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Fin trans
El trasfondo de esta sección o artículo se basa en la campaña de El Fin de los Tiempos, que ha sustituido la línea argumental de La Tormenta del Caos.
Malekith llama de asuryan

Malekith ante la Llama de Asuryan

El mar que rodeaba el Templo de Asuryan estaba lleno de barcos de guerra, con el Dragón de Lothern blasonado sobre cada vela. Sus tripulaciones golpeaban las antiguas murallas con cada hechizo y máquina de asedio a su disposición. Teclis sabía que éstos eran los buques de Aislinn, los mejores barcos de Ulthuan.

Incluso en lo profundo de la capilla, Teclis escuchó una serie de afiladas grietas mientras el siguiente bombardeo daba en el blanco. A media distancia, un profundo estruendo le dijo que otra sección de las murallas exteriores del templo se había derrumbado en el mar. Un momento después, el apresurado paso de botas blindadas sobre piedra también le dijo que la Guardia del Fénix se estaba reuniendo para bloquear la brecha. Aislinn ya tendría a los merwyrms y a la Guardia del Mar en la rocosa costa, Teclis estaba seguro de ello. Un asalto era inevitable.

Un coro de chillidos dividió el aire, y Teclis estiró el cuello para ver una bandada de fénix volar por encima del agua. Las llamas ondulaban a su paso y envolvieron una nave dragón, con la madera y las velas cogiendo fuego casi inmediatamente. Los incendios se propagaron con avidez, superando la capacidad de la tripulación de apagarlos. Los arqueros en los barcos vecinos soltaron sus descargas hacia el cielo, pero los arremolinados fénix se separaron, y en nueva formación se lanzaron contra el siguiente barco en línea. El Templo de Asuryan no estaba completamente indefenso.

Teclis hizo una mueca cuando el zumbido y el chasquido de otra descarga golpeó las murallas. Con que rapidez se había apoderado la locura de Ulthuan. Ahora la salvación descansaba en el mayor traidor de la isla y el mayor enemigo del linaje que haya vivido tanto tiempo. Apartando su atención del cerco de barcos, Teclis miró hacia atrás a lo largo de la carretera en la dirección de Malekith y Caradryan.

En los días transcurridos desde la Isla Marchita, Teclis había tratado de curar los males de Malekith, pero el veneno de Shadowblade y la magia de Colmillo Solar era una combinación potente. Las heridas no se habían cerrado, y los huesos se negaban a fijarse. La sangre aún brotaba de las aberturas en la Armadura de la Medianoche, pero Malekith se negaba a morir. También había rechazado casi todas las ayudas. Desde que dejó el Santuario de Lileath, había dado cada paso por sí solo, aunque Caradryan nunca había ido más de un paso por detrás de él. Ahora establecía un ritmo desigual a través de la carretera levantada al interior del santuario, con cada mal paso dejando una mancha de sangre a través de las piedras pulidas.

"Bueno, esto es glorioso", declaró Malekith en un dolorido aunque sardónico tono. La calzada se estremeció, y se asentó para no perder el equilibrio.

"Es una locura", respondió Teclis, sorprendido incluso ahora por la capacidad del otro para la malevolencia, incluso en la cara de su propia muerte. Caradryan no dijo nada, a pesar de que la preocupación de su rostro era bastante clara.

Un virote con punta de acero como un tronco de árbol de ancho golpeó las almenas exteriores, perforando a través de la piedra atravesando sangrientamente a la Guardia del Fénix reunida detrás. Mientras Teclis observaba, aparecieron los primeros ganchos sobre la piedra rota.

"Ven", dijo. "No tenemos tiempo que perder".

El progreso a lo largo de la carretera era muy lento, y cada paso era interrumpido por el golpe de un virote de artillería sobre las murallas, o el bramido de un distante merwyrm. Cuando Teclis y sus compañeros habían alcanzado el otro extremo de la calzada, el clamor del acero contra el acero se había unido a la cacofonía mientras la Guardia del Fénix luchaba contra los marinos de Aislinn por el control de las defensas. Los atacantes eran demasiados, sabía Teclis. Era inevitable que el templo cayera.

"Tu plan parece estar fallando, mago", se burló Malekith a medida que pasaban a través de las grandes puertas al interior del templo. Dos veintenas de Guardias del Fénix marcharon por delante de ellos de vuelta a través de las puertas que se cerraban.

"Yo había planeado traerte aquí a la primera", corrigió Teclis, reviviendo la amargura de ese fracaso en particular. "Pero tu no querías escucharme, estabas determinado a seguir tu orgullo. ¿Quién sabe cuántos han muerto innecesariamente debido a tu arrogancia?" Respiró profundamente. Aumentar el enfado del Rey Brujo no haría ningún bien. "Ahora ambos vamos a tener que esperar que seas lo suficientemente fuerte, a pesar de tus lesiones. Mi hermano se ha convertido en Khaine, o algo muy parecido. Conoces las leyendas. Sólo Asuryan puede derrotar a Khaine - Asuryan, o su elegido".

"La llama me rechazó una vez", dijo Malekith. "¿Por qué no lo hará de nuevo?"

"No hubo ningún rechazo. Simplemente no eras lo suficientemente fuerte. Asuryan siempre ha tenido la intención de que sucedieras a tu padre. Piensa en ello. ¿Por qué supones que cada Rey Fénix era protegido por magos a su paso por el fuego?. Incluso entonces, todos eran llevados a la locura de un modo u otro, no sólo Aethis y Morvael - incluso aquellos que mi pueblo reverencia fueron consumidos por el poder o la culpabilidad de un trono robado".

"¿Y qué pruebas tienes de esto?" exigió Malekith.

Teclis no podía culparlo por no creerle. Le había llevado muchos meses asumirlo él mismo.

"Finubar me lo dijo", dijo. "¿Por qué supones que apenas luchó al final? Él, al menos, era de buen corazón, pero la culpa lo carcomía. Es por eso que tan pocas veces condujo a su pueblo a la guerra. Él sabía que no era más que la continuación de una tradición subvertida. Estaba contento de morir".

Sin previo aviso, un nuevo sonido se unió a la batalla en el exterior: el profundo rugido primordial de los dragones. Teclis dio una pequeña sonrisa; una pequeña noticia bienvenida hacía mucho para servir de estímulo en tiempos difíciles. "Imrik ha llegado", dijo en voz baja. "Le debes mucho, aunque dudo que lo aceptes".

"Incluso ahora, cuando sabes que no tengo otra opción, todavía intentas manipularme". Parecía que Malekith ni había oído el rugido de los dragones ni las palabras de Teclis. La voz del Rey Brujo estaba enojada, pero Teclis consideraba que era la ira de una persona abrazando lentamente una desagradable verdad, en lugar de la resistencia a una mentira.

Por fin llegaron a la Cámara del Fuego. Ante el asentimiento de Caradryan, los guardias de la cámara se hicieron a un lado y abrieron las pesadas puertas de bronce. Ellos, al igual que el resto de la Guardia del Fénix dentro del templo, no parecían pensar nada raro de la presencia del Rey Brujo.

Al otro lado de las puertas, una amplia escalera de mármol llevaba hacia arriba. En su cima, por debajo de un techo piramidal conformado hacía mucho tiempo a partir de un solo diamante colosal, el fuego sagrado ardía y parpadeaba. Una vez, Teclis sabía, las llamas habían ardido tan brillantes que tocaban el techo de diamante. Ahora eran apenas la altura de un elfo.

"¿Por qué crees que Imrik pelea por ti?" preguntó Teclis mientras las puertas se cerraban detrás de ellos. "¿Por qué crees que la Guardia del Fénix te ha permitido entrar dentro de estas paredes? ¿Por qué Caradryan está dispuesto a morir por ti?" preguntó Teclis. "Imrik ha aprendido la verdad de las cosas, y la Guardia del Fénix siempre la ha sabido".

"Entonces, ¿por qué tantos de ellos marchan bajo el estandarte de Tyrion?" exigió Malekith.

"Han caído bajo el dominio de Khaine, como tantos otros. Sabían que si seguían a Tyrion, se unirían a su locura. Pero también sabían que era su destino, y aún así fueron de todos modos".

"Una excusa patética".

"No, es un sacrificio honorable", replicó Teclis. "Comprometerse con la Guardia del Fénix es ser perseguido, todos los días, con el conocimiento de cómo vas a acabar, no importa cómo de impecable sea tu servicio". Teclis cerró los ojos brevemente. "No es un camino que pudiera haber elegido. Necesito esperanza, y la Guardia del Fénix solo conoce certeza".

"Debilidad", se burló Malekith, pero el sonido rápidamente degeneró en una terrible tos tensa. Saliva con sangre brotó a través de la boquilla de su yelmo para gotear el suelo. El Rey Brujo tropezó y se habría caído si Caradryan no se hubiera movido para sujetarlo.

Malekith se liberó de Caradryan. Dio tres tambaleantes pasos hacia la llama, y ​​luego se detuvo. "Si no paso el fuego", dijo sin volverse, "todos nuestros esfuerzos habrán sido una mentira". Su voz parecía casi melancólica.

Teclis esperó un momento antes de hablar, y luego eligió cuidadosamente sus palabras. "¿Hace eso que te arrepientas de tus obras?" preguntó.

"No", dijo en voz baja Malekith, pero luego su voz creció. "No. Volveríamos a hacer todo de nuevo. Volvería a hacer todo de nuevo".

"Entonces nada sobre ti ha sido alguna vez una mentira", dijo Teclis, "y por tus palabras pruebas que no eres mejor que aquellos que robaron el trono". Suspiró. "No obstante, eres la elección de Asuryan. Todo lo que queda de nuestro Creador te espera en las llamas. Si puedes soportar el dolor, tal vez haya una oportunidad para todos nosotros".

"¿Y si no puedo?" preguntó Malekith.

"Entonces la última chispa de Asuryan se desvanecerá, y los de nuestro pueblo que sobrevivan a la locura de Tyrion serán consumidos por los dioses oscuros".

Malekith no respondió, sino que dio los pocos pasos finales hasta la llama sagrada. Por un momento, fue una sombra negra frente a una luz brillante. En el siguiente, había sólo llamas.

Entonces empezaron los gritos.

Batalla de la Isla Marchita
Prefacio | Contendientes | Batalla | La Fosa te Espera | Hacia sus Destinos | Un Futuro Oscuro | Tensión entre Héroes | Tras la Batalla de la Isla Marchita | La Llama de Asuryan

Fuente[]

  • The End Times III - Khaine
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