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Los cultistas de Tzeentch suelen ser practicantes de magia, y se dice que la mayoría de los Colegios de Magia contienen cábalas muy secretas de adoradores de Tzeentch. La Rueda de Plata es algo más normalita. Sus miembros son magos pueriles, engañifas y brujas de pueblo familiares a todo campesino del Imperio y de más allí. La mayoría de ellos no tienen ni idea de para quién están trabajando en realidad.
Estos magos pueriles no tienen nada tan formal como un gremio o un Colegio de Magia, pero aún así encuentran útil el comunicarse entre sí. Cada uno de ellos estará al tanto de los otros magos del pueblo, quizás enviando palomas mensajeras para mantenerse en contacto, a veces reuniéndose para intercambiar conjuros y recetas de pociones. La mayoría de las Provincias Electorales tienen reuniones anuales de sus magos pueriles para hacer lo mismo a mayor escala. Los organizadores de esas reuniones, y muchos de los magos que van al lugar son parte de uno de los cultos más grandes pero más nebulosos de todo el Imperio.
Toda la magia está corrompida de forma inherente con el Caos, y el objetivo de la Rueda de Plata es incrementar ese Caos, de forma lenta pero segura. Añadiendo una ínfima cantidad de piedra de disformidad para potenciar la fuerza de una poción, incorporando una palabra o dos de la Lengua oscura a un encantamiento verbal o escondiendo un signo caótico dentro de un diseño complejo inscrito en un talismán, todas son formas con las que esos cultistas pueden conseguir sus objetivos. Otros magos pueriles, siendo por naturaleza algo empíricos de todos modos, son aptos para recibir nuevas técnicas sin preguntar mucho sobre el origen.