
La pérdida de Karak Ocho Picos, la más antigua y magnifica de sus fortalezas fue un duro golpe para los Enanos. Que el Señor Belegar retomara la ciudadela se considero una oportunidad de oro para recuperar toda la fortaleza. El Señor Durengar de Karaz-a-Karak, igual de Belegar, respondió a la petición de ayuda. Tras derrotar a un ejército de Orcos en la Batalla de las Mandibulas, el ejército de Duregar marchó a través del Paso de la Muerte hasta la Puerta Este de Karak Ocho Picos. Una atalaya con una gran guarnición les cortaba el paso y, mientras avanzaban, hordas y hordas de Goblins se abalanzaban sobre ambos lados del valle y los Orcos les cortaban la retirada por la retaguardia.
Al principio, el avance de los Enanos se fue ralentizado, pero llegó un momento en el que les fue imposible dar un paso debido al gran número de Goblins Nocturnos que los atacaban. A pesar de causar estragos entre los Goblins, el número de Enanos se iba reduciendo inexorablemente a causa de los continuos ataques de las hordas enemigas y ya no podían tomar posiciones defensivas, por lo que empezaron a entonar cánticos de muerte. Cuando parecía que todo estaba perdido, se produjo una explosión y la Puerta Este salió volando por los aires. Tras ella no quedaron más que escombros y una nube de humo a través de la que apareció el ejército de Belegar. Los Goblins Nocturnos confundidos y flanqueados, dudaron unos intantes que Belegar aprovechó para llegar junto con su ejército hasta donde se encontraba la fuerza de Duregar. Juntos, los ejércitos enanos marcharon hacia la puerta para refugiarse en la relativa seguridad que ofrecía la ciudadela de Karak Ocho Picos y a cada paso tuvieron que enfrentarse a los ataques de más y más pieles verdes.
Vencer a una fuerza tan numerosa como la de los pieles verdes era casi imposible, por lo que esta victoria se recuerda como ejemplo de valor y disciplina de los Enanos. Aunque el enclave enano de Karak Ocho Picos sigue siendo pequeño, la victoria de la Puerta Este permitió la recuperación de muchos tesoros que se pusieron a salvo en otro lugar.
Fuente[]
- Libro de Ejército de Enanos, 7ª Edición.