"Yo os digo que podéis distinguir a los sirvientes de la Muerte por sus marcas. Ningún hombre ha nacido de forma tan antinatural que su cuerpo no se convulsione ante la maligna corrupción de la sangre no muerta. Y por estas marcas podréis distinguirlos. Por sus colmillos de depredador, por su sed de sangre que es la sed de un demonio. Por su piel pálida como el alabastro y fría al tacto, y su mirada antinatural. Por el brillo de sus ojos tras la que se oculta el Hambre. Éstas son las marcas del más terrible de los males. Éstas son las marcas del Vampiro."
- —Johann Van Hal, General de los Cazadores de Brujas
En la siniestra realidad del Viejo Mundo existen cultos secretos que planean la llegada del Caos, Hechiceros que utilizan magia negra y No Muertos que recorren la tierra. Pero hay personjas que luchan contra esos antinaturales horrores. Son los Cazadores de Brujas, hombres que recorren el Viejo Mundo destruyendo el mal. De estos, los Cazadores de Brujas más dedicados y eficaces son Johann van Hal y Wilhelm Hasburg, Sacerdote de Sigmar.
Historia[]
Los Cazadores de Brujas son una orden secreta de hombres obsesionados con la destrucción del Caos, los no muertos, mutantes, locos, no creyentes, blasfemos y, potencialmente, todo el mundo, a excepción de otro Cazador de Brujas. Raras veces son bienvenidos y los aldeanos tratan por todos los medios de que sus visitas no sean muy largas, ya que cualquiera puede acabar en el punto de mira de un Cazador de Brujas y ¿quién será el próximo en estar bajo sospecha? ¡Una sola palabra fuera de lugar puede condenarte!

Johann van Hal es quizá uno de los más famosos Cazadores de Brujas de la época, el matador del vampiro Gunther von Blodfel y el hombre que purgó el castillo encantado de Reikwald. Sería un poco arriesgado preguntarle a este hombre tan peculiar acerca de cosas sobre las que no quiere discutir. Pero los estudiosos versados en las tradiciones del Imperio tienen constancia de que se avergüenza de compartir el nombre del infame Vanhel, el temido Nigromante de antaño. Todos los descendientes de Vanhel tratan de expiar las diabólicas fechorías cometidas por su antepasado, aunque sin éxito. Por cada hechicero malvado destruido, diez nuevos hechiceros se adentran en la senda de la condenación. Por cada vampiro destruido, surge un nuevo linaje infectado con la maldición del vampirismo.
Johann solo tiene un compañero, que no forma parte de la orden de los Cazadores de Brujas: es Wilhelm Hasburg, un sacerdote de Sigmar cuyo templo ardió por obra de los seguidores del Caos. Algunos dicen que Wilhelm perdió la razón al ver cómo toda su vida quedaba destruida, pasto de las llamas, pero nadie se atreve a dudar de su fe y su piedad, de las que da prueba fehaciente con horribles automutilaciones y con profecías sobre el fin del mundo. Se cree que su fe y sus continuas plegarias lo protegen de la magia maligna.
Al enfrentarse a enemigos sobrenaturales, muchos generales trazan la Marca del Martillo en los indicadores de carretera y en las puertas de los pueblos para pedir ayuda al Cazador de Brujas. Johann ofrece sus servicios a todo aquel dispuesto a pagar y todo el oro que no necesita lo regala al templo de Sigmar. Por este motivo, cuando las fuerzas de los No Muertos amenazan el Viejo Mundo, Johann van Hal y Wilhelm acuden allí. Son capaces de enfrentarse a los enemigos más terribles sin un ápice de miedo y atacan a los horribles No Muertos y a aterradores demonios con un odio y una ira contenidos que arden en sus ojos. Tras la batalla, reclaman su recompensa y parten hacia otro lugar, para alegría y respiro de la mayoría de los hombres.
Objetos Mágicos[]
Johann van Hal[]
- Estaca de Sigmar.
- Armas de Cazador de Brujas - Johann va equipado con dos pistolas cargadas con balas de plata bendecidas una a una por Wilhelm.
Wilhelm Hasburg[]
Miniaturas[]
Fuentes[]
- Ejércitos Warhammer: Condes Vampiro (5ª Edición), pág. 12.
- White Dwarf 50, págs. 22-23.
- White Dwarf 77, pág. 35.