperado la ventaja.

Hergig ha sufrido terriblemente durante los renovados asaltos dirigidos por los infames Skavens y sus infernales máquinas de guerra. El combate en la muralla occidental ha sido incesante a lo largo del día y continuó hasta bien avanzada la noche, y las llamas de múltiples fuegos han alumbrado el cielo nocturno desde el centro de la ciudad, avivadas por desconocidos asaltantes invisibles.

En el Torreón de Latón otro asalto monstruoso por parte de Cyspeth y su hueste ha provocado una sangrienta batalla alrededor del castillo. Cansados y ensangrentados, los defensores lograron rechazar el ataque, pero han sido severamente debilitados. Sin embargo aún ha de luchar y morir mucha gente antes de que el destino del Torreón de Latón se decida, y la mayor parte de las muertes probablemente tendrán lugar en el bando de los atacantes.

En el momento de la victoria, parece que las fuerzas de Grimgor Piel'ierro, el Señor Oscuro y Haargroth se han concedido la victoria unos a otros, sin que ninguno de los inhumanos atacantes pudiera completar el asalto final a la población. Sin duda, la desafiante actitud de Valmir von Raukov ha contenido a los atacantes durante los últimos días, pero las disensiones entre aquellos que compiten por la gloria de ser la perdición de Krudenwald han proporcionado al Conde Elector de Ostland un tiempo valiosísimo para asegurar sus defensas y preparar una retirada. Si se le da un día más, von Raukov podría bien ser capaz de retirarse ordenadamente y reunirse con el Conde Boris Todbringer en Immelscheld.

Khazrak el Tuerto sigue todavía en los bosques alrededor de Untergard y ya ha emboscado varias caravanas de pólvora y provisiones destinadas a las tropas imperiales y sus aliados Enanos que defienden la población. La caza del Señor de las Bestias está ocupando tropas que algunos dirían que resultarían más útiles al Este. Esta misma gente dice que el ejército de Khazrak está agotado y desgastado y que representa una amenaza mínima. El Conde Todbringer, por otro lado, sabe por experiencia propia que no es buena idea subestimar al Tuerto y ha ordenado su captura vivo o muerto a cualquier precio.

Fuerte Schippel ha visto poca actividad últimamente. Tal vez Feytor el Corrompido espera refuerzos, o incluso la llegada de los infames Cañones Infernales, antes de lanzar el asalto final.

Día 36[]

Los combates continuados en Untergard y sus alrededores se han cobrado un alto precio entre los defensores de la zona, mientras Khazrak y sus bestias de manada siguen acosando a los hombres del Imperio con todo tipo de emboscadas y trampas, eludiendo constantemente las patrullas y cazadores enviados a encontrarlos. En un movimiento arriesgado, Khazrak ha vuelto a la población y ha lanzado un ataque por sorpresa sobre el puente desde río abajo, con el que ha destruido el cruce para impedir que más tropas puedan cruzar el río desde el Oeste. Habiendo completado su misión, el Tuerto ha desaparecido nuevamente en los bosques y, con el puente destruido, Boris Todbringer ha empezado a llamar a sus tropas para que vuelvan a Immelscheld para reforzar sus defensas. Los cuerpos de cientos de Hombres Bestia, humanos, Enanos y demás yacen esparcidos en las calles de la población medio arrasada y los bosques de los alrededores, como silencioso testamento de la larga y sangrienta lucha por la posesión del vital cruce.

Muchas leguas al Este, los muros de Hergig han sido duramente probados por las devastadoras máquinas de piedra bruja de los Skavens mientras Styrkaar de Slaanesh dirigía un nuevo y exitoso asalto, esta vez contra las torres de la puerta norte. El ejército del Conde Aldebrand Ludenhof está empezando a desintegrarse, con sus provisiones misteriosamente estropeadas y sus oficiales asesinados en sus camas mientras sus cansados hombres retroceden abandonando los muros frente a este asalto sin pausa.

Los muros exteriores del Torreón de Latón han sido tomados por un ataque decidido, ayudado por una mina colapsada por los Skavens bajo los contrafuertes meridionales. Los defensores, previendo el ataque inminente, se retiraron rápidamente ante el asalto, con lo que abandonaron el muro con pocas bajas y se hicieron fuertes en el interior del torreón mismo. A pesar de que esta victoria es significativa, tomar el Torreón de Latón puede demostrar ser una gesta aún más sangrienta que tomar la muralla que lo rodea.

Las fluctuantes energías mágicas que rodean Krudenwald han causado la aparición y desaparición de guerreros demoníacos en muchos lugares mientras la sombra de Be'lakor aún se extiende sobre la población. Grimgor Piel'ierro ha asesinado a docenas de enemigos en persona a lo largo de los días de combate y aún parece determinado a asaltar las defensas en solitario antes que ningún otro guerrero. Haargroth no ha sido visto en varios días; es posible que esté cazando tropas en los bosques o tal vez ha sido convocado por Archaón para algún propósito que aún no ha sido desvelado.

Hasta el momento, el corrupto campeón Feytor no ha hecho ningún movimiento significativo en Fuerte Schippel, a pesar de que humos nocivos han empezado a emanar de los bosques de alrededor de la ciudadela. En el frío Norte, se dice que el Boyardo desposeído Alexei Makarev está dirigiendo sus fuerzas hacia el Sur para unirse con la Legión del Grifo en Bohsenfels. Ayudado por otras fuerzas de la Alianza Norteña de Kislev, Makarev está planeando una serie de asaltos y emboscadas contra los atacantes, siempre y cuando logre romper el cordón en Bohsenfels.

En la tierra natal de Makarev, los Matadores que siguen a Garagrim Puñohierro han librado una gran batalla a los pies de las Montañas del Fin del Mundo, cerca del Paso Elevado. Garagrim fue herido por un salvaje mutante parecido a un oso, pero se recupera de la herida, para decepción suya.

En el Este se han visto extrañas luces en el área alrededor del Castillo Drakenhof, en Sylvania. Lo que esto pueda significar nadie lo sabe, pero pocos creen que sea un buen presagio para los hombres del Imperio y sus aliados.

Día 39[]

Krudenwald ha caído ante los ataques combinados de Haargroth, Be'lakor y Grimgor. Esta hueste monstruosa ha barrido cuanto ha encontrado en su camino hacia Immelscheld y las tropas reunidas por Boris Todbringer. A pesar de que el ejército de Middenland está preparado, el terreno es desfavorable e Immelscheld proporciona poca defensa. Seguro de su victoria en la población, se dice que Archaón ha abandonado la hueste y se dirige hacia el Norte, hacia las Montañas Centrales.

En un asalto final y devastador, apoyado por las arcanas máquinas de guerra de los Skavens, Styrkaar ha atravesado los muros de Hergig forzando a los defensores a retirarse. Con la ciudad en manos del Señor de Slaanesh y el Conde Ludenhof retirándose hacia Talabheim, la fuerza del Sur ha quedado libre para encararse hacia el Oeste y continuar su marcha sobre Middenheim.

Con la caída de Untergard, las tropas imperiales se han visto obligadas a combatir por todo Middenland contra reductos de Hombres Bestia y partidas de guerra que se han adelantado hacia el Oeste por delante del grueso de los ejércitos. Hasta la fecha, los combates más fieros han tenido lugar alrededor de Grimminhagen, donde deformes criaturas y enloquecidos guerreros asaltaban la población con la esperanza de cortar la retirada del Conde Boris Todbringer hacia Middenheim.

En el Torreón de Latón, los ataques incansables han logrado asegurar el patio de armas alrededor de la ciudadela y ya se han traído los arietes desde el valle. A pesar de que los defensores lanzan virotes, flechas, aceite y balas sin descanso sobre los atacantes llenando el patio de pilas de cadáveres, Cyspeth sigue empujando a sus guerreros a actos mayores. Tal vez es desesperación o tal vez el elegido del Señor de la Magia ha sido bendecido con alguna presciencia sobre el destino del Torreón.

Día 40[]

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Cañones Infernales

A pesar del éxito de los últimos días, los atacantes de Middenheim han dejado que sus avances se estanquen y solo realizan ataques desganados en el Torreón de Latón e Immelscheld. Parece que la repentina marcha de Archaón ha provocado una cierta laxitud entre sus lugartenientes. Probablemente pagarán por este descanso a su retorno, pues es dudoso que Archaón esté complacido de su falta de progreso. Mientras tanto, el Conde Valmir von Raukov se ha retirado con sus fuerzas a Grimminhagen bajo la cobertura del ejército de Boris Todbringer en Immelscheld. Esta repentina llegada de soldados ha permitido expulsar a los Hombres Bestia que estaban intentando tomar el control de los alrededores de la población.

En Immelscheld propiamente dicho, los asaltos iniciales fueron repelidos sin problemas; los deformados guerreros y sus inhumanos aliados marchaban rápidamente al ataque tan solo para ser fácilmente derrotados. Varios ataques esporádicos por parte de los Orcos, tanto contra los defensores como contra los atacantes, han demostrado igualmente no ser decisivos. Sin embargo, si Haargroth, Be'lakor o Grimgor se volcaran completamente en el ataque, la pequeña población no aguantaría mucho tiempo.

La aparición de los Cañones Infernales en Fuerte Denkh ha traído consigo el terror para los defensores. A pesar de que el bombardeo ha sido efectivo, los Enanos del Caos que manejan dichas armas son insuficientes para llevar la batalla hasta los habitantes del castillo. Si llegaran refuerzos pronto que se unieran a los Enanos del Caos, la balanza bien podría decantarse contra los leales en la defensa de Middenheim.

Agotados seguramente por sus esfuerzos de los últimos días, los atacantes del Torreón de Latón han reducido ligeramente la intensidad de su asalto. Esta pausa ha dado a los defensores un tiempo precioso para preparar improvisadas barricadas y obstáculos y para atender a sus heridos. Se rumorea que Archaón avanza ya hacia el castillo y está claro que Cyspeth y sus aliados Skavens necesitarán de todos sus esfuerzos para evitar la ira del Gran Elegido del Caos.

El combate sigue oscilando a favor de unos u otros en Fuerte Schippel y parece que Feytor se ha instalado y se contenta con llevar a cabo un largo asedio. Sin embargo, con la noticia de la llegada de Karl Franz y Valten a Talabheim, el tiempo se agota y los guerreros que están llevando a cabo ataques aquí y en Schoppendorf bien podrían moverse al Norte para unirse al combate más cerca de Middenheim.

Mientras tanto, en Bohsenfels, la alianza norteña de Kislev liderada por Alexei Makarev ha abierto brecha a través de los pocos atacantes que quedaban en el castillo. A partir de aquí, la intención del boyardo puede ser atacar la retaguardia de los ejércitos situados en el Torreón de Latón o tal vez moverse todavía más al Sur para ayudar en los combates más allá de las Montañas Centrales. Su ataque recibió la ayuda de la llegada de la Legión del Grifo desde el Este y el apoyo de los cañones enviados desde la ciudad de Kislev. Forjados con las campanas de las catedrales de la ciudad, los soldados creen que los dioses han bendecido estos cañones, a pesar de que el frágil bronce tiene muchas probabilidades de agrietarse y romperse en caso de tener que soportar un fuego intenso.

Día 41[]

Grimminhagen ha sufrido un fuerte asalto cuando las fuerzas de la oscuridad han intentado atravesar la población para llegar a Middenheim. Si las defensas de la población cayeran, los atacantes estarían en los muros en cuestión de horas.

Boris Todbringer, temiendo que Grimminhagen pudiera caer y cortarle la retirada, ha empezado a retirar sus fuerzas de Immelscheld. Si es capaz de retirar sus fuerzas intactas, se podría reunir con Valmir von Raukov en Grimminhagen bajo la cobertura de una retaguardia formada por caballeros del Lobo Blanco, como ya hiciera antes. Si Haargroth o Grimgor atacan mientras el ejército está en camino, los de Middenland podrían sufrir fuertes bajas.

El bombardeo de Fuerte Denkh continúa mientras los aterrorizados defensores esperan un asalto que podría barrerlos fácilmente. Los cánticos de los adoradores de Hashut resuenan constantemente junto a los demoníacos aullidos de los Cañones Infernales.

Los nuevos combates en el Torreón de Latón han permitido finalmente que las tropas del Caos atacasen los muros de la ciudadela interior. A pesar de las rocas y del aceite hirviendo que los defensores derramaban sobre ellos, los arietes lograron llegar hasta el portón del bastión. El ataque ha sido rechazado, y en el silencio que le ha seguido se podían oír ominosos sonidos bajo tierra, similares al rascar de hierro contra piedra y al movimiento de roca contra roca. El comandante del Torreón de Latón ha ordenado que nadie beba de los pozos, pues teme que asaltantes ocultos puedan sabotearlos.

Feytor ha estado muy activo últimamente y ha logrado algún avance en Fuerte Schippel. El campeón de Nurgle ha lanzado a sus hechiceros contra los defensores del muro sur tras unírsele un contingente de atacantes que avanzaban hacia el Oeste desde Hergig. Humanos, Enanos y Elfos han sufrido el blasfemo contagio e incluso las mismas piedras han empezado a resquebrajarse y derrumbarse por la mágica corrupción.

Día 42[]

La retirada de Immelscheld continúa mientras los ataques de Grimgor Piel'ierro amenazan el Norte de la población. La lucha entre los Orcos y los guerreros de Khorne de Haargroth ha retenido el asalto, durante el cual el Señor Oscuro Be'lakor llevó a cabo un ataque contra la población, pero fue repelido por un contingente de Enanos y por la Guardia Teutógena y numerosos Sacerdotes Guerreros de Ulric.

El combate se ha intensificado en el área alrededor de Grimminhagen a medida que llegaban tropas de Immelscheld. Sintiendo que se le pasaba la oportunidad de romper las líneas enemigas y llegar hasta Middenheim, Khazrak el Tuerto ha salido de los bosques liderando una fuerza de Hombres Bestia y Guerreros del Caos. Sin embargo, hasta la fecha sus intentos de detener las columnas que se retiran de vuelta a la población han resultado poco exitosos.

Una valiente salida desde Fuerte Denkh ha destruido uno de los Cañones Infernales que hacen llover fuego demoníaco sobre el castillo. Caballeros de la Sangre de Sigmar atacaron bajo la cobertura de la noche junto con cazadores de Middenland haciendo huir a la tripulación de la infernal máquina. El cañón se liberó de sus cadenas y atacó a los caballeros antes de lanzarse en un loco frenesí contra las líneas de Enanos del Caos para acabar detonando en una tremenda explosión de energía mágica.

El Torreón de Latón ha caído ante un letal ataque combinado sobre y bajo tierra ¡e incluso desde el aire! Mientras los guerreros de Cyspeth asaltaban la puerta de la ciudadela, tuneladoras Skavens del Clan Mordisco de la Muerte aparecieron en una violenta erupción de tierra y piedra en los sótanos del castillo. Mientras los defensores se retiraban de los muros para combatir esta amenaza, sobre ellos llovió un intenso fuego de amerratadora proveniente de un grupo de extraños aparatos aéreos que funcionaban mediante piedra bruja y estaban construidos con los restos de Girocópteros Enanos. A pesar de que todas estas máquinas volantes acabaron estrellándose o fueron destruidas, el asalto aéreo planeado por Colmillo Venenoso sin duda contribuyó a la caída del castillo. Sin embargo, al entrar en el bastión, los asaltantes descubrieron que la mayoría de los defensores habían huido evacuando el lugar a través de un túnel oculto que los Skavens no habían localizado y se estaban ya reagrupando en Sokh. Las tropas de Cyspeth deberán ahora reunir fuerzas y avanzar rápidamente si quieren llegar a tiempo a Middenheim.

Putrious, uno de los campeones de Feytor, dirigió un ataque contra Fuerte Schippel. Mientras guerreros enfermos y Demonios horripilantes asaltaban los muros, una defensa valerosa dirigida por el Capitán Heisner logró resistir en los parapetos y retener la avalancha del pútrido mal.

En el Sur, mientras el todopoderoso Settra sigue avanzando hacia Nagashizzar, los ejércitos de Amun II de la Tercera Gloriosa Dinastía de Khemri y del Rey Ximhotep han avanzado hacia el Norte y el Oeste, hacia el Monte Cuerno Ensangrentado. Ambos ejércitos se han encontrado con la creciente resistencia de Uzgor Scabgrit, Señor de la Guerra de los Orcos Negros, el cual ha logrado detener a los No Muertos.

Día 43[]

La línea imperial entre Immelscheld y Grimminhagen ha sido puesta a prueba duramente al desplazarse cada vez más tropas hacia el Oeste, hacia Middenheim. Boris Todbringer no ha sido visto desde que empezó la retirada y se cree que está en los bosques alrededor de Grimminhagen dirigiendo la búsqueda de su archienemigo Khazrak. Parece que las diferencias entre Todbringer y von Raukov han sido resueltas, dado que el Conde Elector de Ostland fue visto enviando mensajeros para coordinar la defensa de ambas poblaciones.

Se han desencadenado magias oscuras en la pobre población de Sokh. Un encantamiento del extrañamente llamado Portador de la Luz, Señor de la Estrella Negra, Elegido de Tzeentch y Campeón de la Cámara, ha corrompido los bosques alrededor del pueblo convirtiéndolos en un lugar oscuro y retorcido donde los soldados del Imperio desaparecen y haciendo que la retirada hacia Middenheim sea muy arriesgada.

La lucha continúa en Fuerte Denkh y en el Middenstag mientras una fuerza conocida como los Discípulos de la Oscuridad golpea con crudeza en Fuerte Schippel con una serie de ataques que empiezan en lo más oscuro de la noche y duran hasta más allá del amanecer. Uno de los temidos Cañones Infernales llegó para ayudarles junto a los Skavens del Clan Pestilens en un esfuerzo por doblegar a los defensores... y, si eso falla, para permitir que las enfermedades del Clan Pestilens y de Nurgle corrompan a los defensores desde dentro.

Varios Cañones Infernales han llegado a El Martillo del Emperador junto con un regimiento de Enanos del Caos. El bombardeo empezó en la posada fortificada; pero, mientras el aullante infierno descendía sobre la posada, un alentador canto podía oírse desde el interior:

"Hombres de Ulric, dejad de soñar. ¿Acaso no os ciegan las brillantes puntas de sus lanzas? Cual corriente avanzan hacia este campo de batalla sus gallardetes de forma belicosa. Hombres de Ulric, en pie. ¡Alzaos! ¡Resistid y nunca os rindáis! Que nunca se diga que para la batalla no estabais preparados. Por llanos, colinas y montes resuene como un trueno este canto. Invocad a Ulric los bravos ahora que estáis rodeados. Hombres de Ulric, os espera la gloria. Tened presentes mis palabras: Middenland nunca será doblegada. ¡Sin duda alguna hoy haréis historia!"

Y, en el extremo lejano del mundo, los asentamientos de Puerto Reaver han sido visitados por emisarios de los Slann. Encapuchados y enfundados en grandes capas, los mensajeros de las Ciudades-Templo han traído oro y gemas en un intento de contratar mercenarios que intercepten los navíos de los saqueadores que en estos momentos se aproximan a la costa Este y a las costas poco defendidas cercanas a las ruinas de Xahutec.

Día 46[]

Tormenta aliados

¡El asedio ha empezado! ¡Todo depende de esto ahora! ¡La batalla por Middenheim ha empezado por fin!

Con las nuevas de que Karl Franz y Valten han llegado a Talabheim, Boris Todbringer dio la orden de retirada a todas sus fuerzas hacia las defensas exteriores de Middenheim. Mientras los humanos, Enanos y Elfos se retiraban de Grimminhagen, una sólida carga dirigida por el Rey Louen Leoncoeur de Bretonia dispersó a las fuerzas perseguidoras del Caos. En el cuerpo a cuerpo que siguió, el Rey de Bretonia y sus caballeros se enfrentaron a la horda demoníaca de Be'lakor. Mientras Louen batallaba valientemente contra el Señor Oscuro, un aullido desgarrador atravesó el campo de batalla. Lleno de una fuerza inhumana, Volkmar se liberó de las cadenas que le ataban al estandarte de ejército de Be'lakor y atacó a los Demonios con esas mismas cadenas encantadas. Ensangrentado pero firme, Volkmar ha alcanzado la libertad a lomos del hipogrifo del Rey y ha sido transportado hasta el templo de Shallya en Middenheim.

Los sacerdotes de Sigmar y Ulric llamaron a sus dioses para que alzaran la oscura maldición que pesa sobre los bosques que rodean Sokh. Sus esfuerzos acabaron por disipar las hechicerías de Tzeentch, aunque cuatro de ellos perdieron sus vidas en el ritual. Después de que esta negra magia desapareciera, los defensores de Sokh fueron capaces de retirarse a lugar seguro antes de que los atacantes pudieran darse cuenta de que su presa había huido.

Mientras tanto, ha habido una doble causa de celebración en El Martillo del Emperador. La artillería de los Enanos del Caos que había estado bombardeando la posada se ha marchado a Middenheim y el ejército que acompañaba a los Cañones Infernales ha pasado de largo. Así pues, la taberna fortificada todavía resiste; de hecho, El Martillo del Emperador ha mejorado su situación. Gracias a un afortunado imprevisto, un grupo de Enanos en camino hacia la Ciudad del Lobo Blanco bendijeron la posada con tres barriles de Tumbaosos de Bugman al encontrarse con los valerosos defensores que se negaban a abandonar la taberna. También se sumó a esta generosidad sin parangón el Príncipe Saneth de Ulthuan, comandante de un pequeño contingente de Altos Elfos que había presenciado la defensa del lugar. En tributo a su coraje, los Elfos compartieron amablemente sus raciones con los defensores de El Martillo del Emperador.

A medida que los ejércitos de Archaón y de sus lugartenientes empiezan a cercar la ciudad, los cañones emplazados en los muros, junto con los morteros y otras máquinas de guerra, han empezado a machacar a los atacantes que se aproximan. Cada pocas horas, el suelo tiembla y el cielo reverbera con un estruendo monstruoso al disparar el gigantesco Trueno de Ulric su munición del tamaño de una casa. El gigante que carga el cañón, conocido cariñosamente por la población local como "Atronador", ha estado trabajando duramente desde que empezó el asedio. Nadie duda de que su trabajo se acrecentará en los próximos días.

Ha sido rechazado otro sangriento asalto contra las barricadas erigidas por los Enanos del Rey Ungrim Puñohierro, pero no antes de que varios cientos de guerreros montados atravesaran la línea de los Enanos. Mientras estos jinetes descendían al galope desde el Paso de los Picos hacia el interior del Imperio, se enfrentaron a un enemigo inesperado: los señores de Sylvania. Tras una breve batalla, los jinetes Kurgan sufrieron un terrible destino a manos de los Condes Vampiro y las filas de los von Carstein han sido acrecentadas con los cadáveres reanimados de varios miles de saqueadores. Este ejército de No Muertos fue visto por última tomando rumbo hacia el Oeste, hacia Middenheim.

Varios pueblos cercanos al Bosque de Loren han sido salvados en la noche por unos guardianes misteriosos. Con sus caballeros y soldados lejos en el Norte, estos pueblos estaban maduros para ser saqueados por Orcos y Hombres Bestia. Sin embargo, los rumores hablan de campesinos que han despertado para encontrarse con pilas de criaturas muertas cerca de sus poblaciones. Otras historias hablan del largo sonido de un cuerno partiendo la quietud de la noche por todo el Ducado de Quenelles.

En las Tierras Yermas al sur, el avance de Settra ha sido detenido por Necrófagos y No Muertos que han salido de Nagashizzar y han combatido contra la legión del Rey de Khemri hasta lograr detenerlo en una gran batalla en las costas del Mar Amargo.

Día 47[]

Tras el primer día de asedio, los defensores se han unido bajo el liderazgo de Boris Todbringer y Valmir von Raukov. Von Raukov ha dirigido los dos contraataques realizados contra los ejércitos del Caos y de los Skavens que se aproximaban desde el Noreste. Mientras tanto, una dura defensa del Camino Norte ha logrado conservar el portón exterior, forzando así a Haargroth a retirarse más allá del alcance de los cañones para reunir a sus dispersas fuerzas.

Mientras Archaón dirigía el ataque contra el puente oriental, las viejas magias atadas en las piedras del puente fueron liberadas. Cada uno de los puentes está encantado para que se colapse cuando se realiza el ritual indicado, para así evitar que un ataque alcance a la ciudad misma. Mientras los sacerdotes de Ulric rezaban y los hechiceros del Conde Elector llevaban a cabo sus encantamientos, las viejas piedras labradas por los Enanos empezaron a desmoronarse. Aparecieron grietas por toda la carretera y empezaron a caer grandes bloques de los lados despeñándose en una caída de decenas de metros sobre el ejército del Caos que estaba debajo. Las torres de asedio y arietes salieron despedidos del puente mientras este empezaba a derrumbarse bajo el efecto del conjuro.

Sin embargo, los hechiceros de Archaón respondieron al encantamiento. Invocando potentes magias del Caos, brotaron del suelo unas antinaturales enredaderas de metal con afiladas piedras a modo de pinchos que sujetaron las piedras del puente unas a otras y mantuvieron así su estructura en pie. A pesar de que sus chamanes lograron mantener el puente en pie de esta manera, las máquinas de guerra de Archaón siguieron cayendo a medida que llovían escombros entre los filamentos de la metálica enredadera. Así pues, el Señor del Fin de los Tiempos se vio obligado a retroceder al inicio del puente mientras se disputaba la terrible batalla mágica por su control. Mientras tanto, los Cañones Infernales habían empezado ya a bombardear la ciudad a instancias de Archaón. Mientras la mágica y aullante munición de las máquinas de los Enanos del Caos golpeaba los muros, miles de despellejadores se han ido reuniendo tras las líneas del Caos para prepararse para el próximo ataque.

Al principio, el muro sureste y el Camino Sur corrían peligro de ser tomados al acercarse la horda de Kordel Shorgaar en busca de entradas secretas a las catacumbas sin temer al fuego de los cañones y morteros. La situación se puso especialmente peliaguda cuando una fuerza de Orcos, dirigida por Grimgor Piel'ierro, pareció unirse al ataque del Caos. Cientos de Trolls empujaban dos enormes y poderosas máquinas de guerra, Loz Diozez, hacia Middenheim. En otro lugar de las líneas Orcas, el aire crepitaba con el poder del ¡Waaagh! alrededor del Kareto de Gorko. Cuando Kordel se aproximaba ya a su objetivo, Grimgor hizo girar a sus tropas hacia el Norte y atravesó el flanco de la avanzada de Kordel como una lanza. El Señor de la Guerra Orco Negro creyó que Kordel, al llevar el estandarte de Archaón, estaría cerca del Señor del Fin de los Tiempos. Cuando Grimgor descubrió que quien estaba allí no era más que uno de los lacayos de Archaón, entró en una furia asesina y mató a todo aquel que se cruzó en su camino. Ante la imparable marea verde, a Kordel no le quedó más remedio que retirarse y permitir que los Orcos plantaran su campamento al pie del puente que conduce a la ciudad. Retrasado en el Este, Styrkaar de Slaanesh llega finalmente a Middenheim y la presencia de sus fuerzas en el Sur sin duda reforzará el ataque del Caos.

Al Oeste, Khazrak y el Señor Oscuro han lanzado sus ataques junto a Feytor de Nurgle. Estos tres terrores malditos han logrado avances decisivos hacia la ciudad, pero tanto Feytor como Be'lakor se han visto detenidos en sus esfuerzos por valientes contraataques. Continuando la batalla que había empezado en el pasado, el Rey Louen Leoncoeur de Bretonia se ha enfrentado una vez más al Señor Oscuro y ha vivido para contarlo. Protegido de las malvadas hechicerías del Caos del Príncipe Demonio por los encantamientos de la Dama, el Rey Louen dirigió una carga de docenas de Caballeros del Pegaso contra el Señor Oscuro y sus viles seguidores. A pesar de que Be'lakor no ha sufrido daño alguno, se ha visto obligado a gastar buena parte de su poder para mantener la apertura al Reino del Caos que permite que su legión exista. Mientras tanto, la llegada del Boyardo Alexei Makarev y su alianza norteña de Kislev ha proporcionado unos muy necesitados refuerzos para mantener a raya a los Ogros Dragón Shaggoth de Khazrak.

En el Este, más allá de las oscuras tierras de Sylvania, guerreros pieles verdes han descendido a centenares como una marea desde las montañas atraídos por suculentas noticias. Muchos pensaban que Grom el Panzudo había vuelto tras su expedición para patear bien a los Elfos, pero pronto se dieron cuenta de que habían oído mal. No se trataba de Grom, sino de Crom, el norteño que tantos problemas le había causado a Grimgor. A medida que corría la voz de tribu en tribu, muchos Señores de la Guerra empezaron a afilar sus armas porque sabían que, si lograban vencer a Crom, Gorko y Morko verían que eran aún más duros que Grimgor.

Día 48[]

Estas últimas horas desesperadas, los defensores de Middenheim han logrado un éxito muy necesario. Tras la destrucción parcial del puente del Camino Este, un contingente de Lobos Blancos dirigido por Boris Todbringer se lanzó contra el disperso ejército de Archaón. Aunque este consiguió reunir a sus dispersos seguidores, la entrada oriental de la ciudad parece segura una vez más.

No se puede decir lo mismo del Sur y del Oeste, donde numerosos enemigos se acercan a la ciudad. Bajo la cobertura de una ondulante niebla oscura levantada por el campeón de Tzeentch, al que llaman el Portador de la Luz, los ejércitos del Señor de la Magia han marchado al frente hacia la protección del acantilado noroeste. Protegidos de la artillería de los muros por las rocas que colgaban sobre ellos, Cyspeth y su horda buscan ahora una ruta de entrada a las catacumbas que hay bajo la ciudad.

Los defensores de la entrada occidental han tenido graves problemas y los kislevitas, bretonianos, Enanos y hombres de Middenheim reúnen su coraje para enfrentarse a la hueste demoníaca de Be'lakor. Su ejército de malevolencia personificada se ha envalentonado por las incursiones demoníacas exitosas dirigidas por un Príncipe Demonio al que los defensores han empezado a llamar el Acechante de las Sombras, una oscura criatura angelical que ya ha matado a docenas de enemigos.

Khazrak el Tuerto ha movido su ejército contra los acantilados al suroeste de Middenheim para esperar la llegada de Feytor. Dado el conocimiento que tiene el Señor de las Bestias de Middenheim (duramente ganado), es probable que conozca algún camino o pasaje secreto que le lleve al interior de la ciudad.

Mientras tanto, los problemas de Archaón han aumentado a causa de un poco ortodoxo ataque de los Orcos de Mandíbulahiriente, Colmillo'ierro y otras tribus cercanas. Varios cañones rescatados de las ruinas del Torreón de Latón han sido "reparados" por los pieles verdes. Muchas piezas de la artillería robada han explotado y otras han sido notablemente "orquificadas" de forma que ahora disparan garrapatos flatulentamente explosivos, mientras que una o dos han llegado a disparar balas de cañón sobre los guerreros que siguen al Señor del Fin de los Tiempos.

Día 49[]

¡El Trueno de Ulric ha sido silenciado! A pesar de los valientes esfuerzos de Enthardon, Príncipe de Nagarythe, y de sus partidas de Guerreros Sombríos, siniestros asaltantes han golpeado desde las profundidades de las catacumbas de Ulricsberg. En la hora más oscura de la noche, los sigilosos saboteadores se arrastraron por los enormes almacenes que sirven de hogar al gigante Atronador. Mientras el gentil gigante dormía, los sombríos atacantes situaron piedras de maldición cargadas de piedra bruja por toda su gigantesca forma. La ciudad despertó antes del amanecer al oír los rugidos enfurecidos y el estruendo de la piedra y la madera al quebrarse. La piedra bruja había mutado a Atronador, cuyo cuerpo se había convertido en una pulsante y trémula masa de pústulas y tentáculos y cuya pequeña mente había sido quebrada por las corruptoras influencias de la esencia pura del Caos. A medida que lo que en su día fue Atronador sembraba el caos por las calles, los artilleros de Boris Todbringer corrieron a atacarle, pero fue la intervención de Valmir von Raukov lo que finalmente le hizo caer. Valmir atravesó el ojo del gigante con su Arco de Dragón y acabó así con su vida. Sin Atronador, el Trueno de Ulric no puede ser cargado, dado que el mecanismo que lo cargaba automáticamente fue desmantelado hace ya tiempo con la intención de aprovechar sus materiales para construir las fortificaciones de Middenheim.

Enfurecido por el ataque de los Orcos contra sus fuerzas alrededor del Camino Sur, Archaón ha ordenado a Styrkaar que lance un ataque sin contemplaciones. Dio esta orden a pesar de que el ejército de Slaanesh acababa de llegar de su marcha forzada. Temeroso de la ira de Archaón en caso de fallar, Styrkaar dirigió el ataque en persona destrozando no solo a los pieles verdes, sino también abriéndose paso entre las líneas del Imperio que se encontraban más allá. Sin embargo, Grimgor y sus aliados Orcos no se conformaron con el resultado y un contraataque de los pieles verdes hizo retroceder al ejército de Styrkaar tanto que la mayor parte de lo que se había ganado se perdió el mismo día.

Una fiera salva de cañones desde los muros de la ciudad ha obligado a retirarse a las fuerzas de los atacantes que se reunían junto al Camino Oeste. Bajo la cobertura de este bombardeo, sacerdotes de Sigmar, Ulric y Shallya han empezado a prepararse para un ritual que dispersará algo del poder que nutre en estos momentos a las Legiones Demoníacas de Be'lakor y del Acechante de las Sombras.

Más al Sur, un rival para Khazrak ha surgido de los bosques. Aliado de los hombres rata del Señor de la Plaga Nilax, el Señor del Bramido Morurghur tuvo éxito en su invocación de la Gran Inmundicia para dispersar al ejército que defendía el acantilado sudoeste. El Gran Demonio de Nurgle causó un daño horrible abriéndose camino a través de la línea imperial y permitiendo al Señor del Bramido acercarse a la ciudad antes de ser expulsado de nuevo al Reino del Caos.

Más allá del Gran Océano, la guerra por los templos de los Ancestrales avanza y retrocede alternativamente a medida que despiertan de su sueño los Magos Sacerdote Slann para volver su poder contra los saqueadores Elfos Oscuros y sus aliados Hung. Los mercenarios de Puerto Reaver también se han unido al combate a cambio del oro de los Hombres Lagarto. Sin embargo, los ejércitos de Saurios de Hexoatl han aplastado a una gran fuerza de los Devotos de Slaanesh de Morathi cerca de los Picos Macu y ahora amenazan con cortar la vía de retirada que los Elfos Oscuros conservaban para volver a Naggaroth.

En Kislev, Garagrim Puñohierro se ha enfrentado a una gigantesca bestia Troll proveniente de los Desiertos del Norte y ha sobrevivido para contarlo (para su desgracia). A pesar de que la gigantesca criatura, diez veces mayor que el Enano, había acabado con decenas de Matadores, las hachas del Paladín de Guerra probaron ser su perdición y la bestia cayó con las piernas cortadas bajo las rodillas. Garagrim ha dirigido su atención ahora hacia el Oeste, hacia Praag, en busca de un enemigo que pueda superarlo.

El Mar de las Garras también ha visto una gran batalla, cuando varias tribus de Norses combinaron sus flotas para lanzar un ataque contra la costa de Nordland. Sin embargo, la flotilla fue rodeada por una niebla brillante a varias millas de la costa y fue atacada por las naves halcón de Lord Aislinn. Confundidos por la niebla mágica, los Norses fueron incapaces de acercarse a sus ágiles enemigos y acabaron por ser hundidos o expulsados de vuelta al Norte tras varias horas de infatigables salvas de lanzavirotes.

Día 50[]

Grimgor se ha cansado rápidamente de los combates en el camino del sur porque cree que Styrkaar y su horda de Slaanesh representan un reto bastante escaso. Así pues, ha decidido girar sus miras hacia el Oeste y ha asaltado de nuevo al ejército de Kordel Shorgaar en un intento de atravesar sus líneas y llegar a enfrentarse a Archaón en persona. Por ahora parece que el Señor del Fin de los Tiempos se contenta con dejar que sean sus lugartenientes los que derroten a los molestos pieles verdes, a pesar de que, si ellos no tienen éxito, podría verse obligado a desviar su atención de Middenheim para encargarse de esta salvaje amenaza.

Los hombres de Middenheim y un gran contingente de Enanos de las Montañas Centrales están esperando en los muros el momento adecuado para actuar, dudosos de las intenciones de sus "aliados" Orcos. Como los pieles verdes han levantado su campamento, esta fuerza ha avanzado de nuevo para ocupar la barbacana de la puerta al pie del puente. Un ataque rápido por parte de Styrkaar bien podría pillarlos indefensos mientras intentan construir posiciones defensivas a partir de las ruinas que han dejado tras de sí Grimgor y su horda.

En el camino occidental, un ataque liderado por el General-Barón Adelbert Wessbecker ha logrado flanquear a la legión del Príncipe Demonio Acechante de las Sombras. Sin que el comandante imperial lo supiera, su ataque ha contado con la ayuda de un oscuro aliado que ha emergido de las catacumbas de Ulricsberg. El Clan Virulus, siguiendo sus propios intereses, ha atravesado las líneas de las fuerzas demoníacas que rodean el puente occidental y ha combatido hasta llegar a las bestias que atacaban el acantilado suroeste. A pesar de que su objetivo final no está claro, parece que el Vidente Gris Skritchit piensa que beneficiará al Clan Virulus que el ataque del Caos fracase.

El contraataque quedó en manos de Wessbecker debido a un inquietante suceso que tuvo lugar la noche anterior. Uno de los ayudantes de confianza del Conde Elector Valmir von Raukov, Jeffrey Tier, había sido corrompido por el Caos y fue utilizado como conducto por las fuerzas demoníacas para atacar a los sacerdotes que estaban llevando a cabo el ritual para expulsar a la horda demoníaca. Varios sacerdotes fueron asesinados o heridos antes de que las flechas de punta de hueso de dragón del Elector acabaran con el poseído.

Mientras el Clan Virulus se dirige hacia el Sur, otra fuerza de Skavens avanza hacia el Suroeste efectuando varias incursiones en los campamentos de los kislevitas y bretonianos que protegen el exterior de la ciudad. Colmillo Venenoso ha estado muy ocupado creando una alianza con el Profeta de Hashut Helna Manonegra y colaborando con el Hechicero Vhaark de los Enanos del Caos. Los problemas de Alexei Makarev, arquitecto de la Alianza Norteña de Kislev, han sido incrementados por la llegada del Alto Zar Dahn Chytzen y sus Lobos de Hierro. El campeón del Caos juró venganza contra el boyardo después de que sus kislevitas y sus aliados rompieran la fuerza de Chytzen para liberar Bohsenfels.

Día 53[]

Tras una semana de ataques, los muros de Middenheim todavía resisten, a pesar de que llevan las cicatrices de muchos combates. En el muro norte, un avance continuo de ostlandeses que se habían retirado de vuelta a la ciudad ha obligado a Haargroth y sus guerreros sedientos de sangre a retirarse prácticamente hasta el límite del bosque, mientras que los ataques contra el puente septentrional han sido capeados y ahora las fuerzas de Boris Todbringer están retomando los bastiones al pie de la gran rampa.

El Puente Oriental ha visto muchos combates mientras Archaón avanzaba con tantos guerreros como podía reunir, aunque aún no ha utilizado a sus despellejadores. Sin embargo, y tras dos días de asalto prácticamente constante, la horda estaba agotada y el terreno que habían conquistado fue recuperado por una certera y veloz carga combinada de los caballeros del Lobo Blanco y los Caballeros Pantera.

En el muro sudeste, Kordel Shorgaar se vio obligado a retirarse a causa de los ataques de Grimgor Piel'ierro, al mismo tiempo que era bombardeado por la artillería de los muros de Middenheim. El portaestandarte de Archaón lanzó un nuevo ataque más tarde que obligó a los pieles verdes a retirarse hasta el pie del muro, pero este ataque renovado fue aplastado por la embestida del Kaudillo Goblin Kabologobbo Aplaztapiernas y sus Maztikaelfos. El factor sorpresa derivado del uso de un carromato capturado lleno de Fanáticos Goblins Nocturnos fue decisivo para aplastar a los jinetes de Kordel en su momento de victoria.

El puente meridional daba la sensación de poder ser tomado, dado que las tropas de Middenland sufrieron duramente por el asalto relámpago de Styrkaar de Slaanesh. Los defensores de Middenheim, que aún se estaban reagrupando tras el movimiento hacia el Este de Grimgor, resistieron valientemente y luego contraatacaron y obligaron a Styrkaar a retirarse al Drakwald.

En el acantilado sudoeste, el bestial Demonio Khar'Phaos lanzó un asalto total en un esfuerzo por superar a Khazrak el Tuerto. Furias demoníacas con rocas entre las garras se lanzaron contra los muros por encima mientras los Hombres Bestia intentaban forzar la entrada a las cavernas cercanas al pie del Ulricsberg. Sin embargo, al entrar en las catacumbas, los intrusos se vieron asaltados por los rátidos habitantes que habían hecho recientemente del Ulricsberg su hogar y fueron rechazados con graves pérdidas.

Celerioth Quelleri, el Señor Alto Elfo, lanzó una carga devastadora contra las legiones demoníacas que amenazaban el puente occidental. Los Demonios fueron expulsados lejos por la resplandeciente hueste élfica, la progenie de Ulthuan bañada en la brillante luz de su magia. Cuando la legión se desmoronaba ya, y desgarradoras aberturas al Reino del Caos cruzaban los cielos, el Señor Oscuro respondió cubriendo el campo de batalla en la oscuridad. Confusos, los Elfos dudaron y finalmente apareció Be'lakor en persona, que rechazó al contingente élfico de vuelta al puente sin que ningún bando hubiera logrado una ventaja significativa.

Por fin, ha tenido lugar el primer enfrentamiento entre el ejército del Alto Zar Dahn Chytsen y las fuerzas del hombre al que el campeón del Caos ha jurado destruir, el Boyardo kislevita Alexei Makarev. Aunque Makarev no estuvo presente en persona en la batalla, un campesino llamado Namo llevó el estandarte del Boyardo en alto como campeón del noble kislevita. Los lanceros alados demostraron ser devastadoramente efectivos contra los Norses y corren rumores de que Namo en persona capturó el estandarte de Dahn Chytzen durante el combate.

Ya para acabar, el combate en el acantilado noroeste ha ido oscilando a favor de un bando y otro. Tras varios éxitos iniciales, los bretonianos bajo el mando de Louen Leoncoeur expulsaron a sus enemigos del acantilado y permitieron así a los morteros imperiales derramar la muerte sobre los atacantes. Sin embargo, una emboscada del Señor de las Bestias Kilama'garr contra las fuerzas de los Caballeros de Lyonesse plantó el miedo y la confusión entre las filas de los defensores, los obligó a retroceder y recuperó así buena parte del terreno que había perdido.

Día 54[]

Parece que las fuerzas de Archaón y sus aliados son incapaces de resistir a los ejércitos que marchan desde Middenheim. Desde toda la ciudad, un bombardeo masivo de cañones y morteros precedió al contraataque, seguido por el redoblar de los tambores y el resonar de los cuernos. Los bretonianos cargaron junto a la Legión del Grifo de Kislev al tiempo que las flechas blancas de los arqueros élficos atravesaban las armaduras y las balas Enanas penetraban la carne. Mientras tanto, el azul y el blanco de Middenland ondeaban orgullosamente en los postes de las banderas por toda la ciudad.

Ar-Ulric ha salido finalmente del gran templo de Ulric con un brillo salvaje en los ojos. Ha tomado el mando de los muros meridionales, enfrentándose al ejército de Styrkaar para defenderlos. Al campeón de Slaanesh se le ha unido recientemente otro devoto de su mismo dios, un Elfo Oscuro conocido como Kouran Hex. Aún está por ver si los sanguinarios seguidores de Hex resultarán vitales para tomar el puente.

En respuesta a los ataques renovados del Sur, Grimgor ha confiado a Borgut Machakajetoz la tarea de limpiar una vía de subida al Camino Sur, mientras que él mismo se encarga de Archaón. Una vez haya derrotado al Gran Elegido, el Señor de la Guerra planea colgar su cuerpo de la puerta meridional como prueba de haber sido el primero en llegar a la ciudad inaccesible. Borgut sabe que no debe fallarle al Piel'erro y por eso está reuniendo a todos los machotez que puede encontrar en un esfuerzo por llegar a la ciudad antes que Styrkaar.

Al Este, Boris Todbringer ha declarado que Archaón no pondrá los pies en su ciudad mientras él aún respire. Han llegado noticias de este discurso a oídos de Khazrak el Tuerto, que ahora se está moviendo hacia el Este para ayudar a cumplir la condición del Conde Elector. Archaón ha enviado a sus despellejadores, millares de enloquecidos guerreros mejorados por la piedra bruja y decididos a escalar los muros de la ciudad y asesinar cuanto encuentren dentro.

En el camino norte, una fuerza combinada de Elfos y Enanos se prepara para el ataque. Teniendo en cuenta las tensiones entre ellos, está por ver si la inquieta tregua entre ambas razas durará lo suficiente para mantener su insegura alianza durante todo el asedio. Aún puede ser que la arrogancia de los Elfos o la tozudez de los Enanos resulte ser el motivo de caída de la ciudad del Lobo Blanco.

Be'lakor ha reunido todo su poder y ha ordenado al Acechante de las Sombras que empiece un nuevo ataque en el Camino Oeste, previendo el nuevo ataque de Archaón en el Este. Valmir von Raukov, Conde de Ostland, dirige la defensa aquí, ayudado por un contingente de magos Altos Elfos, encargados de mantener a raya la vil magia de las legiones demoníacas. ¿Mantendrán la disciplina los hombres de Middenland a su mando o, al enfrentarse con el terrorífico poder del Señor Oscuro, romperán las antiguas hostilidades la alianza?

En el puente oriental, un solitario Kaudillo Orco hizo un intento de entrar en la ciudad. Al mando de una fuerza de Orcos sobre Jabalíes y Jinetes de Lobo Goblins, dirigió una carga frontal puente arriba hacia los defensores. Sin que el Demoledor lo supiera, el puente aún estaba lleno de agujeros y grietas tras el intento de los sacerdotes de Middenheim de destruirlo. Porkoguerra, su leal montura, era más consciente de ello, y el jabalí se salvó de la caída hacia el bosque a través de uno de estos agujeros. El Demoledor no tuvo tanta suerte, a pesar de que algunos de sus chikoz aseguran que ha sufrido caídas peores y que sin duda volverá.

El Alto Zar Dahn Chytsen ha contratado los servicios del líder Skaven Colmillo Venenoso en un inesperado giro a la creciente enemistad entre la hueste de guerra de Tzeentch del Alto Zar y el líder de la Alianza Norteña de Kislev, Alexei Makarev. Probablemente no es una coincidencia que la pasada noche un grupo de misteriosos atacantes asaltaran los corrales que contenían a los caballos kislevitas y mataran o hirieran a muchos de ellos antes de ser expulsados por los Kossars que los protegían. No se sabe si el caballo de Makarev estaba entre aquellos que murieron, ni si estaba entre ellos el corcel de su autoproclamado campeón, Namo.

Día 55[]

Con los despellejadores acumulados en masa al pie del puente oriental, los defensores de Middenheim tuvieron problemas para mantener el terreno que le habían ganado a la Horda de Archaón. Los despellejadores lograron abrir un agujero en las líneas de los de Middenheim sin que los detuvieran las defensas erigidas a través del gigantesco puente y así obligaron a los defensores a retirarse. Sin embargo, los despellejadores, al avanzar en el punto álgido del ataque, encontraron un nuevo enemigo: los endurecidos guerreros de la Guardia Teutógena.

Con las bendiciones de Ulric resonando en sus oídos, los veteranos Lobos Blancos hicieron una carga contra el cuerpo principal de los despellejadores y se cobraron un caro precio con sus martillos. La ofensiva se detuvo en este punto y las Tropas Estatales empezaron a reforzar la posición expulsando de nuevo a los despellejadores del puente oriental. En el Sur, el puente ha sido escenario de uno de los combates más sangrientos desde que empezó el asedio. Tanto Orcos como adoradores de Slaanesh, Elfos Oscuros y Skavens han efectuado ataques contra el puente meridional y la zona del Ulricsberg que lo rodea. En el corazón del combate, Styrkaar ha asesinado a varios capitanes del ejército de Middenland y ha añadido sus pieles despellejadas a su estandarte para aumentar el frenesí de sus seguidores. Tras el éxito del ataque, más guerreros del Caos están regresando al combate al sentir una vez más que pueden alcanzar la gloria.

En el Oeste, la legión del Señor Oscuro ha barrido las plegarias y encantamientos de los defensores a la vez que abría un sangriento camino a través de las defensas para alcanzar el puente occidental. Con el combate creciendo en intensidad, el derramamiento de sangre ha proporcionado a Be'lakor una gran cantidad de poder y su legión ha alcanzado una vez más el tamaño que tenía cuando apareció por primera vez, sin que las bajas sufridas a lo largo de las semanas hayan contado para nada contra la hueste inmaterial.

En el resto de frentes el ejército del Caos está en retirada. Las partidas de guerra se están volviendo contra sus líderes y están luchando entre ellos. Muchos campeones han abandonado el ataque para buscar botines más fáciles en otros lados antes de la llegada del segundo ejército imperial.

Viendo su ejército desintegrándose, con su objetivo al alcance de la mano en lo alto de la gran aguja del Ulricsberg, Archaón ha enviado a sus Espadas del Caos con un discurso:

"Los ojos de los Dioses están sobre nosotros. En este lugar de fuego y muerte, su mirada se centra en los hechos de los valientes y se aparta de la locura de los cobardes. En este momento, nunca antes visto por el hombre mortal, los Dioses te han dado la oportunidad de alcanzar la recompensa definitiva. No es por gloria por lo que luchamos, ni por botines, pues estas cosas desaparecerán todas con el paso del tiempo. Ante nosotros está ahora el don definitivo, aquel que tan solo los Dioses pueden otorgar... ¡la inmortalidad! Lucha dura y valientemente, y los Dioses te reconocerán y te elevarán hasta su glorioso reino. ¿Qué lugar queda para la desesperación entre guerreros favorecidos de tal forma? ¡Marcha hacia delante, a matar al Lobo Blanco, y sumerge siempre tu espada en sangre!"

Al norte de las Montañas Centrales, una batalla tiene lugar por el control de la ciudad de Frote. Controlando una ruta a las montañas desde Nordland, Frote ha sido testigo de un titánico conflicto entre la Gran Alianza y las Hordas de la Oscuridad durante las últimas semanas. Ahora el destino de la ciudad, y posiblemente de las Montañas Centrales mismas, ha quedado decidido.

A pesar de que algunos templos menores han cedido sus recompensas al Culto al Placer de Morathi, las grandes Ciudades-Templo han rechazado los ataques de los Elfos Oscuros. Con los ejércitos de Hexoatl controlando ahora las junglas septentrionales de Lustria, y temiendo que sus guerreros puedan acabar rodeados, Morathi ha ordenado a sus generales que se dirijan a la costa occidental, donde las Arcas Negras Torre de la Sangrienta Revelación y Palacio de la Profanación esperan a los cultistas.

En el Paso de los Picos, Vardek Crom ha dispersado otro ejército de Enanos que se le oponía en una batalla que ha visto a Ungrim Puñohierro caer herido en el combate. A pesar de que ha jurado seguir luchando, el Rey Matador está temporalmente indispuesto y las fuerzas de Crom han aprovechado su ausencia para avanzar hacia el Oeste.

El hijo de Ungrim, Garagrim, está combatiendo con los demás Matadores en Praag, que lleva sufriendo ataques esporádicos durante varios meses. A pesar del creciente número de Trolls, Ogros Dragón, Minotauros y otras monstruosidades, el Paladín de Guerra aún está en perfecto estado de salud y terriblemente decepcionado por la falta de carácter de sus adversarios.

Los rumores que llegan de Stirland hablan de una nube oscura que se extiende por toda la provincia oscureciendo el sol y bañando las tierras en un frío mordedor. Se han empezado a extender historias que hablan de un gran ejército de No Muertos marchando bajo la oscura tormenta, sus profundas voces transportadas por vientos antinaturales. Día y noche el ejército marcha, sus incansables guerreros a apenas tres días del ejército de Karl Franz.

Más al sur, los Reyes Funerarios han detenido su avance mientras los Sacerdotes Funerarios abren muchas de las tumbas y necrópolis "liberadas" de las tribus de pieles verdes. Settra en persona se ha detenido a pocas millas de Nagashizzar y ha lanzado un reto a quien quiera que se encuentre dentro de la ciudadela rodeada de sombras. Ha hablado de los poderes que crepitan en el interior de la Pirámide Negra en Khemri y pide una compensación por las desgracias que han caído sobre su gente.

Día 56[]

Archaón hizo una pausa en su asalto del puente oriental, obligado por el hecho de que sus despellejadores habían gastado toda su furia el día antes, y con esto dio a los defensores el tiempo que necesitaban para reforzar sus barricadas. Que el Señor del Fin de los Tiempos pueda reunir o no fuerzas suficientes para un asalto final es algo que aún está por ver, a pesar de que los Cañones Infernales han empezado su bombardeo de nuevo.

El puente meridional ha sido de nuevo testigo de una gran matanza, con hombres, Orcos y seguidores de los Dioses Oscuros lanzándose indistintamente al torbellino de la batalla. Gracias a que los Orcos bajo el mando de Borgut Machakajetoz y el ejército de Styrkaar se enfrentan los unos contra los otros a la vez que tienen que luchar contra los defensores, los hombres de Middenheim han tomado algo del territorio que habían perdido durante los asaltos de los días anteriores. Además, la horda del Señor de la Guerra Gitsnik Dientenegro se ha unido al combate, tal vez en un intento de sustituir a Borgut como segundo al mando y favorito de Grimgor.

Envalentonados por la aparición de un ojeroso pero desafiante Volkmar, los defensores del puente occidental han repelido el asalto del Señor Oscuro y sus demoníacos sicarios. Con las plegarias a Sigmar y Ulric resonando por los muros de la ciudad, los valientes defensores asaltaron a la impía hueste y los obligaron a retirarse, aunque muchos de ellos encontraron una horrible muerte durante la lucha. Sin embargo, a medida que se acerca la noche, la oscuridad trae consigo un frío escalofriante, ya que Be'lakor una vez más intenta extender el terror y el desorden antes de iniciar un nuevo ataque. ¿Qué fuerzas le quedan a Volkmar para combatir este oscuro encantamiento?

Con el puente occidental recuperado, un contingente de tropas que incluía Caballeros Pantera y Caballeros de la Sangre de Sigmar lanzó un nuevo contraataque contra las tropas situadas bajo los acantilados noroccidentales, asegurando las barricadas y recapturando los puestos de suministros y posiciones de artillería.

Solo en el muro norte han tenido éxito los atacantes en sus intentos de acercarse a la ciudad. Habiendo reunido algo parecido a una fuerza de los restos de sus dispersos seguidores, Haargroth se ha embarcado en otro furioso asalto declarando que no descansará en su tarea de tomar cráneos para Khorne hasta que él mismo sea enviado a reunirse con su señor.

Mientras tanto, parece que están teniendo lugar combates en los oscuros túneles del Ulricsberg, a pesar de que la mayoría no sabe quiénes son los oscuros combatientes. Se cree que hay un número creciente de hombres rata del Caos reuniéndose en las profundidades, convergiendo hacia un único punto en lo más hondo de las catacumbas. Es todavía un misterio qué vil plan puedan estar siguiendo, pero, al parecer, hay algunos entre ellos que desearían que este plan fracasara.

Día 57[]

Volkmar empire

En el puente oriental los despellejadores han lanzado una vez más un asalto sangriento contra los defensores de la ciudad con la intención de retomar las defensas que estos habían recuperado recientemente y matar cuanto encontraran en su camino. Archaón ha avanzado con sus Cañones Infernales y otras máquinas de destrucción al amparo de este nuevo ataque, esperando una oportunidad de efectuar un ataque decisivo.

El combate más fiero con diferencia ha tenido lugar en el puente meridional mientras se reunían tropas de toda la ciudad para detener los avances del enemigo. Los defensores también intentaron reclamar las barbacanas exteriores a las fuerzas de Styrkaar. Cansados pero victoriosos, los defensores han recuperado fuerzas ante las noticias de que Karl Franz se encuentra a escasos días de distancia y el hecho de que tal vez solo deban aguantar otro asalto.

En el muro norte, un gran número de defensores quedaron atrapados en un corrimiento de tierras inesperado. La excavación de nuevos túneles a través del Ulricsberg, causada según algunos por un nuevo y gigantesco animal mutante de las catacumbas, ha provocado que parte del muro se derrumbe y que caigan rocas y ruinas sobre las legiones que batallaban bajo él.

En el puente septentrional, un Cañón Infernal avanzó frente a las líneas del Caos y se preparaba para bombardear las puertas directamente cuando un contingente de caballeros hizo una salida. La consiguiente explosión demoníaca pulverizó y dispersó a los templarios, lo que permitió a los Enanos del Caos avanzar gracias a este inesperado éxito y así apoyar la carga de Haargroth.

Llenos de pía furia y liderados por Volkmar el Sombrío, los ejércitos del puente occidental se han adentrado profundamente en territorio enemigo para expulsar a los Demonios y aplastar las partidas de guerra de los Hombres Bestia que acechan en los bosques más allá de la ciudad. Se dice que Volkmar está decidido a enfrentarse al Señor Oscuro para hacerle pagar por los meses de agonía que sufrió a manos del primero de los Príncipes Demonio.

La tan largamente esperada confrontación entre el Boyardo de Kislev Alexei Makarev y el Campeón de Tzeentch Dahn Chytsen ha tenido lugar a la vista del Acantilado Sudoeste. Las dos fuerzas combatieron a la puesta del sol en un duro enfrentamiento que acabó en unas sangrientas tablas, a pesar de que la llegada de las tinieblas impidió una maniobra de flanqueo de los kislevitas, liderados por Makarev, que posiblemente les hubiera dado la victoria. Mientras los rayos moribundos del sol bañaban el campo de batalla tiñéndolo de un brillo carmesí el Boyardo y el Hechicero se enfrentaron en combate singular. La lucha fue intensa, y Makarev pronto logró causar algunas heridas a su enemigo, pero el valiente Boyardo acabó sucumbiendo al poder del Campeón de los Dioses Oscuros. Antes de que pudiera darse el golpe de gracia los leales seguidores del Boyardo arrastraron a su señor lejos del combate, y la venganza de Chytsen quedó incompleta.

Varios ruidos y brillos extraños procedentes de las catacumbas del Ulricsberg presagiaron cómo el oscuro plan de los Skavens llegaba a su fin. Los ecos de inimaginables actividades resuenan por las catacumbas y numerosas expediciones a las profundidades llevadas a cabo por patrullas de guardia y vigilantes de las alcantarillas fuertemente armados han desaparecido misteriosamente sin dejar más que rastros espantosos. Solo el tiempo dirá si este cobarde plan tendrá éxito o no.

Hay tanto buenas como malas noticias desde la ciudad kislevita de Praag. Para los defensores las noticias son malas, pues han perdido a un gran guerrero en la defensa de sus murallas. El objetivo de Garagrim Puñohierro se ha cumplido: un Gigante del Caos de tres cabezas cayó sobre el Paladín de Guerra después de que el Matador le cortara una de las cabezas y aplastó completamente al Enano. Sus compañeros Matadores han aceptado a regañadientes el destino final de Garagrim y numerosas pruebas han demostrado que está muerto sin lugar a dudas. Esta valiente muerte levanta el juramento del Matador de los hombros de su padre, el cual combate en estos mismos momentos contra la horda de Vardek Crom, mucho más al sur del lugar donde ha muerto su hijo.

Día 60[]

A pesar de los valerosos esfuerzos de los más valientes y enloquecidos guerreros junto a las exhortaciones de Archaón, los muros de Middenheim aún se alzan orgullosos. Machacados, ensangrentados, pero sin haber cedido, los defensores han respondido a las llamadas de sus líderes y han salido en masa de la ciudad para perseguir a las partidas de guerra dispersas y destrozadas que aún asaltaban la ciudad.

Con la victoria deslizándose entre sus dedos, ha sido el momento de prueba para cada campeón, señor de las bestias, Príncipe Demonio y Señor de la Guerra Skaven, el momento de elegir entre hacer un último esfuerzo en busca de la gloria o vivir y luchar otro día.

En el puente oriental tuvo lugar un último y desesperado asalto por parte de Archaón y sus despellejadores. Los mutados guerreros escalaron el paso elevado, subiendo por la multitud de cadenas que colgaban de los cuerpos de los muertos que aún se aferraban al muro tras su muerte. Salvas de las armas de fuego de mano, letales tormentas de flechas élficas y virotes de ballestas dieron la bienvenida a los atacantes. Archaón en persona cabalgó por el puente, asesinando a muchos de sus enemigos con la furia desatada de la Matarreyes, pero ni siquiera el Señor del Fin de los Tiempos pudo desmoralizar a los virtuosos defensores.

Mientras los dragones del Caos asaltaban las torres, los valientes defensores lanzaban fuego de cañón y mortero sobre la horda pulsante al pie del Ulricsberg. Los caballeros bretonianos y kislevitas patrullaron los caminos del bosque para acabar con las partidas de guerra y los guerreros aislados, empujando a los Hombres Bestia y los guerreros del Caos a los bosques.

Grimgor Piel'ierro y sus Kaudillos Orcos han dejado el Kareto de Gorko junto a la barbacana del puente meridional como recordatorio para que todos vean que el poder de los Orcos es incuestionable. El Orco Negro sigue presionando hacia el Este en busca de Archaón, un encuentro al que tal vez no sobrevivan ninguno de los dos. Desde el Este y el Sur marchan los ejércitos de Karl Franz y Valten, hacia Middenheim, mientras Archaón y sus lugartenientes intentan reunir algún tipo de resistencia contra esta nueva amenaza. Un río constante de deformes y dementes guerreros se retira del asedio camino a las ruinas del Torreón de Latón en las Montañas Centrales. Archaón ha jurado asesinar al joven Valten; a pesar de que la Llama de Ulric está fuera de su alcance, está decidido a asestar un duro golpe a los errados adoradores de los dioses del Viejo Mundo.

Mientras tanto, en lo más profundo del Ulricsberg, vigilado por escurridizos guerreros y bestias mutantes, el Hemisferio de la Perdición está ya casi listo para la acción. El Proyecto Supremacía está prácticamente completo y, a pesar de algunos problemas de última hora, el golpe maestro de los Skavens todavía podría traer la ruina a la ciudad del Lobo Blanco.

La Tormenta del Caos se Estanca[]

La Batalla de Middenheim[]

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En tanto que las victoriosas fuerzas que defienden Middenheim avanzan y persiguen a los atacantes en retirada, Archaón ha reunido a cuantos guerreros ha podido en el camino hacia el Martillo del Emperador. Sin embargo, la retirada hacia las montañas ha sido detenida por la incipiente llegada del ejército de Valten. En las ruinas de Grimminhagen, Karl Franz ha hecho una pausa para unirse a las fuerzas del Sur antes de seguir adelante. Atrapado entre tres fuerzas, Archaón ha jurado luchar hasta el final. Su única esperanza es lograr huir hacia el Norte y unirse a las fuerzas victoriosas de la oscuridad en Frote.

La legión demoníaca de Be'lakor está terriblemente reducida y se ha visto obligada a retirarse hacia el Norte, más allá de Norderingen. El Conde von Raukov, junto con un gran número de Elfos que estuvieron implicados en el combate y ayudado por Ar-Ulric y muchos otros sacerdotes de Ulric y Sigmar, está buscando al Señor Oscuro en los bosques que rodean la población.

No es ninguna sorpresa el hecho de que Boris Todbringer haya liderado a los Lobos Blancos y a las fuerzas restantes de Middenland hacia el Sur y el Oeste, buscando alguna señal que le pueda conducir hasta Khazrak. No obstante, su búsqueda es cautelosa, pues conoce bien los peligros de combatir en el Drakwald.

Tras su desafío a Be'lakor, Volkmar el Sombrío está de nuevo al cuidado de las sacerdotisas de Shallya. Sus esfuerzos en el campo de batalla se han cobrado un elevado precio en su cuerpo casi lisiado mientras su mente vaga entre lo real y lo irreal, torturada por el sufrimiento que ha soportado estos últimos meses. La mancha del Caos aún es fuerte y hay ahora una guardia constante en el templo de Shallya. Aparentemente, esto es para proteger a Volkmar de todo peligro mientras entra y sale de un enfebrecido sueño, pero la gente de Middenheim conoce la verdad que se oculta tras su atenta vigilancia.

Alexi Makarev, después de luchar valientemente en la defensa de Middenheim, cabalga a gran velocidad a su tierra natal para ayudar en la reconquista de Erengrado y la lucha que aún se libra en Praag. Como desobedeció los deseos de la Reina del Hielo para cabalgar hacia el Sur hasta el Imperio, aún está por ver con qué recibimiento le obsequiará la zarina.

Proyecto Supremacía[]

Mientras las fuerzas se mueven para ponerse en posición sobre tierra, los Skavens están intentando asestar un golpe definitivo contra Middenheim, un lugar de odio para ellos desde los tiempos distantes en que el Emperador Mandred frustró su conspiración para barrer el Imperio "de arriba". Repleta de pulsante energía disforme, sus arcanos mecanismos chirriando, sus extrañas luces parpadeando y sus tubos de ventilación goteando vapor, el Hemisferio de la Perdición ya casi está listo para detonar.

Pero, mientras los Skavens vigilan los túneles que conducen a la cámara donde se aloja este potencial dispositivo del fin del mundo, los traidores que hay entre ellos han avisado a los habitantes de la superficie del destino que les aguarda. Un equipo de valientes aventureros y mercenarios humanos, elfos, enanos, halflings y ogros se adentran en estos momentos en las catacumbas con la esperanza de detener el astuto e insidioso plan skaven.

La Batalla del Paso de los Picos[]

Matadores Enanos por James Brady jimbradyart

Apoyado por las máquinas de guerra arcanas y las maquinarias de destrucción poseídas por demonios de los Dawi-Zharr, Vardek Crom ha asaltado la línea de Enanos que defendía el Paso del Pico. A pesar de sus heridas, Ungrim Puñohierro ha aguantado contra la masiva horda de guerreros kurgan y Enanos deformes.

A pesar de que los cañones, cañones órgano, cañones lanzallamas y lanzavirotes de Karak-Kadrin se cobraron un sangriento precio de la horda que cargaba, los saqueadores del Norte llegaron a miles hasta la línea de los Enanos. Aunque estaban confinados entre los propios muros del paso, el peso de su número empezó a decantar la balanza, obligando a los Enanos a retroceder. A medida que se ampliaba el paso, los guerreros a caballo cargaron contra los flancos del ejército enano y atacaron a las máquinas de guerra de apoyo. Con la ruta de retirada a Karak-Kadrin cerrándose rápidamente, el Rey Puñohierro se vio obligado a retirarse del combate.

Interesado tan solo en abrirse camino hasta el Imperio, Crom ignoró a los Enanos que retrocedían hacia el Norte y avanzó hacia las colinas al extremo del Paso del Pico. Más allá están las tranquilas tierras de Sylvania, desconocidas por los hombres del Norte, que piensan que es un reino rico y listo para ser saqueado.

Mientras Ungrim oía cerrarse de nuevo las grandes puertas de Karak-Kadrin, ya le traían noticias de la muerte de su hijo, Garagrim. Esto fue ya demasiado como para soportarlo y, aunque la deuda ancestral hacia su gente había sido pagada, Ungrim renovó de nuevo su juramento de matador y prometió vengar a su hijo caído y compensar a su pueblo por su derrota. Fue un amargado rey el que se sentó ominosamente sobre el trono de hueso de dragón de Karak-Kadrin esa noche.

La Cacería de Orión[]

Elfos Silvanos Cacería Jinetes Salvajes Karl Kopinski

Mientras los vientos se vuelven fríos y los primeros dedos del otoño atrapan partes de Athel Loren, Orión empieza a cansarse de la cacería. Se ha retirado a la Gran Sala para festejar y celebrar sus grandes victorias del verano, sus gestas contadas ahora de nuevo en las canciones y danzas de sus vasallos. El invierno llega pronto trayendo el Tiempo de Morir y, antes de que el frío contacto de la nieve caiga sobre el bosque místico de Athel Loren, Ariel doblega su voluntad para curar las tierras arrasadas por los Hombres Bestia.

El bosque mismo ha reclamado muchas víctimas; la sangre y la carne de los mutantes caídos alimenta el suelo mágicamente cargado de Athel Loren. Las hechizantes melodías de las dríadas y los profundos murmullos de los hombres árbol resuenan en los agujeros de los árboles, cantando canciones sobre las inacababes depredaciones sufridas a manos de la raza de Morghur y la alegría de la victoria.

Pero entre las sombras aún acechan unas pocas bestias deformes, temerosas de los árboles y los sombríos guerreros que se ocultan entre ellos, pero con un odio ancestral ardiendo en sus corazones. Vencidas y derrotadas por la furia de los Elfos Silvanos, se deslizan en silencio entre las piedras guardián, descargando su mezquina cólera en los campesinos y el ganado mientras se retiran de vuelta a Las Cuevas y al Bosque de Chalons. Pasará el tiempo antes de que vuelvan a arder furiosamente los fuegos en las piedras de manada, pues hay cientos de partidas de guerra que ya no volverán a luchar, docenas de chamanes que no volverán a traer las bendiciones de los dioses. Pero Morghur sigue en pie y, mientras él viva, las bestias volverán siempre sus ojos celosos hacia el reino encantado de Athel Loren.

La Conquista de Anah-Kehzzar[]

Los Reyes Funerarios han reclamado las tierras perdidas por muchas leguas al norte del Río Mortis. Legiones de centenares de guerreros se alzan en las viejas ruinas de los puestos avanzados de Nehekhara listas para actuar, mientras los buitres y los lobos se alimentan de los cadáveres de los Orcos y otros usurpadores de las Tierras Yermas.

Estas tierras, conocidas en la lengua de Khemri como Anah-Kehzzar, no son más que las cáscaras destrozadas de su antigua gloria. La mayoría de las tumbas yacen vacías o aquellos que descansan en su interior no se revuelven ante la llamada de los sacerdotes funerarios. Al yacer más allá de los antiguos límites de Nehekhara, los reyes y príncipes enterrados en Anah-Kehzzar no se vieron apenas afectados por el gran conjuro desencadenado por Nagash y aún descansan en el abrazo de la muerte.

Al no recibir respuesta a su reto, Settra se ha retirado de Nagashizzar, consciente de las fuerzas que se reúnen en las costas del Mar Amargo. Se ha dejado una guardia en la antigua ciudadela, para estar al tanto de cualquier indicio de que sus oscuros habitantes se preparan una vez más para desencadenar su maldad sobre el mundo.

La Limpieza del Mar de las Garras[]

Los Norses hablarán por muchas generaciones del Fantasma Blanco, el Espectro Marino, la Niebla con Colmillos. El Señor de los Mares Aislinn y sus guerreros de Lothern han sido despiadados en sus patrullas del Mar de las Garras, en las que han asesinado a miles de guerreros destinados a las costas de Nordland y Kislev.

No se sabe con seguridad si Aislinn y su flota han vuelto a Ulthuan, donde se los necesita para apoyar la guerra contra los Druchii. El terror que inspira entre las tribus norses la posibilidad de que aún esté acechando entre las olas es suficiente por ahora para que los mares permanezcan libres de sus barcoluengos. Cuanto tiempo dure este miedo es algo que no puede decirse y tal vez el próximo verano ya se echen amargamente de menos las Naves Halcón y las Naves Dragón de Ulthuan.

Sangre en la Jungla[]

El combate en Lustria ha sido encarnizado y ni el culto de Slaanesh liderado por Morathi ni sus aliados Hung han tenido éxito en su ataque a las ciudades templo. Por su parte, los saurios y eslizones que protegen a los Slann han combatido sin cesar, acosando a los atacantes desde las junglas y utilizando los ríos y marismas para interceptar y emboscar a sus enemigos.

Morathi ha oído rumores de que Hellebron está actuando contra el templo de Slaanesh que se encuentra en Naggarond y va a volver a la capital de Naggaroth para enfrentarse al reto de la reina bruja. Es probable que el encuentro sea sangriento, ya que los seguidores de ambas sectas desean acabar con sus rivales. Podría incluso estallar una guerra civil en potencia si la situación no vuelve a ponerse bajo control.

Pequeñas partidas de Elfos Oscuros han huido hacia el Norte, algunos de ellos llevando consigo cofres de oro y gemas, pero muy pocos de los artefactos sagrados de los Ancestrales. Los Slann, aliviados de la carga de proteger estas herencias de valor incalculable, pueden volver sus mentes hacia el portal caído del Norte una vez más y hacia la inundación de Caos en estado puro que está contaminando el mundo.

Conclusión de la Campaña[]

A medida que las huestes del Caos seguían avanzando hacia el Oeste, los hombres de Middenland y de Ostland resistían firmes frente al maligno ejército que se aproximaba. Haciendo gala de una gran disciplina y organización, efectuaron un enérgico repliegue, deteniéndose en los castillos y ciudades que encontraban en su ruta de retirada y abandonando los pueblos y las aldeas de menor capacidad defensiva.

Fueron los castillos altamente fortificados de la región los que sirvieron como mejores bastiones en contra de las hordas de Archaón. En Bohsenfels, los mercenarios al servicio del Conde von Raukov aguantaron contra la hueste de Tzeentch que los tenía asediados y su actuación servirá de ejemplo para todos los defensores del Imperio en las malas épocas que todavía están por venir. Defraudado por la poca diligencia de Melekh el Transformador, Archaón mató al paladín de Tzeentch como aviso para el resto de lugartenientes y Cyspeth, el hijo mutante de Melekh se hizo con el control del ejército de El que Cambia las Cosas.

El castillo Lenkster resistió firmemente muchos días contra el ejército de Feytor, el devoto de Nurgle, pero al final sus defensores fueron abatidos por una maligna pestilencia desatada por el Señor de la Descomposición. Por el contrario, el Fuerte Schippel resultó ser inexpugnable, de modo que Feytor se vio obligado a abandonar el asedio, lo que permitió a la guarnición del fuerte atacar y hostigar a las fuerzas de Nurgle en su marcha hacia el Oeste tras los pasos de Archaón.

Styrkaar, el bienamado de Slaanesh, arrasó por completo la ciudad de Kurst y luego Zundap, pero le costó muchos días ocupar Hergig, la capital de Hochland. A pesar de que logró conquistar las murallas gracias a sus aliados skavens, la aptitud del Conde Leudenhof le salió muy cara al paladín de Slaanesh, de modo que sus diezmadas fuerzas no llegaron a desempeñar un papel determinante en la guerra.

El ataque sorpresa contra Untergard efectuado por Khazrak el Tuerto sembró la confusión entre los defensores durante un tiempo, pero Archaón y sus seguidores no lograron aprovecharse de ello y llegar hasta donde estaban las monstruosas partidas de guerra del caudillo hombre bestia. Al final, Khazrak se vio obligado a retroceder a los bosques, donde siguió tendiendo emboscadas a los ejércitos de los defensores mientras estos se iban retirando hacia la Ciudad del Lobo Blanco.

El Gran Elegido fue hacia el Oeste siguiendo la Vieja Carretera del Bosque y en Krudenwald unió su ejército al de Haargroth el Sangriento. No obstante, sus ataques no fueron los únicos, ya que el kaudillo orco negro Grimgor Piel'ierro escogió aquel lugar para revelar sus planes, consistentes en asaltar Krudenwald para tratar de superar la ofensiva de Archaón. De momento, Grimgor se contentaría con demostrar que él era el más fuerte tratando de llegar primero hasta Middenheim. Be´lakor, el Señor Oscuro, también hizo su aparición en aquel momento a la cabeza de una enorme hueste demoníaca. Los tres estaban decididos a demostrar su superioridad frente al resto y estas luchas intestinas permitieron que Boris Todbringer y los demás defensores de Middenheim pudieran retirarse a la fortaleza.

Tras largas semanas de duros combates y con las tropas desangradas debido a la estoica defensa de Middenland, Archaón y sus lugartenientes lograron finalmente sitiar a la ciudad de Middenheim. Los primeros asaltos tuvieron éxito y los defensores tuvieron que efectuar contraataques para poder resistir en el camino este y el oeste.

Con todo, la llegada de los aliados kislevitas y bretonianos empezó inclinar la batalla a favor de los defensores. Al sufrir los ataques de estos ejércitos procedentes de los bosques y al verse bajo la presión de las salidas de los defensores de Middenheim, las fuerzas de los Dioses Oscuros fueron dispersándose poco a poco. Los ataques de Grimgor y sus kaudillos orcos terminaron de debilitar al ejército de Archaón y lo obligaron a retirarse hacia el Norte. Mientras tanto, las fuerzas de Karl Franz y Valten seguían acercándose con la intención de levantar el asedio.

Mientras las huestes de los hombres, Elfos, Enanos y demonios combatían por el control de Middenland, otro enemigo se ocupaba de sus intereses, oculto a los ojos de la mayoría. Los Skavens, siempre atentos a la posibilidad de aprovecharse de la debilidad del Imperio, habían trazado un plan diabólico. Bajo el nombre de Proyecto Dominación Total, los Trece Señores de la Descomposición unieron a los clanes guerreros más fuertes, y los clanes mayores olvidaron momentáneamente sus rencillas para cooperar en aquel maléfico plan.

El Clan Skryre construyó la Semiesfera de la Destrucción, un artefacto provisto de energía de piedra bruja que, según los ingenieros brujos declararon ante el Consejo, era capaz de destruir el Ulricsberg y la ciudad que se alzaba sobre la montaña. Sin que los comandantes de los ejércitos que avanzaban por Ostland y Middenland lo supieran, los Skavens estaban ampliando su imperio subterráneo con cada ataque. En Zundap ocuparon el molino de vapor abandonado y en Middenheim el sangriento combate les ofreció la cobertura ideal para infiltrarse en el Ulricsberg con la Semiesfera de la Destrucción. En el 62º día desde que las fuerzas de Archaón hubieran penetrado en el Imperio, las fuerzas de Karl Franz y Valten llegaron a Middenheim y entonces fue cuando empezó la verdadera batalla.

Llegan los Refuerzos Imperiales[]

Karl Franz Ataca[]

Alianza Tormenta del Caos

Junto a Karl Franz cabalgaban dos de los mayores guerreros del Imperio: el Gran Mariscal de la Reiksguard, Kurt Helborg, y el paladín personal del Emperador, Ludwig Schwarzhelm. Helborg propuso atacar al ejército de Archaón lo antes posible para que no pudiera recuperarse del contraataque de los defensores de Middenheim. Al gran mariscal le preocupaba el hecho de que Archaón llegara a retirarse al Norte y hacia el Este y tal vez hasta el Torreón de Latón. Si eso llegaba a suceder, el Gran Elegido podría fortificar el castillo tras ocuparlo y contar con una plaza fuerte desde la que lanzar más ataques contra el Imperio. Karl Franz coincidió en esta opinión y le encargó a Helborg liderar el ejército hacia la victoria aquel mismo día.

Archaón se había retirado de la ciudad hasta quedar fuera del alcance de los cañones, cerca del pueblo de Sokh, y ahí es donde aguardó a la ofensiva de sus enemigos. Sabía que Valten y su denodado ejército de flagelantes y sacerdotes se encontraba no muy lejos hacia el Este, así que decidió destruir a las dos fuerzas principales enfrentándose a una después de la otra. Si dejaba que se unieran, se vería superado en número y acabaría siendo atacado por todos los flancos.

Y así fue como a primera hora de la tarde la Reiksguard encabezó la primera carga contra el ejército de Archaón. Contando con el apoyo de los disparos de los cañones, traspasaron el bombardeo mágico de los cañones infernales de los Enanos del Caos que había fuera de Sokh y atravesaron con ímpetu las partidas de guerra de Styrkaar. Al ver el peligro que suponía aquel ataque, Archaón contraatacó lanzándose no contra la Reiksguard, sino contra los regimientos de infantería que la seguían a la zaga. Mientras el Señor del Fin de los Tiempos acababa con cientos de soldados, Haargroth el Sangriento cortó la retirada de la Reiksguard. Tan solo la ágil mente de Helborg fue capaz de detectar la trampa en la que estaban cayendo y, así, prosiguió su ataque hasta atravesar por completo la horda de Styrkaar y se dirigió hacia el Norte para alejarse del combate.

A Archaón no le importó que el ejército del Imperio huyera porque sabía que estaría deshecho tras haberse topado con una reacción tal por parte de un enemigo al que suponía muy debilitado. Al día siguiente iría hacia el Este y atacaría a Valten en el camino.

La Llegada de Valten[]

Pensando que Archaón seguiría acampado cerca de Sokh, Valten y Luthor Huss ordenaron a su ejército marchar hacia el Oeste. Sin embargo, poco después de las primeras luces del alba, cuando la muchedumbre de miles de hombres seguía alineándose en el camino, Archaón lanzó su ataque. Los rayos mágicos que lanzaron Cyspeth y su cábala de hechiceros recorrieron toda la Vieja Carretera del Bosque y un muro de fuego multicolor lo abrasó y lo transformó todo a su paso. Los caballos y los hombres se fundieron en uno solo y los árboles y las rocas se desenraizaron y cayeron girando vertiginosamente sobre el ejército de Sigmar creando mortíferos arco iris de fuego.

Al ver su ejército presa del pánico, Valten hizo lo mejor que sabía hacer: lanzarse al ataque. Desafiando a los peligrosos hechizos protegido por su armadura de gromril y por los encantamientos de Teclis, cargó directamente contra el centro de la hueste de Archaón. Tras él, Huss y los pocos sacerdotes que quedaban con vida comenzaron a combatir contra la magia arcana que habían desatado los paladines de Tzeentch.

Al principio parecía que Valten se había precipitado a una muerte segura, ya que había acometido contra todo un ejército él solo. Sin pararse a pensar en la retirada ni dudarlo ni un momento, cabalgó contra el corazón del ejército del Caos empuñando el ardiente Ghal Maraz. La partida de guerra del propio Archaón, los Espadas del Caos, avanzaron para interceptar al furioso avatar, pero el Martillo de Sigmar los derribó a todos y se dispersaron.

Tras los pasos del imperioso asalto de Valten acudieron las maníacas hordas de flagelantes dementes ignorando los rayos mágicos que estaban arrasando sus filas. Los sacerdotes de Sigmar combatían contra los rabiosos adoradores de Khorne y contra los putrefactos guerreros de Nurgle. El intermitente compás de las plegarias de batalla arremetió contra las fuerzas impías con la ardiente energía de la fe, mientras que la maligna magia del Caos hacía que hasta el mismo suelo escupiera enormes masas de gusanos carnívoros y que del cielo lloviera sangre abrasadora que calcinaba la carne.

En medio de toda aquella carnicería y de aquella tempestad mágica, Valten se fue abriendo paso hacia delante en busca de Archaón. No obstante, no lo consiguió, ya que en vez de encontrarse al Gran Elegido al mando del ejército se encontró a Kordel Shorgaar, el portador del estandarte de Archaón. Valten trató de golpear la cabeza del paladín del Caos con Ghal Maraz, pero el predilecto de los dioses empleó el estandarte de los Espadas del Caos para detener el impacto y la magia oscura que albergaba absorbió la energía del Martillo de Sigmar. Mientras el combate se desarrollaba a su alrededor, Valten no logró aprovechar el ímpetu de su ataque y Shorgaar huyó de la refriega para volver con su señor.

Al anochecer, logró por fin desbloquearse la Vieja Carretera del Bosque hasta las cercanías de Sokh. Miles de adoradores del Caos yacían sin vida a ambos lados del camino y su número rivalizaba con el de los cadáveres de los hombres que habían luchado junto a Valten. En la oscuridad, el titilar de las hogueras de los campamentos de los tres ejércitos era claramente visible para cada uno de ellos y, según Karl Franz, el campamento de Archaón parecía mucho más pequeño que el suyo. A la mañana siguiente, si los dioses lo permitían, aplastaría a Archaón y eliminaría su plaga del Imperio.

Los Oscuros Guerreros[]

Valten y Archaon por Adrian Smith

Ansioso por ver terminada la batalla, Karl Franz ordenó a sus generales marchar hacia la hueste fuertemente diezmada de Archaón. Al avanzar, los cañones infernales volvieron a escupir sus proyectiles mágicos, pero sintiendo la cercana presencia del Emperador el ejército no vaciló en su avance.

Por el Este, Valten y sus guerreros, que ya solo sumaban unos pocos centenares, avanzaron también con el paladín de Sigmar al frente y Luthor Huss a su lado. Al ver la situación, Archaón ordenó apuntar los cañones infernales contra Valten y entonces empezó un feroz bombardeo que hizo temblar la tierra y que cubrió el cielo de humo de tintes mágicos. En lo más crudo de la descarga, Valten fue alcanzado por una infernal bola de energía que destripó a su noble caballo élfico y que lo arrojó a él por los aires. Con el rostro abrasado por fragmentos de gromril fundido y el pelo ennegrecido, Valten se alzó en medio del humeante cráter y siguió adelante a pie.

Hacia el Oeste, el mismo aire brillaba de poder sobrenatural y el cielo se revolvía y giraba violentamente como si una mano invisible lo estuviera torturando. En los bosques empezó a formarse una sombra que fue extendiéndose hasta llegar a Middenheim. Procedentes de aquel gran lago de oscuridad, se oían chirridos inhumanos y aullidos monstruosos. En aquel velo de sombras se veían ojos brillantes y un viento cálido transportaba crueles risotadas y maldiciones de pesadilla. Una oleada de terror se extendió entre las filas del ejército de Karl Franz en cuanto la hueste demoníaca se aproximó y una sombría silueta alada se elevó por los aires por encima de la legión infernal. Con las alas extendidas en toda su amplitud y su mano garruda extendida hacia el Emperador, Be'lakor ordenó avanzar a su legión, aislando así a Karl Franz de Archaón y dejando al ejército de Valten, que se encontraba en una abrumadora inferioridad numérica, a solas para enfrentarse al Gran Elegido.

Como si las tribulaciones del avatar de Sigmar no fueran suficientes, un nuevo enemigo arremetió contra sus pocos centenares de seguidores. Los guerreros pieles verdes salieron a la carga de los bosques del Sur por detrás de Valten y atacaron a su ejército. A su cabeza, Grimgor Piel'ierro eliminaba a docenas de hombres con cada golpe de Gitsnik. Ignorando aquella nueva amenaza, Valten y Huss reunieron a un puñado de guerreros y siguieron adelante adentrándose en el ejército de Archaón en un intento de enfrentarse al Gran Elegido.

La Tormenta del Caos

Cuando la sombra de la legión demoníaca envolvió la armadura de Karl Franz, un haz de luz blanca irrumpió en aquel mar de tinieblas. Las relucientes espadas de trescientos maestros de la espada de Hoeth se alzaban y descendían formando arcos brillantes, atravesando formas inmateriales y destripando los cuerpos intangibles de sus infernales adversarios. A pesar de que luchaban con una destreza incomparable, eran pocos y cada uno que caía acababa recubierto de infinitas garras, colmillos y espadas demoníacas. Y en medio de todos ellos, dentro de un círculo formado por sus leales guerreros, se alzaba Teclis, el cual, después de beber todo el contenido de una redoma reluciente, desató todo su poder. Del suelo surgieron unas llamas de energía blanca que formaron una semiesfera alrededor del mago alto elfo. El fuego mágico, cuya brillantez era cegadora, fue extendiéndose en todas direcciones a partir de Teclis. Toda la zona se llenó con los alaridos de los demonios a medida que las llamas purificadoras los iban expulsando de vuelta al Reino del Caos. Por un instante, una oscura sombra permaneció en el lugar después de que las llamas hubieran desaparecido, una mancha de oscuridad apenas visible en el aire, hasta que incluso esta parpadeó y desapareció por completo. Todos los demonios habían desaparecido.

Mientras su ejército luchaba contra los Orcos, Valten volvió a lanzarse contra los Espadas del Caos en pos de Archaón. Esta vez su enemigo sí estaba ahí, montado a lomos del Corcel del Apocalipsis, alzándose imponente junto a sus guerreros. La partida de guerra de Archaón se apartó dejando paso a Valten para que pudiera llegar hasta el Señor del Fin de los Tiempos. El avatar de Sigmar soltó un rugido y se lanzó a la carga haciendo girar a Ghal Maraz en dirección a su enemigo. El martillo se estrelló contra el cuerpo mágico de la montura demoníaca de Archaón y esta explotó en un mar de humo y llamas, arrojando a Archaón contra el suelo.

Valten se abalanzó contra él para aprovechar la ventaja que le ofrecía la situación y alzó el Martillo de Sigmar por encima de su cabeza para asestarle el golpe de gracia. Un chirrido estremecedor atravesó el aire cuando Archaón arremetió con la Espada Matarreyes y desató el poder de U´zuhl. La espada atravesó la armadura de gromril de Valten y penetró sus entrañas. Valten, cuyo ataque tan solo había sido enlentecido, siguió adelante, pero la cabeza de Ghal Maraz se desvió ligeramente de su objetivo y arrancó una hombrera de la armadura de Archaón.

Tras ponerse en pie, el Señor del Fin de los Tiempos arrancó la Espada Matarreyes del abdomen de Valten y volvió a atacar, arrancándole la pechera que llevaba el cometa inscrito y haciéndole caer de espaldas. Entre la sangre de la profunda herida que había recibido, podía verse claramente la marca de nacimiento del pecho de Valten. Como atontado por la visión del cometa de doble cola grabado en la piel de Valten, Archaón dio un paso atrás con la Espada Matarreyes a un lado. Luthor Huss se abalanzó entonces contra el Gran Elegido y su martillo hizo saltar una lluvia de chispas de la armadura de Archaón. El potente golpe que le propinó en la cabeza hizo que Archaón perdiera el equilibrio y se quedó arrodillado sobre una pierna. Huss no pudo asestarle un segundo golpe, ya que el Señor del Fin de los Tiempos levantó el escudo para detenerlo y le arrancó el martillo de las manos en el proceso. Profiriendo un aullido, el paladín del Caos apartó a Huss con violencia y el Profeta de Sigmar salió volando por los aires con los huesos destrozados.

De repente, unos gritos guturales resonaron en torno al Señor del Fin de los Tiempos a los que poco después se unieron los gritos de sus guerreros. Tras volverse a poner en pie, Archaón se dio la vuelta y vio a otro individuo ante él. Una frente de piel verde se estrelló contra el rostro del yelmo de Archaón nada más aparecer Grimgor. Tras él, sus machotez luchaban contra los guerreros fuertemente acorazados de los Espadas del Caos después de haberse abierto paso peleando a través de los seguidores de Valten hasta llegar al Gran Elegido. Dado que Middenheim ya estaba más allá del alcance de nadie, solo había una manera de que Grimgor pudiera demostrar su valía ante Gorko. Grimgor levantó a Gitsnik con ambas manos y la blandió por los aires hasta dejarla caer contra el escudo de Archaón, cortándole la parte inferior y lanzando al Gran Elegido hacia atrás.

La Espada Matarreyes volvió a relampaguear, pero Grimgor había previsto aquel contraataque y lo detuvo con la empuñadura de su hacha mágica. El kaudillo orco negro pisó con fuerza el brazo de Archaón y este dejó caer la espada demoníaca. Usando la parte plana de Gitsnik, Grimgor aporreó dos veces la cabeza de Archaón y luego plantó el hacha en la garganta del Gran Elegido. El Orco Negro miró hacia el cielo plomizo y vociferó: "¡Grimgor ez el mejor!"

Los Orcos profirieron un enorme berrido de júbilo, un cántico ensordecedor que entonaba el nombre de Grimgor y que se oía por encima del entrechocar de espadas y hachas. Grimgor alzó a Gitsnik por encima de la cabeza y volvió a rugir levantando el puño en el aire. Después de dejar claro su mensaje, el kaudillo se dirigió hacia el Sur con su horda salvaje y los rugidos con los que celebraron la victoria siguieron oyéndose mucho después de desaparecer de la vista.

Luthor Huss recuperó el sentido y volvió a montar en su caballo. Tras montar a Valten con él, se alejó de la refriega para apartar del combate el cuerpo inconsciente de su señor. Cabalgó al galope hasta Middenheim y llevó el cuerpo de Valten al altar de Shallya. A pesar de que sus propias heridas eran muy graves, no consintió que nadie se las atendiese hasta que alguien se hubiera ocupado de Valten. No fue hasta que la abadesa le prometió que Valten seguía vivo cuando Huss se permitió derrumbarse al suelo por la fatiga. Volkmar, que al llegar Huss se había levantado de su lecho de curación, llevó su cuerpo al altar principal.

En el exterior, las debilitadas fuerzas de Archaón se retiraron a Sokh dejando atrás los cañones infernales en espera de la desalentadora batalla que sin duda daría comienzo al día siguiente.

El Ataque de los Von Carstein[]

De la imponente hueste de Archaón aún quedaban varios miles de guerreros, aparte de los refuerzos que había recibido de otros varios cientos de guerreros procedentes de Frote, al sur. Al frente del ejército se encontraban Haargroth y sus guerreros de Khorne sedientos de sangre. El paladín berserker se adelantó y gritó toda clase de improperios contra el enemigo que se acercaba a la vez que Karl Franz ordenaba avanzar a su ejército. Aunque el ejército del Imperio superaba al de Archaón por varios miles de soldados, Kurt Helborg había predicho que la victoria no iba a resultar fácil, pues iban a enfrentarse a los veteranos de la campaña, a los soldados más curtidos, a las bestias más brutales y a los monstruos más terroríficos.

La artillería imperial empezó a bombardear Sokh poco antes del mediodía, arrojando balas de cañón y de mortero incesantemente contra el pueblo. Karl Franz ya había prometido compensar a los habitantes del pueblo que estaban junto a él al ver que sus hogares eran destruidos e incendiados, aunque muchos de ellos tuvieron que ser detenidos para que no hostigasen a los artilleros que se preparaban para cumplir con su deber.

Fue casi una hora más tarde cuando los cañones quedaron en silencio y no por orden de nadie. Tras haber esquivado a Boris Todbringer, Khazrak el Tuerto se dirigió hacia Middenheim y se abalanzó contra la artillería desde el lindero del bosque. Aquello produjo un combate desesperado en torno a las baterías de cañones, en el que el rugir de los cañones de salvas y los horribles aullidos de los shaggoths retumbaron por todo el campo de batalla. Viendo que sus caballeros no iban a servir de nada en las estrechas calles de Sokh, Karl Franz les ordenó dar la vuelta y apoyar a la artillería, mientras que la infantería avanzaba hacia Sokh.

Ar-Ulric y un contingente de la guardia teutógena encabezaron el ataque y fueron los primeros en entrar en Sokh para combatir contra la horda de Haargroth. Encomendándose a Ulric, Ar-Ulric se puso a repartir golpes a diestro y siniestro con el Hacha Martillo de Skoll. Haargroth arremetió contra la guardia teutógena dejando tras él tan solo cuerpos despedazados y cabezas cortadas, aplastando armaduras con su hacha y partiendo la carne y los huesos. Logró ofrecer tres docenas de cráneos a Khorne antes de que Ar-Ulric Valgeir se interpusiera en su camino, estrellara la cabeza de su martillo bendito contra el yelmo de Haargroth y luego le clavara el hacha en el pecho. Sin dejar de pronunciar el nombre de su dios, Ar-Ulric golpeó la cabeza de Haargroth con el Hacha Martillo de Skoll y el Sangriento dejó de existir.

El combate estaba siendo especialmente duro en las calles de Sokh, donde la superioridad numérica y la organización del Imperio no servía de mucho contra la mera destreza y ferocidad de los hombres del Norte a los que se enfrentaban. A media tarde, ensangrentados y desmoralizados, los regimientos empezaron a retirarse del combate al verse incapaces de controlar la situación en el pueblo. Más hombres se les fueron uniendo en la retirada según el cielo se iba oscureciendo y llenándose de nubarrones entre los que comenzaron a aparecer relámpagos. No cabía ninguna duda de que se estaba acercando algún tipo de magia maléfica.

En la oscuridad más absoluta se escucharon unos ruidos procedentes del Este y en los destellos de los relámpagos se produjeron breves iluminaciones de metal y hueso pulido. El aire se llenó de un fulgor rojo y, al extenderse, reveló la presencia de las organizadas filas del ejército de Sylvania. Una brisa sobrenatural agitaba sus maltrechos estandartes, mientras que filas y filas de guerreros inmóviles se alzaban en la penumbra. Al frente de todos ellos, montado a lomos de una montura esquelética de ojos ardientes, se erguía Mannfred von Carstein. A su alrededor había una manada de vampiros menores y nigromantes ayudantes.

El soberano no muerto de Sylvania desmontó, dio varios pasos al frente del ejército y levantó los brazos. Al entonar el hechizo, el aire encima de él empezó a girar y los cánticos que iban murmurando sus secuaces fueron aumentando de volumen. Tras pronunciar una última frase, Mannfred unió las manos y se produjo un trueno ensordecedor. Una serie de relámpagos cayeron violentamente sobre el campo de batalla y en el punto de impacto se elevó durante unos instantes una nube de energía brillante. De uno en uno o en parejas al principio, pero cada vez en mayor número, los miles de muertos de cuatro días de combates empezaron a ponerse en pie lentamente. Los guerreros muertos vivientes del Caos volvieron a levantar sus brutales hachas y mazas y los alabarderos imperiales muertos asieron sus armas de nuevo.

El ejército de los muertos, que acababa de engrandecerse gracias a la invocación, entró en masa en Sokh arrasándolo todo a su paso. Al verse ante aquellos horrores sobrenaturales, el ejército de Archaón acabó por deshacerse y los pocos guerreros que lograron sobrevivir huyeron hacia el Norte. Al ver que ya no podría invadir Middenheim ni llegar hasta Valten, Archaón se dio cuenta de que había fallado en su misión. Se desconoce en qué momento del combate se marchó, pero se cree que se dirigió hacia las Montañas Centrales, tal vez hacia las ruinas del Torreón de Latón.

Tras haber aplastado al ejército del Caos, Mannfred condujo a su hueste hacia Middenheim. Cuando el atemorizado ejército de Karl Franz se detuvo a los pies del Camino del Este, un único individuo se adelantó de entre las filas de los No Muertos. Se trataba del propio Mannfred en persona, que avanzó lentamente con su montura y se detuvo a unos doce pasos de donde estaba Karl Franz sobre Garra de Muerte, con Kurt Helborg y Ludwig Schwartzhelm a su lado. La voz del vampiro pudo oírse por encima del retumbar de los truenos de la tormenta:

"Lo mismo que mi señor le dijera antaño a vuestro antecesor, hoy os lo digo a vos. Rendid la ciudad y se os perdonará la vida. Resistíos y moriréis todos."

Una figura solitaria emergió de entre los regimientos del Imperio y se encaró a Mannfred. Su calva cabeza resplandecía a la luz de la violenta tempestad y su largo bigote le azotaba las mejillas al ser azotado por el viento. Con los brazos cruzados y el ceño fruncido, Volkmar el Despiadado clavó su mirada en los ojos del Señor de los Vampiros.

"Hace casi quinientos años, un hombre como yo acabó con un monstruo como tú. Y puede volver a ocurrir."

Mannfred consideró las opciones que tenía a su alcance, miró al Teogonista de porte grave y recordó perfectamente cómo el Gran Teogonista Wilhelm se había arrojado de las murallas de Altdorf con Vlad von Carstein hasta quedar empalados ambos en las estacas que había abajo. Pensó también en su tierra y en el ejército de Vardek Crom. Haciendo una mueca, Mannfred le dio la vuelta a su horrible montura y cabalgó hacia el Este seguido de su mortífero ejército.

Al caer la noche, en los campos y los bosques en torno a Middenheim se hizo el silencio. Por primera vez en casi tres meses, dejaban de oírse los sonidos de la guerra. La Batalla de Middenheim había sido ganada por las fuerzas del orden.

Después de la Guerra[]

Valten vs Archaón

Las incursiones de la horda de Archaón habían sembrado la muerte y la miseria por toda Ostland, Hochland y Middenland. Decenas de miles de personas se habían quedado sin hogar y eran víctimas del hambre, ya que los campos yacían quemados y sus casas en ruinas. Al ser testigos de los horrores del Caos, muchos fueron a los que el terror y la miseria hicieron volver locos, mientras que los bosques se llenaron de soldados y campesinos que habían abandonado a sus dioses y que habían ofrecido su alma al poder conquistador de los dioses oscuros.

A pesar de que Middenheim había sido defendida a ultranza y de que la horda de Archaón había sido derrotada, seguía habiendo restos de bandas de guerra y de manadas bestiales acechando por todo el norte del Imperio. Zundap estaba repleto de Skavens, que transformaron el viejo molino de vapor en un impío nido de criaturas ratoniles, cuyos túneles se extienden por debajo del suelo. El Torreón de Latón quedó transformado en una mera cáscara vacía, cuyos oscuros rincones pasaron a ser el hogar de extrañas bestias y engendros deformes, y en sus torres en ruinas y sótanos se agruparon los guerreros de los dioses oscuros y el propio Archaón.

En la ciudad de Middenheim quedaron las cicatrices de los cañones infernales del Gran Elegido y sus calles repletas de muertos. En las profundidades del Ulricsberg, la Semiesfera de la Destrucción de los Skavens desprendía luz y energía al ir acumulando la energía necesaria para producir la explosión. Los túneles y pasillos se llenaron de Skavens que huían al saber el estallido que se iba a producir y hasta hubo escaramuzas entre ellos y los aventureros y guardianes de las alcantarillas que se habían adentrado en las profundidades al escuchar los rumores acerca de un aparato de destrucción masiva que se decía que había en el interior de las catacumbas.

La Semiesfera de la Destrucción explotó creando una enorme bola de fuego verdoso que inundó todos los túneles con energía mutadora, aunque aquella no fue precisamente la explosión que esperaban los Skavens. Las maléficas energías desatadas deformaron de arriba a abajo a hombres y a Skavens, sus cuerpos se fundieron y la piel se les llenó de ampollas y se pudrió. Las mismas rocas se fundieron y se desplazaron, abriendo nuevas cámaras y sellando túneles. A pesar de haber desatado su poder, la Semiesfera de la Destrucción no había explotado verdaderamente, de forma que seguramente sigue latente esperando volver a ser activada, oculta en algún lugar en lo más profundo del retorcido laberinto de nuevos túneles.

Por otro lado, a pesar de desaparecer la amenaza de la devastación por parte de los seguidores de Archaón, surgió un nuevo peligro en el Imperio: el cisma. Mientras Valten yacía en coma en el templo de Shallya y Huss pasaba día y noche junto a él, el Gran Teogonista Johannes Esmer llegó a Middenheim. Al regreso de Volkmar, y aunque tal vez estuviera maldito por el toque del Caos que había provocado su renacimiento, mucha gente reclamó que Esmer abandonara su puesto, mientras que los partidarios del Teogonista actual instaron a Volkmar a que bendijese el nombramiento de Esmer.

Los pocos supervivientes del ejército de Valten, que eran todos flagelantes desquiciados y sacerdotes guerreros ansiosos de entrar en combate, empezaron a causar problemas por todo Middenheim al exigir a Esmer que se marchara. En medio de todo esto, entre los sacerdotes de Ulric comenzó a difundirse la opinión de que había que hacer reformas en los Electores al resurgir las antiguas diferencias con la finalización del conflicto.

Y, por encima de todo eso, cada vez hubo más problemas en relación a Valten. Algunos exigían que fuera nombrado Emperador en cuanto se recuperara, mientras que otros seguían tachando de falsa la afirmación de Huss y mencionaban la grave herida sufrida por Valten a manos de Archaón como prueba de que no era un ser divino. Al estar el Imperio sumido aún en una gran desorganización y los ejércitos muy diezmados, Karl Franz tenía claro que había que reinstaurar la ley y el orden lo antes posible, ya que los saqueos, las masas indignadas y las sectas oscuras estaban empezando a extenderse por toda Middenland y, si aquello continuaba así, la herida se infectaría y la situación no dejaría de empeorar.

Y así fue como el Emperador consultó a sus consejeros, entre los que se encontraban Volkmar y Esmer, respecto a qué había que hacer con Valten. Karl Franz, que seguía atado por los deberes hacia el Imperio que le impelían a mantener el puesto que le había sido otorgado, aborrecía la idea de ceder su puesto a Valten. No obstante, no hacerlo era sinónimo de declarar que Huss era un mentiroso, ya que, ¿quién no querría tener a la reencarnación de Sigmar como nuevo Emperador?

Esmer y Boris Todbringer pidieron tres días para resolver la situación si el Emperador les daba permiso para ello. Este les dijo que tenían permiso para hacer cualquier cosa que pudieran con tal de evitar que se produjera la guerra intestina que ya parecía inevitable.

Al segundo día Karl Franz tuvo una visita. Se trataba de Luthor Huss, que estaba hecho un mar de lágrimas y que sostenía el Martillo de Sigmar en sus manos. Cuando el Emperador le preguntó qué era lo que había ocurrido, Huss le dijo, con la voz entrecortada por la pena, que Valten había sido asesinado. Cuando Huss lo había ido a ver aquella mañana se había encontrado al avatar de Sigmar en su lecho, atravesado por una espada verde brillante. Karl Franz sabía que su gente necesitaba esperanza y entonces le dijo a Huss:

"Te mezclarás con la gente y les dirás que Sigmar se ha ido, como hiciera hace tantos años. Dales esperanza en esta época oscura. No traiciones su fe. Diles que me ha dejado su martillo, símbolo de que confía en nosotros; y diles también que sigues siendo su profeta y que volverá cuando más lo necesitemos."

No se sabe que sucedió con el cuerpo de Valten después de aquello, pero desapareció misteriosamente.

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Fuentes[]

  • Campaña: La Tormenta del Caos.
  • Página Web de Games Workshop sobre el desarrollo de la campaña (antigua página).
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