"Toda la historia bretoniana está configurada e ilustrada por las historias de las batallas de Gilles el Unificador. ¿Acaso necesitamos saber más?"
- —Laurent de Parravon, historiador erudito
Hace muchísimo tiempo, Gilles el Bretón unificó las tierras de los bretonianos y se formó el Reino de Bretonia. Cada uno de los señores bretonianos juró lealtad a Gilles, a quien proclamaron monarca. A su vez, dichos señores recibieron el título de duque y se asentaron las fronteras tradicionales de sus tierras, creando así los catorce ducados. Gilles se convirtió en el soberano de toda Bretonia, además de seguir sosteniendo el título de duque de Bastonne.
El calendario de Bretonia comienza con la fundación de la nación manos de Gilles el Bretón, el Unificador, en el año 979 del calendario imperial, año uno del bretoniano. En el capítulo siguiente todas las fechas se citarán primero según el calendario bretoniano, y luego se indicará entre paréntesis la fecha imperial. El año actual es el 1544 (2522 del calendario imperial).
La Era Siniestra de Bretonia[]
El nombre Bretonia procede del nombre de una de las primitivas y salvajes tribus de hombres que se establecieron al Oeste de las Montañas Grises después de que los Altos Elfos abandonaran el Viejo Mundo.
Los Altos Elfos habían librado una larga y agotadora guerra contra los Enanos. Finalmente, cuando un nuevo peligro surgió en su distante tierra natal, al Oeste, los Elfos abandonaron sus colonias en el Viejo Mundo dejando atrás las ruinas de sus grandes fortalezas y palacios situados a lo largo de la costa. Atrás quedaron también algunas estirpes de su raza que se negaron a regresar. Estos Elfos establecieron el reino secreto de Athel Loren, oculto en el interior del Bosque de Loren, que todavía perdura.
Los Enanos no consiguieron beneficiarse de la retirada de los Elfos, ya que su propio reino en las Montañas del Fin del Mundo quedó devastado por los terremotos y las erupciones volcánicas. Poco después, muchas de sus fortalezas en el Viejo Mundo fueron ocupadas por Orcos, Goblins y otros enemigos. Incluso en la actualidad, no hay más de una o dos fortalezas Enanas al Oeste de las Montañas Grises.
Por tanto, la vertiente occidental del continente quedó abierta a la colonización por parte de nuevas razas. Hasta allí llegaron tribus de Orcos, Goblins y hombres, entre los que se encontraban los belicosos y osados Bretonianos.
Antes del Reino[]
La historia de Bretonia comenzó hace tres mil quinientos años cuando los bretonianos, una tribu de valerosos y beligerantes jinetes, atravesaron las Montañas Grises y colonizaron las tierras que más tarde se convertirían en Bretonia.
Estas tribus se enfrentaron a siglos de guerras constantes contra los pieles verdes que asolaban la región. Durante esta Era Siniestra, los Bretonianos aprendieron a forjar armas de metal, a montar caballos en combate y a construir fortificaciones de piedra. Con el paso del tiempo fueron estableciéndose paulatinamente, expulsando a orcos y goblins y arrebatándoles el control de las tierras más fértiles. Sus intentos de adentrarse en el bosque de Loren fueron menos fructíferos, y tan sólo salió de él un puñado de supervivientes, todos ellos enloquecidos por la magia feérica del lugar. Al cabo de varios siglos, se llegó a creer que el bosque de Loren era un lugar de poder ajeno al reino de los hombres.
Cuando Sigmar Heldenhammer se dispuso a unificar las tribus del Imperio, invitó a los bretonianos a que se unieran a su alianza. Sin embargo, los líderes de las veinte tribus se negaron, pues no tenían intención de inclinarse ante un extranjero. Sigmar luchó contra los pieles verdes sin la ayuda de los bretonianos y forjó su Imperio. Mientras Sigmar unificaba las tribus que vivían al Este de las Montañas Grises para formar el Imperio, los Bretonianos todavía estaban divididos bajo el gobierno de varios tribus feudales independientes, situación que duró durante casi otros mil años más.
Aunque estos proto-Ducados podrían haber unido sus fuerzas para luchar contra los Orcos, lo habitual era que se enfrentaran entre sí. Los Duques y sus caballeros dominaban los fértiles valles y llanuras, mientras que los Orcos y Goblins infestaban los bosques, las colinas, las montañas, y los territorios salvajes. Era imposible viajar del territorio de un Duque al de otro sin atravesar las tierras controladas por alguna tribu de Orcos.
El número de tribus bretonianas disminuyó con el tiempo ya que las mas fuertes conquistaban las tierras de las débiles, y las tribus aisladas caían presa de orcos, legiones del Caos y muertos vivientes. En el año -208 (770), las tierras de los bretonianos estaban divididas en dieciséis zonas, cada una de ellas controladas por una gran tribu liderada por un duque. Aquellas zonas conformaron las bases de los ducados actuales, aunque dos de ellas (Cuileux y Glanborielle) han sido absorbidas por otras regiones.
Cuileux fue la primera en caer, en el año -48 (930). Una inmensa horda de orcos, liderada por el kaudillo Gragabad, brotó del Cerro del Orco e invadió sus tierras. Los jinetes de Cuileux cabalgaron en una última y desesperada batalla, y aunque los pieles verdes cayeron como trigo ante una guadaña, eran demasiados, y hasta el último de los caballeros de Cuileux pereció en combate.
A resultas de este desastre, los ejércitos de Quenelles y Brionne avanzaron e infligieron una derrota aplastante a los debilitados orcos. Los dos ejércitos bretonianos se enfrentaron entre si , pero no les quedaban ánimos para disputarse las tierras de Cuileux. En vez de eso, ambos duques decidieron batirse en un duelo, cuyo ganador tomaría Cuileux como parte de su ducado. El señor de Brionne fue abatido, y Quenelles expandió sus fronteras.
Preludio a la Unidad[]
La destrucción de Cuileux señala el inicio de las guerras que culminaron con la unificación del reino. En el año -46 (932). Balduin, el joven duque de Brionne, condujo a su ejército a la victoria contra las restantes hordas de Gragabad, y mató al kaudillo en combate singular. Durante la batalla, el gran hacha de Gragabad quedó firmemente hundida en el escudo de Balduin, y el noble luchó durante toda la batalla con dicha arma encajada en él. Posteriormente, el hacha fue adoptada corno símbolo de Brionne en recuerdo de este suceso.
Pero esta victoria no detuvo a los orcos, y alrededor del año —30 (948), las tierras septentrionales fueron invadidas por pieles verdes, hombres bestia que surgieron del bosque de Arden, e incursores nórdicos que atacaron desde el mar. Las tribus del norte tuvieron que retroceder hasta sus fortalezas y defender sus castillos mientras que sus enemigos campaban a sus anchas por sus tierras.
En el año -26 (952 C.I.), Gilles de Bastonne, heredero del duque, mato a la sierpe roja Smearghus en las profundidades del bosque de Chálons. Aunque resultó gravemente herido, consiguió arrastrar la cabeza cercenada de la bestia de regreso al castillo de Bastonne, donde aún cuelga sobre la Puerta de Gilles, llamada así en su honor. Gilles usó la piel del dragón, para confeccionarse una capa, y adoptó la tema de la bestia como heráldica personal.
En el año -4 (974), de las montañas y bosques surgió un contingente de orcos cuyo tamaño jamás se vio antes ni se ha visto después. Los bretonianos no pudieron ayudarse mutuamente. y el ducado de Glanborielle quedó totalmente destruido; más tarde, Carcassonne se anexionó sus tierras. El año siguiente, el duque de Bastonne murió mientras rechazaba el ataque contra sus tierras, y le sucedió Gilles el Bretón, el legendario "Batallador", más adelante conocido como el “Unificador”, que forjaría la unión de todos los Bretonianos en una sola nación, y dispondría las bases para la creación del Reino de Bretonia.
La Unificación[]
Las crónicas dicen que, aproximadamente en el año Imperial 977, Gilles el Bretón empezó a unificar a los Bretonianos en una única nación. Lo que se sabe de Gilles es una mezcla de leyenda y realidad. En Bretonia nunca ha habido mucha gente que supiera leer y escribir, y la historia de la fundación del reino no fue puesta por escrito hasta varios siglos después. Durante mucho tiempo, la historia de Gilles no fue más que una saga épica que los trovadores cantaban mientras viajaban de castillo en castillo; recitaban la Chanson de Gilles, en la que se ensalzaban sus hazañas.
Gilles el Batallador[]
Según la Chanson de Gilles, las tribus de Orcos y Goblins urdieron un plan para conquistar y esclavizar a los Bretonianos. Los Orcos atacaron todos los Ducados simultáneamente, para que ninguno de ellos pudiera ayudar a los otros. De hechos los Duques apenas tuvieron tiempo de llamar a sus caballeros para defender sus propios Ducados.
A pesar de su valor, los caballeros de esa época fueron incapaces de rechazar a los Orcos, y muchos murieron defendiendo sus castillos y feudos con pequeños ejércitos reunidos apresuradamente, o incluso luchando en solitario. Para empeorar aún más la situación, numerosos incursores del Caos atravesaron el Mar de las Garras y empezaron a arrasar las costas septentrionales, actuando con una coordinación y precisión sobrenaturales.
Casi simultáneamente, la flota de Settra apareció una vez más ante las costas occidentales. En cuanto los Orcos y Goblins arrasaban una región, los No Muertos completaban la desolación. En el Este y en el Sur, infatigables tribus de Goblins descendían de las Montañas Grises para saquear e incendiar.
Gilles, Duque de Bastonne, había conseguido reunir a sus caballeros más rápidamente que los otros Duques, y condujo a su ejército hacia Bordeleaux, con la intención de impedir que las hordas de pieles verdes se unieran y formasen un único ejército que barriera a la humanidad hacia el océano. Thierulf de Lyonesse, un amigo de la infancia y lord Landuin de Mousillon, el mejor caballero de la historia, se unieron a él; sus tierras también estaban bajo una amenaza intensa, y abrigaban la esperanza de que al menos morirían gloriosamente al lado de Gilles.
Después de que su ejército había librado numerosas batallas contra los Orcos durante varias jornadas, los caballeros acamparon bajo las copas del bosque de Chálons, y ante ellos podían ver cómo las hogueras de la horda de orcos superaban en cantidad a las mismas estrellas del cielo. Gilles y sus compañeros se retiraron un poco más al interior del bosque y se detuvieron en un lugar tranquilo, junto a un pequeño lago, donde restablecerse de sus heridas y para planear la batalla.
Encuentro con la Dama[]
Mientras descansaba junto al lago, varios Duques con sus desmoralizados ejércitos se unieron a Gilles. Sus tierras habían sido arrasadas, por lo que habían cabalgado para luchar junto a Gilles en una última batalla contra el enemigo. Al caer la noche, podía oírse en la distancia el estremecedor sonido de los cuernos de guerra Orcos. Al día siguiente se decidiría el destino de Bretonia. Los caballeros compartieron la poca comida que les quedaba, e intentaron descansar tanto como les fuera posible.
Al amanecer, la luz del sol les despertó. El lago estaba envuelto en una cambiante niebla. Dejaron que los caballos bebieran en el lago, y los caballeros se arrodillaron para beber junto a ellos. Después se ciñeron las armaduras, y se prepararon para la última batalla. Mientras se hallaban en pleno consejo, de repente el paisaje se vio bañado por una luz brillante, y el aire se llenó del aroma de un prado en verano. Empezó a salir vapores del agua y empezaron condensarse en la forma de una dama. La doncella de belleza incomparable, ataviada con relucientes prendas blancas, se alzó de las aguas del lago y caminó sobre ellas hasta donde estaba el caballero, aunque en la superficie del lago no apareció ni la mas mínima onda y las ropas de la Dama estaban perfectamente secas.
Los caballeros quedaron anonadados por la visión, y todos ellos se sintieron reconfortados por una extraña calma interior. En sus manos, la dama sostenía un brillante cáliz dorado del que rebosaba una intensa luz, que caía sobre el lago como si fuera un líquido. Algunos caballeros formaron una copa con sus manos y bebieron del agua del lago; pronto el resto de caballeros les imitaron. Al llegar ala orilla, se detuvo frente a Gilles y sus compañeros.
“Alzaos y bebed, Gilles el Bretón, primer rey de Bretonia. Bebed del honor y la caballería, y de la fuerza”
Gilles se levantó y bebió del Grial que la Dama le tendía. Cuando el líquido brillante tocó sus labios, la fatiga abandono su cuerpo y sus ojos rehicieron con una tenue luz. La Dama le habló de nuevo.
"Id en mi nombre, Guilles el Bretón. Id y conquistad por esta señal”
Ésta se volvió luego hacia los compañeros de Gilles.
"Alzaos y bebed también, Landuin y Thierulf, Compañeros del Grial. Bebed para que podáis seguir a vuestro señor”
Los caballeros también bebieron y sus cuerpos se imbuyeron de luz, mientras sus armas parecían arder con un fuego interior. Y así fue como los tres compañeros, se convirtieron en los primeros caballeros del Grial. Entonces, Gilles tomó su desgarrado estandarte de guerra, que colgaba de su lanza, y lo sostuvo en dirección a la dama. En ese momento dijo:
"¡Mi Señora, bendecid mi estandarte!"
Tras esto, sumergió la tela ensangrentada en el lago. Cuando volvió a sacarlo, toda la hueste de caballeros se estremeció. Gilles sostenía un resplandeciente estandarte completamente nuevo. En donde antes se contoneaba la imagen de Smearghus ahora podía verse la hermosa efigie de la Dama del Lago como si fuera una temible diosa vengativa. En cuanto vieron este portento, los demás caballeros empezaron a sumergir sus armas en el agua mientras decían "¡Mi Señora, bendecid mi espada!", "¡Bendecid mi lanza!" y "¡Bendecid mi Caballo de Guerra!"
Los rayos del sol iluminaron las aguas de lago, y los vapores empezaron a desvanecerse. La Dama del Lago volvió a fundirse en el agua y se desapareció. Los demás Duques se giraron y observaron a Gilles portando el estandarte de la Dama del Lago. Uno de ellos se adelantó y habló:
"Vos portáis su estandarte, ipor tanto hoy debéis ser nuestro general!"
Tras decir esto, inmediatamente se arrodilló ofreciendo su espada a Gilles como los Caballeros Noveles lo hacen ante un auténtico caballero. A continuación, los otros Duques y caballeros hicieron lo mismo, reconociendo a Gilles como su general para esa batalla.
Entonces pudieron oír el estruendo del enemigo aproximándose por todas partes, cortando el aire con sus gritos de guerra y el retumbar de sus tambores. Los caballeros se apresuraron a empuñar sus armas y montar en sus caballos, formando una línea de batalla a ambos lados de Gilles y el estandarte.
La horda Orca oscurecía el horizonte frente a los Caballeros Bretonianos. Llenos de una resolución inquebrantable, los Bretonianos cabalgaron sin miedo mientras las flechas caían a su alrededor. Los caballeros cargaron contra el centro de la horda Orca. Las primeras filas del enemigo se hundieron bajo el choque de las lanzas. La horda de pieles verdes se estremeció como una bestia gigantesca herida por la lanza de un cazador. Los caballeros atravesaron una tras otra las líneas defensivas del enemigo y salieron a campo abierto, a la llanura que había más allá. A su alrededor, las formaciones del enemigo empezaban a dispersarse, y mientras los guerreros huían.
Al atardecer, los caballeros cesaron en su persecución y regresaron al lago sagrado. Allí se reagruparon una vez más y descansaron mientras los buitres y los cuervos se atiborraban con los cadáveres de los Orcos. Los Duques y los caballeros se reunieron alrededor de Gilles y juraron servir y honrar a la Dama del Lago. También juraron permanecer unidos en un único ejército, y liberar a Bretonia de los Orcos y cualquier otro enemigo. Gilles fue proclamado el "Batallador" e investido con la autoridad de dirigir el ejército y todos los recursos de sus Ducados hasta que Bretonia fuera libre. Ese momento marcó el origen de los Caballeros del Grial y también del Reino de Bretonia.
Durante los años siguientes, bajo el pabellón de la Dama del Lago, Gilles dirigió a los Caballeros del Grial de victoria en victoria hasta el último confín de Bretonia. Uno a uno, los Ducados de Bretonia fueron liberados de Orcos y otros enemigos. Los incursores de Settra y los guerreros del Caos fueron empujados al mar en dos grandes batallas libradas junto a la costa. Siempre que aparecía el ejército, los caballeros que permanecían asediados en castillos remotos y aislados se unían a Gilles. En cada pueblo liberado se armaban nuevos Caballeros Noveles que pasaban a engrosar las filas del ejército.
Las Doce Grandes Batallas[]
Gilles estuvo al frente de los Caballeros de Bretonia en doce grandes batallas, en todas las cuales salió victorioso. En esos momentos Gilles fue apodado "el Bretón", un título que reconocía su autoridad sobre toda Bretonia. Los Orcos y Goblins fueron expulsados de los valles y las llanuras de Bretonia, y obligados a huir a las montañas y los bosques. Según la leyenda, después de la décima batalla, que se libró cerca del gran Bosque de Loren, Gilles encontró a los Elfos del interior del bosque, que también habían estado luchando contra los Orcos. Gilles y los gobernantes de los Elfos intercambiaron regalos y armas mágicas, y se prometieron amistad eterna.
- Ver artículo: Las Doce Grandes Batallas
La desaparición de Gilles el Bretón[]
Todavía quedaban poderosos reductos de Orcos y Goblins en las regiones más salvajes de Bretonia, y muchos Señores de la Guerra Orcos se ocultaban con los restos de sus tribus mientras planificaban su venganza. Un día, Gilles estaba cabalgando con una pequeña escolta de Caballeros Noveles, dirigiéndose en peregrinación al lago sagrado donde muchos años antes había aparecido la Dama del Lago.
El grupo fue emboscado por un grupo de Orcos dirigidos por un Kaudillo en busca de venganza. Aunque eran ampliamente superados en número, Gilles y los caballeros lucharon ferozmente y mataron a todos los Orcos. Muchos de los Caballeros Noveles murieron, quedando con vida tan sólo dos de ellos y Gilles, pero Gilles había sido mortalmente herido por un maligno proyectil mágico disparado por las fuerzas del vengativo caudillo Orco, cuyo nombre la historia para bien ha tenido que olvidar. Los compañeros de Gilles le llevaron hasta la orilla del lago, esperando que sus aguas tuvieran el poder mágico de salvar a Gilles. Los caballeros empezaron entonces a llamar a la Dama del Lago.
Mientras descansaban y los últimos rayos de sol se retiraban lentamente por el horizonte, empezó a formarse una extraña niebla que surgía del lago. Poco tiempo después, los caballeros pudieron distinguir la decorada proa de una barca que surgía de entre la niebla. La barca parecía moverse mágicamente, pues no tenía ni remos ni velas. En la barca tan sólo había la figura solitaria de una dama, pero no era la Dama del Lago. Los caballeros le preguntaron quién era, y ella respondió que era sierva de la Dama del Lago. Aquella Dama era el Hada Hechicera de Bretonia, que vivía como una ermitaña en una cueva de la isla que había en medio del lago; una isla que apenas podía verse desde la orilla del lago a causa de la niebla.
La Hechicera pidió a los caballeros que subieran a Gilles a la barca para que pudiera llevárselo a su isla, donde podría sanar de sus heridas. Sin embargo, les advirtió que si les concedía este favor, el Rey nunca podría regresar con ellos, sino que debería permanecer para toda la eternidad como guardián de ese lugar sagrado, sirviendo a la Dama del Lago como ella misma lo hacía. Los caballeros no querían partir sin Gilles, pero sabían que tenían que hacerlo. Gilles se despidió de sus caballeros y aceptó su destino. Con gran pesar en sus corazones, los caballeros observaron cómo el bote que transportaba a Gilles y la Hechicera se internaba en la niebla y desaparecía.
Los dos Caballeros Noveles que habían presenciado la desaparición de Gilles y la Hechicera informaron de todo lo sucedido ante una asamblea a la que acudieron todos los Duques y los Caballeros del Grial de Bretonia. Algunos se dirigieron hacia el lago para intentar encontrar a Gilles, pero tan sólo encontraron a la Hechicera, que les permitió vislumbrar a un caballero de aspecto sobrenatural galopando entre las arbóledas próximas a las orillas del lago, y que según ella era Gilles. Cuando estos caballeros regresaron, se convocó una nueva asamblea de Duques y caballeros para elegir a su nuevo líder. Los Caballeros Noveles que acompañaron a Gilles fueron honrados con su ascenso a caballeros como recompensa por su noble acción al ayudar a Gilles en su último viaje.
Uno de estos caballeros era Louis, el hijo de Gilles.
La Fundación del Reino de Bretonia[]
Tras la trágica muerte de Gilles en el año 17 (995 según el calendario imperial), la tristeza y el pesar se extendieron por doquier y toda Bretonia lloró su amarga pérdida. El único hijo de Gilles, Louis, nacido en circunstancias misteriosas (pues se rumorea que era hijo de la propia Dama), heredó el título de duque de Bastonne, el antiguo Ducado de su padre, y por tanto era un poderoso señor de la guerra por derecho propio. Sin embargo, los caballeros reunidos debatieron se debatió largamente el hecho de si también debía ser nombrado señor de toda Bretonia como lo había sido antes su padre. Muchos opinaban que Landuin de Mousillon debía ocupar dicho puesto, mientras que otros creían que el rival de Landuin, Thierulf de Lyonesse, o el sabio Marcus de Bordeleaux serían los gobernantes más adecuados.
Louis el Temerario[]
Al final, la mayoría de los duques se pusieron de acuerdo en que Louis debía ocupar el trono, pero aquello planteaba otro problema, puesto que este no había bebido del Grial de la Dama del Lago tal y como habían hecho todos los demás duques y, según la ley, ningún caballero, fuera cual fuera su cuna, podría ser señor de Bretonia sin haber obtenido primero la bendición de la diosa. Estuvieron de acuerdo en hacerlo si Louis podía demostrar que era digno de poseer tan alto honor y autoridad.
Por tanto, Louis abandonó entonces la corte y juró partir inmediatamente en busca de la Dama y demostrar su valía ante ella y beber del Grial, siendo así el primer Caballero de Bretonia en iniciar deliberadamente esta búsqueda, creando así la tradición del caballero andante. Todos los caballeros estuvieron de acuerdo en que tan sólo el favor de la propia Dama del Lago podía designar a un hombre para gobernar Bretonia. Por este heroico y honorable gesto, Louis fue conocido en toda Bretonia con el nombre de "Louis el Temerario". Y así fue como se Louis el Temerario viajó durante años a lo largo y ancho del reino, deshaciendo entuertos y llevando a cabo grandes hazañas. En su ausencia, Thierulf de Lyonesse ocupó el cargo de senescal de Bretonia, para gran disgusto —según se dice—de Mousillon.
Louis primero partió hacia el lago sagrado donde la Dama del Lago había aparecido por primera vez. Recorrió sus orillas durante días, pero la Dama no apareció. Numerosos sueños y visiones le indicaron que buscara en otro lugar. Le fue revelado que por toda Bretonia existían numerosos lagos y lugares sagrados donde la Dama podía aparecer, y que su destino era encontrarla en otro lugar. No se supo nada de Louis en varios años. Durante este tiempo, los Caballeros del Grial, entre los que se contaban los Duques de Bretonia, prosiguieron con su persecución de los Orcos y Goblins, honrando sus votos y olvidando sus ambiciones personales. En realidad, cualquiera que hubiera bebido del Grial era incapaz de cometer actos impuros de hecho o de pensamiento, y nunca intentaría usurpar el poder o atacar a sus vecinos para conquistar nuevos territorios.
Cuando Louis regresó finalmente, cabalgó a lomos de un poderoso caballo de guerra purasangre hasta la sala del trono del castillo de Couronne, donde se habían reunido los Duques y los Caballeros del Grial para las celebraciones del solsticio de invierno. Su cabello dorado brillaba con luz propia y sus ojos refulgían de noble poder. A nadie le cupo ninguna duda de que había encontrado a la Dama del Lago y que esta le había bendecido permitiéndole beber del Grial, por lo que sus súbditos se arrodillaron al acto ante él.
Louis portaba extrañas armas mágicas con las que la Dama le había recompensado, y una antigua corona de oro. Louis fue recibido en los festejos con gran regocijo. Pocos días después, él y los Duques y caballeros cabalgaron hasta el lago donde vivía la Hada Hechicera, la misma que se había llevado el cuerpo malherido de Gilles y la sagrada representante de la Dama del Lago, para preguntarle el significado de la corona dorada. Cuando finalmente apareció, la Hada Hechicera declaró que esa era la Corona de Bretonia, que debía ceñir la frente del Rey de toda Bretonia, y que la Dama del Lago había elegido a Louis, hijo de Gilles, para ocupar dicho cargo.
Louis y los caballeros regresaron a Couronne escoltando a la Hada Hechicera. Pocos días después, ésta ceñía a Louis con la dorada Corona de Bretonia, y todos los Duques y caballeros reunidos le proclamaron primer Rey de Bretonia. Todos los Duques juraron lealtad y obediencia a Louis, a la Dama del Lago y al sagrado Grial.
Los Primeros años del Reino[]
Una de las primeras actividades de Louis como Rey de Bretonia fue convertir las ancestrales tradiciones de la caballería y los códigos de honor que habían seguido su padre y los Compañeros del Grial en un auténtico Código de la Caballería. Los votos originales de caballería siguen todavía hoy en los salones de Bastonne. Se trata de viejísimos pergaminos decorados con una elaborada escritura en los que se describen al detalle los deberes de los caballeros.
En aquellos tiempos, los caballeros de toda Bretonia aceptaron sus votos en el que la devoción a la Dama del Lago era el elemento fundamental de este código. Una oleada de fe se extendió a lo largo y ancho del reino, favorecida por el nuevo Rey, y la Dama del Lago se convirtió en la deidad principal de la nobleza. Los Caballeros del Grial habían propagado por toda Bretonia la historia de la Dama del Lago, y algunos habían erigido capillas en su honor en sus propios feudos. Los Caballeros Noveles empezaban a proclamar sus votos de lealtad hacia ella, y multitud de nobles guerreros abandonaron sus posesiones para embarcarse en el sendero del caballero andante, incluso los caballeros más viejos renunciaban a sus castillos y feudos para iniciar su propia búsqueda del Grial.
Louis confirmó a los Duques como gobernantes de sus Ducados y como sus leales consejeros. A cada Duque le fue confiada la misión de defender las fronteras del reino, o de conquistar los enclaves Orcos que todavía resistían. Los duques siguieron repeliendo a las criaturas malignas de sus fronteras y Bretonia gozó de gran prosperidad. Las grandes ciudades portuarias aumentaron de tamaño y florecieron con un comercio renovado, se construyeron capillas del Grial en lugares de gran importancia religiosa y el Hada Hechicera guió a los bretonianos en su adoración a la Dama.
En esos momentos Bretonia no era tan extensa como en la actualidad, y muchos territorios que actualmente forman parte del reino, todavía tenían que ser conquistados. Esto era especialmente cierto en el Norte, donde poderosas tribus de Orcos ofrecían una resistencia feroz en las colinas de las Hermanas Blancas y el extremo septentrional de las Montañas Grises. La mayor parte del Bosque de Arden, mucho más extenso que en la actualidad, y las tierras altas del Cerro del Orco todavía estaban infestadas de Orcos y Goblins. Mientras seguían librándose estas guerras, el resto de Bretonia empezó a prosperar como nunca lo había hecho hasta entonces.
Durante cientos de años, Bretonia fue creciendo cada vez más en poder e influencia. Cuando sus tierras se veían amenazadas, destruían por completo a sus enemigos, pues ¿quién podía llegar a superar el poder de una Bretonia unificada? Incluso cuando el último de los Compañeros del Grial pasó a mejor vida y se estuvo llorando su muerte, un gran número de caballeros completaron la Búsqueda del Grial, de forma que los sobrenaturales caballeros del Grial se convirtieron en un arma muy poderosa para los ducados.
Las Cruzadas[]
En aquellos tiempos se ganaron multitud de grandes batallas y los suntuosos banquetes en honor a las victorias militares llegaron a hacerse algo común. El Rey Guillaume derrotó a las tribus orcas de las tierras altas del Cerro del Orco y acabó con todos y cada uno de ellos, el Señor Lamorte destruyó las flotas de los No Muertos en Cabo Feroz, las repugnantes bestias del bosque fueron obligadas a retirarse a las profundidades de sus oscuros reinos y el Duque Theodremund de Artois las expulsó totalmente de las tierras habitadas. Más tarde, cuando Bretonia fue lo bastante fuerte y segura, los duques posaron sus miradas más allá de las fronteras tradicionales.
Las Guerras contra Arabia[]
La primera de estas guerras se declaró en el año 470 (1448 del calendario Imperial), contra los árabes. El Sultán Jaffar, el despótico gobernante de Arabia, invadió Estalia con una gran horda de guerreros de las tribus del desierto. A pesar de la valerosa resistencia de los Estalianos casi todo el reino fue conquistado, y los que todavía resistían pidieron ayuda al resto de Reinos del Viejo Mundo. El Rey de Bretonia de la época, Louis el Justo, reunió un poderoso ejército de caballeros que juraron liberar Estalia y castigar a Jaffar, y dio permiso para que los guerreros del Imperio, a pesar de la falta de honor que habían demostrado en tantas ocasiones, pudieran atravesar Bretonia para dirigirse a Estalia, ya que también ellos habían prometido ayudar a aquella lejana nación.
Tras tres años de intenso conflicto, las fuerzas del Sultan fueron derrotadas por los ejércitos aliados, su reino cayó, y Estalia fue liberada. Al no agradarles aquella tierra seca e inhóspita por ser demasiado extensa y hostil para poderla conquistar adecuadamente, los bretonianos regresaron a su tierra en sus barcos con las bodegas cargadas de tesoros exóticos.
- Ver artículo: Cruzadas contra Arabia
Los Reinos Fronterizos[]
Cuando la noticia de que los cruzados iban a perseguir a Jaffar hasta Arabia llegó a Bretonia, se formó un nuevo ejército de caballeros para reforzar las tropas de los cruzados. Sus líderes no consiguieron decidirse entre embarcar en Estalia o atravesar las montañas para dirigirse a Tilea.
Se les presentaban varios problemas. En primer lugar, la práctica totalidad de las naves de los puertos de Estalia y Bretonia ya habían partido hacia Arabia con el primer ejército. En segundo lugar, el puerto más cercano donde podían embarcar era Miragliano, pero los pasos de montaña estaban infestados de Skaven, por lo que era muy peligroso utilizar esa ruta. Además, cualquier ejército de ese tamaño que pasara cerca de Plagaskaven probablemente resultaría diezmado por las enfermedades. El tercer problema que no tenía solución era que las aguas próximas a los puertos del Sur de Tilea estaban infestadas de piratas, cuya base de operaciones estaba situada en Sartosa. Finalmente, el factor decisivo fue la gran aprensión de los caballeros a embarcar, alegando que esto sería una mancha para su honor, ¡y que además resultaría muy incomodo para sus monturas!
Finalmente se decidió intentar llegar hasta Arabia recorriendo la larga y peligrosa ruta terrestre del Este. Este ambicioso pero extremadamente peligroso plan fue ideado por el Barón Tybalt del Bosque de Balzac, que inmediatamente fue elegido comandante de la expedición.
Tybalt creía que siguiendo su plan, los caballeros Bretonianos podrían unirse a las fuerzas que se dirigían hacia el Sur desde el Imperio, y hacia el Este desde Tilea. Estas tropas tenían que reunirse en el puerto Enano de Barak-Varr. Allí podrían decidir si embarcarse en los bien construidos y sólidos barcos Enanos, o seguir avanzando a lo largo de la costa de las Tierras Yermas. Muchos caballeros preferían esta última opción para tener la oportunidad de castigar las tierras de Settra, además de atacar Arabia desde su retaguardia. ¡La ambición y la confianza en sí mismos de los caballeros Bretonianos no tenía límites!
De esta forma, el ejército de la segunda gran cruzada empezó su marcha hacia el Este atravesando el Sur del Imperio, donde se les unieron más tropas mientras avanzaban siguiendo las viejas carreteras Enanas para cruzar las Montañas Negras. Después de atravesarlas, penetraron en una nueva tierra donde encontraron tribus de Orcos y Goblins. Cada día el ejército debía enfrentarse a partidas de guerra de Orcos y Goblins mientras proseguían su avance hacia el Este. La férrea oposición de los pieles verdes hizo que la marcha fuera muy lenta.
El ejército necesitó casi un año para llegar hasta Barak-Varr. Allí los comerciantes Enanos informaron a Tybalt que mientras se abrían camino hacia el Este, los cruzados de Arabia habían derrotado a Jaffar en la decisiva batalla de El-Haikk. El imperio de Jaffar había sido destruido y sus grandes tesoros habían quedado alcance de cualquiera, dijeron los exultantes Enanos. Cuando el resto del ejército se enteró de estas noticias fueron conscientes de que ya no podrían conseguir grandes honores y riquezas en Arabia, dicha fuerza optó por no dirigirse a aquellas tierras desérticas y empezaron a prepararse para el largo viaje de regreso, aunque a muchos de los caballeros les supo mal no haber podido tomar parte en aquellas hazañas y la gran mayoría estaban ansiosos por penetrar en las tierras de los abominables reyes del desierto.
No obstante, Tybalt era un hombre de recursos y no se dejaba desanimar por un pequeño contratiempo. Les hizo ver que se encontraban en un territorio nuevo que podía ser conquistado. Podían conseguir grandes honores y riquezas creando sus propios reinos en la tierra donde se encontraban. Sólo tenían que derrotar a los Orcos y Goblins que había en aquellas latitudes. Después de todas las penalidades por las que habían pasado, eso era exactamente lo que los caballeros querían oír, por lo que pusieron manos a la obra con un gran entusiasmo. En pos de la gloria y el honor, persiguieron a los ejércitos de los pieles verdes que infestaban aquellas tierras y cosecharon grandes victorias, y los Señores de la Guerra de las tribus de Orcos y Goblins pronto tuvieron que retirarse más allá del Río de la Sangre, luchando entre ellos mientras lo hacían.
Los robustos Enanos que habitaban en las montañas alrededor de aquellas tierras se alegraron mucho, pues los bretonianos habían infligido un duro golpe a los Orcos, que eran sus viejos enemigos, y ofrecieron muchas alabanzas y honores a los caballeros. En aquellos días era extraño que los Enanos, que no salían nunca de sus fortalezas montañosas, tuvieran cualquier tipo de contacto con el mundo exterior y, sin embargo, aquella victoria forjó un lazo de unión entre ambos pueblos. Además, muchos Señores Enanos pensaron que era una magnífica oportunidad para vengarse de sus enemigos ancestrales, y se unieron a las tropas de los caballeros.
Y es así como se creó el territorio conocido en la actualidad como los Reinos Fronterizos. Muchos de los antepasados de los actuales gobernantes de los Reinos Fronterizos fueron los caballeros que siguieron a Tybalt. Estos caballeros arrebataron estas tierras a los Orcos, y las conservaron construyendo castillos. Sin embargo, estas tierras eran salvajes cuando llegaron, y la mayor parte de ellas siguen siéndolo. Los Orcos, Goblins, y otros monstruos todavía no han podido ser expulsados por completo de ellas. Poderosas tribus de Orcos y Goblins merodean en las tierras próximas al Río de la Sangre, y pueden invadir sus reinos en cualquier momento. Los Reinos Fronterizos deben permanecer siempre vigilantes.
Se ha dicho desde entonces con frecuencia que Tybalt fue persuadido para proponer este increíblemente temerario plan por las promesas de oro que le hicieron los Enanos. Sin duda, los astutos Enanos esperaban que los Orcos atacaran a los Bretonianos. Otros especulan con que Tybalt esperaba que las naves Enanas transportaran su ejército hasta Arabia a cambio de una parte del botín. Otro rumor infundado dice que Tybalt quería en realidad lanzar una heroica campaña contra las tierras de donde procedían los incursores de Settra. Sin embargo, la explicación más probable seguramente tiene que ver con el exceso de confianza de los Bretonianos. De lo que no hay duda es de la confianza total de los caballeros en su misión, y de su total desprecio por la enorme distancia que tenían que recorrer y las dificultades que tendrían que superar. Los Caballeros Bretonianos no destacan por su elevada cultura, y muy pocos sabían realmente a qué distancia se encontraba Arabia, o cuántas dificultades tendrían que superar por el camino.
La Caida de Mousillon[]
A pesar de realizar tan grandiosas cruzadas fuera de Bretonia, no se dejó a los ducados sin defensas, ya que seguía habiendo ciertos peligros a los que hacer frente en las fronteras. Uno de tales peligros coincidió con la plaga mortal de la viruela roja que arrasó los ducados del Sur, diezmando a los campesinos de los pestilentes arrabales y de los pueblos más retrasados. Como si aquello hubiera sido una señal preestablecida, unas criaturas malignas parecidas a alimañas mutantes que caminaban sobre dos patas y que blandían armas oxidadas entre sus garrudas manos salieron de sus guaridas secretas para atacar aldeas y pueblos.
La Tierra de la Desolación[]
Mousillon es una región maldita, una ciudad medio desmoronada rodeada de malolientes pantanos y marismas, una tierra que el resto de Bretonia trata de evitar. Se dice que en esa tierra aciaga los muertos deambulan por las calles oscuras y vacías, que todo tipo de horrores innombrables acechan en las profundidades bajo los castillos y que la noche se llena de gritos y risotadas de seres que ya no son de este mundo. Los únicos que viven allí son las más desesperadas de las gentes, pues nadie querría vivir en esa trágica tierra aparte de los de negro corazón o los marginados. Allí se reúnen los caballeros caídos en desgracia y deshonrados, al igual que las hordas de los campesinos más deformes y plagados de enfermedades. Los pocos que quedan de la maldita estirpe de los Mousillon gobiernan la región con la máxima autoridad. Dichos restos de la nobleza decadente y corrupta portan armaduras negras como la pez y nunca alzan sus visores o, por lo menos, eso es lo que se dice en las historias que se cuentan junto al fuego.
Sin embargo, durante un período de la historia, Mousillon se deshizo de su oscura reputación. Eso fue en los tiempos de Gilles el Bretón y sus Compañeros del Grial, ya que el más valiente, hábil y honorable de todos los Compañeros fue Landuin, el hijo predilecto de Mousillon y su primer duque. Era el epítome de la caballería, el modelo al que aspiraba asemejarse todo caballero, y todo el mundo lo apreciaba. No había nadie capaz de resistir su ira y Mousillon obtuvo gran renombre gracias a sus increíbles hazañas. Sin lugar a dudas, Landuin fue el mayor y más puro de los Compañeros, pero sus sucesores no fueron hechos en el mismo molde.
A la muerte de Gilles, Landuin cayó víctima de un terrible mal del que ya no logró recuperarse nunca. La propia tierra de Mousillon se hizo eco de su dolor y empezó a caer en la ruina y la desesperación, siguiendo así incluso después de su muerte. Y así fue como Mousillon comenzó su declive hasta convenirse en una región repudiada por los demás ducados. Desde aquel entonces se ha visto sumida en la más absoluta oscuridad. Mucha gente considera que la propia tierra está maldita. De hecho, las alimañas parecen abundar en esa tierra fétida, muchos de los que habitan entre sus fronteras se vuelven locos, está constantemente asolada por los muertos vivientes y muchas otras cosas antinaturales ocurren casi a diario.
Podrían resaltarse dos momentos clave a lo largo de la historia de Mousillon que sentenciaron irrevocablemente esta tierra embrujada a ojos de los demás ducados. El primero es el que viene a continuación y el segundo ocurriría varios siglos más tarde.
La Viruela Roja y el Duque Merovech[]
A principios del siglo IX tras la fundación de Bretonia, Merovech, el Duque de Mousillon, fue un valeroso guerrero desesperado por que su ducado recuperara el prestigio y el honor del que había gozado durante el reinado de Landuin. A pesar de perseguir solo intenciones honorables, sus corruptos consejeros lo llevaron por el mal camino y Merovech empezó a mezclarse en asuntos que escapaban tanto a su control como a su comprensión.
En el año 835 (1813 según el calendario imperial), se produjo el terrible brote de la Viruela Roja, que causó estragos en Bretonia, y los Skavens, unas asquerosas criaturas parecidas a ratas, surgieron a miles para matar y saquear, poniendo sitio a las ciudades de Brionne y Quenelles. Merovech vio que había llegado el momento de alcanzar la gloria y partió para enfrentarse a los invasores. Misteriosamente, el duque Merovech de Mousillon y sus caballeros de armaduras negras no resultaron afectados por la plaga, y cabalgaron para deshacer estos asedios y expulsar a los skavens de regreso a sus madrigueras.
El camino que siguió su ejército fue exactamente igual que el seguido por los Compañeros del Grial de Gilles, ya que luego siguió avanzando hacia el Este, cruzando Carcassonne. Sus sueños estaban bañados en sangre, muerte y horror, y en su locura creía realmente que era la reencarnación de Landuin y que él era el único que podía salvar a Bretonia. Después de unirse a los ejércitos de Parravon, los misteriosos habitantes faéricos de Athel Loren acudieron en ayuda del Duque Parravon y prestaron sus poderes sobrenaturales a los caballeros para acabar con aquella amenaza, tras lo cual volvieron a desaparecer entre los árboles.
Se obtuvo una gran victoria y las ratas huyeron ante el poder militar de Merovech y de sus caballeros de mayor confianza. En el punto álgido de la batalla, Merovech quedó recubierto de sangre, regocijándose por la matanza, e incluso después de que su adversario yaciera inmóvil siguió acuchillándolo con su espada recubierta de vísceras. Los virtuosos y honorables caballeros de Parravon se lo quedaron mirando con horror.
Merovech invitó a los duques a su castillo para celebrar un gran banquete por la victoria. Mucha gente lo consideraba un salvador por haber liberado a Brionne y Quenelles. Sin embargo, el banquete horrorizó a los caballerosos duques, pues la cena la sirvieron unos sirvientes medio descompuestos y los duques quedaron repulsivamente asombrados al ver los cadáveres de criminales empalados, ensartados y quemados que se exhibían por todo el salón.
Merovech no lograba comprender porqué sus invitados se sentían incómodos y, después de haber bebido ya varias copas de vino de Bordeleaux, declaró en su ebriedad que estaban faltando a su hospitalidad y que la estaban deshonrando. El rey criticó la crueldad del duque, y éste, a cambio repudió al monarca y habló en contra de él y de su corte. Preso de cólera, Merovech acusó al rey de envidia y de confabulación contra Mousillon y lo desafió a un duelo.
El rey aceptó formalmente el desafío de Merovech, aunque los demás duques le suplicaron que les permitiera castigar el vergonzoso comportamiento de aquel caballero. En el combate que se produjo, Merovech luchó como un demonio y desgarró la garganta del rey con sus propias manos desnudas. Merovech alzó su copa, la llenó con la sangre del rey y se la bebió. Horrorizados, los demás duques abandonaron rápidamente Mousillon para irse a reunir con sus ejércitos mientras eran perseguidos por extrañas criaturas y campesinos deformes.
En los meses siguientes, Merovech fue denunciado públicamente por el Hada Hechicera y el recién coronado rey Lyonesse encabezó una invasión a gran escala de Mousillon. Muchos de los caballeros de Mousillon tomaron las armas contra su señor feudal al no tener ninguna intención de verse relacionados con el corrupto duque y juraron lealtad a Lyonesse. Al verse frente al poder de toda Bretonia, Merovech acabó siendo finalmente derrotado, pero muchos valientes guerreros cayeron víctimas de su espada. La cólera justiciera de los bretonianos contra los que consideran que han mancillado su propio honor es verdaderamente temible.
Al finalizar la guerra, la mayor parte de las tierras de Mousillon fueron anexionadas por Lyonesse.
Las Guerras de los Caballeros Noveles[]
En los años que siguieron, los valerosos bretonianos llevaron a cabo otras muchas cruzadas, aunque ninguna llegó a ser tan grandiosa como las de aquellos tiempos. Una de dichas cruzadas se adentró en los vastos desiertos al este de Arabia y se libraron multitud de grandes batallas contra los despreciables reyes no muertos de aquella tierra. En otras, los bretonianos han llegado a combatir muy lejos de su hogar, incluso al otro lado del océano en las junglas del Nuevo Mundo.
Algunas de estas cruzadas fueron declaradas Guerras de los Caballeros Noveles, una tradición que se deriva de la vieja costumbre de la Gesta de Caballería. La tradición de las Guerras de Caballeros Noveles tiene su origen en la vieja costumbre según la cual el señor de los caballeros (por lo general, jóvenes) les impone a estos una misión o gesta que deben realizar antes de poderse convertir en verdaderos caballeros. Normalmente, los Caballeros Noveles son enviados individualmente a efectuar alguna hazaña en solitario (que solían consistir en recuperar un objeto perdido, vencer a un monstruo que estuviera aterrorizando a un poblado o escoltar a una noble dama a través de tierras peligrosas), para demostrar que son merecedores de gobernar un feudo.
Sin embargo, en tiempos de guerra y peligros (por ejemplo, cuando Bretonia es invadida por el enemigo), un rey puede declarar una Guerra de los Caballeros Noveles. En ella, un joven caballero novel puede ganarse el título de caballero del reino tras haber realizado valerosas hazañas y audaces proezas en el campo de batalla. Cuando se declara una Guerra de los Caballeros Noveles, los caballeros jóvenes de toda Bretonia se unen a la causa, ansiosos por ganarse el derecho al rango oficial de caballero. Los caballeros sin experiencia se lanzan a la batalla temerariamente y con gran entusiasmo, tratando siempre de superar a los demás y de destacar para que sus superiores se fijen en ellos. De este modo, el rey puede declarar una Guerra de Caballeros Noveles cuando necesita reunir rápidamente a un ejército grande y muy motivado, pues el entusiasmo por la causa se propagaba por toda Bretonia.
Durante la guerra, muchos Caballeros Noveles podían cumplir su misión si tenían suficiente valor, conviniéndose así en Caballeros del Reino. El Rey y los Duques aprovechaban esta costumbre para armar a muchos Caballeros Noveles, a los que asignaban la misión de capturar un estandarte enemigo o traer la cabeza de un Paladín enemigo; además se dieron cuenta que las Guerras de Caballeros Noveles eran una buena manera de formar rápidamente grandes ejércitos y aumentar el número de caballeros disponibles. Y recompensar con tierras a estos nuevos caballeros no suele presentar ningún problema, ya que podía concedérseles las tierras que capturaran al enemigo.
Cuando Louen, posteriormente apodado el "Mataorcos", ascendió al trono, Bretonia estaba siendo atacada una vez más por tribus de Orcos y Goblins. La solución de Louen fue proclamar en el año 1223 (2201 según el calendario imperial) una Guerra de Caballeros Noveles para liberar Bretonia de aquella maldición, expulsando a todos los Pielesverdes de Bretonia. Aunque semejante objetivo siempre ha sido un imposible, el Rey Louen Mataorcos reunió un gran ejército, para la que miles de jóvenes caballeros se unieron a las fuerzas de los duques. Con todos ellos, aquel ejército aplastó por completo a las crecientes huestes de Orcos y Goblins que se habían estado preparando durante años frente a las fronteras de Bretonia. La pasión de los caballeros de Bretonia fue tal que laguerra prosiguió con gran entusiasmo durante varios años.
Durante estos años, las mesnadas de los Duques, reforzadas por miles de entusiastas Caballeros Noveles, derrotaron a los Señores de la Guerra Orcos y las fronteras tradicionales de los ducados se ampliaron hasta abarcar muchas cadenas montañosas que anteriormente eran el dominio de los pieles verdes. Un gran número de fortalezas de pieles verdes que todavía resistían en los confines más remotos y aislados de Bretonia fueron finalmente conquistadas. Tales fortificaciones fueron arrasadas y se construyeron castillos sobre las ruinas, y se crearon nuevos feudos a lo largo de las fronteras al concedérsele a la mayoría de los jóvenes caballeros noveles aquellos terrenos junto con el título de caballero al término de años enteros de guerras.
El propio Rey Louen luchó en primera línea de combate durante estas campañas, y año tras año dirigió personalmente a sus ejércitos contra los Orcos. Al final de su reinado apenas quedaban Orcos en Bretonia.
El Incidente del Falso Grial[]
Siglos más tarde tras el incidente del Duque Merovech, Mousillon se denigraría todavía más durante el incidente del Falso Grial, una época terrible durante la cual el Duque Maldred de Mousillon perpetró el peor de todos los crímenes. La tierra de Bretonia es feliz cuando triunfa la caballería y el Honor queda a salvo. Estas virtudes son preservadas por el Rey y sus caballeros. Por tanto, fue una era de gran deshonor cuando el perverso Duque Maldred de Moussillon renegó de sus votos y su Honor de Caballero, e intentó usurpar el trono en lo que se ha denominado "El Caso del Falso Grial" en el año 1319 (2297 según el calendario Imperial). Muchos consideran que el autentico declive declive de Moussillon se inició con la maldad de Maldred, y que la Dama del Lago retiró su protección a esa región de Bretonia a causa de la deshonra del Duque.
Maldred era un caballero valeroso y un astuto comandante, bien preparado para defender el pequeño pero rico Ducado de Moussillon, centrado en la ciudad portuaria del mismo nombre. En esa época, el Rey de Bretonia, Jules el Magnánimo, murió en un combate singular contra un Caballero del Caos al que desafió en las playas del Norte de Bretonia, aunque su oponente también cayó mortalmente herido a consecuencia de las heridas causadas por la Lanza de Caballería de Jules. Sin embargo, el reino quedó en un peligroso estado de inestabilidad, pues Jules no tenía ningún heredero varón, y su único descendiente era una hija, la Bella Isolda. Según una antigua tradición, la Corona correspondería al caballero que cumpliera la misión que decidiera Isolda. ¡Una misión que tenía que ser realmente peligrosa!
Isolda declaró que sólo ocuparía el trono el caballero que consiguiera matar a la temida Bestia del Reino. Este monstruo, seguramente el último de su especie, había sido visto no hacía demasiado tiempo en una región remota de Bretonia. Muchos caballeros famosos partieron inmediatamente a cumplir esta misión. Pasaron muchos años sin que regresara ninguno de los caballeros. Mientras tanto, las partidas de guerra Orcas estaban concentrándose en las Montañas Grises y cada vez lanzaban incursiones más audaces contra Bretonia. El reino necesitaba desesperadamente un gobernante con una gran fuerza de voluntad que organizara las defensas del reino.
El Duque Maldred decidió aprovechar esta oportunidad para coronarse Rey de Bretonia. No podía casarse con Isolda, ya que estaba casado con la hechicera Malfleur, que había aprendido sus artes en Altdorf. Juntos, Malfleur y Maldred tramaron un plan vil y traicionero. Malfleur envió a los más desalmados de sus secuaces a saquear algunos túmulos funerarios situados en las proximidades de la ciudad. De entre los artefactos desenterrados, Malfleur eligió un impresionante cáliz. Malfleur recompensó a sus sirvientes cortándoles la lengua para que no pudieran revelar sus planes.
Mientras tanto, Maldred partió en busca del Grial, regresando después de un increíblemente breve período de tiempo. El rumor de que había encontrado un cáliz milagroso se propagó por toda Bretonia. Pronto la gente crédula e ignorante empezó a decir que era el verdadero Grial, que había sido entregado a Maldred por la propia Dama del Lago. Nunca se había oído que la Dama concediera un favor igual, y teniendo en cuenta la precaria situación en que se encontraba el reino, muchos consideraron que no podía tratarse de otra cosa que de una señal de que Maldred tenía que ser coronado Rey.
Maldred tenía que enfrentarse a sus potenciales enemigos, el Hada de Bretonia y los Caballeros del Grial. Afortunadamente para Maldred, los Caballeros del Grial habían partido para enfrentarse a los Orcos que estaban invadiendo el reino desde las montañas Grises. De todas formas Maldred sabía que seguirían las órdenes del Hada de Bretonia, por lo que concentró sus esfuerzos en acabar con ella.
Malfleur, observando a través de su esfera de cristal, consiguió localizar a la hechicera. Maldred partió con un grupo de malhechores reclutados en los muelles de Mousillon, armados y equipados como si fueran Caballeros Noveles, aunque ninguno de ellos había efectuado los votos de honor; ni tan sólo se habían comprometido a realizar una hazaña para conseguir ser ordenados caballeros. La magia de Malfleur impidió que la mayoría de ellos fueran convertidos en sapos cuando acorralaron y capturaron al Hada de Bretonia. Los malhechores trasladaron rápidamente a su prisionera hasta el Torreón de Dol, que estaba situado en una elevada punta rocosa, en un remoto punto de la costa occidental de Bretonia.
Con la hechicera a buen recaudo, Maldred organizó un torneo en el que mostró el falso grial. La convincente exhibición de magia de Malfleur impresionó a los caballeros: muchos empezaron a creer que el grial era auténtico. Los rumores de que la Dama del Lago había concedido su favor a Maldred y que él era el elegido para ocupar el trono de Bretonia, se propagaron rápidamente por toda Bretonia.
Por su parte, los Caballeros del Grial y la Bella Isolda estaban furiosos. Los Caballeros del Grial sabían que el Grial de Maldred tenía que ser falso. Su honor les impedía levantarse en armas contra otro Bretoniano, aunque muchos Caballeros del Grial habrían deseado desafiar a Maldred a un combate a muerte. Algunos partieron en busca de la hechicera, pero no consiguieron encontrarla. La hechicera estaba prisionera en el Torreón de Dol. Sin su apoyo, los Caballeros del Grial no podían denunciar a Maldred por su deshonor y declararle la guerra.
En ese momento, el destino, o quizás la Dama del Lago, intervino en la situación. Uno de los caballeros que habían partido en busca de la Bestia del Reino, un tal Gastón de Geste, cabalgaba por la orilla del mar cerca del Torreón de Dol. Mirando hacia la ventana más alta de la torre, vio el rostro de una bella doncella, y supuso correctamente que la dama estaba en peligro y tenía que ser rescatada. Para llegar hasta la puerta del Torreón tenía que atravesarse un estrecho puente tallado en la roca que atravesaba el precipicio que separaba el Torreón del continente. El valiente Gastón atravesó cabalgando el puente y desafió al Señor del castillo para que saliera a luchar. Se hizó el rastrillo, y una horripilante criatura surgió de su interior. No era la Bestia del Reino, sino un maligno Engendro del Caos, dominado mágicamente por Malfleur para que fuera el carcelero del Hada.
Gastón espoleó inmediatamente a su montura y atacó. Luchó con la bestia, pero no consiguió herirla. Su caballo empezó a resbalar por el puente de roca, y tanto el caballo como su jinete estuvieron a punto de caer al mar. Gastón cedió terreno para moverse sobre un suelo más firmé desde el que efectuar una segunda carga. En ese momento, la hechicera le lanzó por la ventana una trenza de su cabello atada formando un bucle. Gastón lo cogió con su lanza de caballería, donde ciñó su pendón como si fuera una corona. Renovadas sus fuerzas por este favor, cargó de nuevo contra la bestia. Esta vez la lanza parecía dirigirse por sí misma hacia el corazón de la bestia. Mortalmente herido, el engendro cayó del puente, estrellándose contra las rocas que había al fondo. Gastón subió al galope la escalera en espiral isin ni tan sólo desmontar de su caballo! Poco después se alejaba al galope con la hechicera sentada en la grupa de su caballo de guerra.
La liberación de la hechicera representó el fin de Maldred. Gastón llevó sana y salva a la hechicera hasta el campamento de los Caballeros del Grial cerca de Mousillon. Maldred fue declarado de inmediato traidor ante todo el país, desposeído de su honor y su ducado. Se comunicó a Maldred que se le declararía la guerra si no se rendía y aceptaba el destierro. Maldred respondió con un desafío, confiando en que el caso se considerará confuso mientras tuviera en su poder el falso grial. Sin embargo, todos los Caballeros de Bretonia depositaron su confianza en la hechicera y los Caballeros del Grial, que denunciaron la falsedad del grial de Maldred. Pronto se reunió un gran ejército que puso asedio a Mousillon. Sin embargo, Maldred podía abastecerse por mar.
El asedio duró tres años, creándose en el interior de la ciudad las condiciones adecuadas para que se produjera un brote de Viruela Roja, que fue la causante de la caída de la ciudad. Maldred y Malfleur, a pesar de haberse encerrado en su castillo, compartieron el mismo destino que la mayor parte de los desdichados habitantes de Mousillon, y murieron a causa de la plaga. Mientras tanto, la Bella Isolda se casó con Gastón de Geste, que fue debidamente coronado por la hechicera como el Rey Gastón de Beau Geste de Bretonia.
El nuevo Rey decidió no nombrar un nuevo Duque de Mousillon, sino que declaró la ciudad y sus alrededores Tierra Desierta. Mousillon quedó desonrada para siempre y desde ese díadejó de tener duque por orden del rey y tal puesto sigue hoy en día sin ocupar.
La Nueva Guerra Caballero Noveles[]
La Guerra de los Caballeros Noveles más larga que se haya librado nunca la declaró el Rey Charlen en 1442 (2420 según el calendario imperial). Ese año, una gran horda de tribus Orcas invadió los Reinos Fronterizos. Las fuerzas de los Reinos Fronterizos estaban en una manifiesta inferioridad numérica, y a pesar de su heroica resistencia, se iban debilitando día a día. Muchos castillos fueron incendiados, y los Orcos empezaron a reconquistar las tierras que habían perdido. Los nobles de los Reinos Fronterizos pidieron a todos los Caballeros Bretonianos deseosos de honor y aventuras que les ayudaran a luchar contra los Orcos.
Charlen, Rey de Bretonia, respondió inmediatamente a la petición de ayuda, y en un intento por imitar a su predecesor, el Rey Louen Mataorcos, declarando una Guerra de Caballeros Noveles, cuyo objetivo no sería otro que el de ¡librar al mundo de la presencia de los Orcos de una vez por todas! Charlen era un guerrero fuerte y audaz, pero nunca fue conocido por su gran ingenio o sabiduría: como cualquier erudito sabe, las hordas de pieles verdes nunca pueden ser erradicadas del todo.
No obstante, muchos miles de jóvenes caballeros apoyaron con gran alegría las intenciones de Charlen, y se formó rápidamente un enorme ejército de Caballeros Noveles y Caballeros Andantes ansiosos por enfrentarse a los Orcos dondequiera que estos estuvieran. A esta guerra partieron tantos caballeros que hubo momentos en que la propia Bretonia quedó vulnerable ante las incursiones de amenazas externas.
Charlen dirigió a su gran ejército hacia los Reinos Fronterizos. Tras recibir refuerzos muy superiores a los que podían esperar los más optimistas, los Reinos Fronterizos reconquistaron sus tierras y expulsaron a los Orcos hasta más allá del Río de la Sangre. Los Orcos fueron completamente derrotados y obligados a replegarse más allá del río mientras eran perseguidos y aniquilados por los caballeros, que ensuciaron las aguas del río con la asquerosa sangre de los Orcos.
Al principio celebraron una victoria tras otra y despedazaron a los Orcos. Sin embargo, a medida que fueron pasando los años y que cada vez más caballeros jóvenes acudieron a aquella región en busca de fama, Bretonia se fue debilitando debido a la falta de defensas dentro de sus fronteras. Las guerras contra los Orcos prosiguieron durante más de sesenta años, privando a Bretonia de generaciones enteras de caballeros. Se organizaron incursiones en la otra orilla del Río de la Sangre, donde los caballeros contaron con la ayuda de los Enanos, que deseaban ajustar viejas cuentas con sus enemigos Orcos y Goblins, pero en aquel accidentado terreno, no era posible mantener las conquistas durante mucho tiempo.
Finalmente, en el año 1510 (año Imperial 2488), bajo el reinado del Rey Phillippe V, tuvo lugar la última explosión de entusiasmo que marcó el fin de las Guerras de Caballeros Noveles. Dirigidos por el mal aconsejado Barón Jules de Fontainebleu, un poderoso contingente de caballeros avanzó remontando el Río de la Sangre y se adentró en el temido Paso de la Muerte. Los caballeros perseguían a un grupo de Orcos que se retiraba después de una incursión contra los Reinos Fronterizos. Nadie sabe exactamente qué fue lo que sucedió, ya que apenas hubo supervivientes, pero al parecer todo el ejército de caballeros fue emboscado y derrotado. Sin duda lucharon con valor hasta el último hombre en ese accidentado e inhóspito lugar, pero el ejercito bretoniano fue completamente aniquilado por las fuerzas pieles verdes comandadas por el kaudillo orco negro Morglum Quiebracuellos.
Cuando las noticias de este desastre llegaron al Rey Philippe V consideró sabiamente que las Guerras de Caballeros Noveles habían cumplido todos sus objetivos, y que era el momento de finalizarla. La pérdida de buenos Caballeros en el Este debía acabarse y reservar sus esfuerzos para defender Bretonia ante las amenazas externas. A los bretonianos, debido a su inmenso orgullo, no les sientan bien las derrotas y, si no hubiera sido porque aquel sabio rey puso fin a las guerras, un sin-fin de caballeros más habría sacrificado sus vidas inútilmente para tratar de recuperar el honor de sus hermanos derrotados.
Los Muertos vagan por la tierra[]
Bretonia siempre ha estado infestada de muertos vivientes. Los muertos que se alzan de sus tumbas son un tema recurrente entre los grupos teatrales itinerantes que deambulan por toda Bretonia, cosa que refleja el profundo impacto que los No Muertos han ejercido siempre en la nación. Al tratarse de un pueblo muy supersticioso, la idea de que los muertos vaguen por la tierra resulta especialmente terrorífica y aborrecible para los bretonianos, tanto para la nobleza como para los plebeyos. Los campesinos suelen enterrar a sus familiares boca abajo con patas de cuervo secas en la boca y ristras de ajos en las orejas, por lo visto para que no se levanten de sus tumbas.
En tiempos pretéritos, legiones enteras de guerreros muertos arrasaron las costas tras haber surcado los mares sobre flotas de barcos de poco calado, y los rumores de dichas flotas todavía perviven.
Según se dice, en las aldeas más apartadas de Bretonia existen malignos caballeros vampíricos, de los cuales el más famoso de ellos es el llamado Duque Rojo que azotó las tierras de Aquitania. En el año 476 (1454 del calendario imperial), esta criatura aterrorizó la regiónantes de ser destruida por el rey en la batalla de Ceren. En el año 954 (año imperial 1932) se levantó de su tumba y volvió asolar las tierras de Aquitania. Los caballeros se alzaron con la victoria, pero el Duque Rojo no murió, sino que se retiró al bosque de Chálons, donde aún puede que exista en la actualidad. Desde entonces, muchos caballeros andantes han tratado de liberar las tierras de estos horrores y no se los ha vuelto a ver.
Las tierras malditas de Mousillon siempre han estado asociadas a los muertos. De hecho, es una región realmente muy sombría, ya que la muerte y los desastres se han repetido con asiduidad a lo largo de toda su historia. Dado que este ducado se construyó sobre una zona pantanosa y proclive a las inundaciones, las tumbas de los muertos de Mousillon se construyen sobre la superficie y los macabros cementerios son tan grandes que llegan a parecer auténticos pueblos. Además, se dice que entre las oscuras criptas habitan todo tipo de hechiceros nigrománticos.
Una de las batallas más recientes e importantes que se libraron contra los No Muertos tuvo lugar en la Abadía de la Maisontaal, en las Montañas Grises el año 1513 (2491). Una horda de No Muertos liderada por el temible Heinrich Kemmler, Señor de los Nigromantes, y un guerrero del Caos muerto viviente llamado Krell atacó aquel santo lugar. El señor de los nigromantes es un personaje intensamente odiado en la tradición bretoniana y las madres cuentan historias de sus hazañas a sus hijos para que les hagan caso.
En aquella batalla, solo gracias a la destreza y el heroísmo del Duque Tancred de Quenelles y de sus caballeros se logró obtener la victoria, aunque también tuvieron que hacer frente a una enorme masa de repugnantes alimañas caóticas que se habían aliado con Kremmler, aunque afortunadamente, la naturaleza artera de ambas fuerzas provocó que se traicionaran mutuamente en mitad de la batalla, lo cual, sin duda, contribuyó en la derrota de ambas. Los caballeros regresaron a sus tierras tras haber obtenido grandes honores, ya que su victoria fue una verdadera proeza.
No obstante, el señor de los nigromantes logró escapar de la batalla y Tancred se pasó el resto de su vida persiguiendo al funesto hechicero. Desgraciadamente, el propio Tancred cayó en combate contra las fuerzas del señor de los nigromantes en la Batalla del Puente de Montfort, aunque sí logró destrozar al ejército de Kemmler. Según se comenta, el señor de los nigromantes espera el momento apropiado para cumplir su venganza contra Bretonia.
El Reinado de Louen Leoncoeur []
El actual Rey de Bretonia es Louen Leoncouer, que significa "El Corazón de León", y todos los habitantes de Bretonia ven en él rasgos que recuerdan a los grandes guerreros de antaño. Se dice que la sangre de Gilles el Bretón corre por sus venas y sus caballeros dan gracias a la Dama por poder estar a su servicio, pues su nobleza y vigor se remontan a la de los tiempos de los Compañeros del Grial, la época de máximo apogeo del heroísmo bretoniano. Sin lugar a dudas, Louen ha demostrado en numerosas batallas que es un digno sucesor de sus antepasados, y se ha ganado el sobrenombre de El Corazón de León por su coraje, valor y ferocidad.
Louen ha recuperado muchas de las viejas tradiciones guerreras y organiza grandes torneos. En realidad, él mismo suele participar en ellos y ha demostrado una y otra vez que es uno de los caballeros más diestros, feroces y honorables de toda la nación. Ha recuperado la vieja tradición de enfrentar a regimientos enteros de caballeros en un gran campo del honor delimitado a este efecto. Los torneos reales también sirven para ordenar Caballeros del Reino a los Caballeros Noveles que hayan llevado a cabo su hazaña, y decidir las hazañas que deben cumplir los nuevos Caballeros Noveles. De esta manera, alenta así a sus caballeros a practicar siempre que puedan sus habilidades marciales. Hay quien especula que todo esto permite que los ejércitos Bretonianos sean tan poderosos como lo fue antes o quizá más.
El nuevo Rey es perfectamente consciente de que Bretonia está rodeada por enemigos preparados para atacar en cualquier momento. Al Este, las hordas No Muertas del Señor de Nigromantes acechan en las Montañas Grises. Al Sur los rumores apuntan a que los Skavens están infiltrándose en Brionne y Bordeleaux. Las Ruinas de Mousillon, infestadas e impuras, todavía han de ser reconquistadas. El Rey espera que estalle la guerra en cualquier momento. La política del Rey es favorecer aún más que sus antepasados las justas y los torneos en todos los rincones del reino, para que los caballeros practiquen sus habilidades y estén preparados para la guerra. Cuatro veces al año, el propio Rey organiza un magnífico torneo que se prolonga durante semanas. También lleva a cabo visitas reales a todos los Ducados, cosa que los Duques aprovechan para organizar banquetes y torneos en su honor. ¡Por todo ello el calendario de Bretonia se ha convertido en una sucesión de torneos!
El rey es sabio y se da cuenta de que los enemigos abundan. Los más cercanos al rey creen que se está preparando para una nueva Guerra de los Caballeros Noveles. Hay quien dice que podría ser contra Mousillon. En los últimos años se han ido oyendo historias acerca de un nuevo pretendiente que se ha autoproclamado duque. Según se comenta, puede que el Rey Louen se embarque pronto en otra guerra para purificar Mousillon de su creciente mal. Los bretonianos en general esperan que llegue el día en que Mousillon sea finalmente arrasada, quemada del todo y olvidada por la historia.
Otros, sin embargo, sugieren que el Rey Louen podría estar preparando sus fuerzas para hacer frente a las malignas fuerzas del lejano Norte. Cada vez hay un mayor número de asaltos de los incursores nórdicos a los asentamientos bretonianos costeros, las bestias se agitan en los oscuros bosques de la nación, y corren rumores de que un oscuro guerrero elegido por los dioses del norte está unificando a las diversas tribus con las que marchar hacia el sur y conquistar el Viejo Mundo.
Sea como sea, Bretonia y sus caballeros están preparados.