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Hombres Bestias vs Enanos

En la región infestada de arañas conocida como las Hondonadas Negras, durante una época anterior a la memoria de cualquier Hombre Bestia de los que viven allí hoy en día, tuvo lugar una peculiar batalla que ha sido relatada de generación en generación desde tiempo inmemorial. La historia concierne a un Beligor llamado Skarr Cuerno Negro y su rebaño, que una mañana gris se encontraba acechando un boscoso paso de montaña, esperando la llegada de algún enemigo sobre el que descargar su ira.

Se dice que las nieblas de la mañana aún se elevaban hasta las copas de los árboles cuando Cuerno Negro vio súbitamente cumplido su deseo. Oteando el horizonte desde un peñasco elevado, el Beligor vio una serpenteante caravana de al menos una milla de largo, compuesta por más de un centenar de carromatos que se acercaban directamente hasta su posición. Cada carro iba protegido por una compañía de recios Enanos. El Beligor sabía muy poco sobre los Enanos, ya que la mayoría de guerras que había librado habían sido contra Humanos y Goblins, pero sin embargo sabía todo lo que hay que saber sobre la cerveza de fabricación Enana. Su boca se hizo agua ante la mera idea de darse un festín con la ternillosa carne de esos rechonchos enemigos, y hacerla bajar con grandes tragos de la embriagadora bebida.

Los guardias Enanos lucharon como leones para defender su cargamento, pero tal como el último de ellos cayó con la serrada hacha de Cuerno Negro alojada en su cráneo, la escena dejó de ser la de una batalla sin cuartel para convertirse en la de una festiva celebración. Cuerno Negro eligió el más grande de todos los barriles, del tamaño de un Piedra de Manada según se dice, y lo elevó por encima de su cabeza. En cuestión de minutos, el Beligor se lo bebió entero, tras lo cual lo lanzó contra el suelo, destrozándolo en un millar de astillas. Soltando un atronador eructo que retumbó por entre los riscos de alrededor, Cuerno Negro dio permiso a sus tropas para que disfrutaran de su parte del botín.

Pese a lo impresionante que debió de ser dicho espectáculo, fue lo ocurrido a continuación lo que hizo que el nombre de Skarr Cuerno Negro entrase en la historia. Presas de una incontenible furia homicida por culpa de la fortísima cerveza Enana, los Hombres Bestia del rebaño de Cuerno Negro se dirigieron completamente borrachos hacia el paso montañoso, cruzándolo y entrando en una región desconocida, que ningún rebaño, solitario se atrevería a atacar en condiciones normales. Al caer la tarde, los Hombres Bestia habían llegado ya hasta el pie de las colinas que rodean la fortificación Enana de Karak Hirn, y allí dieron comienzo a una sangrienta masacre. En una única noche de furia, todos los asentamientos y construcciones Enanas de Karak Hirn y alrededores fueron reducidos a cenizas, sus ancestrales tierras pisoteadas y quemadas, y sus más bravos y experimentados guerreros abatidos por los enajenados Hombres Bestia.

Los ebrios Bestigors competían entre sí por hacer pedazos a cornadas las grandes estatuas de piedra de los antiguos Señores Enanos, que flanqueaban las carreteras montañosas. Los Gors colgaban de las ramas de los árboles las cabezas decapitadas de los enemigos muertos, o las usaban como decoración para sus salvajes totems, y destrozaban las preciosas copas Enanas en forma de cuerno para hacerse cuernos de guerra con ellas. Los Ungors, poco acostumbrados a las bebidas alcohólicas tan potentes, se comportaron de una manera especialmente abyecta esa noche, matando Enanos con una ferocidad inusitada, y enzarzándose en peleas entre ellos para hacerse con los cornudos cascos de los enemigos que iban cayendo (de algún modo, en su embriagada imaginación pensaban que acumular dichos trofeos de guerra les iba a permitir ganar algún tipo de estatus dentro del rebaño).

Los Enanos no estaban ni mucho menos preparados para hacer frente a la carnicería que se les vino encima: sus asentamientos arrasados, sus guerreros de clan asesinados, sus animales de granja hechos pedazos, sus antiguos edificios convertidos en ruinas. A medida que el negro cielo se volvía gris y daba paso al amanecer, una oleada de refugiados empezó a manar desde las cercanas con unidades montañosas y hacia la seguridad de la fortaleza de Karak Hirn, espoleados por la horda de millares de Hombres Bestia ebrios y desbocados que avanzaba tras ellos.

Se cuenta que Skarr Cuerno Negro y sus guerreros se despertaron a la mañana siguiente en un estado aún más lamentable de lo normal. El odioso sol les causaba dolor en los ojos y un ruido ensordecedor les hacía retumbar la cabeza; cuando se sintieron lo bastante serenos como para mirar a su alrededor, se encontraron con que estaban a las mismas puertas de Karak Hirn, y que el sonido que les había despertado era el de sus defensores Enanos preparándose para lo que se temían iba a ser un prolongado asedio contra una poderosa horda.

Aunque los detalles concretos sobre los eventos de la noche anterior parecían habérsele borrado de la mente, Cuerno Negro sabía que lo que habían logrado sus tropas era más que suficiente para ganarse el favor de los Dioses Oscuros. Por tanto ordenó al rebaño volver por el paso montañoso a sus dominios en las Hondonadas Negras, y mientras se alejaba echó la vista atrás y contempló con cruel satisfacción la devastación y la ruina infligidas a las tierras de los Enanos.

Y así fue como las hazañas de Skarr Cuerno negro empezaron a ser relatadas por los rebaños de Hombres Bestia al sur de las Montañas Negras. ¿Y quién se atreve a negarlas? Sólo los Enanos de Karak Hirn conocen el verdadero alcance de los terribles hechos acaecidos aquella noche, ya que la saga completa se encuentra registrada con todo detalle para la posteridad en las envejecidas páginas del Gran Libro de los Agravios.

Fuente[]

  • Ejércitos Warhammer: Hombres Bestias (7ª Edición).